Anatomia de la Melancolia By Robert Burton

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Robert Burton

Anatomía de la melancolía

Muchos peregrinos que en cumplimiento de sus votos van descalzos de Jaffa a Jerusalén, sobre arena quemante, con frecuencia son víctimas de la demencia, y en diversas comarcas de África, Arabia desierta y Bactriana (llamada modernamente Khorasán), los médanos suelen cubrir por completo a los viandantes cuando sopla viento del oeste, y muchos hallan la muerte. Hércules de Sajonia, profesor que desempeñaba su cátedra en Venecia, dice que muchas mujeres de aquella ciudad contraen la melancolía por permanecer demasiado tiempo bajo la acción de los rayos solares, quod diu sub sole degant. También Montano se refiere a un paciente suyo que enloqueció por efectos del calor y del frío excesivos: quod tam multum exposuit se colori et frigori. Por esta razón, en la ciudad de Venecia, en los días estivales, transita poquísima gente al mediodía por las calles, pavimentadas con ladrillos, y casi todos los habitantes descansan o duermen la siesta entonces. Lo mismo se observa en el Imperio del Gran Mogol y en las Indias Orientales. En Adén (Arabia), según refiere Luis Vertomann en su libro de viaje, todas las ventas y operaciones comerciales se efectúan de noche, debido al sofocante calor diurno. Cerca del golfo Pérsico y el estrecho de Ormuz se ve en verano el extraño espectáculo de gentes que inclinadas hasta casi tocar el suelo con la boca, como el ganado en los pastizales, se pasan largas horas con la parte inferior del rostro sumergida en agua fresca. En Braga (Portugal), Burgos (España), Mesina (Italia), las calles son casi todas muy estrechas, lo que no reconoce otra razón que el propósito de hacer menos sensible durante el estío el fuego de los rayos del sol. Los turcos usan grandes turbantes ad fugandos solis radios, para desviar o refractar esos rayos. Los ingleses que residen en la isla de Java, dedicados a tareas comerciales, deben luchar con el inconveniente de las altas temperaturas en verano, que es cuando allí los enfermos de mal gálico comúnmente toman baños de sol para cicatrizar sus pústulas o bubas. He leído que los anglosajones residentes en las islas de Cabo Verde, situadas a 14 grados al norte del Ecuador, se lamentan del clima de aquel archipiélago, que es considerado como el más insalubre de la tierra, debido a la disentería, fiebres, delirio furioso y calenturas que atacan, sobre todo a los marinos (según dice Richard Hawkins) y cuya causa es el aire contaminado por el calor excesivo. Aun las personas más robustas sienten profundamente sus desagradables efectos y los curtidos labradores tampoco lo soportan, como expresa Constantino en su obra sobre la agricultura. Ni siquiera los naturales de las regiones muy cálidas resisten siempre el calor intenso, como hace notar Niger a propósito de la comarca de Mesopotamia llamada modernamente Diarbecha, donde suelen encontrarse campesinos muertos, junto con su ganado, por efecto de las temperaturas extraordinariamente elevadas. Adricomio dice que en la Arabia Feliz el aire causa graves malestares mentales debido a la mirra, incienso y otros vegetales resinosos que allí crecen en abundancia, cuyos efectos no pueden soportar ni los propios naturales y mucho menos, por supuesto, los extranjeros y las personas enfermizas. Amado Lusitano refiere que una niña de trece años lavóse la cabeza un caluroso día de julio y luego se puso al sol para secarse el cabello. Éste se volvió amarillento y como continuara mucho tiempo al sol, el pelo empezó a arder y la muchacha enloqueció: quum ad solis radios in leqne longam moram traheret, ut capillos flavos redderet, in manian incidit. También es malo el extremo contrario, es decir, el aire frío, sobre todo, si además de frío, es seco, como expresa Montalto. Los habitantes de los países nórdicos son por tal causa generalmente de entendimiento obtuso y muchos de ellos víctimas de hechizos o artes maléficas (como ya expresé anteriormente), lo que Saxo el Gramático, Olaus y Bautista Porta consideran como causa de melancolía. A esta enfermedad (me refiero a la melancolía natural) están mayormente sujetos los habitantes de las regiones frías y secas, por lo cual, tal vez, M. Británico afirma que son melancólicos casi todos los que viven en las regiones circumpolares. Peor es aún la atmósfera densa, pesada y brumosa, propia de los lugares pantanosos o donde existen muladares, charcos, albañales, esqueletos o carroña enterrados y se respiran olores nauseabundos. Galeno, Avicena, Mercurialis y todos los médicos en general, tanto antiguos como modernos, consideran que tales aires son insalubres y causan la melancolía y muchas otras enfermedades. Como lugares o comarcas de atmósfera malsana son tenidos justamente Alejandreta, ciudad y puerto del Mediterráneo, en Siria; San Juan de Ulloa, en Nueva España (México), Durazzo (Albania), Lituania, las lagunas Pontinas, los 48


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