NB01El diagnóstico que faltaba

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El diagnóstico que faltaba

ASUNTO: Análisis integral de la coyuntura adversa de América Latina. Documento formativo.

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Este documento es para vos, que aún estás dudando sobre capitalismo y socialismo, o sigues creyendo en el socialismo. Es posible que al leer las primeras frases ya estés tan en desacuerdo, que incluso sientas mareos o ganas de vomitar. No obstante, es aconsejable que sigas la lectura, y te formes juicio al final, pues de otro modo no va a ser un juicio, sino solo un pre-juicio. Y de prejuicios estamos llenosen nuestra América.

Las fronteras nacionales están desguarnecidas: no hay suficientes soldados. Nuestras calles y avenidas son inseguras: no hay presupuesto suficiente para la policía. En los tribunales de justicia no hay justicia, pero hay abundancia de burocracia, corrupción, desidia e ineptitud; y tampoco hay presupuesto para corregir esos males. Y las pocas obras físicas de infraestructura existentes en el país, como caminos, puentes, embalses y túneles, son muy viejas, y su mantenimiento es escaso y deficiente.

Alberto Mansueti.

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ÍNDICE ¿OTRO “DIAGNÓSTICO”? ¿OTRO MÁS?

6

LOS SÍNTOMAS DE LA ENFERMEDAD

7

AUTODEFENSA DE LA ENFERMEDAD

8

1. Pseudoproblemas

8

2. Neolengua

9

3. La prensa cómplice

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4. Politiquería

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5. El robo del tiempo

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LAS 12 PLAGAS

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1. Sobredosis de Estado

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2. Leyes malas

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3. “Apartheid” criollo

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4. Reformas parciales, aisladas e insuficientes

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5. Marxismo completo

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6. Ataduras internacionales

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7. Representación ausente

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8. Mayorías impotentes

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9. Visión tribal de la política, los partidos y la democracia

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10. Histeria anticorrupción

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11. La Derecha mala

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12. Democracia patológica

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LOS 7 AGENTES TRANSMISORES

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1. Ideólogos y estrategas

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2. Políticos y politiqueros

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3. Burócratas, tecnócratas y “expertos”

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4. Repetidores y aduladores

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5. Activistas y agitadores

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6. Empresarios mercantilistas, cobardes o “tontos útiles”

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7. Líderes religiosos que no comprenden su verdadera misión

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DEFICIENCIAS INMUNOLÓGICAS

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1. Ausencia de teóricos e intelectuales

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2. Ausencia de políticos sabios, entendidos y expertos

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3. Comunicación deficiente

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4. Ausencia de un mensaje asertivo

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5. Carencia de activismo

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6. Defensores del capitalismo sin capital

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7. Iglesias desguarnecidas

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EL ANTÍDOTO

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“Cuando uso una palabra –dijo Humpty Dumpty–, quiere decir lo que quiero que diga, ni más ni menos. –Pero la pregunta es –insistió Alicia– si se puede hacer que las palabras puedan decir tantas cosas diferentes. –La pregunta es –dijo Humpty Dumpty–, saber quién manda… eso es todo”.

Lewis Carroll, “Alicia en el País de las Maravillas”, 1865.

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¿OTRO “DIAGNÓSTICO”? ¿OTRO MÁS? En nuestra América abundan los diagnósticos sobre nuestros males, bien sean de naturaleza política, económica o social.

Algunos de ellos son muy buenos. Muchos están publicados en medios importantes, respaldados por especialistas capaces, responsables y acuciosos, docentes e investigadores de Universidades de prestigio, y avalados por entidades internacionales.

En ellos se muestran datos, cifras y muchas otras valiosas informaciones sobre la situación de nuestros países. Y estas son referidas por políticos, periodistas y celebridades que ni idea tienen sobre política, pero se sienten llamados a hablar de todos los temas que puedan, e incluso en algunas ocasiones, proponen soluciones parciales y poco efectivas.

¿Por qué pasa esto? Una de las razones es que la discusión se centra siempre en los síntomas, pero jamás en la enfermedad. Imaginemos a un paciente con problemas de adicción, cualquiera sabe que la falta de drogas le causará síndrome de abstinencia y sufrimiento. La solución más rápida para lidiar con este sufrimiento es darles acceso a más drogas, pero eso no curará la adicción, sino que calmará el síntoma más urgente. La verdadera enfermedad, la adicción, seguirá deteriorando al paciente. En pocas palabras, es peligroso confundir las causas de las enfermedades con sus síntomas.

A través de este documento, el Centro de Liberalismo Clásico, se esforzará por brindar un diagnóstico completo y fácil de entender, que permita introducir a las personas en la buena acción política, aquella que permita alcanzar las verdaderas soluciones a los problemas de siempre.

¿Te confunden palabras como “estatismo”, “socialismo” y “liberalismo”? Es que nos han complicado el lenguaje, como ya notó el autor de “Alicia en el País de las Maravillas”, en 1865.

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¿Te desagrada la política? Lo que en nuestros países se considera “política” no es tal, es “politiquería”. A nosotros también nos repele y nos tiene hartos. Política es la actividad y la ciencia que trata sobre Gobierno y formas de gobierno; “politiquería” son los chismes y anécdotas menores de enredos y cochinadas, que se hacen los mismos atores politiqueros entre sí, en sus interminables pleitos para obtener o conservar el poder absoluto del que gozan. La politiquería es la mala política, bastarda, mezquina, circunstancial y anecdótica, corrupta, pasajera y cambiante.

