
Este folleto fue impreso durante la muestra “Una hormiga camina frenéticamente” de Verónica Luyo y Álvaro Icaza

3 de mayo 2024
El señor Silicoso está completamente loco si se imagina que voy a darle una hormiga. Por el momento no pide más que una, creyendo que va a convencerme con su modestia, pero al principio (el 22 de noviembre por la tarde) pedía mucho más, quería cantidad de hormigueros, legiones de hormigas, prácticamente todas las hormigas. Está loco. No solamente no voy a darle la hormiga sino que tengo la intención de pasearme delante de su casa llevándola conmigo para hacerlo rabiar. Procederé de la manera siguiente: Primero me pondré mi corbata amarilla, y después de haber elegido la más esbelta y vivaz de mis hormigas, la soltaré para que se pasee por la corbata. Habrá así un doble paseo, en el que yo iré y vendré frente a la casa del señor Silicoso y mi hormiga irá y vendrá por mi corbata. ¿He dicho un doble paseo? Más bien una apertura infinita de paseos en espiral, pues si bien la hormiga se pasea por mi corbata, mi corbata se pasea conmigo, la tierra me pasea en torno de la eclíptica, ésta se pasea a lo largo de la galaxia, que se pasea en torno de la estrella Beta del Centauro, y en ese mismo momento el señor Silicoso, que cree estar inmóvil, se asomará al balcón a tiempo para ver a mi hormiga perfectamente dibujada con todas sus patas y sus antenas sobre mi corbata amarilla que le parecerá, pobre hombre, una espada flamígera. Entonces empezará a soltar por boca y nariz una baba semejante al macramé, y su esposa e hijas acudirán para hacerle respirar sales y tenderlo en el canapé del salón. Salón que conozco demasiado bien, después de tantas veladas que he pasado bebiendo té casi frío junto a esa familia ávida de insectos.
¿Por qué oímos la circulación de las cosas?
Otras se dan al ruido de los trenes y a los almacenes de sus ciudades,
nosotros nos damos a la memoria.
¡Qué habrá más allá!
¡Qué precio tienen las invenciones del cine! Nos queda la circulación de las cosas:
montaña, río, nube picadora, yaraví que pone un puntapié en la herencia del padre.
Las cosas nos hacen empanaditas de morocho.
Habréis oído algo indefinible en tunas y chamburos, es la voz de la circulación, la voz que nos confirma aunque sea al borde de toda miseria.




Ninguna cosa en particular, sino la incesante metonimia de las cosas; la idea de que siempre hay otra más atrás y otra detrás de esa. Si alguien pudiera ver en un instante todas las palabras emitidas por todos los seres humanos en su historia, advertiría que dibujan un aro alrededor de un hueco. Los poetas son los que se acercan al borde y envían postales con vistas del abismo. Los otros contribuimos con el ruido de fondo como si formáramos un coro radioactivo. Ese es el coro de la circulación de las cosas. Entonces es correcto asombrarse, con Pazos, de que escuchamos ese runrún continuo y grave de las cosas al circular, como monedas.




L a s a r m o n í a s d e W e r k m e i s t e r .

Todo el mundo lo ha hecho alguna vez, pero sigue funcionando. Observar durante un buen rato una columna de hormigas da siempre que pensar. Permanece atento a su metódica obstinación. Estudia con atención, aunque lo hagas por centésima vez, como van una tras de otra, se cruzan, dibujan la red regular de un cambio en movimiento. Implícate en el dibujo general de los itinerarios, en las minúsculas variaciones individuales, en las efímeras vueltas atrás. Detecta los inevitables heroísmos y las cargas inverosímiles. (...)
Pregúntate cómo se puede concebir una vida semejante. Medita la idea de una comunidad biológica, una sociedad sin lenguaje. Quédate perplejo al pensar en lo que puede ser una ciudad sin humanidad. Pásmate ante la representación de un organismo constituido por una multiplicidad de individuos. (...)
Intenta en fin imaginarte hormiga. Empujando una miga de pan, cayendo en picado desde una piedra, esquivando un fragmento de botella rota. ¿Cómo sabes adónde vas? ¿Cómo conoces las tareas que debes realizar? ¿Tienes hambre? ¿Qué quiere decir eso? ¿Qué piensas? ¿Y qué quiere decir eso? ¿Qué se siente ser hormiga?
Sabes que estas preguntas son irresolubles. Existen mundos yuxtapuestos, paralelos, estancos, no comunicantes, sería un error hablar de un universo único. El planeta hormiga no es la Tierra de los seres humanos. Ni siquiera está incluido en ella, apenas está situado en ella. De ahí llegarás a la conclusión de que la pluralidad de mundos se encuentra ante tus ojos, continuamente, aunque no la entiendas en absoluto.



Es de noche y tiene que aterrizar antes de que se acabe el combustible, Así terminan todos sus poemas, tratando de expresar con un lenguaje público un sentimiento privado.
Su ambición es el lenguaje del piloto hablándole a los pasajeros en medio de una situación desesperada: parte engaño, parte esperanza, parte verdad.
Todos los poemas terminan igual. Hechos pedazos contra un cerro oscuro que no estaba en las cartas.
Luego hallan los restos: el fuselaje, la cola como siempre, intacta, el olor a cosa quemada consumida por el fuego.
Pero ninguna palabra sobrevive.


