Esos valores que nos unen Francesc Torralba Versiรณn 3.0
Francesc Torralba Roselló (Barcelona,
1967) es doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona (1992) y doctor en Teología por la Facultad de Teología de Cataluña (1997). Amplió estudios en la Universidad de Copenhague, donde estudió la lengua danesa para escribir su tesis sobre el pensador Søren Kierkegaard, a quien ha traducido al catalán. Actualmente es profesor de Historia de la Filosofía Contemporánea y Antropología Filosófica en la Universidad Ramon Llull de Barcelona e imparte cursos y seminarios en otras universidades de España y de Sudamérica. Alterna su actividad docente con el oficio de escribir. Es director de la Cátedra de Pensamiento Cristiano del Obispado de Urgell y de la Cátedra Ethos de Ética Aplicada en la Universidad Ramon Llull. Dirige, asimismo, las revistas Qüestions de Vida Cristiana y Ramon Llull Journal of Applied Ethics, además del anuario Ars Brevis de la Cátedra Ramon Llull Blanquerna. Desde mayo de 2011, preside el Consejo Asesor para la Diversidad Religiosa de la Generalitat de Cataluña.
Ha publicado más de noventa libros de filosofía, entre los que cabe destacar Cien valores para una vida plena (2003), Pares i fills (2003), La persona y su acción en el mundo (2004), ¿Què és la dignitat humana? (2004), El arte de saber escuchar (2007), El sentit de la vida (2008), Sosegarse en un mundo sin sosiego (2009), Inteligencia Espiritual (2010), El valor de tenir valors (2012), Un mar de emociones (2013) y Saber decir no (2016), entre otras. Parte de su obra ha sido traducida al castellano, alemán, francés, italiano, portugués, rumano e inglés.
Esos valores que nos unen Francesc Torralba Versión 3. 0
Índice
© De la presente edición, Aldeas Infantiles SOS © Del texto, Francesc Torralba Reservados todos los derechos de la presente edición. Quedan rigurosamente prohibidas sin la autorización escrita del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas en la leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de los ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Depósito legal: M-3297-2018 Impresión: Sodegraf, S.A.
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Prólogo
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I. Introducción
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II. Nuestra visión
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III. Nuestra misión
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IV. Nuestros valores corporativos
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V. La comunicación de los valores
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VI. Ser profesional en Aldeas Infantiles SOS
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VII. Una organización singular
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VIII. Léxico básico de Aldeas Infantiles SOS
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IX. La excelencia en el cuidado
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X. Criterios de acción
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XI. Clima y diálogo
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XII. Dilemas éticos en el cuidado
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XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Prólogo Si la misión de una organización es su razón de ser, los valores son el alma que permiten construirse y actuar de acuerdo a una guía que todos compartimos y sentimos como propia. Cuando han transcurrido unos años de la elaboración del libro “Esos valores que nos unen” y con el mismo sentido con el que se escribió en su momento, Francesc Torralba ha compartido con la mayoría de nosotros una nueva reflexión sobre cómo sentimos hoy cada uno de los valores que queremos que presidan nuestro día a día. Si audacia, confianza, compromiso y responsabilidad se encuentran en cada una de nuestras decisiones e impregnan nuestro comportamiento, podemos asegurar que nuestra labor de acogida y acompañamiento serán más eficaces. Quiero agradeceros a todos vuestra participación en profundizar en nuestro trabajo desde esta óptica y, por supuesto, a Francesc reconocerle su destreza en hacernos sentir la importancia y necesidad de la implicación y participación de todos.
Javier Fresneda
Vicepresidente de Aldeas Infantiles SOS de España
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I Introducciรณn
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I. Introducción
1. ¿A quién va destinado?
2. ¿De qué va este libro?
Este libro está destinado a todos los profesionales de Aldeas Infantiles SOS, aunque también puede ser útil a personas que trabajen en el mundo de las ONG y, especialmente, a los agentes educativos que intervengan en el ámbito de la infancia, la juventud y las familias.
Este libro versa sobre los valores corporativos. Reconocer los valores que hay en una organización y compartirlos de un modo colectivo es esencial para el buen desarrollo de la misma. En los cimientos de Aldeas Infantiles SOS hay unos determinados valores que se deben expresar y concretar porque son la razón de ser de la misma organización. La cohesión del proyecto depende, en parte, de estos valores compartidos y de la capacidad de trabajar y de comprenderse mutuamente.
El buen funcionamiento de una organización requiere de la distribución de roles y de funciones distintas entre las personas que intervienen en su estructura, pero también de la adecuada coordinación y unión entre los miembros que forman parte de ella. No todos están preparados para desarrollar la misma función ni tienen los mismos dones. Por ello, es necesario diversificar las funciones y distribuirlas según las capacidades y voluntades de las personas. En Aldeas Infantiles SOS se comparten unos principios y unos valores que dan sentido y razón de ser a la organización. Es esencial, como veremos posteriormente, compartir unos determinados valores, unos mínimos morales que deben ser respetados en toda la organización y en los distintos niveles de intervención. Aclarar estos valores, potenciarlos y desarrollar una pedagogía multidireccional de la misma no es tarea fácil, pero resulta básico para comprender qué es la organización, a dónde se dirige y de dónde viene. Intervenir en una organización sin ánimo de lucro, de carácter marcadamente social y educativo en el sector de la infancia, como es el caso de Aldeas Infantiles SOS, requiere de unas condiciones y de unos parámetros que se deben tener en cuenta para mantener la excelencia en la intervención y una óptima imagen en el conjunto de la sociedad. Y ello depende de todos sus miembros. La primera regla de oro que se debe contemplar en una organización como Aldeas Infantiles SOS es que todos los agentes que intervienen en ella, tanto los que están en primera línea de acción como los que trabajan de un modo indirecto para el bien de esa acción, son necesarios y, por ello, debe reconocerse su labor y su trabajo. Cada cual, a su modo, y desde su enclave profesional, vela para un desarrollo óptimo del conjunto. El desarrollo óptimo de una organización está relacionado con el equilibrio entre el pasado y el futuro. La memoria debe estar muy presente en el ejercicio de la actividad, pero no como lastre, sino de un modo creativo. Aldeas Infantiles SOS está abierta a grandes transformaciones de futuro, pero solo podrá afrontar con dignidad y seriedad dichas transformaciones si se mantiene fiel a su pasado y lo interpreta a la luz de las necesidades actuales. 8
Una organización no es un ensamblaje casual de personas y de cosas, sino un conjunto de seres humanos que persiguen colectivamente una determinada visión. Atender a niños en situación de riesgo social es el objetivo fundamental de Aldeas Infantiles SOS. Aunque, en algunos momentos, el profesional que trabaja en un determinado espacio laboral pueda perder la visión de conjunto, este objetivo sigue siendo el rasgo esencial de la organización. No es posible intervenir, de un modo excelente, en el sector de la infancia vulnerable sin la práctica de determinados valores. Tratar con personas no es tratar con cosas y es fundamental preservar unos mínimos éticos. En el caso del niño, esta cautela todavía es más necesaria, tratándose de un sujeto vulnerable. Lo que nos proponemos, pues, en este libro es pensar los valores que se deben compartir en el seno de la organización. Se trata de explorar esos valores que dan sentido a la labor colectiva y de reflexionar en torno a ellos. Los valores son horizontes de referencia, modelos de conducta, pero la realidad no siempre se amolda a estos valores referenciales. La reflexión colectiva sobre los valores ayuda a practicar mejor la intervención, a alcanzar cotas de excelencia más elevadas, a sabiendas de que siempre existe una diferencia entre lo real y lo ideal. Cuando una organización pierde de vista sus ideales, su horizonte, perece como organización. En Aldeas Infantiles SOS trabajan profesionales de distinta formación y orientación que velan, cada cual desde su lugar, por una excelente profesionalidad. La profesionalidad no depende solo de los conocimientos técnicos o científicos, sino también, y de un modo especial, del saber hacer, del talante de la persona. La profesionalidad implica un compromiso vital con determinados valores, exige el respeto a determinados derechos y el cumplimiento de determinados deberes. La ética que orienta la intervención de cualquier profesional está orientada 9
I. Introducción
hacia el bien. El bien constituye el fin último de la ética y, por eso mismo, siempre debe estar presente en la intervención profesional. El bien se concreta en valores y normas que son metas del trayecto profesional. La voluntad de bien se presupone en el ejercicio profesional, pero los modos de realizar ese bien y de concretarlo en la vida de cada día, requieren de un discernimiento. Por eso, nos proponemos aquí ofrecer unos criterios de análisis con el fin de mejorar la acción y alcanzar los mejores niveles de competencia profesional. Debemos mantenernos vigilantes contra la creencia de que no tenemos necesidad de mejorar. Toda organización puede mejorar, pero, para ello, debe hacer autoanálisis y ser capaz de reconocer sus puntos flacos y fuertes. Las organizaciones cambian con el tiempo, transforman sus estructuras y sus modos de intervenir, pero permanecen fieles a sí mismas si no olvidan su misión, visión y valores corporativos. El autoconocimiento, sin la voluntad de escuchar a los demás, conduce a vivir como quien se cree que ya ha alcanzado la perfección. Por ello, es necesario, en este análisis de los valores, escuchar a todos los que intervienen en la organización, pues todo el mundo puede aportar su grano de arena en la construcción de una organización mejor, capaz de dar respuesta efectiva y positiva a los múltiples problemas que plantea la sociedad. Por todo lo que llevamos dicho, creemos que no debe extrañar nada que la reflexión ética se haya instalado en el seno de diferentes organizaciones. La urgencia y la inmediatez de la cotidianidad obligan a deliberar acerca de cómo hacer la mejor elección entre los criterios que tenemos a mano. El gran enemigo de las ONG es la dificultad de crear espacios para la reflexión, para el diálogo y para la promoción de los valores propios. Y, sin embargo, resulta evidente que muchos problemas de orden cotidiano, de mala comunicación o bien de cruce de competencias, se deben a un déficit de valores. Los valores no son algo ornamental en la vida de la organización, sino su alma. Están ocultos, no son visibles, no se detectan empíricamente y, sin embargo, constituyen el motor de la práctica profesional y la fuerza motriz de la organización. La acción de Aldeas Infantiles SOS en el ámbito de la infancia tiene grandes virtudes y, en muchos aspectos, es ejemplar, pero para mantener este nivel de calidad y de excelencia es esencial pensar, con antelación a la acción, qué hacemos, por qué hacemos lo que hacemos y cómo hacemos lo que tenemos encomendado.
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Todas las personas que articulan su oficio de ser hombre o mujer alrededor de la educación y de la intervención social deben plantearse cuáles son los criterios que siguen en su obrar cotidiano. El profesional de Aldeas Infantiles SOS se encuentra, de hecho, en situaciones difíciles en las cuales muy fácilmente puede perder de vista su función y su razón de ser. Al fin y al cabo, también es vulnerable y es necesario ayudarle, desde la misma organización, a llevar a cabo, de un modo óptimo, su tarea. En algunos casos, la extrema fragilidad y vulnerabilidad de la persona de la que debe cuidar será el motivo de su desorientación. El profesional de Aldeas Infantiles SOS puede decir: yo actúo de esta manera, trabajo de esta manera, porque tengo razones éticas para hacerlo. De eso vamos a tratar en este libro, de las razones que fundamentan la acción y el sentido de su labor. Una acción laboral que consiste, eminentemente, en caminar al lado de los que no pueden hacerlo por sí mismos. Este libro se refiere, pues, a valores, prácticas y criterios, y pretende ser el manual de los valores corporativos de Aldeas Infantiles SOS de España. Partimos de la idea de que es básico crear un sistema de valores donde la confianza, la responsabilidad, la audacia y el compromiso se conviertan en principios activos de relación, organización y convivencia humanas. El eje de la reconstrucción de todo lo que supone ser hombre y ser mujer pasa por la humanización de la vida social, del trabajo, del conocimiento, de la ciencia y de la técnica. Y para conseguir esta humanización, debemos educar en los valores también en las organizaciones.