Sobre la buena política deberías informarte, estimado lector, para distinguirla de la mala, que los politiqueros nos hacen a nosotros, los ciudadanos. Buena es la política liberal, la que hacemos los políticos liberales, para librar a nuestros países de los politiqueros estatistas.

¿Te parece largo este documento? No es largo; lo que pasa es que tu tiempo libre es corto, porque una de las maldades que nos hacen, es reducir nuestro nivel de vida, lo que nos obliga a trabajar más horas al día para subsistir. Y en la prensa nos atosigan con el circo politiquero, para que no veamos los problemas reales; cuando los vemos, notamos que son los mismos en todos nuestros países, aunque nos quieren hacer creer que “nuestros países son muy especiales y diferentes a los demás”.

LOS SÍNTOMAS DE LA ENFERMEDAD La enfermedad produce muchos síntomas, a continuación, una lista de los principales:

       

El crimen desatado e impune, la pobreza rampante, la corrupción, el narcotráfico, las instituciones ausentes o mal establecidas, las economías en crisis recurrentes y en crónica recesión, el desempleo, la educación por demás deficiente y adoctrinadora, www.familia.gt


 

la poca atención médica disponible, y las jubilaciones y pensiones miserables.

Por décadas se han aplicado “remedios” ineficaces, o “cuidados paliativos”. Algunos por parte de la derecha mala, como privatizaciones parciales, reformas cosméticas a las leyes laborales, y/o reducción de las tasas de interés con impresión monetaria inorgánica.

Y otros por parte de las izquierdas, como aumentos del salario mínimo, controles de precios, estatización de servicios basadas en una falsa gratuidad, y aumentos de impuestos.

El verdadero mal es mucho más profundo, pero pocos se atreven a darle nombre a la enfermedad, y esta se llama: «estatismo». El estatismo es la causa de todos los síntomas y, como muchas enfermedades, tiene mecanismos de defensa para resistir a los anticuerpos.

AUTODEFENSA DE LA ENFERMEDAD Hay muchos elementos distractores o factores que impiden ver los problemas de fondo y los verdaderos remedios, funcionan para proteger a la enfermedad. Los politiqueros y la gente de los medios oficiales usan estos elementos como distracción permanente. Incluso, algunos de ellos los repetimos y llegamos a creerlos o defenderlos sin darnos cuenta.

Aquí hay 5 de los más comunes:

1. Pseudoproblemas Has escuchado decir cosas como: “¡Los extranjeros nos quitan los empleos!”, “¡Los hospitales están colapsados!”, “¡El narcotráfico se desborda!”, “¡Los profesores o www.familia.gt


trabajadores de la salud se van a paro!”. Estos aparentes problemas siempre han existido por décadas, pero jamás se han resuelto.

Por ejemplo, en América Latina hemos padecido crisis muy graves que han causado éxodos masivos. Millones de “familias rotas” subsisten con las remesas de sus miembros desde países con ambientes laborales más favorables. Pero nuestras emigraciones, que aumentan en tanto vamos de mal en peor, se “redirigen” ahora desde unos países de la región, p. ej. Venezuela, a otros, p. ej. Colombia, Perú o Chile.

Estos emigrantes siempre van hacia “el mal menor” para encontrarse con oportunidades que también son escasas, y para colmo, surgen brotes de xenofobia en quienes se sienten “invadidos” por extranjeros que “¡les quitan los empleos!”

Estos problemas son síntomas causados por el mismo sistema que los políticos estatistas defienden, y con cada “solución” solo posponen la crisis y la agravan. Sin lugar a dudas son problemas, pero la enfermedad de fondo que los causa, queda sepultada detrás de montones de titulares escandalosos que únicamente amplifican el malestar.

2. Neolengua A través de los años todas las etiquetas políticas, como “liberalismo”, “progresismo”, “populismo”, “Izquierda” y “Derecha” han sido redefinidas de manera frecuente; causando una gran confusión. Esto lo han hecho mediante incontables artículos, libros y opiniones con toda clase de definiciones contradictorias.

Ante la confusión causada, muchos se rinden y declaran que “izquierda y derecha son conceptos obsoletos”, o que lo que están experimentando “no es verdadero socialismo”. Y mientras más confundidos, más sabios aparentan ser, sobre todo cuando se declaran “neutrales” o “centristas”. Para dar un ejemplo: Imaginemos que alguien por la noche cambia todos los letreros de las calles de la ciudad donde Ud. vive. Al día siguiente, los residentes más antiguos se darán cuenta de esto y lo señalarán. Pero todo recién llegado simplemente asumirá que las calles siempre han www.familia.gt


tenido esos nombres. Los neutrales, por ignorancia o por interés propio, dirán que ambos bandos tienen razón, lo cual es absurdo.

Así es en nuestra política: Mientras los medios, o algunos intelectuales deshonestos continúen cambiando las definiciones, más tiempo tardaremos en ponernos de acuerdo para solucionar los problemas. Lo peor es que los recién llegados a la política no advierten esto y se indignan cuando se les trata de hacer ver la realidad, y los “centristas” solo amplifican la confusión.

3. La prensa cómplice A la fecha, tenemos dos importantes canales continentales de televisión, que tienden a marcar la pauta de los demás medios locales, por un lado, CNN, quien difunde los puntos de vista y las agendas de la Internacional Socialista y su Comité Latinoamericano, junto con las narrativas de la derecha mala. Y, por otra parte, Telesur, quien hace lo propio con los lineamientos del Foro de Sao Paulo.

