Los ojos del río

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Cuando se calme, si es que se calma, la llamaré un día a capítulo y le diré vamos a ver, muchacha, tú problemas de dinero no tienes, ¿verdad que no? Está tu madre y estoy yo, que llevo una vida muy frugal. Has hecho tus estudios, tienes una carrera, unos cursos de doctorado, y sólo te falta una tesis para entrar a trabajar en la Escuela o en el Museo. ¡Y si la tesis es un hallazgo de un descubrimiento importantísimo, pues imagínate tú, muchacha, que le van a poner tu nombre a un esqueleto, que no te enteras! Todo esto es hablar precipitadamente. En el pajar hay unas muestras, unas catas que raspé con una cucharilla. No me atrevo a llevarlo al laboratorio del museo porque si es lo que pienso me marearán con que les diga dónde lo encontré. Yo no quiero que mi nombre salga escrito en un papelico al lado de un hueso de brontosaurio. Esos huesos llevan muchos miles de años descansando en un barranco precioso. Si con una muestra, si con una taba fuese suficiente para no destrozar toda la ribera...

4.

Y no sólo hay huesos de dinosaurios. El otro día, al poco de venir el nuevo al trabajo, cuando Sebastián me contó que él también apoyaba la recuperación de la memoria histórica y todo eso, que me dijo así medio en broma que él lo que buscaba era adeenes, yo dije sí, sí, bueno, bueno, como si me viniera de nuevo. Con los huesos de los hombres pasa lo mismo que con los huesos de los dinosaurios. En todas estas sierras ha habido refugios de cuando la guerra y sobre todo de después, de cuando los maquis. Algunas cuevas y escondites forman parte del itinerario de los turistas. Unos vienen a sacarle fotos a la guerra entre los pinos y otros a buscar el apellido de los que murieron. En todos estos años, raro es el deshielo que no me encuentro huesos de guerrilleto. Cogí una vez una calavera que lleva en toda la frente un agujero como una moneda,


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