Revista Electrónica 04 _ ANIA 2016

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ANIA proyectos que cumplieran con ambas condiciones. Hemos propuesto algo, más adelante, pretendiendo contribuir en algo. La deuda externa. Cuando trabajé entre 1976 y 78 como Consultor en la Dirección de Planificación Nacional, establecí buenas relaciones profesionales con el Sub-director, Harry Brautigan y me di cuenta que la deuda externa se manejaba con mucho sigilo. Sin embargo, los que allí trabajábamos sabíamos que la deuda externa era de alrededor de $ 1,600 millones de dólares, es decir de $640/habitante pues la población era de cerca de 2.5 millones de habitantes. Se consideraba asfixiante, aunque era menor del 50% del IPC, pues las tasas de interés de los diferentes préstamos eran conocidas solo por la cúpula. El Dr. en Economía Harry Brautigan cuando era el presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, me informó, poco antes de morir en un accidente aéreo, que la deuda externa de Nicaragua era de $10,000 mil millones de dólares, es decir que es mayor que $1,666/habitante, considerando una población de 6.0 millones de habitantes; esto significa que la deuda actual es alrededor del 50% del IPC, suponiendo un IPC actual de $3,000. Su comentario fue que Nicaragua parecía no tener capacidad de pago suficiente pero gozaba de la ayuda de países donantes que le perdonaban su deuda. No he tenido más noticias de la magnitud actual de la deuda externa pero puede que sea agobiante por la incapacidad notoria de obtener préstamos, razón por la que el régimen actual ha recurrido a la argucia de inventar la posibilidad de construir un canal inviable mediante la entrega de nuestra soberanía a un inversionista extranjero. Lecciones aprendidas. Hemos visto que Nicaragua ha aumentado su nivel de longevidad hasta 73 años y, en vez de aumentar, su IPC ha disminuido catastróficamente. Si la longevidad ha jugado un papel importante en el crecimiento económico de casi todos los países del globo, no ha producido el efecto que se espera en Nicaragua. El número de hijos por vientre, que alguna vez llegó a 7,5 hijos por familia, ya ha disminuido significativamente a 2,7, pero eso tampoco se ha traducido en un mayor IPC. Ha de haber otro factor que ha afectado negativamente la economía nacional más que lo positivo de la longevidad. Sólo nos queda la certidumbre de que las guerras y la ignorancia han sumido a Nicaragua a la posición que ocupa, la zaga de América Central y la segunda más baja en todo el continente. Por lo que hemos visto, no hay duda de que las guerras, sean intestinas o instigados desde afuera, han producido los efectos más negativos que se pueda imaginar, con decir Nicaragua ha permanecido durante los últimos 40 años, del punto de vista del índice del ingreso por habitante, en un nivel inferior al de 1929. La mayor lección que podemos aprender es que las guerras han sido nefastas para la economía nacional. Si lo que se persigue es la evolución, hay que alcanzarla mediante la educación, nunca a través de las armas que han dejado desolación, atraso, emigración, fuga de capital, fuga de materia gris y división de la familia nicaragüense.

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