3. ¿Cómo se ha escrito este libro? La participación ha sido clave en la elaboración de este libro. No hubiera sido posible sin la generosa intervención de muchas personas que trabajan en Aldeas Infantiles SOS. Gracias a sus palabras y consideraciones hemos podido perfilar los valores intrínsecos de la organización, sus dilemas éticos, su modelo de acompañamiento. Se ha escrito de un modo narrativo y progresivo. El primer paso para su elaboración ha consistido en la inmersión en la organización, tratando de ver, in situ, la realidad a través de las distintas aldeas y programas. A partir del diálogo con los profesionales que intervienen en ella, hemos ido descubriendo algunos de los valores latentes de la organización y hemos tratado de expresarlos. Igualmente, se ha consultado el material previo que se había realizado sobre 11
I. Introducción
este particular, especialmente dentro del Programa de Educación en Valores y los principios fundamentales de la organización. Todo ello ha sido clave para poder formarse una idea de lo que es la organización en el presente y de los valores que existen en ella. La dificultad de investigar los valores radica en que estos no son algo cuantitativo. Están en nosotros, no los tenemos como quien posee una propiedad inmobiliaria. Sin embargo, hemos detectado en la organización valores compartidos no solo a través de las palabras de los profesionales que han sido consultados, sino de sus silencios, de sus gestos y de su entusiasmo. El libro nace de estos diálogos, de estos encuentros con los profesionales de Aldeas Infantiles SOS. Ellos son los verdaderos protagonistas de este texto. Nuestra tarea ha consistido en ordenar el material, sistematizarlo y presentarlo de un modo pedagógico.
4. ¿Para qué sirve? La reflexión compartida y crítica sobre los valores de la organización es extraordinariamente útil para aunar esfuerzos y mejorar la calidad de la intervención no solo a título individual, sino colectivo. Reflexionar sobre los valores compartidos de la organización: a. Fomenta la capacidad de observar, con detenimiento, la organización y la realidad que la rodea, hecho que ayuda a identificar la información relevante para determinar las características básicas de una situación determinada. b. Ayuda a comprender los fenómenos de la vida cotidiana, a familiarizarse con la necesidad de actuar en situaciones complejas que requieren la realización de interpretaciones sobre situaciones distintas a las cotidianas y a sensibilizarse hacia la diversidad de contextos y diferencias personales. c. Facilita el ejercicio para simplificar las descripciones de la realidad, competencia que permite definir concretamente la situación problemática sobre la que hay que operar. d. Entrena en los procesos de toma de decisiones en los que es necesario considerar las posibles alternativas de acción y llevar a cabo la 12
selección progresiva hasta llegar a aquella que, siendo coherente con los principios establecidos, comporte el menor número de riesgos. e. Favorece la implicación de las personas en el propio trabajo, convirtiéndolas en participantes activos del propio aprendizaje, facilitando la exposición de opiniones, de actitudes y de valores. f. Proporciona experiencias de trabajo cooperativo, de manera que se acostumbra a las personas a considerar e interesarse por distintas perspectivas y puntos de vista; a tratar de entender los planteamientos de otros; a compartir conocimientos, a desarrollar estrategias de análisis compartidos; a estar abierto a nuevos planteamientos y a comprender, en la práctica, que los fenómenos de la vida cotidiana son realidades tremendamente ricas y complejas, cuyo conocimiento exige el estudio y la reflexión contrastada y compartida. Este libro puede considerarse un instrumento de formación humanística y ética para los profesionales de Aldeas Infantiles SOS.
5. ¿Qué tiene que ver la ética con Aldeas Infantiles SOS? La ética tiene que ver con la vida cotidiana de las personas, por ello no puede estar reservada a unas cuantas acciones de gran significado. Todo acto humano es, de hecho, un acto moral. El modo de hablar, el tiempo que gastamos, los planes que hacemos, las relaciones que cultivamos, los proyectos que hacemos, todo forma parte de la vida moral de la persona. La ética no es, primariamente, el estudio de acciones graves, sino el estudio del vivir humano, por ello tiene un especial sentido el binomio entre ética y organización, porque en Aldeas Infantiles SOS transcurre vida y la ética es, precisamente, la reflexión sobre la vida. Todos los actos humanos son actos morales. Los modos de enseñar, de predicar, de hablar, de cuidar, de limpiar o de conducir, por ejemplo, forman parte del estudio de la ética. Sabemos, por ejemplo, que el modo que tenemos de hablar con nuestros hijos, con nuestros mayores, con nuestros vecinos o cónyuges puede mejorar (o empeorar) su vida. La reflexión ética nos faculta para pensar críticamente nuestros modos de obrar en la vida cotidiana, por ello es tan esencial el vínculo entre la ética y la organización.
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I. Introducción
La vida humana de cada día se complica por la variedad de relaciones, de tareas y de circunstancias. La educadora permanente o madre SOS, por ejemplo, a lo largo de su jornada, debe actuar en múltiples direcciones. Para manejarse en medio de esta intrincada selva, desarrolla prácticas. Una práctica es una actividad regular que nos configura de tal modo que desarrollamos disposiciones para actuar de una forma particular. Las prácticas conforman hábitos. La reflexión en torno al valor de estos hábitos, al ejercicio de los mismos y a su oportunidad cae dentro del ámbito de la ética.
autoestima o autoimagen ante los posibles conflictos internos o externos. De igual modo lo son los que maximizan los esfuerzos y minimizan la probabilidad de recibir penalizaciones. Los buenos hábitos ayudan a las personas a expresar sus valores fundamentales. Esta expresión implica una gratificación, porque ayuda a la realización de la identidad personal y sirve como vehículo para la autosatisfacción.
Para adaptarnos a las exigencias de la vida, adoptamos ciertas prácticas. Estas prácticas regulares se convierten en hábitos que, a su vez, llegan a arraigarse en nuestra vida y a constituir dimensiones propias de nosotros mismos. Estos hábitos nos hacen lo que somos. Sin embargo, ciertas prácticas nos afectan más profundamente que otras. Dos de estas prácticas tienen que ver con el estado de vida y la ocupación. En Aldeas Infantiles SOS es esencial reflexionar en torno a los hábitos personales y colectivos, pues la implicación existencial es muy notable y las consecuencias que pueden tener en otras personas deben contemplarse seriamente. Debemos tener en cuenta que los hábitos que vamos adquiriendo a lo largo de la vida profesional nos ayudan a desarrollar ciertas funciones claves. Es esencial, sin embargo, distinguir entre los buenos y los malos hábitos en una organización. Los hábitos positivos son los que promueven la capacidad de llevar a cabo acciones que benefician a uno mismo, a su crecimiento y a la mejora de su entorno. Estos hábitos promueven conductas y sentimientos de satisfacción, de bienestar y de alegría. Contrariamente, los hábitos negativos dan lugar a una vida problemática, debido a la disminución de habilidades para el mantenimiento de uno mismo. Estos hábitos promueven comportamientos destructivos, conductas y sentimientos de depresión, ira, ansiedad y culpa. Los hábitos positivos nos ayudan a entender el mundo que nos rodea, organizando la compleja trama de estímulos que el entorno nos proporciona, ofreciendo, así, claridad y consistencia. Esto nos ayuda a funcionar tanto en el mundo como en nuestras relaciones. Mediante estos estereotipos y predisposiciones de respuesta podemos actuar con más rapidez. No obstante, existe una contrapartida. A medida que nuestros estereotipos no son adecuados, o que nuestras actitudes estén injustificadas, actuamos de forma inadecuada o impropia. También son positivos los hábitos que ayudan a las personas a proteger su 14
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II Nuestra visiรณn
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II. Nuestra visión
El objetivo fundamental de Aldeas Infantiles SOS consiste en atender dignamente a niños en situación de riesgo social, ofreciéndoles un entorno familiar adecuado para su desarrollo integral. Todo niño, indistintamente de su origen, raza, color o procedencia, tiene el legítimo derecho a vivir en una familia, a integrarse en ella y a gozar de vínculos de afecto que hagan posible su crecimiento armónico. La familia constituye el marco más idóneo para el desarrollo integral del niño y consideramos que el centro de la familia son los padres. Ellos juegan, simultáneamente, el rol de referente y fuente de cohesión del entorno de los hermanos.
El respeto debe presidir el nudo de relaciones en el marco de los programas de Aldeas. El respeto evoca la idea de la justa distancia, expresa proximidad, pero también preservación de la intimidad y de la vida privada. No es la indiferencia, pero está muy lejos de la intromisión. La seguridad constituye otro valor fundamental para garantizar el óptimo desarrollo psicológico y emocional del niño. El niño crece adecuadamente cuando sabe que sus referentes no van a fallarle, cuando tiene la certidumbre de que los vínculos que le sostienen son sólidos y que, a pesar de los cambios y de las transformaciones de la vida, puede confiar en los que le han ayudado a crecer y a ser persona.
Todo ser humano, para poder desarrollarse correctamente, necesita de un entorno afectivo, relacional, capaz de ofrecer seguridad y estabilidad. Entre la esfera social y el individuo aislado, el ser humano requiere de una instancia intermedia que procure la necesaria intimidad y la vinculación afectiva. Esta esfera social intermedia es la familia. En los contextos sociales donde este entorno exista, la misión de Aldeas Infantiles SOS consiste en fortalecerlo y garantizarlo en la medida de sus posibilidades. Debe mantener y preservar el vínculo natural si existe y, en el caso de que haya desaparecido, se debe forjar un vínculo que cumpla la misma función de aquel. En situaciones de precariedad, donde esa esfera de acogida no exista, el objetivo de Aldeas Infantiles SOS consiste en construir una esfera similar para que ningún niño carezca de ella. Todo niño tiene derecho a gozar de un ámbito afectivo y de una estima incondicional por parte de sus padres. En Aldeas Infantiles SOS nos proponemos crear el mejor entorno social, afectivo, educativo, cultural y emocional para el desarrollo óptimo del niño. El factor clave para el crecimiento integral del niño es el amor. El acto de amar incluye, en su significado más profundo, el desear y el dar. Es un acto de benevolencia, pues el deseo de bien es lo propio de la persona que ama, pero no basta con ello. Amar exige la práctica del don, la capacidad de entrega, de renuncia y, si cabe, de sacrificio personal. Amar es desear el bien a otro y eso exige una entera disponibilidad para con él. El niño no solo requiere de estructuras sociales, económicas, sanitarias y educativas para su óptimo desarrollo; necesita ser amado, pero ello solo es posible en un entorno afectivo. Sentirse incondicionalmente amado es la mejor garantía de una correcta autoestima y de un desarrollo equilibrado de tipo emocional. 18
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III Nuestra misiรณn
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III. Nuestra misión
La misión de Aldeas Infantiles SOS se puede expresar en cuatro objetivos: El primer objetivo consiste en integrar a la infancia vulnerable en la sociedad. Integrarla implica ofrecer las herramientas y los conocimientos necesarios para poder participar activamente en ella y para aportar lo mejor de sí mismos en la construcción de la sociedad futura. Integrar no significa disolver y, menos aún, negar la individualidad del niño. El objetivo último radica en que el niño tienda vínculos de pertenencia, que contribuya al buen desarrollo de la cosa común, que se sienta miembro activo de la sociedad. El segundo objetivo de Aldeas Infantiles SOS consiste en crear vínculos sólidos, en proteger y garantizar unidades familiares que sostengan el crecimiento del niño. Para ello, es fundamental la formación de todos los profesionales que acompañan al niño en todos los aspectos y la plena identificación de estos con los ideales y los objetivos de la organización. El apoyo estructural y psicológico es clave para que estos profesionales puedan afrontar, con éxito, las dificultades relativas a la práctica educativa. El tercer objetivo consiste en garantizar un futuro digno a las personas que atendemos. El futuro de los niños es la principal preocupación de Aldeas Infantiles SOS. Para ello, la formación moral y técnica constituye uno de los fines esenciales de la misma. El objetivo último consiste en crear personas autónomas y competentes, capaces de aportar lo mejor de sí mismas a la sociedad. Esta competencia debe comprenderse en dos sentidos: profesional y cívica. Desde Aldeas Infantiles SOS se aspira a procurar una formación académica y profesional de excelencia y, por ello, preocupa igualmente la formación en los valores cívicos. El cuarto objetivo de la organización consiste en desarrollar las comunidades existentes, en dar soporte a las mismas y en desarrollarlas en el máximo grado. No se trata de sustituir los vínculos naturales por otros, ni de deshacer los núcleos familiares ya existentes. Este objetivo se concreta en dos momentos: en primer lugar, preservar y fortalecer los vínculos y las comunidades familiares existentes y, en segundo lugar, cuando estos no existen o están muy deteriorados y son perniciosos para el niño, edificar entornos afectivos nuevos con el fin de garantizar una comunidad cálida para el niño.
