Los Clinton, los Kennedy y la soberanía dominicana P á g i n a | 17
personal, pública, suficientemente pública, que lo demuestra. ¿De dónde entonces salen esas acusaciones desaforadas en mi contra? De que en vez de leer se sobrerreacciona en base a un prejuicio. Y las personas terminan por pelear no contra los molinos de vientos reales, sino contra los “gigantes” que ven en su desquiciada imaginación. HE ESCRITO CLARO MI OPINIÓN SOBRE MI RAZA He reivindicado mis orígenes, pues en mi caso confluyen todas las razas, prácticamente. Los asiáticos, los negros, los blancos y sin dudas remanentes de las razas amerindias. Así, en mi antología digital de cuentos africanos (Libros de Regalo, mayo 2008), escribí: “Taínos exterminados, negros desconocidos, combinaron su sangre con españoles abandonados y relegados y terminó por emerger un ser humano nuevo: el mulato dominicano, indómito, rebelde, individualista. Ese mulato, hijo del amancebamiento y el cruce de sangres y razas, ese dominicano soy yo. En mí palpita esa mezcla de sangres y razas.