Cuentos para leer des-pa-ci-to. Germán Balparda

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fuerte mordisco saboreando el dulce néctar y un hilito del brillante jugo le corrió desde la comisura de los labios, por su largo cuello de ébano, entre sus inocentes risas. Era feliz. Corría; acariciaba las naranjas y las sandías. Hasta que llegó a las bananas. Steve se había concentrado… Lola ya había estirado su brazo para tomar una cuando sintió un estremecimiento en su cuerpo. Ted notó muy bien ese estremecimiento y comprendió que Steve le estaba llegando con su mensaje. 7 Y mandó Steve a Lola, diciendo: De todo lo que quieras podrás hacer y de todos los árboles podrás comer, pero bananas no comerás, porque si comes, te arrepentirás. Lola quedó un instante contemplando las bananas, luego bajó su brazo lentamente, echó una mirada más al cacho13 y siguió correteando alegre por el Paraíso. —Lo hiciste muy bien Steve pero no creo que resista a la tentación de tomar una en cualquier momento. —Yo tengo fe en ella, en la raza humana. Sé que no me defraudará. Pongamos un plazo. Suponiendo que empezamos la Semana de la Creación, un lunes…, hoy es martes… ¿Qué te parece hasta el viernes al atardecer? —Hecho. El que pierda, trabaja el sábado. —Está bien. Por hoy no hacemos más nada. Ya es casi el atardecer.

13 Racimo o conjunto de bananas. Lo aclaro para los lectores de otros países en los cuales “cacho” pueda significar algo distinto. 216


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