Es una persona digna de confianza Un scout dice lo que cree y cree lo que dice. Ama la verdad y es fiel a lo verdadero. No le miente a los demás ni se miente a sí mismo. Los demás saben eso y confían en él o ella. Y los scouts no defraudamos esa confianza, porque ponemos nuestro honor en ser dignos de ella. Algunas personas se enorgullecen de su dinero, su éxito o su poder; otras, de ser fieles a la palabra dada, coherentes con los valores que las inspiran... los scouts somos de esas personas. Para ser digno de confianza hay que ser sincero y auténtico. Decir lo que se piensa, actuar como se piensa... ser coherente.
Es leal La Ley Scout nos pide ser fieles a cosas que a nosotros los scouts nos parecen importantes: el amor a Dios; el servicio al país, su tierra y su gente; y el esfuerzo de todos los días por vivir de acuerdo a la Ley Scout. Ese es el compromiso que asumimos al hacer la Promesa Scout. No se trata de ser leal a cualquier cosa. Eso no sería lealtad sino rutina, testarudez, evasión o comodidad. La lealtad depende de los valores a los que se es fiel. La fidelidad a tonterías es una tontería más. La lealtad tampoco es excusa para ser cómplices de hechos injustos. Quienes saben de un hecho delictivo y callan son cómplices de quien lo cometió, cómplices de una injusticia, de una acción que perjudicó a alguien, a una víctima... Eso no es la lealtad ni la fidelidad que nos propone la Ley Scout. Aunque crezcamos y cambiemos, los scouts encontramos nuestra identidad en la lealtad que hemos prometido a nosotros mismos, a los demás, al mundo y a Dios.
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