2004a Arquitectura y Urbanismo Prehispánicos

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MIGUEL A. SORROCHE CUERVA Y ALEJANDRO VILLALOBOS PÉREZ

como en el caso de los templos del Sol y de la Flor Foliada de Palenque, se constituyen en un paso más hacia la complicación que se logró definir. Por último hemos seleccionado el Juego de Pelota como máximo exponente de espacio ceremonial y sagrado que tendrá en la zona mesoamericana su área de máxima expansión. El espacio que se definió, fue empleado como lugar de celebración ritual, donde se llevaban a cabo ceremonias en las que participaban toda una serie de elementos que les confieren un especial valor y un altísimo carácter sagrado.

JUEGO DE PELOTA. DAINZÚ. OAXACA. (MÉXICO).

Inserto dentro de la dinámica religiosa de las culturas prehispánicas, el juego de pelota se conforma como una cancha en forma de I o H, rehundida o aislada respecto al terreno que la circunda y limitada por paredes verticales en todos sus lados excepto en los mayores centrales, en los que se disponen muros inclinados destinados a contener decoración y contar en la inmensa mayoría de los casos con los anillos de piedra por los que se hacía pasar a la pelota. Existen excepciones como la cancha de Chichén Itzá, anterior al 1200 d.C., la más grande de Mesoamérica en la que todas las paredes son verticales, o los juegos de pelota de Monte Albán y Dainzú del 300 a.C., en los que los aros son sustituidos por hornacinas dispuestas en las esquinas de los extremos de la I, y cuya funcionalidad se piensa pudo ser la misma que la de los anillos, estando en este caso estrechamente vinculados con otros nichos similares que se disponen en algunas de las tumbas aparecidas en el mismo Monte Albán.


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