Estas dos cadenas no dejan de bombardearnos con pseudoproblemas y la neolengua, y son los principales propagadores de la politiquería.

4. Politiquería ¿Vio las “noticias” de hoy? En su mayor parte son puras cortinas de humo para tapar los temas relevantes. No por nada destacan siempre los aspectos más sensibleros y emotivos, dedicando horas a entrevistas y discursos patéticos que generan indignación y tristeza. En otras ocasiones se dedican a destapar “ollas de corrupción” que todos sabemos que existen, pero que solo salen a la luz cuando los problemas reales comienzan a asomarse. Lo mismo pasa con las “opiniones” en las redes sociales.

Pero no nos damos cuenta de que estas historias, que pueden ser muy reales, son solo producto del sistema que los mismos medios y los políticos estatistas defienden.

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5. El robo del tiempo Esto no es nada nuevo. La pobreza es un montón de horas mal invertidas. Fidel Castro le dijo a Hugo Chávez que, para mantener el control de Venezuela, solo tenía que mantener a la población ocupada, así fuese buscando comida.

En el Capítulo 5 del libro del “Éxodo”, una de las más ilustrativas lecciones políticas de la Biblia, cuenta cuando Moisés sembraba en el pueblo hebreo la idea de poner fin a la esclavitud de hacer ladrillos en Egipto, el Faraón ordenó a sus capataces ya no darles más los materiales necesarios para su fabricación, sino mandar que los esclavos los buscaran, para que así tuvieran más trabajo, y se olvidaran de pensar en la liberación.

Así nos tienen a nosotros: abrumados de trabajo, diligencias y trámites inútiles que cada semana cambian. Estas horas, días, semanas y años mal invertidos nos impiden tener tiempo para prosperar o educarnos. Luego nos distraen con pseudoproblemas o farándula irrelevante, y nos confinan a la improductividad.

Esos son cinco (5) de los elementos que utiliza el estatismo para mantenernos confundidos, distraídos o peleando entre nosotros, con la intención de protegerse a sí mismo de las soluciones verdaderas.

LAS 12 PLAGAS Hay 12 plagas que asolan a nuestros Estados, estas están dirigidas a 2 áreas específicas de la sociedad: La moral y la economía, con la finalidad de destruir ambas por completo.

Largas jornadas de paciente estudio y análisis, a cargo de nuestros equipos interdisciplinarios, en estos años del siglo XXI, nos han servido para identificarlas y entenderlas, de modo que podamos desarrollar sus respectivas soluciones.

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Estos desórdenes están presentes en todas nuestras naciones, indefectiblemente, aunque en algunos con más gravedad que en otras. Las resumimos a continuación:

1. Sobredosis de Estado El Estado y los gobiernos solo deben tener tres funciones: seguridad, justicia e infraestructura. El “Estatismo” opera atribuyendo funciones impropias al Estado.

Invadiendo otras áreas como el agro, la industria, el trabajo, comercio e inversión, dinero y banca, el medio ambiente y la educación, la atención médica, jubilaciones y pensiones; hasta la vida familiar e íntima de las personas.

El poder de los políticos estatistas crece y se les confieren muchos más recursos de lo aconsejable, despojando a la gente y las entidades privadas de poderes y libertades, y privándoles de recursos financieros.

Inevitablemente, los gobiernos descuidan sus funciones legítimas. Dejándonos sin seguridad ni justicia, y con una infraestructura desvencijada y en franco deterioro.

Otra consecuencia es que obstaculiza o impide que las personas y agentes privados podamos cumplir las funciones que nos corresponden dentro de nuestros hogares y comunidades.

Desde hace mucho tiempo, numerosos “tanques de pensamiento” liberales han apuntado acertadamente al origen ideológico del mal estatista. Este mal predomina no solo en sus variantes de izquierda, sino también en su “modo mercantilista”, con injustos privilegios para “grupos de intereses especiales”, económicos y de todo género. Así el estatismo domina en los partidos, la prensa, las Universidades y las iglesias, en el arte y la literatura, y en la cultura popular. Es producto de largos años consecutivos de malsano adoctrinamiento.

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Lo peor es que el estatismo predomina en nuestras mentes, como se ve en las redes sociales y se oye en charlas cotidianas. Estudios serios, encuestas y sondeos reflejan los resultados de este adoctrinamiento; también como también lo hacen los resultados electorales, siempre favorables a los partidos estatistas de todos los colores y pelajes.

Acertadamente, el estatismo ha sido comparado muchas veces con un cáncer, que corroe el tejido, los órganos vitales y las fibras de nuestras sociedades.

2. Leyes malas Los mencionados “tanques de pensamiento”, por más acertadas que sean sus críticas al estatismo, raramente acusan a las leyes que este produce. En ellas es que este mal se encarna y toma cuerpo tangible y palpable, generando incontables oficinas estatales y aparatos e instituciones burocráticas, impidiendo el crecimiento y desarrollo del ciudadano.

En cada país se puede hacer un “Catálogo de Leyes Malas” (y no pocos preceptos constitucionales), que obstaculizan áreas de la economía, educación, salud y previsión social, que son privadas por naturaleza, y que los individuos y entidades particulares podríamos desempeñar mucho mejor si contásemos con las libertades y poderes que nos usurpan, y los recursos que nos quitan.

Estas reglas, decretos y normativas deben ser derogadas, en algunos casos totalmente, y en otras solo en sus partes nocivas. Pero todas, y en modo simultáneo.

