Be Plus Magazine - Edición 15 / Sensualidad 2017

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Tu Presupuesto en cualquier talla

H

e sido siempre del pensamiento que, en las relaciones de pareja, más allá del amor y el sexo, el exceso se convierte en el peor enemigo. Cuando me refiero a exceso, quiero abarcar todo aquello material a lo cual una pareja, queriéndolo o no, pretende acaparar y sobrepasa los límites del buen razonamiento, rayando a veces en apegos incurables que terminan matando o minando el amor y ese complemento sexual que cada pareja debe tener. Recientemente escuché a una amiga comentar sobre un documental de TV sobre los “nuevos minimalistas”. Siendo curiosa, lo busqué y a través del mismo se presentaron a varias parejas e individuos que han optado por un estilo de vida donde han desarrollado técnicas para vivir con lo necesario y esencial. Donde pasar de “ser” por tener algo material que los definía a “ser” por aquello con lo cual pueden aportar a su propio “ser” y a su propia felicidad. Estos individuos y parejas han realizado un análisis profundo de sus vidas, sus carreras, sus deudas y han buscado formas prácticas y viables para reducir lo que acaparan, lo que compran por vanidad o lujo versus por necesidad y a la vez reducen su carga de estrés financiero, físico y sobre todo emocional, a la vez que reducen el impacto ambiental que produce el consumerismo. Viéndolo desde una perspectiva en la cual yo he tratado de manejar siempre, es vivir con el equipaje necesario (ver mi columna de la edición de Invierno 2015). Amarte por lo que eres y no por lo que tienes. Y, en tu relación de pareja, lo que se tiene a nivel económico y material, influye grandemente en ese balance que debe hacerse para que las cargas financieras que traer los excesos no provoque el vuelco del barco. Por esto debemos revisar las áreas en las cuales, como pareja (e individuos), más nos afectamos cuando vivimos con excesos:

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Vivienda

Todos soñamos y nos enseñaron, en mi generación y la de mis padres, que el fruto de nuestro esfuerzo era tener un buen trabajo, que nos permitiera comprar una casa grande, donde nuestros hijos pudieran jugar en un gran patio, tener sus propias habitaciones y tener la comodidad de un ambiente seguro y acogedor. No es una premisa equivocada, pero nos encontramos hoy día con la realidad, que la generación de nuestros padres vive en casas exageradamente grandes, que usan solamente dos o tres cuartos, incluyendo el baño, que a duras penas pueden ocuparse de la limpieza de la misma y que con los dineros de su retiro no pueden sufragar los gastos que conlleva el mantenimiento de la pintura, el aire acondicionado, los enseres y hasta los impuestos sobre la propiedad. Estos excesos, a una edad de retiro, pueden socavar grandemente una relación, metiendo problemas económicos que se contraponen a la convivencia efectiva. Para darle un vuelvo a este asunto, muchas personas de mayor edad han optado por vivir con el mínimo espacio, sea mudándose a una casa de retiro, vendiendo su residencia principal y alquilando un lugar más pequeño o llegar a venderlo todo y vivir de crucero en crucero. He sabido de un caso donde la persona, ya retirada, simplemente compra paquetes de crucero y literalmente va de puerto en puerto. No se preocupa por comida (por razones obvias), usa la lavandería y hasta los servicios médicos del barco, además que conoce mucha gente y lugares nuevos cada vez. A mí me parece una alternativa genial para vivir sin cargas y con el equipaje necesario. Y, además, para una pareja, es una opción real y viable.


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