OBSERVACIONES RELACIONADAS CON LA EXUBERANTE ACTIVIDAD DE LA “CONFABULACION FONETICA” O “LENGUAJE DE LOS PAJAROS” EN LAS OBRAS DE J. P. BRISSET, R: ROUSSEL, M: DUCHAMP Y OTROS
a. A través de su canto los pájaros comunican una comunicación en la que dicen que no dicen nada.
b. El lenguaje de los pájaros es un lenguaje de signos transparentes en busca de la transparencia dispersa de algún significado.
c. Los pájaros encierran el significado de su propio canto en la malla de un lenguaje vacío; malla que es a un tiempo transparente e irrompible.
d. Incluso el silencio que se produce entre cada canto es también un eslabón de esa malla, un signo, un momento del mensaje que la naturaleza se dice a sí misma.
e. Para la naturaleza no es el canto de los pájaros ni su equivalente, la palabra humana, sino el silencio, el que convertido en mensaje tiene por objeto establecer, prolongar o interrumpir la comunicación para verificar si el circuito funciona y si realmente los pájaros se comunican entre ellos a través de los oídos de los hombres y sin que estos se den cuenta.






Trazos en todas direcciones. En cualquier sentido, comas, bucles, corchetes, acentos, se diría, a cualquier altura, a cualquier nivel; desconcertantes marañas de acentos.
Arañazos, fragmentos, inicios que parecen haberse detenido de golpe.
Sin cuerpo, sin forma, sin figura, son contorno, sin simetría, sin un centro, sin recordar a nada conocido.
Sin reglas aparente de simplificación, de unificación, de generalización.
Ni sobrios, ni depurados, ni despojados.
Como dispersos, tal es la primera impresión.*
*Aquello que, por parecer garabatos, fue comparado con un desfile de insectos, con las inconsistentes huellas que las patas de los pájaros dejan en la arena.

Para elevar la temperatura del lenguaje no basta con eliminar la sintaxis: hay que conceder a cada letra toda la atención, estableciendo su única cara y tamaño; leer se convierte en el verbo cantar.
El hecho de que las palabras, cuando comunican, no surtan efecto, nos indica que necesitamos una sociedad en la que no se practique la comunicación, en la que las palabras se conviertan en sin sentidos como ocurre con los enamorados, en la que las palabras se conviertan en lo que eran originalmente: árboles y estrellas y demás elementos del medio ambiente primigenio.
La desmilitarización del lenguaje: un serio compromiso musical.


J o s é L u i s B r e a . 1 0 0 0 p a n t a l l a s : u b i c u i d a d .

Imaginad ese mundo de electricidades nomádicas, superpoblado de imágenes, cruzado hasta la saturación por sus proyecciones catódicas, lanzadas en todas direcciones. Imaginad un mundo en el que ellas se encuentran proliferando ilimitadamente, ubicuas, fugando como ondas expansivas en cada lugar y desde él hacia todo otro, superponiéndose ininterrumpidamente, plegadas y amontonadas hasta lo imposible.



Cuando movemos deliberadamente el ojo de una posición a otra, el desplazamiento de un objeto o área fuera del centro de la visión, aunque sea sólo al límite interno de la periferia, lo transforma: sus colores se modulan en algo menos distintivo, pierde detalle, pero lo que es más importante, se convierte en algo diferente a lo que había sido hasta ahora (...) La constancia perceptiva es un fantasma, y el mundo visto así ya no es idéntico a sí mismo. Se convierte (...) en una cascada infinita de autodiferenciación.
A principios de 1890, Paul Valéry ya se daba perfecta cuenta de los efectos de la contemplación fija, y su problema, como el de Cézanne, era cómo reconciliar esa intuición sobre la “fragilidad del mundo” con la tarea de la construcción estética. (...) El dilema de la percepción para Valéry era el siguiente: “Cuando miramos [los objetos] fijamente, lo que pensamos de ellos cambia, y si no pensamos sobre ellos caemos en un letargo prolongado de una naturaleza parecida a la de un sueño tranquilo”. Aquí ya vemos una sugerencia no sólo de la continuidad entre la atención y la ensoñación, sino también de su reversibilidad, del movimiento oscilante posible entre ellas. Pero cuando nos concentramos fijamente, él declara: “los objetos a mi alrededor son tan activos como las llamas de una lámpara. El armario se deteriora en su sitio, la mesa se planta tan rápidamente que no está quieta, las cortinas flotan hacia la distancia sin cesar. El resultado es de infinita complejidad. Para recuperar el control de nosotros mismos en medio de estos cuerpos móviles, de la circulación de las siluetas, del lío de nudos, trayectorias, cáidas, de los remolinos y la confusión de velocidades, debemos echar mano de nuestra gran capacidad para el olvido”.


“El mayor hechicero (escribe memorablemente Novalis) sería el que se hechizara hasta el punto de tomar sus propias fantasmagorías por apariciones autónomas. ¿No sería ése nuestro caso?”. Yo conjeturo que así es. Nosotros (la indivisa divinidad que opera en nosotros) hemos soñado el mundo. Lo hemos soñado resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio y firme en el tiempo; pero hemos consentido en su arquitectura tenues y eternos intersticios de sinrazón para saber que es falso.


