La Hoja de Psicodrama Año 19. Nº 59 Julio 2011

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las personas expuestas a sus efectos (“colonización del yo”), el desarrollo de la sensibilidad a la diferencia y la capacidad de ponerse en el lugar del otro, incorporando sus valores. Esto provoca en un principio, un sentimiento de inautenticidad, de pérdida de la propia personalidad e introduce la duda respecto a los estilos de vida tradicionales. El sujeto posmoderno es un ser que duda y, en la medida en que asiste a la continua transformación de sus valores, por efecto de su exposición a otros modos de vivir, distintos a los de su tradición, va perdiendo la creencia en la verdad absoluta. Sin embargo Gergen confía en que esta confusión es la precondición para la emergencia de sujetos dialogales y flexibles, cuyo relativismo se traduce en actitudes poco defensivas de sus creencias y la formación de profesionales expertos en mediación. Individuos capaces de entablar distintos estilos de conversación y de establecer relaciones de interdependencia con personas provenientes de orígenes socioculturales muy diversos. Capaces de abandonar el refugio en sus propias “reglas de vida”, para co-crear con nuevos interlocutores, nuevas maneras de resolver los problemas, que implican tanto nuevas maneras de hablar, como nuevos modos de actuar. Para ser capaces de mediar en conflictos interpersonales o intergrupales de otros, hacen falta sujetos capaces de sostener voces múltiples y a menudo contradictorias en su interior. Y de mediar entre ellas, de manera que la polifonía interior nos permita vivir con un cierto grado de armonía, dentro de un inevitable grado de conflicto interno sostenido. El sujeto posmoderno es un ser en conflicto interno, ya que cada vez que hace algo desde una perspectiva, inmediatamente otras sensibilidades, que también ha desarrollado, suenan en su interior objetando su decisión. Sostener sus opciones, escuchando las propias críticas internas, implica actuar lo mejor que se nos ocurre, que podemos o sabemos, pero con conciencia de las inevitables limitaciones de cualquier posición que tomemos. El sujeto posmoderno es un sujeto educado en humildad, que asume que no es omnipo-

tente, ni tampoco impotente, es sólo capaz de concretar su amplio repertorio de posibilidades de acción, en un curso de acción concreto y limitado. La conciencia de construcción no deberían llevarnos, nos dice Gergen, a un escepticismo paralizante. Hay que asumir que de algún modo tenemos que vivir, y que por lo tanto, si las realidades las construimos entre todos, vamos a seguir empeñándonos en la tarea de construir futuros prometedores para el mayor número de personas posible, a través de la construcción social de realidades, y sabiendo que la transformación de los juegos de lenguaje y de sus acciones anexas, es un movimiento asociado al vivir humano incesante. El cambio es inevitable. Construimos puntos de vista y teorías para que otros los transformen en un futuro. Desde la tradición del Construccionismo Social, podemos caracterizar al self posmoderno como dialógico, proteico y múltiple; flexible y preparado para la mediación, para manejarse en la contradicción y para participar en comunidades. Un self con un amplio sentido de la importancia de la responsabilidad social, al mismo tiempo que de la libertad de expresión y de acción, con connotaciones románticas (en cuanto a la revalorización de la dimensión espiritual del ser humano, de la importancia de los valores morales y de las emociones, pero ahora, sin connotaciones esencialistas, sino reconociendo que para desarrollar cualquier modo de ser, necesariamente hace falta pasar por un proceso de construcción social -así, para tener experiencias místicas, hace falta tener una iniciación, un proceso de aprendizaje y seguimiento en algún modo de práctica espiritual, desarrollada por alguna comunidad, a lo largo de la historia-) y con connotaciones modernistas (en cuanto al otorgar valor a la capacidad del individuo para autodeterminarse, tanto a través de la construcción de proyectos vitales con sentido y metas intrínsecas, como dice la psicología positiva, como fruto de la autoreflexividad sobre la propia complejidad y el aprender a manejarse con uno mismo, como desde distintos ángulos proponen la psicología cognitiva posracionalista y parte del psicoanálisis actual).

Junio 2011

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