Risa japonesa

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“Luego le daré mi numero de móvil por si quiere encontrarme fácilmente” contestó Evaristo con cara seria mientras partía el queso y mecía dos vasos de vino “Lo primero, quería saber si se ha enterado del asesinato de una chica que vivió en Ejea” “Que sí que me he enterado, la pobre Clara. Una chica guapísima y muy buena. Siempre me saludaba cuando nos encontrábamos. He llorado por ella” “Cuando usted estuvo de vacaciones en Zaragoza, hubo ocasión de ir a verla a su despacho?” “No fui a su despacho, no sabia su dirección, pero le diré que la encontré por casualidad” “La encontró durante esos días?” “Sí, pero ella no me reconoció y no me acerqué porque estaba con un amigo” “Estaba con un amigo? Cuando? Donde?” “Bueno, yo daba largos paseos en la ciudad, me gustaba ir buscando bares que no conocía, me paraba mucho a ver las tiendas y los mercados” Martínez decidió de no interrumpir a Evaristo mientras estaba contándole todo lo que había hecho durante las vacaciones y, que, en parte él ya conocía. “Iba en los parques, he ido al cine y ha sido durante una de estas rondas que vi a Clara en un bar que, si no recuerdo mal, se llama Verich, estaba con un joven, reían mucho y tenían delante el desayuno. Me paré un rato desde fuera, pero cuando vi que no me reconocía, me fui. Hace pocos días que la vi por ultima vez, era muy guapa y siempre me saludaba cuando estaba en el pueblo, cuanto lo siento” Martínez tuvo un sobresalto que no dio a ver a Evaristo. Por fin una pista se dijo, a no ser que este hombre se invente todo. “Recuerda como era el joven? Era rubio, moreno, era alto, de piel oscura, era más mayor que ella, o sea se acuerda algo de ese joven?” 57


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