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IV Nuestros valores corporativos Los valores corporativos de Aldeas Infantiles SOS son cuatro: la audacia, el compromiso, la confianza y la responsabilidad.
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IV. Nuestros valores corporativos
1. Audacia La audacia es el valor que faculta al ser humano para emprender grandes proyectos. Se relaciona, estrechamente, con la magnanimidad y, también, con la fuerza de voluntad. Frente a las dificultades y a las contrariedades, la persona audaz no se amedrenta; crece interiormente y trata de resolverlas con la ayuda de la razón. La audacia no es la ingenuidad, tampoco es la temeridad. Es el fruto de la confianza en uno mismo y en el poder para cambiar las cosas. La persona audaz parte del supuesto de que las realidades sociales no son fatalidades históricas; son hechos que pueden transformarse y mejorarse a través de la implicación colectiva, del empeño voluntarioso y racional de las organizaciones sensibles a tales realidades. Una organización audaz no se limita a operar en el campo de lo probable. Afronta, también, lo que solo tiene un resquicio de posibilidad. Las organizaciones del Tercer Sector operan en un ámbito difícil, donde los problemas y las necesidades superan, a menudo, las dimensiones de la propia organización y sus recursos estructurales y técnicos. A pesar de ello, si se detecta que algo, en esa realidad, puede mejorar, la organización intervendrá en el seno del problema. La organización audaz no sucumbe fácilmente, ni se rinde frente a lo imposible. Lucha por hacer posible lo que, en principio, parecía completamente imposible. No es extraño oír, por ejemplo, que el hambre en el mundo no tiene posible solución, que el problema ecológico no tiene remedio alguno o que es imposible ofrecer una calidad de vida digna a toda la infancia del planeta. En la audacia hay un punto de fe, de irracionalidad, de confianza ciega; pero, simultáneamente, exige una labor de inteligencia, de prudencia, para no frustrar ese empeño y abortar el latido futuro inherente a tal valor. Una organización audaz no se limita a reiterar sus funciones históricas. No se limita a repetir la misma intervención independientemente de los contextos. Audacia es innovación, creatividad y asunción de nuevos retos. Una organización audaz apuesta por la innovación, no solo de las estructuras, sino también de los métodos de aprendizaje y de los sistemas de transmisión. Una organización insensible a las transformaciones del contexto donde actúa no tiene porvenir alguno. Solo aquella que detecta, con anticipación, las nuevas necesidades y presenta modelos de intervención para asumirlas, tiene posibilidades de superarse a sí misma. La audacia se opone radicalmente a 26
la pusilanimidad y, aunque puede, en ocasiones, dar pie a la frustración, tal frustración también aporta una experiencia edificante en el seno de la organización. Se aprende colectivamente de las experiencias fallidas.
2. Compromiso Comprometerse es, en primer lugar, implicarse en la realidad social, tratando de transformarla y de mejorarla, sintiendo tal realidad como propia. El compromiso no es una colaboración puntual, exige continuidad en el tiempo y tenacidad en el empeño. El compromiso es un valor ético que trasciende el plano jurídico y contractual. En el fondo, evoca un modo de entender la existencia personal. La raíz del compromiso es la solidaridad, pero el compromiso individual solo puede dar auténticos frutos si, además de la implicación personal, se suma la implicación de los demás. Lo único que realmente puede cambiar la faz del mundo es la implicación colectiva, el compromiso de todos respecto a una misma causa. Comprometerse significa tener la firme voluntad de transformar las estructuras que inciden negativamente en el desarrollo de las personas. No basta con tapar los huecos del sistema, con cubrir las dificultades de la realidad social. Comprometerse, en sentido estricto, significa hurgar en las razones de tales problemas e indagar, posteriormente, las causas para hallar las mejores soluciones. Lo propio de una organización como Aldeas Infantiles SOS es adoptar compromisos públicos y dar cuenta de ellos en la sociedad. Lo que realmente da autoridad moral a una organización y solidez desde el punto de vista moral es la realización de los compromisos adquiridos públicamente. Ello tiene, naturalmente, un riesgo, pero es lo que convierte a una organización en una realidad digna de fe. El valor del compromiso se traduce en una comprensión del trabajo que va más allá de la que es común en nuestras sociedades. La persona que se compromete con una organización, con un proyecto de orden social, comprende el trabajo como un modo de transformar la sociedad y de participar en la mejora del mundo. Ello le exige, si cabe, un esfuerzo todavía más intenso para alcanzar la competencia y el rigor profesional. No lo vive, solamente, como un modo de obtener beneficios económicos y de subsistir con ellos. Lo experimenta como una fuente de realización personal y de donación de uno mismo al conjunto. 27
IV. Nuestros valores corporativos
Una organización subsiste y crece como tal en la medida en que genera fidelidades en el tiempo, en la medida en que suscita formas de compromiso que afectan, también, al plano personal. El compromiso, por lo tanto, no es una nota irrelevante, ni una añadidura; constituye la condición de posibilidad de un proyecto colectivo y también, en último término, de la edificación personal. Para hacer realmente efectivo este valor en nuestros entornos sociales, se debe combatir la tendencia al individualismo y a la pasividad. Es absolutamente necesario reivindicar tal valor y despertar la ilusión, tanto en el orden de lo social como de lo laboral.
3. Confianza La confianza es la creencia convencida en la habilidad y en el carácter de otra persona y un modo de fiarse de esta. La confianza conlleva la convicción de que el otro actuará con los motivos correctos de acuerdo con las normas éticas. La confianza constituye también un valor central del profesional, pues sin ella difícilmente puede haber relación entre él y su destinatario. El agente debe hacerse digno de confianza o, dicho de otro modo, el niño debe tener razones para confiar en él, para ponerse en sus manos, para poner su vida a su disposición. La confianza solo puede depositarse desde la integridad y la coherencia de los actos. La confianza se relaciona estrechamente con la confidencialidad. La confidencialidad comprende tres valores íntimamente relacionados: la intimidad, el secreto y la confianza. El respeto a las personas exige el respeto a la intimidad del niño, a aquella esfera particular en que uno mismo se despliega ante sí, se reconoce, afirma y vincula a la propia identidad. El respeto a la intimidad de cada uno posibilita la convivencia social en la pluralidad de individuos. El velo del secreto tutela el mutuo respeto y abre camino a la confianza, vía de acceso a lo más íntimo del otro. Respeto mutuo y confianza abren la puerta al derecho de comunicar los propios secretos con la garantía de que no serán desvelados. En esto consiste la obligación del secreto profesional en el que se da por supuesto y permanece implícito el compromiso de no divulgar lo conocido en el ejercicio de la profesión. La obligación del secreto coexiste con el deber de desvelarlo cuando no hay otra manera de evitar el daño injusto de otra persona y/o de la sociedad, por ejemplo, para evitar el contagio y otro mal que amenace a la colectividad. 28
La confianza es un valor que expresa fe y la fe no es un sentimiento irracional, sino una apuesta razonable. Expresa adhesión a un determinado proyecto y a las personas que lo hacen realidad con su empeño y su tenacidad. Este valor adquiere mayores dimensiones con el tiempo, en la medida en que las expectativas puestas en el proyecto se van alcanzando lentamente. En este sentido, la confianza no es una apuesta arbitraria, sino que tiene como fundamento la experiencia, la conformación empírica. Una organización solo puede existir como tal si, en ella, se respira un clima de confianza y si, a la vez, ella misma se hace digna de confianza en su entorno. Alcanzar esta confianza y mantenerla a lo largo del tiempo en un contexto culturalmente presidido por la desconfianza y por la suspicacia no es fácil, especialmente en un ámbito, como el del Tercer Sector, donde irrumpen casos y situaciones que empalidecen el motor de la solidaridad que siempre debería estar en el fundamento de la acción social. En Aldeas Infantiles SOS la confianza se articula en distintos niveles. La primera forma de confianza tiene como destinatario el mismo niño. En Aldeas Infantiles SOS, manifestamos nuestra fe en la infancia. Contemplamos cada niño como una posibilidad nueva, como un proyecto latente, como un universo singular, único en la historia. Confiamos en su capacidad para aprender, para integrar valores cívicos, para asumir las convenciones y los hábitos sociales y participar, activamente, en el conjunto de la sociedad. Sabemos que tal empeño no es fácil, que existen múltiples barreras, pero tenemos fe en las posibilidades latentes que alberga cada niño. La segunda forma de confianza tiene como destinatario la familia. En Aldeas Infantiles SOS creemos en la familia como núcleo afectivo, como espacio de transmisión, como el entorno idóneo para el pleno desarrollo de la infancia. Tenemos fe en la familia y, en un universo como el nuestro, destacamos su valor como paradigma de los vínculos sólidos que subsisten a lo largo del tiempo. Estamos convencidos de que es el mejor entorno que puede tener un niño y, por ello, seguimos confiando en su utilidad para conseguir nuestros fines. La tercera forma de confianza se relaciona con los colaboradores. La organización debe generar confianza, tanto respecto de los colaboradores como de las instituciones públicas. Se genera confianza a través de la competencia, de la fidelidad y del sentido del deber. Cuando el entorno capta estos valores en una organización, mantiene su acto de confianza. 29
IV. Nuestros valores corporativos
La confianza se pierde cuando no existe coherencia entre el ideario y el proyecto, cuando se detectan contradicciones entre los principios y las políticas del día a día.