3. “Apartheid” criollo ¿Se han dado cuenta de que siempre surgen nuevas “leyes especiales”? Hoy en día no existe un marco legal común para todos los ciudadanos. Siempre hay sectores “vulnerables”, “minorías”, o “grupos especiales”. Esto evita que seamos “iguales ante la ley”. Y, como en Sudáfrica durante la época del “Apartheid”, la segregación ahora es legal. www.familia.gt


La discriminación comienza por las leyes: allá había reglas para gente de una raza que no se aplicaban a quienes pertenecieran a otra, con el alegado fin de ayudarles en su desarrollo, pero “separadamente”. Aquí entre nosotros la segregación es política; no entre razas, sino entre los de arriba y los de abajo.

Nuestras “leyes especiales” son de dos clases: unas de signo mercantilista, y otras de tipo socialista; o sea “modelo mixto”. Las primeras son para “los de arriba”, y fijan nichos monopólicos para los pocos privilegiados, inaccesibles para el resto.

Las segundas, establecen los mal llamados “servicios públicos” en educación, salud y seguridad social; y son pésimos, pero son solamente para “los de abajo”, porque las oligarquías pudientes tienen sus enclaves privados, de uso exclusivo para ellos y sus familias.

Pero en Sudáfrica, había algunos negros ricos, con mucho esfuerzo, en la “economía informal”; y también blancos pobres. Aquí, en estos países “de dos pisos”, en el de abajo también hay empresarios informales, algunos ricos; y en el de arriba también hay ciertos pobres, “conectados” políticamente, con caudillos de base, y pueden así conseguir favores como citas médicas inmediatas o camas en los hospitales “públicos”, cupos y becas en la educación estatal, y mejores jubilaciones.

Aquí la línea divisoria no pasa por el color de la piel, sino por tener o no las “conexiones” apropiadas y oportunas.

4. Reformas parciales, aisladas e insuficientes Los gobiernos “neoliberales” han intentado ciertas “reformas de mercado”, en todos y cada uno de nuestros países, en algunos casos con muy buenas intenciones. El problema es que han sido parciales y aisladas; demasiado tímidas, he ahí su talón de Aquiles.

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Han sido dirigidas a enmendar o quitar solamente los abusos más groseros e insufribles del estatismo, no todos, con desregulaciones incompletas, y privatizaciones llenas de corrupción. Y sobre todo, tratan de corregir los “desequilibrios macroeconómicos”. Pero hasta allí llega su voluntad política.

Nunca han atacado las raíces del mal: jamás derogan las leyes malas, muchas veces por no contar con mayorías solventes en los Congresos, ni en los partidos y la opinión pública. Otras veces paralizados por un “gradualismo” ineficaz, que en muchos casos es solo un pretexto para no hacer reformas de fondo. Han sido siempre incapaces de hacer los cambios para generar suficiente riqueza, empleo y bienestar. Por ello carecieron del “piso político” necesario, que las reformas mayores requieren. Los proyectos fueron obstaculizados, y las reformas realizadas fueron pronto revertidas.

Y la historia se repite, pero empeora cada vez más. Para colmo, estas experiencias fallidas han contribuido a desacreditar todo lo que pueda ser etiquetado como “liberal” o “neoliberal”. Todo lo que sea o parezca ser “reformas de libre mercado” es hoy mirado como “más de lo mismo”.

5. Marxismo completo El marxismo del “Manifiesto Comunista” de 1848; en especial los 10 puntos del “Programa Mínimo”, en su Capítulo II, ha sido aplicado al pie de la letra en todos nuestros países. Si no nos creen, lo pueden buscar en Internet por sí mismos e identificar en cada país las instituciones que ejecutan dicho programa.

Si Ud. las revisa cuidadosamente, una por una, todas las medidas han sido aplicadas en América Latina por casi todos los gobiernos, de todos los partidos, incluso por militares, desde hace más de un siglo. Las pocas excepciones han sido ciertas leyes e instituciones mercantilistas, pero intervencionistas y corruptas por igual.

Sin embargo, existe otro marxismo, el Cultural. Es el virulento ataque contra la vida, el matrimonio y la familia, procedente de grupos como los ecologistas radicales o

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"ecologistas rojos", que embisten en contra de la industria, el desarrollo tecnológico y la propia humanidad.

También están los feministas y los militantes LGBTI, que pretenden imponernos el aborto y la ideología de género a como dé lugar Y los “multiculturalistas”, "indigenistas" y/o "neotribalistas" que arremeten en contra de la globalización y promueven el racismo antiblanco. Así mismo los “Posmodernistas” atacan a la verdad, la lógica, la razón, el lenguaje y el sentido común, siguiendo las corrientes de la irracionalidad propuestas por personajes nefastos como Herbert Marcuse o Michael Foucault. Todo esto es marxismo cultural, activado en el siglo XXI para imponernos lo que irónicamente se conoce como “corrección política”.

Estos ataques sirven para debilitar o terminar de liquidar al capitalismo liberal, en sus bases y fundamentos; y además, para instalar debates inútiles que sirven como cortinas de humo para evitar una seria discusión sobre las causas verdaderas de los problemas reales, lo que llevaría a un cuestionamiento del marxismo clásico.

El marxismo cultural ya estaba en las obras juveniles de Marx, y en las de Engels, aunque en forma incipiente. No se ha renunciado al marxismo clásico, porque no es una ruptura con el mismo, sino una continuidad, ampliada, extendiendo a varios otros campos la lucha “dialéctica” contra la cultura y la civilización.

