E
n nuestra historia contemporánea el México
posrevolucionario poseía una identidad cultural en su forma de hacer política que, hoy día, todavía prevalece arraigada, pero que poco a poco ha caducado en su propia inoperancia e ineficacia: el corporativismo, el autoritarismo, la lucha por el poder político, el nepotismo, la corrupción, por mencionar algunas realidades históricas de nuestra cultura política, están condenadas a su transformación; dicha cultura o proyecto ideológico, modelo para el desarrollo nacional, es hoy día cuestionado, por decir lo menos, combatido desde diferentes frentes, uno de ellos, en el que recaen más esperanzas, es el educativo.