4. Responsabilidad El valor de la responsabilidad expresa el deber de responder, pero también la sensibilidad frente a la vulnerabilidad ajena. La responsabilidad se opone, en este sentido, a la indiferencia y a la dejadez. Responsabilidad significa, por un lado, fidelidad a los compromisos adquiridos, pero, por otro, expresa la preocupación por el destino del otro. Uno es responsable cuando responde de sus opciones personales libremente asumidas en el tiempo y cuando responde activamente a la llamada de la persona vulnerable. La palabra responsabilidad, etimológicamente, expresa con claridad el significado del concepto. Es responsable aquel que responde. El ser humano, a diferencia de cualquier otro ser, puede hablar, explicar y justificar los actos que ha realizado con libertad, puede dar razón de ellos. El ser humano es responsable porque es libre y, a su vez, la libertad humana se fundamenta en la responsabilidad. Responsabilidad, dicho muy sencillamente, es la obligación de responder de algo. Aparentemente, esta aseveración resulta muy simple, pero si nos detenemos a pensar ya no lo es tanto, puesto que se advierten unos elementos constitutivos que habremos de analizar. La responsabilidad implica: un interpelado, ya que la apelación, obligación a responder no surge del vacío; un interpelante, ante el que se responde; una tarea que es la misión de responder y una estructura en la que realizarse todo lo anterior. La responsabilidad es, por tanto, partiendo de este análisis, el ejercicio de un diálogo, llevado a cabo dentro de la existencia y valiéndose de la misma. Pero el diálogo tiene como exigencia primordial el ser coherente, lo que significa que a una interpelación determinada hay que dar una respuesta acorde con la misma. No hay auténtica responsabilidad sin libertad. El individuo tiene que ser libre para asumir el compromiso y, por lo mismo, tiene que reconocerse con capacidad para dicha asunción y consiguiente respuesta. Si no hay libertad no se puede hablar de responsabilidad, por lo que hay que concluir que una persona es responsable cuando tiene plena conciencia de sí y se posee a sí misma. 30
Todos hemos sido llamados a la vida y para responder a ella se nos ha dotado de habilidades y talentos que hemos de usar si queremos considerarnos y que nos consideren responsables. Ser responsable significa responder a la llamada de los valores que reclaman ser realizados, responder de las consecuencias de tal llamada. Ser responsable en Aldeas Infantiles SOS es responder con la acción a los valores de la organización. Ambas formas de respuesta implican sensibilidad para los valores: la capacidad de descubrir y reconocer la fecundidad que tienen para nuestra vida al ofrecernos posibilidades de auténtico desarrollo personal. La responsabilidad presenta una condición relacional: entra siempre en juego un valor que insta a ser asumido y realizado y un ser humano que responde de forma positiva a tal llamada. Ser responsable es tomar las riendas de la propia vida y responder de la marcha de la misma, de su sentido o su sinsentido, de sus logros y de sus fallos. Una respuesta es una reacción a un estímulo exterior, pero la respuesta responsable no es espontánea e incontrolada, sino que surge de un juicio valorativo; quien es capaz de dar respuesta es aquel que no permanece indiferente, aquel que no queda insensible y paralizado frente a las injusticias y a las incoherencias del mundo, aquel quien, frente a las debilidades y a las necesidades, se da rápidamente para intentar equilibrar el desorden. La respuesta responsable se da especialmente ante las necesidades de las otras personas. Este es el sentido de la mano tendida en actitud de ayuda dirigida a aquel que, en compañía, podrá superar su mal momento. La respuesta, pues, es la materialización de la apertura del propio yo. Lo es en la comunicación y en la comprensión de las situaciones y vivencias de aquellos con los que puedo entrar en diálogo y colaboración. No somos seres aislados que empiezan y terminan en sí mismos; vivimos en constante interrelación. La acción o no-acción de uno repercute en los demás, y esto es así para todos, aun para aquellos que viven en soledad. Si uno elude su responsabilidad será otro quien tenga que realizar su tarea o esta quedará sin realizar. En ambos casos cometerá una injusticia porque, o bien sobrecargará a otro con un trabajo extra, o privará a alguno de lo que le corresponde. La responsabilidad humana es de dos tipos, de tal manera que el fenómeno de dar cuenta o rendir cuentas tiene dos formas, una primaria o ética, que consiste en el hecho de dar uno cuenta ante sí mismo o darse cuenta a 31
IV. Nuestros valores corporativos
sí mismo, y otra secundaria o jurídica, que consiste en el hecho de pedir cuentas, por tanto, que los demás le pidan a uno cuentas de lo que ha hecho o hace. Ser responsable no se reduce a cumplir los deberes. Es una actitud de constante disposición a responder positivamente a la apelación de los valores, por exigente que sea.
Ser responsable significa, además de todo lo subrayado, ser capaz de asumir las críticas y de integrarlas a la hora de diseñar el futuro. Gestionar la organización a partir del valor de la responsabilidad evita, por un lado, la caída en el paternalismo y, por otro, fomenta la autonomía y la capacidad de autodeterminación en el niño.
El valor de la responsabilidad en una organización como Aldeas Infantiles SOS se concibe en tres planos: responsabilidad frente a la infancia vulnerable, responsabilidad en el uso y en la administración de los recursos humanos y no humanos de la organización y, finalmente, frente a los colaboradores privados e instituciones públicas que, con su inestimable ayuda, sustentan y hacen materialmente posibles las actividades de Aldeas Infantiles SOS. El objetivo primordial de la organización radica en responder activamente a las necesidades de la infancia vulnerable. Ello exige un pormenorizado análisis de tales necesidades y del orden de prioridades. También se requiere, para ello, de una adecuada formación del personal profesional y una innovación en todos los órdenes. Una organización es responsable cuando asume, plenamente, su papel en la sociedad; cuando actúa eficazmente en su campo de acción y responde del uso y de la administración de los recursos humanos y no humanos de la organización. En este plano, la responsabilidad está estrechamente vinculada a la eficiencia, a la eficacia y a la rentabilidad de tales recursos. Para llevar a cabo esta función, Aldeas Infantiles SOS debe responder de todos sus recursos, cuidarlos e innovar los mismos cuando sea necesario. Las inversiones, en este campo, siempre tienen como objetivo final mejorar la calidad de vida de los niños acogidos y ampliar el radio de acción a otras esferas vulnerables. Las intervenciones en el campo de lo social requieren de una continua inversión y, por lo tanto, de agentes privados y/o públicos que depositen su confianza en la organización. Mantener y acrecentar esta confianza en el tiempo es vital para una organización como Aldeas Infantiles SOS. Eso se consigue con una información transparente del uso y del manejo de los recursos y con una gestión que, sobre todo, tenga como objetivo el bien del destinatario y limite, en la medida de lo posible, la inversión en burocracia y en administración. Una organización es responsable, en este ámbito, cuando es ágil, transparente, eficiente y dinámica; cuando es capaz de asumir nuevos retos y de intervenir con los mínimos recursos. 32
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V La comunicaciรณn de los valores
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V. La comunicación de los valores
1. ¿Qué son los valores? Existen valores y hechos. Los hechos son descriptivos, perceptivos y objetivos. Por ejemplo, un billete. Los valores, por el contrario, son estimativos; por ejemplo, el valor económico —cincuenta euros— del billete de papel.
2. Valores e identidad
Un valor no es una simple palabra sino el resultado de tres componentes: un objeto que se desea, un sujeto que escoge y un contexto social en el que se inscribe dicha actividad. Un valor no es una simple referencia, sino una preferencia que se supone justificada, aunque, por lo general, implica la combinación de varios criterios. El concepto de valor consiste en un conjunto interiorizado de principios nacidos de experiencias analizadas en función de su moralidad.
Los valores forman parte de la identidad de una persona y de una organización. A veces imaginamos que lo que define a una persona o a una organización son los rasgos externos y, sin embargo, esto es falso. El factor humano es básico en Aldeas Infantiles SOS, pero lo que define la excelencia del factor humano es, precisamente, el conjunto de valores que tiene. Lo que define a una organización es su modo de ser y esto se relaciona estrechamente con los valores que tiene.
El valor es algo adquirido hasta el punto de convertirse en un hábito, algo querido voluntariamente y que acaba siendo, a la vez, objeto de deseo. Es un elemento deseable, matizado por la experiencia individual. Es algo real, racional y asimilable. Los valores son permanentes y fijos, aunque en cada época se da una mayor preferencia de unos sobre otros, pero independientemente de la jerarquización que se les atribuya, su significado es siempre el mismo.
De hecho, nos comportamos de una determinada forma porque existen unos valores que orientan y guían nuestras acciones. Ante una situación injusta, podemos optar por quedarnos de brazos cruzados o podemos pasar a la acción porque nos sentimos solidarios. En una organización solidaria se presuponen una serie de valores altruistas que son su motor o energía. Sin embargo, es esencial determinarlos y compartirlos colectivamente.
La justicia, por ejemplo, es siempre dar a cada uno lo que le corresponde, pese a que se vulnere ocasionalmente o se mantenga una disposición despreciativa hacia ella. Los valores son inagotables.Esto quiere decir que son válidos para todos y que conservan su magnitud siendo indiferente el número de personas que los acojan. Los valores son necesarios, según apreciamos experimentalmente en nuestra vida cotidiana y profesional, para crecer en nuestro desarrollo y para elevar el grado de convivencia a unos baremos verdaderamente humanos, que nos hagan superar las circunstancias adversas que origina la sociedad en la que nos movemos. Para que un valor sea integrado por una persona es preciso que llegue a reconocerlo como tal valor, a seleccionarlo, a elegirlo, a actuarlo y habituarse a esta actuación. De la misma manera que los valores se han de enseñar siempre, y nos hemos de formar continuamente, la educación en valores se ha de producir en todo lugar. Los valores son de muy variada índole y, por tanto, requieren una 36
jerarquización. Lo que verdaderamente importa es la calidad y no la cantidad, por lo que habrán de localizarse perfectamente aquellos valores que más nos pueden interesar en el ámbito de la Aldea.
Los valores no existen de forma aislada, sino jerárquicamente ensamblados, en la unidad de cada persona y de cada grupo. De forma aislada podríamos decir que todos nos gustan. Sin embargo, en la práctica elegimos y preferimos algunos y, con nuestra forma de vivir, establecemos cuáles son nuestros verdaderos valores. En una organización hay siempre una pirámide de valores que puede ser explícita o no serlo, pero desde ahí se toman las direcciones y se actúa hacia una determinada dirección. Con frecuencia no coinciden los valores que proclamamos como nuestros con los que realmente vivimos. Es lo que llamamos diferencia entre las creencias de valores que mantenemos y los valores realmente vividos. La discrepancia o disociación entre los valores concebidos que interiorizamos y la vivencia real es, en buena parte, la causante de muchos desequilibrios y problemas no solo en la estructura de la personalidad, sino también de las organizaciones. Los valores que tiene una organización no se descubren en la teoría, sino en la vida práctica. Cuando uno observa los modos de interacción personal y las formas de actuar que acontecen en ella, se descubren los valores que se viven. Los valores dan identidad a una organización y solo es posible definir, con propiedad, la identidad de una organización a partir de sus valores 37
V. La comunicación de los valores
invisibles. Al fin y al cabo, lo que nos define no es, precisamente, lo visible, sino lo invisible. Los valores se visibilizan en el ejercicio práctico, en la acción, pero no son realidades empíricas, no son hechos.
varía a lo largo de nuestra vida, pues lo que nos parece un valor fundamental en la adolescencia no necesariamente lo es en la madurez o en la vejez. El descubrimiento de los valores se realiza mediante experiencias significativas y a través de personas que los hacen visibles con sus actos.
3. ¿Y los contravalores? ¿Qué son?
Los valores se contagian, ya que son captados más fácilmente allá donde la vida de las personas manifiesta coherencia entre el pensar y el hacer, el hacer y el comunicar. El proceso de valoración radica en la relación. Los valores nos llegan por vía relacional, por medio de los otros, si bien es imprescindible una predisposición personal abierta. A lo largo de la vida humana, la persona establece muchas y variadas relaciones con determinados objetos, pero estas relaciones resultan mucho más predominantes en lo que se refiere a las relaciones con las personas.
En el desarrollo de toda organización existen actitudes o formas de intervenir que obstaculizan leve o gravemente el cumplimiento de sus fines. Los valores son, como hemos dicho, horizontes de referencia que cuando son compartidos por los miembros de una organización facilitan la intervención y además contribuyen a la excelencia y a la calidad del producto final. Los contravalores son obstáculos, actitudes hostiles o negativas que generan disfunción en una organización. Desde este punto de vista, llamamos “contravalores” a todo cuanto se opone al crecimiento armonioso de la personalidad y, por extensión, de un grupo humano. Todos somos libres de vivir según nuestros valores o, por el contrario, nuestros contravalores. A menudo la sociedad nos propone más posibilidades de desarrollar los contravalores que los valores. Demasiado a menudo nos dejamos atrapar por estas propuestas que la sociedad de consumo nos hace y pensamos que la felicidad y el goce nos llegan desde el exterior. Solo la persona autónoma valora críticamente sus propios valores y los contravalores que surgen en su entorno. Desde la autonomía somos capaces de interrogarnos, de contrastar, de elegir y aceptar la orientación de la vida a partir del propio sistema de valores, pero también de corregir nuestras elecciones, pues constatamos que no siempre lo que se había elegido es garantía de autorrealización, ni resulta útil para los demás. Es esencial determinar colectivamente los contravalores de una organización y tratar de reducirlos. En el marco de una sesión compartida con miembros de Aldeas Infantiles SOS afloraron una serie de actitudes negativas que deberían ser superadas para el buen funcionamiento de la organización: la rumorología, la opacidad comunicativa y el individualismo en la acción.
