Polvos de proyección

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me ha perseguido muy largamente : Tomás de Torquemada, el inquisidor español. Este fanático dominico no me perdona el haber escapado de su feroz y amenazante tenaza persecutoria que jamás pudo atraparme. El quería convertirme en un discípulo de satán, pues él era uno de sus adictos más obedientes, pero nunca lo logró y menos ahora en que soy un hombre más consciente. De manera que yó tengo dos marcos de referencia muy extremos : por una parte Ftah y por la otra Torquemada: Las dos caras de la misma moneda. Ftah me otorgaba y Torquemada me quería despojar. Ftah se esmeraba en obsequiarme las ciencias del bien, Torquemada se emperraba en despojarme de las delicias del bien. Torquemada estába totalmente convencido de que satán era lo único. Ftah sabía que el bien no pasaba jamás por los senderos tenebrosos de Torquemada. Cuál camino elegir, entonces?. No es muy difícil responder a esta pregunta. Yo escojo el sendero de Ftah, pues es el sendero que embellece mi alma y la libera. Repudio el camino de Torquemada, por ser el sendero del mal que quisiera lanzarme a los fuegos eternos del mal”. La estatua calló. Sus bellos ojos se encendieron y arrojaron el beneplácito de su complacencia en luces maravillosas que revelaban que la estatua estaba feliz de haber encontrado un alma que mantenía en primer plano la lucha por liberarse de las garras tenaces del mal. Virgilio era el joven preferido y elegido a quien las estatuas protegerían por todas las eternidades. Las armas para su defensa le serían dadas esa noche. La estatua notó que toda la figura de Virgilio arrojaba una luz incendiaria en todos sus siete cuerpos. Virgilio había sido obsequiado con la luz del bien definitívamente. Dime, Virgilio, por qué has escogido el bien?: ”He escogido el bien porque no me ha quedado otro camino. Los que quieren mi desgracia deben ser seres que


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