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Atenea · Número 37

R E P O RTA J E nó al teniente general retirado Jay M. Gardner que entrara en Bagdad y organizara cuanto antes un gobierno provisional. Gardner estaba en Kuwait desde finales de febrero a la cabeza de la ORHA (Oficina para la Reconstrucción y la Ayuda Humanitaria) y por ello sus planes no eran para eso. El resultado es un fracaso; no hay forma de constituir ni siquiera la Conferencia Nacional Iraquí. Entonces, en la segunda semana de mayo, designan en su lugar al diplomático Paul Bremer como Administrador de la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) con plan y programa muy distinto del que intentaron con Gardner. Para empezar, se renuncia a constituir la Conferencia Nacional Iraquí y el Consejo de Gobierno lo nombrará directamente la CPA; además, sus funciones estarán muy limitadas, dedicándose, casi únicamente, a pretender ser la representación del pueblo iraquí ante la CPA. Se nombra el Consejo, que elije a los ministros consultando con la CPA pero, como se decía vulgarmente en Bagdad, se trataba simplemente de poner una cara iraquí en cada ministerio porque los consejeros de la CPA eran los que realmente actuaban como tales.

No se logró más por el apresurado y repentino fin de la contribución española España, aunque apoyó en la ONU las acciones contra Irak, no participó en la Coalición, pero sí quiso participar en la reconstrucción y, por eso, el 30 de marzo, en la reunión del Gabinete de Crisis, nombró al secretario de Estado de Defensa como “Comisionado del Gobierno en la Reconstrucción de Irak” con una pequeña oficina de apoyo en la que se incluyeron representantes de otros ministerios. Decidió también el envío del buque de asalto Galicia con un contingente de ayuda humanitaria, no de combate ni de apoyo al combate, compuesto por un hospital de campaña, una unidad de Ingenieros y otra de protección NBQ, aparte del propio hospital del barco y una unidad de protección de Infantería de Marina. Este contingente llegó y desplegó, finalizada ya la guerra, cerca de Unm Qasar, apoyando fun-

LUJO, DESCONCIERTO Y MUCHO CALOR “La sensación de desconcierto que encontramos el 12 de junio al entrar en el lujoso palacio presidencial de Bagdad fue enorme. Era un caos; un edificio concebido con aire acondicionado, carecía de él; lo único destrui-

do eran precisamente los motores y compresores, junto con los grupos electrógenos y la central de comunicaciones; faltaban cristales y en los anejos todavía había escombros. Allí se hacinaban no sólo los componentes de la

CPA sino los militares del COT que dormían por los pasillos y bajo las escaleras. Todo ello con temperaturas de unos 50º a la sombra y 60º al sol, lo que hacía que dentro se ‘disfrutaran’ unos 40 grados, incluida la noche.”

damentalmente a un campo de prisioneros iraquíes. Mientras tanto, el Gabinete de Crisis trataba de que España colocara a dos o tres altos cargos en la CPA. Así, el 6 de abril fui designado “Representante Militar Permanente del Comisionado del Gobierno de España en la Reconstrucción de Irak” para representar a España ante la Autoridad Militar de Ocupación. Tenía que haber iniciado inmediatamente mi tarea pero, al no materializarse dicha autoridad, no tenía ante quién ser representante. Tampoco, según Gardner, había en la ORHA sitio para expertos de alto nivel; sin embargo, informó de los planes para organizar un nuevo Ejército iraquí y, para ello, se necesitaba reconstruir el Ministerio de Defensa donde sí que sería posible incluir un general español. Consecuentemente, entramos en contacto con Walter B. Slocombe, designado Asesor Principal para el Ministerio de Defensa, en la CPA, pero todavía en Washington. Slocombe me aceptó como su adjunto militar, mientras el general de división americano Paul Eaton se encargaría de la reconstrucción del Ejército iraquí. El 12 de junio llegamos al Palacio Presidencial de Bagdad, nuestro alojamiento y lugar de trabajo, los primeros componentes del equipo del Ministerio de Defensa o de la Dirección para Asuntos de Seguridad, como luego se llamó; en total unas 20 personas, de ellos 5 españoles, los primeros en la CPA, aunque nos habían precedido unos días el embajador en misión especial Miguel Benzo y el capitán de navío Martín Oar, pero éstos estaban en la sede de la ONU y actuaban como enlaces con la CPA.


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