Pedagogía de la ternura

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CONCEPTOS BÁSICOS PARA UNA PEDAGOGÍA DE LA TERNURA

B. CÓMO DEFINIR LA TERNURA

¡Ternura! es una expresión bastante trajinada en la vida corriente social, familiar y laboral y muy poco, hasta ahora, en el ámbito de la educación. Pero, ¿podría usted definir qué es ternura?, ¿ha pensado en ello? Si nos acercamos a la definición, generalmente más simple, que es la que da el diccionario de la Lengua Española, encontramos que ternura es: "Calidad de tierno; requiebro, dicho lisonjero". Pero ante la insuficiencia de lo definido, complementamos con tierno y encontramos lo siguiente, en la "acepción" que hemos focalizado, porque la expresión es muy polisémica: "... Afectuoso, cariñoso y amable". De entrada pues, nos damos cuenta de que la ternura es o tiene que ver con la afectividad, con el cariño, la amabilidad, el amor, la delicadeza en el trato etc. La ternura pues, como nos lo han insinuado los anteriores conceptos, es algo que sabemos que está allí, que existe en las personas y quizás en otras especies animadas: un perro, un gato, cualquier mascota, pero que finalmente no puede definirse. Es algo, que antes que atado a las palabras, está atado al sentimiento; su presencia es inevitable, es perceptible, aunque a veces queramos ignorarla, pasarla desapercibida y no darle la oportunidad de una presencia en un "aquí y ahora", cuando los seres humanos actuamos e interaccionamos. Restrepo, por su parte, alude a que la ternura, es una palabra simple pero profunda a la que se está retornando, "resume como ninguna la aventura de lo humano... Hacernos tiernos es reconocer que dependemos de los otros, así nos irrite su indiferencia. Es entender que no podemos decir en un acto de arrogancia: "no te necesito, ni necesito tu afecto". Es aceptar que la ideología guerrera ha llegado a su fin, que somos débiles y frágiles; que sólo reconociendo esta fragilidad, podemos comprender que la caricia es la llave maestra que nos abre la dimensión más profunda de la vida. Enrutarnos hacia la ternura es tener siempre presente, en el horizonte, la posibilidad de la crueldad, de la violencia, a la que con tanta facilidad llegamos los seres humanos. Hay ternura porque existe la violencia, pues la ternura actúa como una especie de conjuro que impide que actuemos nuestro odio hasta exterminar al diferente: al igual que la madre canta la canción de cuna no tanto para el niño sino para ella misma, para conjurar su posible irritación y no hacerle daño al niño, también nosotros entonamos la canción de la ternura para humanizarnos en medio del horror, para modular nuestras fuerzas e impedir que caigamos en el embeleso del exterminio". Duque y Bedoya, en dimensión análoga a lo que piensan Salomé y Restrepo, nos dicen en relación con el concepto de ternura que:

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