4. El proceso de valorar Los valores son dinámicos, están ligados al desarrollo de la personalidad y muy influidos por los procesos de socialización. Conseguimos madurar en los valores mediante el proceso de valoración. El proceso de valorar algo 38
Es esencial en una organización como Aldeas Infantiles SOS aprender el proceso de valorar desde el punto de vista grupal. Generalmente, este proceso se da a título individual y de un modo asistemático y espontáneo, sin embargo, es preferible, para la buena marcha de la organización, la debida valoración corresponsable. Toda valoración grupal requiere de tiempo, de diálogo y de unos mínimos criterios compartidos a partir de los cuales se efectúa la citada valoración.
5. ¿Se puede educar en valores? La acción educativa es un factor clave en Aldeas Infantiles SOS. La educación es preferencial en ella y, de un modo especial, la educación en valores. Educar es una acción intencional que se realiza para ayudar a otro ser humano a sacar fuera de sí lo mejor de sí mismo. Educar en los valores no significa imponer, sino más bien proponer, mostrar diferentes caminos y opciones para que cada uno vea cuáles son los mejores para él a título personal. Educar es, en este sentido, ayudar a desarrollar la capacidad de elección. Los valores, tal y como se ha dicho anteriormente, no se enseñan; se viven. Educar en los valores significa liberar las fuerzas existentes en la persona, despertar su capacidad de elegir libremente opciones. Requiere de un ambiente donde la persona pueda expresarse tal como es, donde se sepa acogida por lo que es, no por lo que hace o deja de hacer. En definitiva, educar es ayudarle a descubrir los valores que vive, a analizarlos, a criticarlos, a contrastarlos hasta que lleguen a ser verdaderamente suyos.
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V. La comunicación de los valores
La educación en valores favorece el desarrollo del pensamiento, la capacidad para el análisis crítico y, al mismo tiempo, la afectividad. Nuestras decisiones y acciones no están guiadas exclusivamente por la mente, sino que también ponemos el corazón en lo que hacemos.
un valor parte de un proceso de percepción. La percepción del sentido o significado requiere una capacidad de lectura de la realidad y del propio interior. Las situaciones que vivimos en la sociedad o en la organización son signos a los que hay que dar respuesta y esta respuesta surge de dentro.
Hablamos de valores cuando hacemos referencia a pensamientos o ideas que conducen a la persona a actuar y a relacionarse con los demás. Han sido asumidos por la voluntad propia y constituyen una pauta que orienta la vida del individuo dando sentido a cualquier decisión.
Cuando una persona descubre un valor, se adhiere al mismo, lo hace suyo, y pasa a formar parte de su experiencia personal. Desde este instante encuentra en el valor algunas de las razones de su existencia y, por tanto, se compromete a actuar de acuerdo con sus directrices. El valor vivido se transmite, se comunica a los demás, porque lo que hemos descubierto como algo bueno para nosotros, lo queremos también para los demás. Cuando comunicamos valores, nos comunicamos nosotros mismos, compartimos una parte de nuestra identidad personal.
Según esto, los valores deben ser la base sobre la que se constituirá la personalidad del niño, llegando él a organizarlos y estructurarlos según sus prioridades, con lo que cada individuo, a partir de una cierta edad, determinará su propia escala. Cuando hablamos de valores, hacemos referencia a aquellas ideas, innegociables, que constituyen la base por la que la persona actuará autónomamente, ante cualquier situación, de forma positiva, adecuada y válida. El ser humano es un ser perfectible. La adquisición de un sistema de valores completo y ético no se alcanza generalmente hasta después de la adolescencia y con dificultades, pues hace falta trabajar sobre uno mismo, desarrollar capacidades, dominar habilidades intelectivas y tener el valor de decidirse por uno u otro valor cuando se presentan varios, igualmente buenos, igualmente provechosos, y entran en confrontación. El ser humano, por ser inteligente, es capaz de valorar las cosas y guiarse por lo que tienen de ideal. De esta forma, desarrolla unas actitudes o modos de ser ante los valores. Su conducta se define por el conjunto de actitudes, que se convierten en hábitos y que constituyen la virtud. Al hablar de transmisión de valores y, por lo tanto, de la adquisición se pueden comentar dos vías: a. La vía implícita, que se cumple con aquellos valores que forman parte de la atmósfera social en la que vivimos, una especie de agenda oculta al decir de los psicólogos.
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Educar en valores consiste, especialmente, en desvelar, suscitar, sugerir, verbalizar y contagiar los valores que se entienden y se viven de forma relacional, en una constante y fecunda tensión creadora entre las realidades subjetivas y objetivas.
6. ¿Cómo se transmiten los valores? El centro de gravedad de Aldeas Infantiles SOS radica en la estructura familiar. La familia es la encargada de educar y de transmitir valores. Hay un modo espontáneo de transmitir valores consistente en crear un clima adecuado para que los padres comuniquen a los niños el conjunto de ideas y de creencias que forman el bagaje culturalmente aceptado como paquete ético sobre el que construir todos los elementos que se han expuesto. La familia es el principal agente transmisor de valores. Realiza esta tarea mediante la función narrativa consistente en contar cosas, vehículo mediante el cual los niños van recibiendo los materiales con que construirán su bagaje de referencias para edificar toda una vida. Ese contar cosas o función narrativa es algo que hay que fomentar en una organización.
b. La vía explícita es el sistema manifiesto de transmisión de valores. Todas las familias, religiones, partidos políticos, asociaciones presentan preferencias axiológicas claras.
Para poder transmitir valores hay que estar junto a las nuevas generaciones. Nunca dejará de insistirse suficientemente en la necesidad de que los padres aparezcan ante los niños como modelos de identificación situándose siempre en la posición que haga posible que vean en ellos tanto los aspectos positivos como los limitantes que están presentes en su personalidad total.
Para llevar a buen término una educación en valores hay que descubrir los valores latentes en una persona o en una organización. La captación de
Tanto la madre SOS y su equipo educativo, como las familias acogedoras que acompañamos tienen que fomentar una adecuada adhesión al sistema 41
V. La comunicación de los valores
de valores que consideran necesario para la estructuración coherente y progresiva del grupo familiar del que son responsables. En la transmisión de una jerarquía de valores ha de distinguirse lo esencial de lo accidental en función de variables culturales. Desde Aldeas Infantiles SOS se acepta un pluralismo de enfoques en los cuadros de referencia. La labor de las familias SOS y de las familais acogedoras es fomentar el intercambio de valores procedentes de otros contextos educativos o culturales.
7. ¿Se pueden aprender los valores? Los valores se adquieren por medio de su práctica. Al ejercitar las tareas propias, enseñamos a los niños a ser justos, a tratar a los demás como ellos quieran ser tratados, a incluir y a no excluir, a dedicar tiempo a las amistades y a estar disponibles para los que nos quieren o nos necesitan. Al poner en práctica la justicia, les mostramos que toda persona tiene valor en sí misma. Al ejercitar la fidelidad, les enseñamos que las relaciones humanas merecen la pena. Al practicar la autoestima personal, también nuestros hijos se sienten capaces y llenos de posibilidades. Gracias a la solicitud amorosa y al cuidado, los hijos se sienten queridos y protegidos. A través de la educación en valores ayudamos a los niños a que entiendan que los sentimientos que experimentan nacen dentro de ellos y que su mundo interior es tan espacioso como el océano, que sus emociones positivas les permiten sentirse esperanzados, felices y soñadores, y las negativas les deprimen, asustan o les hacen sentir necesitados de protección. Mediante la transmisión de valores, ayudamos a los niños a que entiendan que hay un mundo interior, pero también que hay uno exterior y que deben aprender a manejarse en este último en su condición de miembros únicos. Les ayudamos a entender que, así como a uno le lleva tiempo comprender a sus hermanos, a su amigo o compañero de clase, lleva su tiempo conocerse a uno mismo. En toda organización se detecta la necesidad de reducir a algunos valores fundamentales el conjunto de opciones, para que, de este modo, se pueda construir un bagaje esencial sobre el que poner todo el esfuerzo. La tarea de discernir los valores que deben ser transmitidos en la organización afecta al conjunto de la misma y atañe a todos los agentes que intervienen en ella, cada cual según su responsabilidad y su faceta. Es esencial programar qué valores van a ser transmitidos y en qué dirección.
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De lo que se trata, en el fondo, es de fijar una familia de valores y transmitirla en la organización. Una familia de valores es un conjunto de valores que guardan un estrecho parentesco entre sí y que se organizan en función de un núcleo central. En Aldeas Infantiles SOS existe una familia de valores. Esta familia de valores es, precisamente, la que debe ser transmitida, pero no solo entre el profesional y el niño, sino también entre los distintos profesionales y entre todos los cuerpos que entran en interacción en la organización. La familia de valores es el mejor legado de una organización y debe ser vivida en múltiples direcciones. En algunos casos, puede aparecer un conflicto de valores, pues no siempre es armónica la relación que se da en una familia de valores. Entonces es necesario dialogar y hallar soluciones consensuadas en el equipo. Un ejemplo de conflicto, por ejemplo, puede darse entre el valor de la responsabilidad y el del respeto. Por un lado, un educador debe ser responsable de sus niños, pero, por otro, debe respetar su libertad y su capacidad para hacer actividades de un modo autónomo. En algunos momentos no resulta nada fácil discernir la tensión entre responsabilidad y respeto. Cuando ocurran dificultades de este tipo, es esencial el diálogo y la discusión en el equipo y aclarar conjuntamente cuál es el valor prioritario en aquella determinada situación.
8. Tipos de valores Grosso modo, se pueden distinguir cinco tipos: a. Los valores individuales, que afectan a la vida privada de la persona, a su forma de reaccionar ante cualquier situación en la que pueda hallarse. b. Los valores sociales, que afectan a las relaciones de unas personas con otras y a las situaciones en que se interactúa. c. Los valores técnicos, que afectan a la relación de la persona con las cosas y a la significación que estas cobran en la vida de las personas. d. Los valores trascendentes, que afectan a la relación de la persona con una realidad superior en la que cree, a la que ama. e. Los valores de la organización, que afectan a la relación de la persona con otras personas en una organización.
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V. La comunicación de los valores
El profesional, como miembro de una organización, debe respetar y cuidar los valores de dicha organización, sin embargo, ello no significa ni mucho menos el desdén a otros tipos de valores. Como persona tiene unos valores individuales y, como miembro de una sociedad, vive un determinado conjunto de valores sociales que debe contemplar.
profesional tiene, como es natural, sus creencias personales y además difieren unas de otras porque los agentes que intervienen en una institución pueden provenir, por lo general, de ámbitos y mundos axiológicos, culturales, religiosos y simbólicos distintos o, mejor dicho, no necesariamente idénticos entre sí.
Cada profesional debe hallar un punto de equilibrio entre sus valores personales y los de la organización. En algunos momentos puede existir tensión, especialmente cuando el grado de identificación con el proyecto de la organización y su familia de valores es escaso. Sin embargo, cuando existe un conocimiento previo de la misma y una asunción de sus ideales, resulta mucho más fácil evitar tensiones de tipo axiológico.
La ética organizacional se funda en un conjunto de obligaciones que trasciende las creencias individuales y que los agentes deben respetar. No debe identificarse con el conjunto de reglas de carácter legal que regulan internamente la organización en cuestión. Tampoco debe interpretarse como un cuerpo rígido de normas y de principios que definen las directrices de un colectivo humano. En una sociedad plural, toda organización debe integrar elementos nuevos, pero también tiene que definirse y expresarse como es en su misma identidad y explicitar sus valores.
En Aldeas Infantiles SOS se respetan los valores individuales de cada profesional y se considera que este conjunto de valores puede ser altamente positivo como contribución a la construcción de los valores de la organización. Al fin y al cabo, los valores de la organización no se crean por generación espontánea, sino a través de la intervención de cada uno de los agentes que actúan en ella. Desde esta perspectiva, es esencial la tarea de armonizar los valores individuales y los valores organizacionales y no plantear este binomio en términos de disputa, sino en términos de sinergia. Se debe aprovechar el capital intangible de cada ser humano para enriquecer, de este modo, los valores de la organización. La organización no es un todo abstracto e impersonal, sino una red de personas que se comunican entre sí y que comparten una familia de valores. Lo que permite el buen desarrollo de una organización es, precisamente, la óptima comunicación y la cohesión de los valores que se viven en ella.
