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23 puede tener muchas virtudes a la hora de “hacer caja”, pero a la hora de trazar la línea y evaluarnos como sociedad, pues… Cuando Chaplin demuestra con suficiencia que las fábricas, productoras de bienes que hacen mal a sus productores, están distanciando al ser humano, también avizora y deja entrever otra gran amenaza: la máquina, creada para facilitarle el proceso al hombre, ahora lo ha puesto a su servicio. La máquina devora hombres, se los come, podría uno pensar cuando Chaplin nos muestra el caso de su patrón – ¡y hasta de él mismo!-; pero también uno puede deducirlo cuando el ajustatuercas termina ajustando todo: su sopa, botones de vestidos, narices… El ajustatuercas ha terminado desajustado por culpa de la máquina. La máquina ha cobrado una nueva víctima. Nunca una visita al sanatorio por parte de sus compañeros. Chaplin nos demuestra suficientemente cómo el traje de lo humano habrá de quedarse a la entrada de la factoría. La producción no necesita sentimientos, es más, los aborrece. Entre iguales, hemos dicho, no existe posibilidad de ser, de crear humanidad, de recrear la cultura, la historia, las vidas. Entre desiguales (relaciones de poder, cadena de mandos) ¿Cómo serán las cosas?, ¿Cómo se establecen las relaciones empleado-empresa? Lo decimos de una vez: no se establece ninguna relación. No existe relación entre los trabajadores y la empresa u organización. La organización no existe como persona para que un ser humano pueda establecer relaciones con ella. La factoría, empresa, organización, fábrica, entidad, no existe como persona, en los cánones de relaciones. La aparición de la “personería jurídica”, pareciera, una forma de disimular la explotación del hombre por el hombre; es entregar la responsabilidad del abuso a una cosa que no siente ni expresa; es justificar la sed de fuerza de trabajo en un conjunto de avaricias que se devora los trabaja-

Ensayos dores. Así pues, hecha la aclaración en torno a la imposibilidad de establecer relaciones proletario-organización, nos referiremos, mejor, a la relación que se establece entre dispares: entre mandos medios, altos, empleados. Primero que todo aclarar una cosa: los empresarios, los poseedores de los medios de producción, los ricos, los capitalistas, los burgueses, llámense como se quieran llamar, han hecho una jugada magistral: convencer al empleado que “la empresa es de todos” y en esto han jugado un papel trascendental muchos colegas. Y hay convencimiento por persuasión, como cuando los españoles repartieron chucherías a nuestros antepasados, como también lo hay por represión. El primero es un invento más bien moderno en el mundo empresarial o productivo; el segundo es una herramienta bien validada y probada con suficiencia en la historia de la humanidad. Chaplin no es ajeno al segundo y lo demuestra en su filme: las sociedades de control surgen con la aparición de la propiedad privada. En este sentido, podemos decir: hay empleados con espíritu de jefes, sin conciencia de clase, dirán los marxistas, que tienen como función explotar a sus iguales. Así pues, la relación trabajadores-“patronos” se establece mediante las lógicas de la extrema vigilancia: al fin de cuentas, lo importante es la producción, no el ser humano. La vigilancia manifiesta, se está ahí observando. En cuanto a la relación proletario-burgués, la vigilancia es virtual: hay empleados entrenados para eso, y hay televisores por medio de los cuales yo controlo absolutamente cada centímetro de mi empresa. ¡Hasta dónde llega la vigilancia que aún en el baño se pierde la intimidad! La relación de vigilancia también se manifiesta en la cantidad de aparatos creados para estabilizar la producción y de paso estandarizar a los empleados.

Chaplin: Lo moderno de la explotación / Nicolás Armando Herrera Farfán

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