Manifiesto Azul 18

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EL GALLINERO Antonio José se despierta, de golpe, como suele hacerlo después de una noche de borrachera. La única diferencia importante entre esta y otras mañanas de resaca está en el hecho de que se encuentra tirado, boca arriba, en un gallinero. Lo descubre, ni bien abre los ojos lo suficiente como para ver, la luz del amanecer que se filtra por entre las maderas, y a las decenas de gallos y gallinas que lo miran entre tímidos cacareos. La otra cosa significativa de esta mañana es que Antonio José no está solo en el gallinero. Además de las tribunas gallináceas, hay otro hombre tirado en un rincón, que ahora comienza a despertarse, y a darse cuenta de su propia existencia, de la existencia de las gallinas, y de la de Antonio José que lo mira con recelo. Entonces, un par de gallos pequeños, de cogote pelado, se arrojan sobre los hombres, les picotean la espalda, la cabeza, los brazos, los obligan a ponerse de pie. En ese momento, Antonio José se percata que tiene un puñal atado a la pierna derecha, mira a las gallinas que ahora cacarean alocadas, y a los gallos que baten sus alas desafiantes, y comprende. Mira al desconocido que ha descubierto, demasiado tarde, su propio puñal en su pierna derecha. Antonio José se le anticipa y lo atropella, decidido a matarlo, mientras los cacareos se multiplican. Sandro W. Centurión

RECUERDOS OLVIDADOS Estás sentada en tu sillón medio adormilada. ¿Soñando, quizás? ¡Quién sabe en qué momento hay lucidez en tu mente! Tal vez solo recuerdes en los sueños. Giras la cabeza hacia mí, pero no me miras, no me ves. Al principio tu desmemoria me dolía mucho. Solo con verte la cara abobada y esos ojos perdidos, se me hacía un nudo en la garganta. La verdad es que no sé porqué


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