Dossier concepte de dependencia

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Congrés Nacional

Drogodependències i joventut

CAJEI Poner el acento en la droga para comprender el porqué la drogodependencia es una epidemia contemporánea conduce, en mi opinión, a no entender. Un asunto es la posible refutabilidad de algunas verdades por el mismo desarrollo del saber y otra muy distinta es, por la vía de la repetición, suponer que es lo mismo colocar en el centro del análisis a las drogas o las dependencias. Son posiciones antagónicas, y nunca mejor dicho, copernicanamente distintas. Los que pensamos que en el centro del análisis hay que poner a la dependencia y no a las drogas, nos importa muy poco estar en minoría: la extraordinaria potencia explicativa de esta posición, aparte de la interpretación de los hechos, permite colocar al ser humano como objeto del conocimiento científico y poner este conocimiento realizado sobre sí mismo a su disposición, para cambiarse a sí mismo y cambiar el mundo que le rodea en una dirección más deseable para todos. Si necesitamos conocer es por algo. Aunque sea por placer, pero en el caso que nos ocupa, la necesidad de conocer no conecta con el placer sino con el dolor: el “fenómeno drogas” no es el fenómeno con el que los sociólogos positivistas nos fustigan una y otra vez para solaz y esparcimiento académicos; si nos interesa la dependencia a las drogas es por el mismo motivo que a Semmelweiss le empezó a preocupar la elevada morbilidad y mortalidad de fiebre y sepsis puerperal en una de las salas de la Clínica Maternal del Hospital de Viena: el enorme dolor, el enorme sufrimiento humano, la cantidad de vidas truncadas, el infinito número de seres sujetados a substancias, las cuales tomadas para evitar sufrimiento les hacen sufrir. Lo que ha de importarnos, pues, no son las cosas, las drogas, sino los seres humanos sufrientes, y por ello se hace imprescindible abordar el asunto desde la dependencia para comprenderlo mejor, y así reducir el sufrimiento de los seres humanos, que al fin y al cabo es lo único que tendría que importarnos.26 Empecemos, pues, por el principio, o sea por la dependencia, pero antes de entrar en ella, importante que conozcamos sobre qué bases se asienta ésta y la convierte en un fenómeno tan específico y polimorfo en la especie humana. Los fundamentos de la dependencia en general Y de la drogodependencia como fenómeno específico Desde lo que la biología nos enseña, el ser humano, el animal más neoténico conocido, es decir, que tarda más tiempo en madurar y conserva por más tiempo los trazos juveniles, nace muy inmaduro, se desarrolla en contacto con el ambiente natural y social y deviene maduro en la medida en que todos sus órganos, aparatos y sistemas y muy en particular el sistema nervioso central, son moldeados por la acción del ambiente. Durante un larguísimo período de su vida el ser humano depende totalmente de su entorno, sin el cual no llega a madurar cerebralmente. Su gran desarrollo cerebral, si de un lado le permite salir de la biología y crear cultura, como señalara tan oportunamente Jacques Ruffié, como que es un animal que desea, que es capaz de imaginar y que ha requerido de los otros para llegar a ser, le convierten en un ser permanentemente sufriente, que no puede ser entendido desde una perspectiva antropológica sin verlo inserto en una amalgama de redes vinculares de muy variada y compleja índole que en su infancia le permitieron sobrevivir, en su vida adulta relacionarse y, siempre, reducir sus incapacidades, y su dolor. Podríamos pues afirmar sin miedo a equivocarnos que los seres humanos somos seres más dependientes de la historia de la vida; a ello hay que añadir que, en la medida en que nos desujetamos de la dependencia de los demás nos sujetamos a otras dependencias que nos creamos consciente o inconscientemente, como por ejemplo la dependencia amorosa, a los juegos de azar, a la lectura, al deporte, o incluso al trabajo. Si tomamos, pues, la dependencia como referente a la hora de examinar la vida cotidiana, podríamos ver cómo de porosa es en relación con la dependencia: dependemos del café que nos tomamos antes de salir de casa, del beso rápido que nos da nuestra pareja al ir al trabajo, de las tecnologías que operan, si seguimos a Gehlen, como prótesis de nuestros órganos, nos 26

VV.AA., “El desafío de la epidemiología”, núm. 505, Organización Panamericana de la Salud, Washington, 1988.

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