6. Ataduras internacionales Los Gobiernos responsables de países serios y realmente soberanos, intentan limitar la firma de convenios internacionales, o los firman con “reservas”. Incluso algunas naciones, desarrolladas y emergentes, rehúsan plenamente a integrarse a organismos internacionales que luego impongan obligaciones sobre sus ciudadanos sin consultarlos.

En América Latina no es así: nuestros países han tenido una tendencia a incluir en sus Constituciones la supremacía de los tratados internacionales por sobre las leyes locales, www.familia.gt


y se han adherido a cientos de organismos internacionales que, si miramos bien, limitan nuestra soberanía.

Por eso nuestros países han perdido su independencia progresivamente desde la época de la guerra fría. La ONU, Organización de las Naciones Unidas, dispone de más de 100 Agencias y estructuras burocráticas como la FAO, ONUDI, OIT, UNESCO, FMI y Banco Mundial, PNUD, OMS. Muchas de ellas están controladas por varias ONG y grupos dirigidos por partidos políticos de peso en otros países.

En sus oficinas se hacen los “consensos” que determinan Acuerdos, Tratados y Protocolos que luego en cada país se convierten en Leyes Malas. Por eso en Latinoamérica tenemos los mismos problemas en cada país: porque soportamos las mismas leyes dañinas, nocivas para nuestra prosperidad y bienestar, y estas leyes son impuestas desde afuera.

Estos seis (6) factores han impactado negativa y devastadoramente en nuestras economías desde fines de la segunda guerra mundial, y no nos han dejado salir de un círculo vicioso de crisis continuas.

7. Representación ausente La democracia, por definición, es un régimen de Gobierno “representativo”. El problema es que las grandes mayorías populares carecen hoy de representación genuina o una que defienda sus legítimos intereses.

Los partidos políticos de hoy, defienden ideales abstractos, sacados de intelectuales del primer mundo que hace décadas no experimentan en carne propia los problemas que asolan a nuestros países. Mientras tanto, en Latinoamérica tenemos mayorías “silenciosas” porque no tienen voz, ya que no hay quien asuma su “representación” política, y hable por ellas.

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Casi todos los partidos, candidatos, gabinetes y asambleas parlamentarias, solo se representan a sí mismos. Haciendo de la democracia una trampa sin salida para las mayorías.

8. Mayorías impotentes Hay que aclarar algo. Las luchas culturales, como las religiosas e ideológicas, no son materia propia de los Gobiernos. Estas luchas son para los actores, grupos e instituciones que surgen espontáneamente, es decir, privadas.

Pero los Estados han invadido estos espacios gradualmente, atándonos de manos con regulaciones, impuestos y trámites absurdos. Reduciéndonos a meros observadores impotentes ante minorías ruidosas y activistas que controlan a los gobiernos, la prensa, la docencia, los gremios del arte y el espectáculo, y hasta no pocas Iglesias “cristianas”.

Una de las razones es la carencia de tiempo y recursos, causada por los empobrecedores resultados de las recetas del marxismo clásico: impuestos excesivos, regulaciones arbitrarias que nos impiden emprender o ayudar en nuestras comunidades, apremios económicos que nos obligan a largas y agotadoras jornadas de trabajo, y todo para alcanzar un nivel de vida muy limitado.

Para colmo, aplican en todos los niveles “contenidos educativos” socialistas, redactados por maestros y profesores de izquierda, y que periodistas de esa misma orientación nos repiten de modo constante, por todos los medios de comunicación. Haciendo fácil ridiculizar a cualquiera que proponga explicaciones alternativas. Así, las mayorías han sido “desempoderadas”.

9. Visión tribal de la política, los partidos y la democracia Estemos claros: La salida de este círculo vicioso es con democracia; y la democracia se hace con partidos, y con acción política, en Parlamentos y Gobiernos. No con “marchas en las calles”, ni a través de redes sociales. www.familia.gt


El problema es que la izquierda solo permite adherencia a sus filas para aquellos que no se les unen, usan una táctica que ha resultado letal: la desconfianza en “los partidos” y “las ideologías”. Así surgen los anti políticos, o los “centristas” que, a pesar de tener, tal vez, buenas intenciones, solo sirven de carne de cañón para la izquierda.

Lamentablemente, mucha gente no distingue entre política y politiquería, y embiste furiosa contra “la política y los políticos” en general. Esto hace casi imposible la entrada a políticos de vocación que le harían la guerra a las izquierdas.

Es común ver que les nieguen entrevistas en la tele, o los acusen de los crímenes más horrendos, sin dejarles hablar. Esto es parte de la llamada democracia patológica, de la cual hablaremos más adelante.

Los medios hacen tan difícil discernir entre lo malo y lo bueno, que provocan que muchos arremetan contra la democracia misma. En pocas palabras, la izquierda ha sembrado terror a cualquier alternativa que no sean sus ideales.

10. Histeria anticorrupción El estatismo por naturaleza vulnera el principio del gobierno limitado de muchas formas. Permitiendo nexos turbios y asociaciones espurias entre sectores políticos y esferas privadas, tanto en las funciones públicas genuinas, que son la seguridad, la justicia, y obras de infraestructura, como en las áreas privadas infectadas como la economía y finanzas, educación, salud y la previsión social. Por eso la corrupción prolifera, y esto no es nada nuevo.

Poniéndolo de otra manera: La corrupción no es un problema, es un resultado y consecuencia lógica o síntoma de una enfermedad mayor, que es el estatismo desbordado. Al existir todos estos tentáculos indebidos del Estado, los recursos siempre se estarán filtrando y beneficiando a los estatistas.

