Arquitectura y Seres Urbanos Sexta Edición

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I. Sobre el espacio de trabajo

Arquitectura y Seres Urbanos

En contraste y paralelo a esto, al interior de las oficinas se gestaron cambios hacia la humanización. En la década de los cuarenta, surgió el concepto de “oficina modular”, basado en estudios de Elton Mayo que mostraban una relación directa entre la productividad de los empleados y su conciencia como parte de un grupo social (Monje Pascual, 2016, p. 101). Éste proponía estaciones de trabajo independientes, ligadas geométricamente al edificio, que proyectaban la identidad corporativa en conjunto con la arquitectura. Wright destaca como pionero en la aplicación de este concepto, ya que potencializó las características espaciales de la "arquitectura orgánica” en el edificio para la Johnson Wax de 1939.

En conclusión, para lograr la transición de época dentro de los edificios de oficinas, debemos llegar a un equilibrio entre soluciones objetivas y subjetivas, espacio público y privado, estímulos y silencio, luz y sombra, ámbito doméstico y laboral, productividad y bienestar. En fin, debemos utilizar la fuerza de opuestos como motores. "... Así como cuando dos notas musicales discordantes que se tocan juntas obligan a una pieza musical a avanzar, la discordancia en nuestros pensamientos, ideas y valores nos fuerzan a pensar, reevaluar y criticar. La consistencia es el campo de juego de las mentes obtusas" (Noah Harari, 2017, 187).

Siguiendo esta tendencia, en 1958 Quickborner desarrolló el Bürolandshaft. Propuso arreglos orgánicos y flexibles de pequeños grupos de escritorios divididos con plantas como barreras visuales, diseñados para fomentar la comunicación intergrupal y reforzar el bienestar psíquico como factor productivo. El edificio Centraal Beheer de Herman Hertzberger, 1972, presenta una arquitectura cuyo concepto remite al Bürolandshaft, pues subdivide el espacio de trabajo en módulos permutables en usos, iluminados naturalmente e interconectados dentro de una matriz laberíntica, que genera una apropiación espacial espontánea capaz de responder a los cambiantes patrones sociales del tiempo (Frampton, 2015, 72 y 177). Este movimiento hacia la dignificación de los espacios, se vio reforzado por una serie de escritos, publicados en la década de los sesenta, que señala la importancia de la relación entre arquitectura y lugar, resaltando la percepción y experiencia del mundo por medio de los sentidos 2 . Los avances en psicología y el reconocimiento de las enfermedades mentales como factor de baja productividad, provocaron que estas ideas tomaran relevancia e incidieran en el diseño de los espacios de trabajo. Por otro lado, desde la década de los setenta, el Highthech se perfiló como alternativa arquitectónica al historicismo. Éste utiliza la tecnología como herramienta para ampliar y facilitar condiciones que reconstruyan el tejido social y conecten al hombre con su entorno, asumiendo un compromiso con el ahorro energético. Renzo Piano, Norman Foster y Richard Rogers destacan por la consistencia con estos principios. Sin embargo, el contenido de esta última tendencia arquitectónica se diluyó en su mayoría en geometrías llamativas, diseñadas como objetos publicitarios faltos de una simbiosis capaz de establecer conexiones. Así es como, aún y cuando al interior de los edificios se recree una visión global de integración, el panorama general de las ciudades continúa fragmentado, víctima de una visión individualista.

Diagrama, Central BEHHER

Central BEHHER


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