ÁLVARO NEGRO, «Y», CGAC, 2018

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186—Integridad y corrupción en la geometría: el final de una alternativa

w Vista de la exposición Helmut Federle, Kunsthalle Zürich, 1992

suficientemente claro, mi idea de pintura tradicional y rechazo toda tendencia deconstructivista. Desde mi punto de vista, el arte debe entenderse siempre desde el arte. No concibo otros criterios para apreciar el arte que los que emanan de sí mismo. Es lo que entiendo en relación con la responsabilidad técnica y ética. Mi relación con la tradición es la que me indica el camino hacia el futuro. Es de vital importancia para mí defender en este contexto que mis referencias a las cualidades pasadas nunca han sido ni son de carácter formal, sino más bien de carácter orgánico. Observo que muchas de las referencias actuales son puramente formales y, por lo tanto, estáticas. El valor esencial de todo trabajo subyace, desde mi punto de vista, en la calidad metafísica de la forma y no en la forma en sí misma. La forma es un vehículo de la cualidad inmaterial pero no es reconocida o deseada como tema. Se define como una manifestación final, inexplicable y sin propósito, conjurando al hombre en su vulnerabilidad y anticipación de la muerte. Esta manifestación pura es la que busco definir en mis composiciones, y en las decisiones posteriores que de ellas se derivan, como centro incierto. Rechazaría una composición como afirmación o prueba. Esto aclara mi escepticismo sobre los trabajos que devienen de lo puramente racional. Tan solo el centro incierto libera la obra de un poder que no le corresponde. Se trata de un valor que se opone a la cuestión de la unión universal. Así se entiende también una parte del pensamiento de los límites locales. Se convierte en una herramienta consciente para limitar y definir una expresión. El centro incierto de una obra nos asegura la relativización

del símbolo —independientemente de cualquier expresión— y la interpretación foránea atribuible. De esta manera se remite a una regularidad, correcta en su relatividad, y que permite expresar goce. Liberados de toda contemplación conceptual, podemos restituir la dignidad de la obra de arte. Agnes Martin, una gran artista a la que admiro mucho, dice en uno de sus textos: «Existe un tipo de felicidad que no es producto de un estímulo material. Podemos despertarnos por la mañana y, sin motivo aparente, ser felices. El sentir abstracto y no objetivo son una parte esencial de nuestra vida. Las sensaciones personales y la sentimentalidad son el anti-Arte». Y añade: «Hacemos arte producto de una obligación, desconocedores del resultado. Es al acabar cuando podemos ver si ha resultado algo. (…) La composición es un secreto absoluto. Viene determinada desde el interior. El artista va en busca de determinados sonidos o líneas que respondan a ese interior y una disposición adecuada (…). La composición y la aceptación interiores son esenciales para el arte». Hasta aquí Agnes Martin. El déficit de ese reconocimiento del valor artístico atraviesa hoy en día cualquier nivel de forma alarmante. Falta sentir y aceptar lo que viene de la pobreza. Ulrich Greiner dice al respecto: «El cinismo es un presupuesto del bienestar. ¿Es nuestra cultura cínica, relativista, frívola y vanidosa? ¿Son estas cualidades consecuencia de nuestra riqueza?». Una interpretación de la obra de arte que se burla de su cualidad espiritual y que se interesa más por su uso político-social, lo hace desde una posición heterónoma y entiende el arte como un esbozo analítico de la sociedad de hoy. Estos mismos intérpretes son los responsables de que el cinismo impere en nuestra cultura. El arte se pervierte en un inmaterial que refleja el zeitgeist sociopolítico, y se mueve con absoluta libertad, en el entorno del kitsch. Estoy de acuerdo con Milan Kundera cuando escribe que la negación absoluta de la mierda es kitsch, pero yo añadiría: la valoración absoluta de la mierda es como mínimo igual de kitsch. Parece que el problema de hoy en día ya no es la aversión que muestra la gente hacia diferentes estados de excitación, sino que su hambre de poder es de tal magnitud que no obtiene lo suficiente de ellos. Soy consciente de que esta percepción me supone


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