ARTECONTEXTO Nº 33

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GREGOR SCHNEIDER Punto muerto MÓSTOLES (MADRID) CENTRO DE ARTE DOS DE MAYO. (CA2M)

Límites de la experiencia artística MÓNICA NÚÑEZ LUIS

En el túnel, surgen unas escaleras extremadamente empinadas que obligan a subir con esfuerzo a la otra planta donde se encuentra un espacio blanco, ambientación de la pieza Kinderzimmer II (2008). Al salir de ella, el túnel carente de ventilación sigue creando caminos a ninguna parte que, de pronto, dejan ver un aséptico dormitorio blanco al que no es posible acceder, Liebeslaube (Nido de amor) (1995-96). El recorrido se va haciendo más agobiante y el túnel se transforma en una habitación cuadrada y metálica, Darkroom (2008). Al seguir, el espacio pasa a ser una cámara húmeda, Wetcell (2008), y luego refrigerada, Cold storage cell (2007). Ya no pude continuar el recorrido, salí por una puerta de emergencia aunque, tras la última cámara, solo había que bajar por unas escaleras de caracol para terminar el recorrido. Sin duda, la claustrofobia, el miedo y la emotividad van cobrando intensidad a lo largo de Dead End, donde Schneider interviene la experiencia del espectador, que sale del centro tras tener una vivencia que, en realidad, no ha legitimado como experiencia expositiva. La poca estabilidad referencial que el artista regala al espectador en esta intervención reafirma el conocido carácter provocador de su discurso conceptual, que de alguna manera recuerda a los accionistas vieneses. Si bien estos llegaron a extremos muy considerables con el uso de sus cuerpos y el de animales en sus creaciones, y Schneider no llega a estos niveles, la fidelidad a su excentricidad y cómo la intelectualización de ella determina una experiencia perturbadora del espectador es igualmente cuestionable.

Las exposiciones que ha presentado Gregor Schneider (Rheydt, Alemania,1969) los últimos años han dado de qué hablar y el caso de Punto muerto, ofrecida en el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles, no es la excepción. Cinco vídeos, fotografías de trabajos y una intervención creada ex profeso se adentran en el concepto y sentido que persigue el artista alemán en su obra. Esta, posee una entidad muy específica e inconfundible definida por el replanteamiento de la funcionalidad de espacios –gracias a su reconstrucción, resignificación y reambientación– y la constante incitación de emociones. La gran mayoría de las piezas están vertebradas por experimentaciones en torno a Totes Haus u r (Casa u r muerta), la vivienda en la que reside el artista desde su nacimiento y donde tiene su estudio de trabajo. Desde hace más de una década Schneider, con una suerte de retórica autoapropiacionista, recrea en sus piezas parte de esta modesta casa que a lo largo del tiempo ha reformado con nuevas ventanas, paredes y puertas. La transfiguración del espacio inicial es importante y con ella explora las capacidades de las estancias para hurgar en lo que yo llamaría la “psicología del miedo del espectador”, es decir, la estimulación de sus angustias, temores y fobias. Estos espacios confusos, misteriosos, agobiantes e incluso macabros, sirven al artista para estudiar la naturaleza del espacio expositivo, así como las reacciones del público; aspectos que guían la intervención del CA2M. En el exterior del centro el artista ha colocado un gran tubo plástico que entra al edificio y se pierde en su interior. El acceso a Dead End también es su salida, un camino a ninguna parte en forma de tubo de 1,60 metros de ancho, que debe recorrerse completamente a oscuras hasta el final; aunque esto no me fue posible. Wetcell, Rheydt (Celda húmeda), 2008. © Gregor Schneider. VEGAP. Madrid, 2011. Cortesía: CA2M.

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