FALLECIO CABRERA INFANTE 22 FEBRERO 2005

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TRISTES TRÓPICOS Parece mentira, pero otro que entierra Castro. Y suma y sigue. Pasará el tiempo y este Premio Cervantes de 1997 llegará a ser otra cosa, será recordado por su prodigiosa habilidad con el lenguaje, por la pirotecnia verbal que compartía con esos otros dos monstruos de su isla, de su «Mea Cuba» (1992), Lezama Lima y Alejo Carpentier. Pero lo primero que se me ha venido a la mente, al saber la noticia, ha sido esto: «Te ganó Castro la partida». Es triste, tan triste como esos «Tres Tristes Tigres» que publicó en 1967, y que le valieron, además del Premio Biblioteca Breve, reconocimiento por doquier. Hay algo de tristeza en estos trópicos irredentos, tenaces en su desidia, como si fuese un mal bolero (o diré mejor: un buen bolero, porque los buenos boleros son aquellos que hablan de lo malo que es morir), en todo caso de esos que cantaba ella, en una obra memorable de 1996. El Malecón de la Habana, ése al que volvió literariamente en «La Habana para un infante difunto» (1979), llamándose él infante y siéndolo ya, hoy, esta noche mismo, como si hubiese sido una premonición, ese malecón ya no lo verán sus ojos, pequeños y como enristrados, por el Mucho Humo de su habano, ese Humo que cantó ya en inglés, en Londres, porque en esa lengua publicó originariamente «Holy Smoke» (1985). Cabrera Infante es esa isla, tan bella, que Castro ha convertido en maldita para la literatura y que se llevó para adelante la amistad de Vargas Llosa y de García Márquez, que formaban con Guillermo Cabrera un trío de cómplices de una revolución, en la Barcelona de los amigos latinoamericanos, que al final han acabado perdiendo los tres, porque Gabo también ha perdido casi todo bajo la bota del general, capaz de encerrarlo en su laberinto de verbos mentirosos, de futuros proclamados. Que la Literatura tendría que ser otra cosa, por ejemplo verbalidad carnosa, por ejemplo juego, mucho de inpiración y unos «Exorcismos de esti(l)o» (1976), esos que conjuraba Guillermo Cabrera Infante, mucho antes de esta mueca, aunque no le salieron las cuentas y el otro le ganó la partida. Pero la la Literatura siempre gana. Eso dicen los que quieren consolarte. 12


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