No debe considerarse la ética de la organización como un conjunto rígido de principios que hay que aplicar de un modo uniforme en una organización, sino más bien como una declaración pública en la que la organización como agente moral ofrece su poso axiológico, es decir, su identidad moral, su sistema de valores implícito; factores que se traducen en distintas prácticas y concreciones. La ética organizacional constituye un ámbito de reflexión escasamente explorado y, sin embargo, para comprender la posición de la organización respecto de un determinado problema o conflicto moral, es necesario introducirse en la ética de dicha organización y comprenderla como un agente moral.
La razón de ser de Aldeas Infantiles SOS es el bien del niño. Nunca debe perderse de vista este horizonte. Se trata de una organización solidaria, de una comunidad benevolente, sin voluntad de lucro. La organización no debe considerarse como el médium neutral donde interviene el profesional, sino como un ámbito físico y axiológico donde se desarrolla la tarea de educar y cuidar. En este sentido, puede considerarse como un sistema microsocial que, como todo sistema constituido por personas, genera dificultades. La ética de la organización consiste en el conjunto de principios normativos de carácter general fundamentales en una organización. No es la suma de creencias personales de los agentes que intervienen en ella, sino el marco general, la configuración moral que se desprende de su ideario. Cada 44
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VI Ser profesional en Aldeas Infantiles SOS
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VI. Ser profesional en Aldeas Infantiles SOS
La profesión se puede definir como una actividad ocupacional desde la que se hace un servicio específico a la sociedad a través del cual se obtiene el medio de vida. Es una actividad concreta orientada a un fin concreto, el ejercicio de una facultad humana hacia unos objetivos determinados y específicos. De hecho, las profesiones surgen, a lo largo de la historia, como medios para satisfacer las necesidades propias del ser humano. Al profesional de Aldeas Infantiles SOS se le exige la competencia necesaria para hacer del otro (el niño) una persona que pueda vivir con toda la dignidad que, como tal, se merece. El destinatario principal del profesional de Aldeas Infantiles SOS es el niño. Toda la tarea profesional e institucional debe orientarse a este fin, lo que implica que el perfil del profesional debe amoldarse a los objetivos de la organización y no la organización a los intereses del profesional. Solo cuando el profesional asume plenamente el objetivo final de la organización, presta un servicio positivo a la misma y, consiguientemente, al conjunto de la sociedad. De aquí que el bien del profesional y el bien de la sociedad vayan mutuamente compenetrados. Solo desde esta complementariedad se puede entender y justificar la dignidad del profesional. Ser profesional en Aldeas Infantiles SOS tiene unas connotaciones peculiares. No solo porque se trata de una organización no gubernamental, no solo porque su espacio de intervención sea el sector de la infancia, sino por el modo de intervenir en este escenario. Al profesional de Aldeas Infantiles SOS se le exige una implicación personal y existencial que trasciende lo que se denomina habitualmente “implicación profesional”. Ser profesional en Aldeas Infantiles SOS implica un alto grado de convicción y de responsabilidad. Las convicciones son necesarias para desarrollar eficazmente la labor encomendada, pero también lo es, y mucho, la responsabilidad. La frontera entre lo personal y lo profesional resulta muy difícil de precisar en los profesionales de primera línea de intervención, pues su trabajo ocupa gran parte de su vida y su vida se identifica mucho con su labor profesional. Aunque es necesario gozar de determinados tiempos libres, el hecho es que en Aldeas Infantiles SOS la implicación profesional trasciende, en muchos casos, otras formas de implicación profesional. Hay un plus de implicación que hace del profesional de Aldeas Infantiles SOS un profesional singular que pone en la tarea que desempeña no solo parte de su tiempo, sino que se entrega personal y existencialmente a su labor.
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1. Vocación y profesión Toda organización pretende responder a un campo de necesidades. Desde Aldeas Infantiles SOS se pretenden paliar las necesidades afectivas, sociales, culturales, económicas, morales y espirituales de los niños. El impulso de esta respuesta personal y organizativa se genera por motivación de tipo vocacional. En esta respuesta se une capacidad y deseo (aptitud y voluntad) de trabajar para paliar las necesidades del niño, ayudándole a desarrollar todas sus potencialidades. La finalidad de la organización consiste, precisamente, en responder a un conjunto de necesidades, en propiciar para cada niño en situación vulnerable un hogar digno y un entorno normalizado, donde pueda ejercer sus derechos y deberes como cualquier otro ciudadano. Vocación es llamada. En el caso de Aldeas Infantiles SOS, la llamada viene del niño vulnerable que requiere de una acción responsable, eficaz y competente. Existe una íntima relación entre vocación y organización. La escucha es el requisito previo para la vocación, pues, si no hay escucha, no se percibe la llamada y tampoco se detecta, por consiguiente, la necesidad del otro. Solo el que escucha puede tener vocación, porque solo él puede ser receptivo a la llamada. La vocación en Aldeas Infantiles SOS arranca de una llamada: la llamada del niño vulnerable y, frente a esta llamada, se practica una respuesta (responsabilidad) no solo individual, sino colectiva, que puede ser más o menos eficaz pero que trata de paliar la necesidad detectada. Precisamente, la ética de la organización tiene mucho que ver con el valor de esta respuesta y los cauces de su articulación. Decimos que una organización goza de una buena salud ética cuando su respuesta está a la altura de sus necesidades. Para ejercer determinadas profesiones se requiere de una cierta llamada, de una cierta inclinación hacia un determinado ámbito cultural o problema social. La sola vocación no garantiza, ni mucho menos, una labor adecuada, pero la mera profesionalidad ejercida sin convicción, sin inclinación, puede convertirse en una acción mecánica y estereotipada. La buena praxis profesional requiere de vocación y de profesionalidad y ambas deben ir íntimamente unidas. Solo podrá responderse eficazmente a la demanda del niño vulnerable si hay profesionalidad y una buena dosis de ética en el seno de la organización. El óptimo ejercicio de la profesión en Aldeas Infantiles SOS requiere de una cierta vocación, no en el sentido religioso o esencialista del término, pero sí que se precisa una fuerte inclinación a trabajar con los niños y al servicio 49
VI. Ser profesional en Aldeas Infantiles SOS
de su cuidado y de su promoción integral. Se trata de una intervención que implica vitalmente y puede desgastar gravemente a la persona que la desarrolla si no se cuida lo suficiente, tanto desde el punto de vista emotivo como psicológico y personal.
personal y de la ética profesional pueden entrar en conflicto cuando, por ejemplo, el profesional cree que no debe actuar en tanto que persona, pero se ve obligado a hacerlo en tanto que profesional. La persona es anterior a la profesión y, por lo tanto, la esfera de la ética personal es anterior a la esfera de la ética profesional.
2. Ser persona y ser profesional
En Aldeas Infantiles SOS, la diferencia entre la ética personal y la profesional es difícil de deslindar, pues la implicación profesional en la organización es de carácter vital y global. Sin embargo, es básico distinguir la persona de la profesión. Hay que respetar la autonomía de cada persona, sus valores y sus modos de actuar y de pensar, pero en tanto que profesional debe adaptarse a unas reglas compartidas por todos. La organización solo puede existir como tal cuando los profesionales asumen personalmente determinadas reglas de juego. En este particular se juega su misma profesionalidad y no solo esto, sino también la imagen exterior de la organización.
La ética personal puede entenderse como el sistema de valores que tiene un ser humano en tanto que ser individual y único. Todo ser humano, de un modo explícito o implícito, participa de unos determinados valores, jerarquiza unas determinadas actitudes y, a partir de esta jerarquización, analiza sus acciones y toma decisiones a lo largo de su vida. El sistema personal de valores puede transformarse a lo largo de la biografía, pues inciden muchos factores que pueden alterar no solo de forma accidental, sino significativamente el modo de obrar y de pensar. La ética personal, pues, se mueve en el ámbito de la privacidad y de la vida del entorno más íntimo. Precisamente porque el ser humano es un ser social, sus valores pueden entrar en colisión con los valores de otros seres humanos, de sus familiares, de sus amigos, de sus colegas y, de este modo, pueden aparecer conflictos y tensiones en la esfera relacional. Lo que se le exige al profesional de una organización no es que abandone su ética personal para ejercer exclusivamente los principios recogidos en el código deontológico, sino que sea capaz de distinguir el ámbito privado del ámbito profesional y que, en tanto que actor dentro del mundo social, se rija por unas normas y unos criterios debidamente consensuados por el conjunto de la profesión de la que hace gala. La ética profesional, también denominada ética colectiva, se refiere al conjunto de criterios y normas que deben regular la práctica profesional. La profesionalidad exige la práctica ética, pues no solo se refiere a los aspectos científicos o técnicos, sino fundamentalmente al modus operandi de cada persona. Decimos de alguien que es un buen profesional cuando, además de conocer a fondo su disciplina, respeta los derechos fundamentales de su destinatario, de sus colegas de profesión y las reglas y principios que rigen la institución donde actúa. El ejercicio de la ética profesional no solo incluye el cumplimiento del código deontológico, sino la práctica de determinadas virtudes. La esfera de la ética 50
En casos de tensión entre la ética personal (los propios valores) y la profesional (los valores de la profesión), es necesario dialogar con los directamente implicados y buscar soluciones mixtas. Nunca se debe olvidar, sin embargo, que el profesional antes de ser profesional es una persona y que, por encima de todo, debe respetarse su conciencia.
3. Una profesión con rostro Las tareas de cuidar y de educar requieren, ineludiblemente, el contacto, el rostro a rostro, la proximidad espaciotemporal, en definitiva, el tacto. Grosso modo, se pueden distinguir dos tipos de profesiones: las que requieren ineludiblemente la presencia humana y las que pueden desarrollarse de un modo maquinal, donde lo humano es accidental o epidérmico. La labor que se desarrolla en Aldeas Infantiles SOS requiere de la presencia de personas, formadas y sensibilizadas, con capacidad de acción y responsabilidad. En la sociedad de la tecnología abundan profesiones donde la presencia humana es accidental o irrelevante. En determinadas organizaciones lucrativas de tipo industrial, la presencia humana ha descendido aceleradamente en los últimos lustros. En Aldeas Infantiles SOS, sin embargo, el factor humano es básico. Las personas son necesarias e ineludibles, pues solo las personas son capaces de amar, de cuidar y de acompañar a un ser humano frágil. El objetivo final de Aldeas Infantiles SOS es que el niño vulnerable se 51
VI. Ser profesional en Aldeas Infantiles SOS
convierta en un ciudadano libre y responsable, pero ello implica una enorme y prolongada tarea donde intervienen distintos agentes. Solo un profesional con rostro puede ayudar a otro ser humano a encontrar el sentido de su existencia y la razón de vivir. Ello requiere del ejercicio del diálogo, de la práctica de la ternura, de la proximidad, de la capacidad de ponerse en la piel del otro y la voluntad de sanarle, de promocionarle.
4. Convicción y responsabilidad Una convicción es una realidad arraigada en nuestro interior y que no estamos dispuestos a cuestionar y a poner entre paréntesis. Las convicciones no las tenemos como quien posee una cosa en su mano, sino que forman parte de nuestra identidad, de nuestra personalidad moral y constituyen una dimensión esencial de nuestra vida. Son motores de nuestro obrar, porque orientan nuestros pasos hacia una determinada dirección. En Aldeas Infantiles SOS es clave la convicción de que la realidad de los niños puede mejorarse y debe ser mejorada. Si no se parte de esta convicción, difícilmente se podrá intervenir adecuadamente. Ser sensible a los problemas de la infancia, tener la convicción de que es necesario implicarse para paliar el sufrimiento y el dolor de tantos seres vulnerables es algo esencial en el profesional de Aldeas Infantiles SOS. Para ejercer bien la propia profesión en Aldeas Infantiles SOS no basta con convicciones, sino que además se debe exigir responsabilidad, capacidad de responder de los propios actos y de las propias decisiones. El profesional es responsable de una determinada parcela de la organización y tiene que dar cuenta de ella en el conjunto. Si su acción falla, si su intervención es inadecuada, ello repercute negativamente en el todo y hace mermar el objetivo que comunitariamente se persigue. Ser responsable significa asumir las propias tareas de un modo riguroso, considerar seriamente lo que se tiene entre manos, vivir con la idea de que nuestra intervención, aunque aparentemente pueda resultar insignificante, es básica para la edificación de una sociedad mejor.
