Como un viento recio mel tari

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Muchos dicen que honran a Dios, pero en realidad no lo hacen, porque cuando hablan de las lenguas las odian y afirman: “No me gusta esa cosa insignificante, ese parloteo extraño.” ¿Cómo podremos decir que el don de Dios es una cosa pequeña, un parloteo extraño, afirmando que no lo necesitamos? Debemos honrar a Dios y recibir todo lo que él quiere darnos, ya sea grande o pequeño. Cualquiera puede recibir un don grande, pero cuando recibimos un don pequeño, le demostramos a Dios cuánto lo amamos realmente. Después de que Dios me hablara, pude decirle: —Esta bendición es pequeña, pero es también grande. Es mejor que me arrepienta de esta obstinación, porque no honra a Jesús. —Bien, Señor —dije—. Tú dices en la Biblia que aquellos que creen hablarán en nuevas lenguas. (Marcos 16:17.) Oí a mi hermana que hablaba en lenguas cuando comenzó el avivamiento, pero yo no lo experimenté por mí mismo. Jesús me dijo: —Jamás uses tu experiencia como modelo. Aunque nunca lo hayas experimentado, no significa que no puedes. Permítame que les formule una pregunta: ¿Han estado en el cielo? No, nunca han estado allí, ni yo tampoco. Ni ninguno de nosotros. Y sin embargo, decimos que el cielo será nuestro futuro hogar. Pero si empleamos nuestra experiencia como modelo, tendríamos que olvidarnos del cielo porque nadie ha estado allí. ¿Cuál es nuestro modelo? La Biblia es nuestro modelo. ¿Por qué creemos en el cielo? Porque la Biblia lo dice. Le repetía a Dios: —No creo en las lenguas porque nunca las he experimentado. Pero mi experiencia no puede ser nunca el modelo. La Biblia debe ser mi modelo. Cuando llegué a este punto abrí mi Biblia para ver lo que en realidad significaban las lenguas; para ver el lugar que ocupaban las lenguas en la Biblia. A esta altura, hay muchos versículos que quiero mencionarles relacionados con mi búsqueda de la verdad. Pero comenzaré por el libro de los Hechos, capítulo 2. Yo dije: “Sí, Señor, esas son lenguas; la Biblia nos dice que cuando vino el Espíritu Santo los apóstoles hablaron en lenguas. Pero eso significa que los apóstoles no predicaban el evangelio en ese momento. Yo pensé que el hablar en lenguas era solamente para predicar el evangelio. Luego Dios me pidió que leyera los versículos en Hechos, capítulo 2, con atención y oración hasta que descubriera que los apóstoles no predicaron el evangelio con muchas lenguas. ¿Por qué? Leamos el versículo 5: “Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.” Los apóstoles y las 120 personas en el aposento alto oraban solos. Nadie los molestaba. Finalmente descendió el Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas y a adorar a Dios. A raíz de este ruido, la gente vino al lugar. Cuando llegó, descubrió que los apóstoles hablaban en lenguas. La segunda razón en virtud de la cual es imposible decir que los apóstoles predicaban el evangelio en lenguas se debe a que en aquel entonces unos 14 ó 15 idiomas se hablaban en esa región, y les sería imposible a 15 personas ponerse de pie juntas y predicar el evangelio a fin de que todas las personas congregadas les entendieran. Si más de dos personas hablaban a un mismo

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