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El problema es que cuando la élite ve amenazada cualquiera de sus cuotas de poder, estalla una histeria anticorrupción. En cuestión de minutos, son capaces de instalar en las redes sociales acusaciones quirúrgicamente dirigidas a sus adversarios.

Inmediatamente, una enorme masa de gente se engancha y comienza a repetir, a reproducir y a reenviar los mensajes, como en una turba desenfrenada, llegando al arrebato de la furia para enfocar la opinión pública en pseudo problemas, y en pseudo soluciones. Por ejemplo:

“Los corruptos” tienen que “devolver lo robado” para que “ese dinero se invierta en salud y educación”. Ingenuamente la gente siempre cree que así tendremos hospitales y escuelas “públicas” maravillosas, inmejorables. Pero jamás sucede.

La élite en verdad no está dispuesta a tomar este camino. Solo siembran en la gente la ilusión de que la “lucha anticorrupción” es posible en el contexto estatista y los distraen de los problemas reales para mantenernos siempre dentro del laberinto donde nos encerraron.

11. La Derecha mala El cáncer del marxismo ha hecho metástasis, y sus ideas impregnan a gentes, sectores y partidos que se supone son “de derecha”, o calificados como tales; y algunos lo son, pero en grado muy disminuido.

En general hay 2 tipos de derecha en nuestros países: Por un lado, están los amigos del libre mercado. Ellos conocen y oponen resistencia al marxismo clásico. El problema es que adhieren al marxismo cultural e incluyen en sus discursos y propuestas soluciones estatistas que promueven la agenda de la izquierda y la intervención estatal en cuestiones de familia, educación y hasta sexualidad.

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Por otro lado, están los conservadores que apoyan la vida, el matrimonio y la familia, y resisten la agenda LGBTI. Pero ellos no son mejores. Ellos suscriben las propuestas “verdes”, mercantilistas y Postmodernistas, apoyando el intervencionismo económico, la planificación central y el capitalismo de amigotes.

Es decir, es una derecha que no se opone realmente a las izquierdas, o solo lo hacen en puntos muy específicos. Por eso, cuando llegan al poder son más de lo mismo y no hacen ninguna reforma de fondo, desilusionando a su electorado y garantizando la vuelta de la izquierda más dura.

12.Democracia patológica El Profesor Olavo de Carvalho, un reconocidísimo filósofo brasileño, distingue acertadamente entre democracias normales y patológicas.

Las primeras son un sistema donde se puede elegir entre partidos de izquierda, de derecha o de “centro”, los cuales en teoría estarían a medio camino entre unos y otros.

El arco político estaría más o menos completo en una situación ideal.

En nuestra América, se ha tomado otro camino. El sistema solo nos permite elegir entre partidos de izquierda, más dura o más blanda, o mercantilistas, con las ideas iguales o muy parecidas (derecha mala). Las diferencias son solo de grados, casi imposibles de distinguir; y esta es una de las razones que explican la elevada abstención electoral.

Así han cerrado toda posibilidad para desafiar el “status quo”, y hacer cambios profundos. De los 150 partidos latinoamericanos de mayor poder e influencia en sus respectivos países, más de 100 adscriben al “Foro de Sao Paulo”, o sea los de la izquierda más dura. Mientras más de 20 pertenecen al Comité Latinoamericano de la “Internacional Socialista”, o la izquierda más “suave”. El resto, unos 30, son los de la “derecha mala”, que no se atreven a hacer las reformas de fondo. Unos suscriben a ideas progresistas, y

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otros a ideas mercantilistas. O sea, la elección es entre marxismo clásico, o “capitalismo de amigotes, y marxismo cultural.

Esto ha creado una facción casi unificada en nuestros países que controla todos los medios de comunicación, universidades, la cultura y las artes. Lo patológico entra en juego cuando, a la menor falla de este control, señal de descontento o cualquiera que quiera salirse del libreto oficial, se despiertan las alarmas de los políticos y activistas que llaman a combatir “amenazas antidemocráticas” o “golpistas”.

En el fondo, todas las disputas políticas actuales son simplemente discusiones laborales, es decir, quién va a ocupar qué cargo y por cuánto tiempo. La izquierda es lo único que conocemos, y, paradójicamente, los únicos que insisten en llamarse “de izquierda” son los opositores.

Se entra entonces en una democracia patológica.

LOS 7 AGENTES TRANSMISORES Toda enfermedad o plaga se desplaza por algún medio. Y la enfermedad estatismo no es la excepción. En total, hay siete (7) agentes transmisores. Están clasificados por su rol funcional a cada una de las plagas.

1. Ideólogos y estrategas Estos han existido desde siempre. Entre los más famosos destacan Lenin, Trotski,Gramsci, Lukács, y otros autores la de Escuela de Fráncfort, etc., de antes y de ahora, para el marxismo clásico y el marxismo cultural.

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Son quienes se encargan de justificar el avance del Estado cada vez más en la esfera privada. Inventan nuevos términos cada vez más confusos y son capaces de hacer que la virtud parezca egoísmo, y que las ansias de poder suenen altruistas y desinteresadas.

Han creado corrientes de pensamiento tan perniciosas como los estudios de género, el gran reseteo, o el antioccidentalismo. Haciendo que nuestras comunidades estén siempre en conflicto sin fin y sean incapaces de dedicarse a resolver problema alguno.