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VII Una organizaciรณn singular
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VII. Una organización singular
Las organizaciones están al servicio de un bien, no son un fin en sí mismas. Se proponen transformar una determinada área de la realidad mediante el trabajo organizado de los distintos agentes que intervienen en ella. En una organización es fundamental no perder de vista el sentido final de la acción, el para qué de la misma. Debemos cuidar de las organizaciones para que realmente sean un medio eficaz para alcanzar sus objetivos. La organización es, además, un factor de socialización, una estructura supraindividual que da forma a sus miembros con un orden simbólico determinado. El trabajo de las organizaciones consiste en acumular sentidos y ponerlos a disposición del individuo, tanto para sus acciones en situaciones particulares como para toda su conducta a lo largo de la vida. El agente que interviene en una organización debe tener en cuenta este aspecto, porque el profesional no trabaja en el vacío, sino que su obrar tiene una orientación estrictamente conectada a su localización y a su ubicación institucional. Esto quiere decir que hay que ver la organización como una comunidad donde el individuo debe ser acogido y reconocido, desde donde podremos luchar contra la siempre amenazante desestructuración. La organización tiene como principal misión la actualización del sentido que necesita el hombre para poder aproximarse en la búsqueda de una vida completa y virtuosa, haciendo de esta tierra un hogar para vivir. En este sentido, no debemos olvidar que, a menudo, las organizaciones se desentienden de los contenidos que desean interpretar, centrándose en los elementos ya interpretados. Es esencial reinterpretar constantemente la realidad y no quedarse en lecturas ya hechas, porque entonces la organización como tal pierde vitalidad. Se puede afirmar, también, que las organizaciones son sistemas de comunicación, de acogida, donde lo humano tiene que desarrollar un papel prioritario. En el caso de Aldeas Infantiles SOS, esta comprensión de la organización es básica. Aldeas Infantiles SOS es un sistema de acogida, porque su finalidad esencial es acoger a niños vulnerables de la sociedad para convertirles en ciudadanos libres, responsables y cívicos. Esta tarea de acoger, de dejar espacio y de dar tiempo está en la base de Aldeas Infantiles SOS y es lo que la convierte en una organización fundamentalmente solidaria. Las funciones profesionales están ligadas, a menudo, a las expectativas 56
institucionales y al ejercicio profesional. Estas funciones incorporan tanto valores como obligaciones. Las funciones interiorizan convenciones, costumbres, procedimientos de enseñanza, de atención social y sanitaria. Cada cuerpo organizado tiene una historia que mantiene una tradición y requiere que los profesionales cultiven ciertos valores. Estas normas y valores incorporan criterios de mérito y de distinción profesional y la posesión de estos valores dispone a la persona a actuar de acuerdo con los objetivos de la profesión. Los valores en la práctica son rasgos habituales del carácter que facultan al ser humano para actuar de acuerdo con objetivos loables y con expectativas asociadas al papel de las organizaciones. Los valores en la práctica deben distinguirse de habilidades técnicas relacionadas con la función desarrollada. Aldeas Infantiles SOS es una red de personas y de sentido, una red de personas que, vinculadas unas con otras, constituyen una comunidad no solo de tipo técnico, sino de tipo ético, pues los lazos que unen a estas personas también se mueven en el ámbito de los valores y no solo en el ámbito de los intereses. Aldeas Infantiles SOS se propone dar sentido a la realidad social, transformar la realidad que nos rodea para bien, para mejorarla.
1. La singularidad de Aldeas Infantiles SOS La peculiaridad de Aldeas Infantiles SOS en el conjunto del sector de la infancia reside fundamentalmente en el método de intervención y en la filosofía de la organización que avala el citado método. El sector de la infancia es un sector compartido por otras ONG, pero el modo de intervenir desde Aldeas Infantiles SOS es especialmente original. Al fin y al cabo, donde se pone de relieve el auténtico valor de un método y de una filosofía organizacional es en su aplicación práctica. Solo el contraste con la realidad garantiza el éxito real de un determinado sistema teórico. La originalidad de Aldeas Infantiles SOS ha sido puesta en práctica en distintos territorios en muchos países. A raíz de esta experiencia, se puede hablar, con razón, de un modelo consolidado, aunque, como todo modelo, requiere siempre de apertura a nuevas formas metodológicas y a correcciones internas de cara a su óptimo desarrollo. El centro de gravedad de Aldeas Infantiles SOS es el bien del niño. Este fin también lo comparten otras ONG, pero no el valor que se otorga a la 57
VII. Una organización singular
familia como elemento esencial de la intervención. En la filosofía de Aldeas Infantiles SOS, la familia es el entorno privilegiado de acogida, el lugar de transformación de la realidad del niño. En la organización, este entorno es su eje fundamental. Todo en el conjunto de la organización va orientado a promocionar y sostener eficazmente la estructura familiar. En Aldeas Infantiles SOS, se parte de la tesis de que el lugar más idóneo para el desarrollo integral del ser humano es la familia, el hogar. Sin embargo, muchos niños no gozan de un espacio íntimo y privado para desarrollarse y ello repercute, negativamente, en su desarrollo personal. Para paliar esta situación, en Aldeas Infantiles SOS se reconstruye a la familia de un modo artificial, pero respetando en lo posible la familia biológica. Se trata de emular, en la medida de lo posible, un espacio familiar ideal, un lugar de encuentro íntimo y de mutuo respeto. En Aldeas Infantiles SOS lo peculiar es la reconstrucción del modelo familiar como núcleo de acción sobre el niño. Quizá por ello, el cultivo y el desarrollo de la afectividad es esencial en este modelo. En esta reconstrucción, la educadora permanente o madre SOS es el eje de la estructura familiar y ella tiene como finalidad cuidar de los niños con ternura y fidelidad. Para llevar a cabo de un modo óptimo esta función es necesario reflexionar en torno a los distintos modelos de maternidad y de familia y optar, desde un claro compromiso de la organización, por el modelo que sea más positivo para la persona. No se trata, simplemente, de reproducir el propio modelo familiar, sino de llevar a cabo aquel que se considera más óptimo desde todos los puntos de vista. En el sustrato de dicha filosofía, se asume la tesis de que todo ser humano, para poder gozar de un pleno desarrollo de sus facultades, debe resolver sus necesidades afectivas. Debe ser reconocido como tal y necesita ser amado. No hay educación integral sin amor. El ser humano es una estructura relacional y requiere de un ámbito privado para desarrollarse como tal. El hogar cumple esta función. Es el lugar de la relación originaria y de la intimidad compartida. En Aldeas Infantiles SOS la defensa de este lugar no es un lujo, sino la misma esencia de la organización. Y así lo defiende en sus distintos programas de protección y fortalecimiento familiar.
2. Acción y contemplación En el desarrollo de la vida humana pueden distinguirse tres actividades 58
diferentes: la contemplación, la acción y la producción. La primera se refiere a la capacidad de pensar y de reflexionar sobre el mundo, la segunda a la vida activa y la tercera a la capacidad de producir entidades nuevas. Una ONG es, fundamentalmente, un ámbito de acción. Se actúa en una determinada dirección y son muchos los actores implicados. También en Aldeas Infantiles SOS lo que une a los distintos agentes que intervienen en ella es, precisamente, la acción, pero no cualquier acción, sino una que se define como solidaria. El vínculo de unión en Aldeas Infantiles SOS es la acción a favor de la infancia, pero toda acción, para ser realizada debidamente, requiere de una previa y continuada contemplación. Solo el actor que es capaz de ser espectador de sí mismo aprende a superar sus fallos y sus precariedades. Cuando uno se observa, puede reconocer sus errores y puede intentar corregirlos. Lo mismo ocurre en el plano de una organización. Cuando en una organización es posible contemplar detenidamente su marcha, hallar espacios para vislumbrar sus puntos flacos, se pueden tomar decisiones en una línea positiva. En una ONG es fundamental la acción, pues es su razón de ser, pero también lo es la contemplación colectiva. Se trata de actuar, pero también de pensar las razones de la acción y los modos de desarrollarla. Cuando pensamos nuestra acción, la sometemos a crítica y podemos mejorarla en el futuro. Los dos enemigos fundamentales de una ONG son, por un lado, el estatismo, y, por el otro, el activismo. El estatismo se produce cuando en ella se sufre una ausencia de acción, debido a un exceso de burocracia. El activismo, en el otro extremo, se produce cuando se actúa por actuar, pero no por una razón determinada. En Aldeas Infantiles SOS no se debe actuar arbitrariamente, sino a la luz de unas razones explicativas de dicha acción. La acción en el campo de la infancia vulnerable también debe ser pensada. Desde Aldeas Infantiles SOS se intenta articular una armónica complementariedad entre la acción y el pensamiento.
3. Un estilo de vida El grado de implicación personal es muy intenso y, por ello, no puede calificarse meramente de actividad laboral, sino de un estilo de vida, de un modo de existir, porque el hecho de intervenir en Aldeas Infantiles SOS altera significativamente la vida. También es verdad que en la organización existen grados y roles de distinta implicación, pero el profesional de primera línea de 59
VII. Una organización singular
intervención, cuando ejerce su profesión está aprendiendo a vivir un estilo determinado de vida. No es fácil describir los pormenores de este estilo de vida que caracteriza la intervención en Aldeas Infantiles SOS. En primer lugar, se trata de una forma de vivir donde la actitud de servicio se presupone necesariamente. Sin la voluntad de servir difícilmente se puede ejercer durante largo tiempo la función de madre SOS, por ejemplo. El estilo de vida en Aldeas Infantiles SOS implica integralmente a la persona, porque no solo afecta durante unas franjas de tiempo, sino gran parte del tiempo de que uno dispone. El ejercicio de cuidar en Aldeas Infantiles SOS exige una profunda implicación existencial.
4. Un compromiso personal Cuando uno interviene profesionalmente en una organización, sea de carácter solidario o no, adquiere un compromiso frente a la citada organización y también frente a la sociedad globalmente considerada. Solo el ser humano es capaz de compromisos, pues solo él es capaz de construir su vida desde la perspectiva de la libertad personal. Los grados de compromiso en una organización difieren sustancialmente de un agente a otro, pero sin compromiso personal es imposible actuar positivamente. La intervención en Aldeas Infantiles SOS también admite grados de compromiso muy distintos. En la primera línea de intervención, el compromiso personal es muy exigente, pues se le exige a la persona una predisposición que no siempre tiene. Tiene que estar predispuesta a dar su tiempo al otro y a dejarle espacio para crecer. Es esencial elaborar estrategias de duelo en una organización, pues la ruptura de un vínculo afectivo genera sufrimiento. El vínculo que el profesional de primera línea de intervención establece con el niño no es un vínculo meramente contractual, sino un compromiso personal que trasciende lo laboral.
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VIII Léxico básico de Aldeas Infantiles SOS
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VIII. Léxico básico de Aldeas Infantiles SOS
La cohesión de una organización depende de múltiples factores, pero para el lenguaje que se utiliza juega un papel determinante. Es fundamental elaborar una gramática compartida, un lenguaje transversal que permita la mutua comprensión y la plenitud del diálogo. Aldeas Infantiles SOS es una organización compleja, dotada de una pluralidad de agentes y que opera en distintos lugares del mundo. El crecimiento exponencial que ha realizado en los últimos años es positivo, porque indica la buena aceptación social que tiene su labor, pero exige a sus máximos responsables la tarea de construir un lenguaje común, un proyecto común que sea significativo para todos. Para establecer líneas de cohesión, no basta con compartir una misma familia de valores, sino que además se debe compartir un léxico. En Aldeas Infantiles SOS subyace una filosofía propia que se expresa en un conjunto de términos que hacen de la organización un referente en el mundo de la infancia.
