CUENTOS PREMIADOS, POR AQUILES JULIÁN

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Cuentos premiados / Aquiles Julián

desarmaba, como un rompecabezas cuidadosamente construido que un repentino golpe de viento desparrama y confunde, extraviando sus piezas. Como un juego ganado que se pierde sorpresivamente en el último inning. Estaba allí, sentado en el descanso de la escalera de su apartamento y se sentía un extraño, un intruso en su propio hogar. La boca se le llenó de un sabor amargo. “¿Qué hacer, papá? ¿En qué fallé?” Su padre, desde su corazón, no le dijo nada; simplemente lo abrazó con la mirada, le hizo sentir que estaba con él, que se mantendría con él y de alguna manera sintió que esperaba que él, su hijo, reaccionara, que hiciera algo, algo… ¿Qué? No sabía, algo. Una acción que cambiara el rumbo, que saneara la resquebrajadura, que torciera esta ruta hacia el desastre, que impidiera el derrumbe total. ¿Podía él dejar que su matrimonio, que su familia, que su vida se le desplomara? Él era la columna maestra, la viga principal, el fundamento. ¿Podía sobrevivir un edificio sin su columna principal? “Sin un buen pitcher, no hay equipo que gane un juego”, decía su padre. Él era el pitcher estelar, el manager y el principal bateador de aquel equipo. La dura responsabilidad con su peso aplastante le cayó encima, lo sepultó en una culpa avasallante. Se quedó sin palabras, sin argumentos,

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