2. Políticos y politiqueros Nuestros actuales Presidentes, miembros de organizaciones supranacionales de tendencia socialista, como p. ej. el Foro de Sao Paulo, el Comité Latinoamericano de la Internacional Socialista, el Grupo de Puebla o la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), o son de la derecha mala. Son todos representantes del estatismo. A ellos se les suman cientos de miles de legisladores, gobernadores y alcaldes, quienes responden a los mismos lineamientos, trazados por los ideólogos y estrategas. Algunos sin saberlo, por inercia, porque es la “corriente hegemónica”, y no conocen otra. No son inteligentes, pero son astutos, hábiles y sin escrúpulos.

Cada tanto, presentan un proyecto de “reforma” insignificante o meramente cosmética, en aspectos generalmente secundarios, periféricos o epidérmicos. Sin embargo, se publicita siempre como si fuera de gran trascendencia, y generando gran “debate”. Y los politiqueros, con resonante fanfarria eslóganes atractivos, la introducen en el Gabinete o el Congreso, y promulga como decreto o ley.

3. Burócratas, tecnócratas y “expertos” “Especialistas” enquistados en organismos públicos e internacionales, consultados en sus respectivas “áreas de experticia”, sea cual sea. Son funcionarios no electos quienes además escriben y aplican las leyes dictadas desde sus respectivos comités u organizaciones internacionales.

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También sirven para distraer a la opinión pública con puntos irrelevantes y lenguaje pomposo. Son los tenaces defensores del status quo, y opuestos a toda reforma importante. Sus ingresos, posiciones, ascensos, ventajas y privilegios, es lo que realmente les importa.

Estos “consultores” bloquean y sabotean sistemáticamente reformas de fondo si llegan a aparecer. Y si se concretan, buscan revertirlas, con argumentos supuestamente “técnicos”, cifras, datos, “estudios” y otros pretextos.

Ellos son los que realmente mueven los hilos, pero no muestran ninguna cara visible. Son funcionarios de carrera que perduran en sus puestos no importa quién esté en el gobierno.

4. Repetidores y aduladores Personeros que hacen coro y brindan tronantes aplausos a todos los anteriores. Son periodistas, articulistas y comentaristas, docentes y profesores en todos los niveles de enseñanza. Son jueces y camaristas de tribunales, Presidentes de Cámaras empresarias y Colegios Profesionales. Son fundadores y cuadros fijos de las “ONG”.

Vladimir Lenin llamaba a estas últimas “organizaciones de fachada”. Y todas las celebridades e “influencers” de hoy repiten sus consignas y les dan legitimidad.

Aunque muchos de estos actores son ignorantes, y necios encumbrados, hay algunos más hábiles que posan como “expertos”, y algunos toman roles de ideólogos y estrategas dependiendo del alcance de sus audiencias.

5. Activistas y agitadores Durante la época del “terrorismo armado”, estos eran vulgares pistoleros que ascendieron a capos guerrilleros como el Che Guevara, o Gustavo Petro. www.familia.gt


Debido al rechazo de las mayorías a la violencia, estos actores pasaron al “terrorismo ideológico y político”. Son ahora “operadores”: sindicalistas, capos de “grupos, organizaciones y movimientos sociales, vecinales y de barrio”. Arrastran a las masas a votar, y a las marchas en calles y actos proselitistas. Son más ignorantes y más necios que los repetidores y aduladores, y no dudan en usar la violencia, pero solo hasta un punto en que no justifiquen la respuesta de las fuerzas del orden. Los más atrevidos a veces ascienden a roles de politiqueros.

6. Empresarios mercantilistas, cobardes o “tontos útiles” Esta es otra expresión de Lenin. Son empresarios con mucho que perder, o que deben sus fortunas a algún favor político. Estos apoyan directa o indirectamente a la izquierda con su dinero, o con sus medios de prensa, los institutos y “fundaciones” que crean y financian. Son también los primeros que salen a declarar su apoyo a medidas estatistas, sobre todo cuando ayudan a eliminar la competencia.

7. Líderes religiosos que no comprenden su verdadera misión Jefes religiosos, pastores, sacerdotes, obispos, y hasta papas, con una visión errada de sus misiones. Debido a su organización jerárquica, los católicos tienden a obedecer las órdenes del vaticano que se ha convertido cada vez más en un brazo de la izquierda, dejando impotentes a sus seguidores en Latinoamérica, que no son pocos.

Y en el caso de los evangélicos; tienden a incurrir en la antipolítica y demás formas de escapismo para evadir sus responsabilidades. Incluso, hay pastores dedicados a convencer a sus seguidores de que no hay que oponerse al nuevo orden mundial.

¿Son esos nuestros “enemigos”? ¿No es mejor llamarles adversarios o contrincantes? La palabra es lo de menos, en todo caso son enemigos políticos, no personales. Muchos de estos agentes son buenas personas convencidas de que están haciendo el bien, y eso los hace actuar con mayor convicción e ignorar el daño que causan. www.familia.gt


Y definitivamente no son enemigos los millones de personas que siguen estas ideas por mero desconocimiento, desinformación e inadvertencia. No son nuestros enemigos. Es a ellos a quienes hay que dirigirles el mensaje del liberalismo clásico.

DEFICIENCIAS INMUNOLÓGICAS Los agentes transmisores jamás hubiesen podido lograr sus objetivos si se hubiese solventado el problema más crítico de todos: deficiencias en el sistema inmunitario.

No hubo defensas, o fueron insuficientes.

