40 años construyendo el picarral

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El Estado no asumía la escolarización de los niños hasta la denominada Educación General Básica. Así que se lava las manos en lo que respecta a proporcionar plazas de guardería y preescolar. “Y como entonces se empezaba la EGB a los cinco años, los niños de esta edad iban al colegio sin haber pasado por ninguna preparación previa, la cual les va muy bien”, opina Pilar Chaverri, que fue vecina del Picarral y participó activamente desde la asociación en la puesta en marcha de iniciativas como el campamento familiar o la propia guardería de Belén, en donde trabajó los quince años que esta permaneció abierta. La puesta en marcha de esta primera guardería del Picarral iba a permitir a algunas madres incorporarse al mercado laboral además de comenzar a tener tiempo para sí mismas para canalizar sus inquietudes y empezar a formarse. La guardería era tan vital para los niños como para el propio desarrollo personal de las mujeres. “No solo se plantea el recoger a los críos en la guardería –añade Jordá-, sino que se plantea también que, una vez han dejado las mamás a los chicos, puedan asistir al centro de educación de adultos para empezar con su formación. Porque, en aquella época, mucha gente no había podido ir a la escuela, y la idea era una política de fomentar la cultura, sacar a las mujeres de sus casas…”. Según Jordá, la guardería sería el germen de lo que luego vendría. “Luego ya se fundaría la Comisión de Mujeres, y se va creando una organización que en aquellos momentos era revolucionaria”.

En 1971 ya existe proyecto para instalar la guardería en unos locales de la iglesia, que en ese momento habían quedado vacíos, y que un grupo de madres solicita, en nombre de la ACF, a la parroquia de Belén. Pero no abriría hasta septiembre de 1973. “Entonces, se quedaron unas aulas vacías al lado de la iglesia y dijimos: ¿Por qué no intentamos que esto se arregle?”, recuerda Pilar Chaverri. “Todo aquello estaba ya expropiado pero no sabíamos cuándo lo tirarían. Y bueno, al final estuvimos quince años. Vimos que merecía la pena”. La prueba es que el primer año se matricularon 150 niños de dos a cuatro años de edad, distribuidos en tres clases. Solo un año después de su puesta en marcha, aquellos locales ya se habían quedado pequeños.

40 Años construyendo entre vecinos

vecinal. Recuerdo que Elena, mi mujer, hizo una pegatina, que aún la guardo en casa, que decía: ‘Queremos guarderías subvencionadas’. Ese era el eslogan, pedir guarderías subvencionadas. Ni siquiera pedíamos guarderías públicas. Eso era impensable”.

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