SMYS_4_AN_desafío

Page 332

que podría hacerle a su cuerpo. No iba a andarme por las ramas, sería explicito. Quería serlo—. ¿Ocultas tu cobardía tras la intimidación? ¿Tú, un Gabbana? No esperaba que fueras tan cretino. —Masculló con rabia. Ya no pude más. Fui violento y cruel al cogerle del cuello y estamparle contra la pared. Me importó una mierda que se le escapara un quejido de dolor o que me mirara con un poco de miedo. Ignoré sus alarmas y también las mías antes de zambullirme en su ardiente boca. Me apoderé de ella con osadía y apenas pude controlar la convulsión cuando sentí su lengua dar la bienvenida a la mía tras haber gemido. Eric no dudó en aceptarme. Se aferró a mi cuello mientras yo le rodeaba la cintura en un abrazo posesivo. Jadeaba entre beso y beso, temblaba y eso me volvía más y más loco. Quería más de aquel chico, mucho más. Un simple beso no bastaba. Quería sentir su cuerpo pegado al mío, su piel erizándose bajo mis manos. Quería escucharlo gemir en mi oído mientras sus dedos se clavaban en mi espalda. Y supe que él me daría todo aquello sin restricciones. Pero ¿hasta dónde estaba dispuesto a llegar? ¿Qué sería capaz de entregarle tras haber saciado mi necesidad de él? ¿Cuánto perdería Eric en el camino si decía adorar también a mis demonios? No lo sabía. No tenía la respuesta a ninguna de esas preguntas. —¡Maldita sea! —grité dando un salto hacia atrás—. ¡¿Qué estás haciendo?! ¡¿Qué coño haces conmigo?! —Me llevé las manos a la cabeza y me desquició la sensación que siguió al gesto. Él, con un solo beso, había logrado que sintiera una emoción extraordinaria y totalmente desconocida. Eric me observó confundido y más adolescente que nunca. No sabía cómo interpretar mi actitud. ¿Rechazo? ¿Obstinación? ¿Locura? Quizás era un poco de todo. Ni yo mismo lo sabía. De lo único que estaba seguro en aquel momento era del extraño calor que hormigueaba en mis labios. —Diego… —susurró acariciando mi brazo. «Aléjate de mí, Eric. Por favor». —Cállate, no me toques —gruñí esquivando su caricia. Allá donde él tocaba mi mente se encargaba de enviarme una descarga—. Me estás volviendo loco. —Que él interpretara eso como le diera la gana. —¿De qué estás hablando? —Fui un capullo al apartar sus manos de un palmetazo cuando quiso volver a tocarme. —No te acerques a mí. ¡Déjame en paz, joder! —Y eché a correr en dirección a mi coche. Ni siquiera recordaba donde estaba, fueron mis instintos los que me guiaron,


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.