El socialismo es un mamarracho en teoría, y un infierno en la práctica. ¿Por qué entonces se sostiene? No por sus fortalezas, sino por nuestras debilidades. Los liberales debimos ser capaces de liderar el entero campo de la derecha, incluyendo a sectores conservadores y nacionalistas moderados (pero no mercantilistas); y así contener la avalancha de las izquierdas. Desde el comienzo este fue el enfoque autocrítico y no autocomplaciente que tuvimos en el Centro de Liberalismo Clásico.

Si repasamos una a una las siete (7) categorías anteriores, descubrimos que de nuestro lado nos faltó los “equivalentes funcionales” de signo opuesto, que permitieran contrarrestarlas. No tuvimos hasta hoy, o tuvimos, pero no suficientes, o simplemente no tenían las calidades requeridas, y/o con los recursos decisivos para ganar influencia, autoridad, poder de decisión, prestigio y peso específico, los siguientes elementos:

1. Ausencia de teóricos e intelectuales Personas doctas en diferentes áreas del conocimiento, dispuestas a formular un Proyecto gubernativo y un Plan político. Nuestros “tanques de pensamiento” creen que todo es economía, y a la política la rechazan o dejan de lado, así como otras materias auxiliares.

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Casi todos se llenan de “libertarios” anarquistas y/o anticristianos, enemigos de los “conservadores”; y si no, de “neoliberales” a mitad de camino entre la socialdemocracia y las reformas tibias del “Consenso de Washington”.

2. Ausencia de políticos sabios, entendidos y expertos Personas decentes, veraces y decididas, bien equipadas y armadas, para comprometerse con ese Plan y ese Proyecto, que entendieran los asuntos del buen gobierno, aquel que se limita a cumplir con sus funciones propias. Es resultado de aquella carencia: si no hay una cosa, no hay la otra.

3. Comunicación deficiente Existen especialistas, profesionales y técnicos, cada quién, en su área, muy competentes, pero con propuestas aisladas, sin un marco general, político y estratégico. Sin proyecto ni plan, no hay “causa” para llegar al público; ni “relato” o “narrativa” para cautivarle. Faltó comunicación.

4. Ausencia de un mensaje asertivo También hay divulgadores y propagandistas, no obstante, carecen de un “mensaje” positivo, una amplia propuesta de cambio, completa. Se han quedado en la pura crítica; eso no le cae bien a la gente, que los ve siempre como “negativos”, opuestos y contrarios a toda iniciativa del adversario, que siempre toma la delantera en planes y acciones para ejecutarlos. Por eso se nos etiquetó de “reaccionarios”.

5. Carencia de activismo No tenemos operadores y activistas; nos ha faltado formación y entrenamiento en gimnasia política, en la cual nuestros enemigos son expertos, y están muy “sobrados”.

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Explotan la ventaja de llevarnos la delantera, con gran habilidad práctica.

6. Defensores del capitalismo sin capital No hemos tenido los recursos financieros necesarios, pues muchos empresarios y comerciantes no se han dispuesto a la defensa del capitalismo de libre mercado, además, el sistema nos ha empobrecido cada vez más.

7. Iglesias desguarnecidas Demasiados pastores y líderes religiosos han obviado la misión de transformar a sus Iglesias en “columnas y baluartes de la verdad” (I Timoteo 3:15). Además, desconocen o ignoran la existencia de las guerras ideológicas y culturales contra el Reino de Dios.

EL ANTÍDOTO En el Centro de Liberalismo Clásico estamos formando a líderes que suplan estas deficiencias inmunológicas, de modo que podamos iniciar el proceso de recuperación, para así curarnos definitivamente de este mal.

Contamos con un remedio integral que sirve para que la gente común y corriente haga cosas extraordinarias; a esas personas aspiramos a representar, con verdad, justicia y honor, para cambiar el sistema que nos oprime.

Podemos describir muy brevemente en qué consiste este remedio, de la siguiente manera:

Devolución de las libertades de trabajo, de comercio y de negocios, así como de enseñar y aprender, removiendo todos los obstáculos estatistas en economía y educación, en www.familia.gt


atención médica y en seguridad social, que nos han impuesto el marxismo clásico y las derechas malas, abriendo los mercados a la competencia, privatizando y desregulando sector por sector, incluyendo los partidos políticos, que hoy son brazos del Estado. Así no empoderaremos con recursos, a fin de que podamos defendernos por nosotros mismos, de las embestidas del marxismo cultural.

Tenemos un elemento activo en nuestro remedio, se llama: “fusionismo”, y es la unión entre liberales clásicos y conservadores, con base a un proyecto en común. Suele ser atribuido a Frank S. Meyer, un teórico y estratega político muy lúcido de los años 50 en EE.UU.

Sin embargo, como tantas otras ideas liberales, sus antecedentes son hispanos: fue enunciado y practicado por un ilustre político español, Práxedes Mateo Sagasta, en los días de la “Restauración”, todavía en el siglo XIX.

Hasta aquí, este es el diagnóstico que faltaba. Por fin, digamos que también faltaba, más allá de soluciones aisladas y fragmentarias, un plan completo, integral, para cambiar el sistema estatista entero, en cada uno de nuestros países. Lo tenemos, y se llama: La Gran Devolución, es nuestro antídoto para tan nefasta enfermedad.

Se nos pregunta siempre: ¿Acaso su proyecto no es demasiado ambicioso? ¿Utópico? El anhelo de cambiar el sistema es ambicioso; pero es el único remedio. Y no es irrealizable. Lo utópico es creer que habrá remedio si seguimos como hasta ahora: sin un proyecto de cambio integral. Los adversarios lo tienen, desde antiguo, y lo ponen en práctica, todos los días. Y algo así no se puede combatir con nada.

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