LA OPINIÓN
Nuevos Aires Alejandro Sardón
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a etapa más convulsa de nuestra vida, sin duda alguna, es la que protagoniza el título de esta breve historia personal. Un rápido recorrido por estos años que pasan a toda prisa y que siempre recordaremos con cariño. Esencial para ver con claridad lo que fuimos y en lo que ahora nos convertimos. 17 de septiembre de 2013. Entramos por primera vez en el IES Ramos del Manzano de Vitigudino como alumnos, y con nosotros miles de miedos se introdujeron también por esa puerta aquella fresca mañana de final de verano. Todas nuestras cabezas se giraban hacia arriba con temor y respeto para conseguir observar las caras de los chicos mayores y desear que alguno de ellos nos reconociera para respirar más tranquilos. Cuánta ingenuidad cargaban nuestras mochilas. Aquel curso pasó entre cuadernos que estudiar con una implicación que ahora desearía y recreos plagados de risas inocentes de preadolescentes que juegan a ser mayores… qué ilusos éramos. Las semanas se transformaron en meses y los meses en años. Ya no hacía falta encontrarse al borde de una tortícolis al mirar a los mayores, porque íbamos creciendo, y ahora nosotros mirábamos con cierto orgullo hacia abajo a los pequeñines, los recién llegados. La historia se repetía, siempre lo hace. Íbamos dejando atrás momentos inolvidables entre aquellos pasillos y todas esas hormonas que parecían no relajarse nunca: risas hasta que el dolor en el abdomen
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TELE l OCTUBRE 2019
era insoportable, llantos ahogados por golpes con los que la vida a veces te sorprendía, enfados que no duraban ni una hora de clase, y otros secretos profundos sin revelar que quedarán allí guardados. La adolescencia es una etapa complicada. Un constante “sube y baja” de emociones que avanza sin control: tienes que llevar siempre la razón, tus padres no comprenden nada y te crees el rey del mundo. Y, para sobrellevar eso, encontré la mejor medicina: mis amigos. Los de siempre, y los que fui conociendo por el camino. Juntos hemos pasado horas en las que el aula se asemejaba más a una cárcel y no dábamos más de sí, y otras muchas de fiesta; viajes en los que nos empapamos de cultura y valores necesarios; y, por supuesto, un apoyo recíproco durante todo este tiempo. Han sido mi pilar fundamental. Quien tiene un amigo, encuentra un tesoro. 22 de mayo de 2019. El día de la graduación ha llegado. Todas las horas de estudio e implicación hacen que ahora recojamos los frutos. Antes de pensar en Selectividad toca evadirse por un día y celebrar. Y ahí estamos, 20 pequeños adultos dispuestos a comernos el mundo sin saber qué nos deparará el futuro. Solo sé que mereció la pena. Con lágrimas derramándose por mis mejillas los miro con orgullo y deseo que formen parte de mi vida para siempre. Mi segunda familia. Gracias por hacerlo todo más fácil y por convertir nuestra adolescencia en un mosaico con mil historias para recordar. l