1. El valor de la persona La palabra “persona” es básica en el lenguaje de Aldeas Infantiles SOS, pues el factor humano es el eje central de la organización. La persona, en cuanto tal, ocupa el lugar preferencial, no solo porque los destinatarios de la organización son personas, sino porque el motor mismo de la organización lo conforman personas. Desde Aldeas Infantiles SOS, la persona es una realidad que nunca puede ser reducida a objeto, que debe ser tratada con respeto y con suma atención. Se le reconoce una intrínseca dignidad en la misma línea de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1948). Desde esta perspectiva, es considerada como un sujeto de derechos y de deberes, capaz de actuar libre y responsablemente. También el niño, en la medida de sus posibilidades, es capaz de actuar de este modo y se debe respetar su libertad potencial y educarla de un modo positivo. Desde la filosofía de Aldeas Infantiles SOS, la persona es un ser individual, único, singular, no es algo sino alguien que puede tener nombres y apellidos. Esto significa que el trato con la persona debe ser singular y humano y que se debe favorecer lo más intensamente una atención personalizada. Los problemas no deben resolverse en abstracto y de un modo impersonal, sino considerando el bien de cada persona individual.
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La finalidad central de toda la organización, de sus órganos de administración y de todas las estrategias económicas que desarrollen es el bien de la persona, su bienestar. La organización está al servicio de la persona, puesto que ella es su fin. No se debe perder de vista el valor instrumental de la organización y el valor intrínseco de la persona, lo cual significa que debemos ser suficientemente ágiles para cambiar estrategias si se considera que no son útiles para alcanzar el fin que se persigue.
2. La madre SOS Ser educadora permantente o madre SOS implica adquirir un compromiso de crecimiento personal, con la esperanza de poder hacer las cosas lo mejor que se pueda, ya que se trata de una tarea de elevada complejidad. De ahí que sea tan importante al referirse a la educación de los niños, aludir también a la educación de los adultos que les rodean. También supone un aprendizaje que se va realizando sobre la marcha, por descubrimiento. Ello no es de extrañar ya que así es como se aprende: haciendo algo que no se sabe hacer para aprender a hacerlo. En muchos momentos y, en particular, en el tema de las habilidades sociales, la madre SOS se enfrenta a situaciones completamente nuevas para ella. La madre SOS es, para el niño, el modelo a seguir. Para poder crecer es necesario fortalecer su imagen. La relación con el niño acogido debe ser una relación presidida por la responsabilidad y por el respeto a su libertad potencial. Ni las categorías de poder ni las de saber pueden indicar la relación con el niño. El niño es, ante todo, un ser humano, único e irrepetible, dotado de unas dimensiones y el deber fundamental del equipo es velar por él, acompañarle a desarrollarse integralmente. Esto significa reconocerle como un sujeto de derechos y de deberes. El niño atendido en Aldeas Infantiles SOS es un sujeto de derechos y de deberes y, en la medida de sus posibilidades, se le debe ayudar a descubrir estos derechos y a tener conciencia de ellos. Es esencial para la madre SOS reconocer al niño. Es evidente que esto no debe entenderse en un sentido jurídico. Se trata de un tipo de reconocimiento infinitamente más íntimo y más profundo y está ligado a la acción más concreta y vital. La misión de una madre SOS es grande, porque está acogiendo un nuevo invitado al mundo, que trae con él un potencial. Necesitará mucho valor para 65
VIII. Léxico básico de Aldeas Infantiles SOS
no interferir, para abrir al niño las puertas a lo desconocido, para que pueda explorarlo.
3. El hogar SOS En los principios y fundamentos de Aldeas Infantiles SOS, se define el hogar SOS como el primer núcleo de aprendizaje social, el centro de lo cotidiano. En él se reciben los valores culturales y las fuerzas creadoras de la sociabilidad. El niño encuentra en él la satisfacción de sus necesidades tanto sociales como personales que garantizan los derechos recogidos en la Convención de los Derechos del Niño (1989). En el hogar SOS el niño aprende a valorarse a sí mismo, a conocer sus posibilidades y frustraciones. También ahí entra en conocimiento de los conflictos, así como de las diferentes formas de resolución a las que recurren habitualmente sus padres. Toma ejemplo de cómo hacer frente a las frustraciones viendo cómo los educadores reaccionan ante ellas. Allí aprende a aceptar y a valorar las diferencias. El hogar SOS es el espacio de la confidencialidad, el ámbito donde es posible compartir lo que uno siente y lo que uno es en su autenticidad. Se debe favorecer, al máximo, la vida íntima de la persona, pues es clave para su desarrollo integral. Es un lugar recogido en el mundo, pero no aislado. Puede definirse como una red de comunicación, porque en él interactúan distintos agentes que se comunican estados de ánimos, formas de ver las cosas y proyectos de vida. El nexo de unión radica, precisamente, en el afecto que los educadores son capaces de ofrecer. Precisamente porque el hogar SOS es un espacio confidencial e íntimo, se debe respetar la libertad expresiva de cada miembro que habita en él y también las distintas formas de organizar la vida, siempre y cuando no afecten negativamente al conjunto de la convivencia. La diferencia intergeneracional en el hogar SOS es altamente positiva para la educación, porque hace posible el trasvase de experiencias entre distintas generaciones.
4. La familia SOS La familia SOS es el centro de gravedad de esta tarea educativa. No es posible educar desde la neutralidad. Es necesario elegir, asumir decisiones, 66
tomar partido. Así, cada familia educa a partir de su proyecto educativo, manifiesto o implícito, que se hace presente en la cotidianidad de la vida familiar. En Aldeas Infantiles SOS, se considera necesario explicitar el proyecto educativo y alentar a todos los profesionales implicados en él a llevarlo a buen término. Se trata de una labor de grupo, no de una tarea individual. Por tanto, toda propuesta educativa familiar e institucional toma partido por un modelo de hombre y de sociedad. De ahí la importancia de que dichas definiciones sean el resultado de un proceso consciente y responsable. Si toda propuesta educativa supone definiciones éticas que orientan las vivencias familiares, hablar de “educación en valores” resulta un pleonasmo. La educación abarca todas las dimensiones de la vida, aun aquellas que en primera instancia pudieran considerarse como poco significativas. Al igual que acontece en la institución escolar, es posible hablar de un currículum oculto en la familia, que comprende al conjunto de situaciones que forman parte de la dinámica cotidiana y que no son conscientemente identificadas como espacios educativos relevantes. Toda familia, así como toda institución educativa, tiene una posición respecto a lo que es la educación y, a través de su dinámica interna, opta por un proyecto educativo determinado. Por tanto, educar implica, en este caso como en tantos otros, hacer frente a situaciones problemáticas en las que es necesario valorar las diversas posibilidades, definirse y hacerse cargo de dicha actuación. La educación es, en ese sentido, crisis, expresión que, en su origen etimológico, significa discernir. Desde Aldeas Infantiles SOS se considera que la educación que se practica en la familia SOS es: a. En primer lugar, fundamental, porque determina en el individuo los procesos de su construcción personal y de su adaptación a la sociedad. Todo lo demás que vaya añadiendo la educación es simple aditamento, cuyo éxito depende de la buena disposición de la base primera. b. La familia SOS es una institución educativa, cuya educación en valores se desarrolla a lo largo del tiempo y no de un modo formalmente estructurado. A través de la vida y de las circunstancias que se viven, se educa, informalmente, en valores. c. Los influjos educativos familiares son enormemente complejos, en todas direcciones.
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VIII. Léxico básico de Aldeas Infantiles SOS
d. Pesan sobre la familia SOS las cuestiones más problemáticas y más trascendentales de la educación, como son la transmisión de valores, la formación de actitudes cívicas y políticas, los ideales de vida y la orientación profesional. En este sentido, la familia SOS actúa marcadamente como punto de referencia, ya sea positivo o negativo. e. A pesar de los múltiples influjos, la madre SOS y el equipo educativo gozan de unos privilegios de elección que no tiene nadie, ni siquiera el Estado, y que solo deben ser limitados por la libertad que corresponde a los propios niños, ya que, de hecho, los agentes responsables pueden y deben decidir muchas cosas de la personalidad de estos. f. Es permanente. g. En la familia SOS, el niño aprende a tener en cuenta a los demás, a reprimir sus deseos e impulsos ante las exigencias de la vida en común, a inclinarse ante una regla y a someterse a una disciplina libremente consentida.
5. La Aldea Infantil SOS Una Aldea Infantil SOS se puede definir como una comunidad educativa abierta al entorno que agrupa a los distintos hogares SOS y espacios comunes. Es el puente de integración social que promueve el desarrollo integral del niño, desde un espíritu de tolerancia que recoge los valores y la cultura de la sociedad que le rodea. Una Aldea Infantil SOS no puede ser definida como una simple yuxtaposición de casas que casualmente comparten un mismo espacio físico. Lo más fundamental en ella no es el espacio físico, sino lo invisible que hay en ella, la familia de valores que se comparte. Lo que hace que una Aldea Infantil SOS sea propiamente Aldea es el sentimiento de comunidad, el nexo afectivo y cordial entre los distintos hogares SOS que se encuentran en ella. Se debe definir la Aldea Infantil SOS como un entorno físico, pero sobre todo como un entorno afectivo, pues lo esencial en ella es la red de comunicación y de mutuo entendimiento entre los distintos hogares SOS. Es esencial hallar pretextos para el encuentro entre los distintos hogares SOS que se dan en ella y convertir, de este modo, la Aldea Infantil SOS en un auténtico espacio de convivencia y de comunicación interna.
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La Aldea Infantil SOS es, además, el lugar de contacto con la sociedad, el punto de apertura a la realidad social circundante. En este sentido, puede caracterizarse como un espacio fronterizo. El hogar SOS forma parte de la Aldea Infantil SOS y ésta se arraiga en un determinado entorno social. Para facilitar esta relación con el entorno, es esencial la actitud de apertura y buena predisposición a colaborar en lo que atañe a dicha comunidad. De este modo, se facilita el proceso de socialización del niño.
6. Intimidad La palabra intimidad ocupa un lugar especial en el vocabulario de la organización Aldeas Infantiles SOS, pues la intervención que se efectúa en ella debe contemplar escrupulosamente el derecho a la intimidad del niño y del mismo profesional que le atiende. Establecer el concepto de intimidad es tarea difícil, pero necesaria, especialmente en una organización como Aldeas Infantiles SOS, donde el respeto a la intimidad del otro y de uno mismo debe ser la clave de acción. La intimidad es, ante todo, la vida interior, la relación intrapersonal, la reflexión sobre los propios sentimientos y también autonarración y autointerpretación. Nada acerca de lo íntimo es comprobable, la intimidad puede inferirse a través de lo que digo o hago, pero jamás se tiene acceso directo a ella por su intrínseca inobservabilidad. Usamos la palabra intimidad para referirnos a lo inaccesible del sujeto, incluso a lo indecible, pero también, en ocasiones, para el ámbito privado, y desde luego para la relación secreta habida entre dos, como es la relación amorosa o la confidencialidad. La intimidad es una especie de territorio que existe sin ocupar espacio debido a que, en el universo de la vida personal, expuesta a los saqueos, se ha aislado un fragmento al que se otorga condición de recinto, una sede cerrada donde lo que allí se alberga adquiere, tanto por la condición de su cierre como por la resistencia con que se protege, una categoría moral. La intimidad es aquella zona en que la persona, en el fondo desprendida de casi todo y del mismo deseo de vivir, se ha refugiado, llevando su pensamiento al límite de afirmar que cuando la interioridad llega a su cima se puede hablar de intimidad ya que sin intimidad no hay vida propiamente humana, ni creación intelectual ni artística. La intimidad es la forma suprema de convivencia.
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VIII. Léxico básico de Aldeas Infantiles SOS
Se pueden distinguir varias formas de intimidad: a. La intimidad interpersonal.
confidencial, propio y hasta exclusivo en forma de argot. Aquí se transmite información que debe mantenerse secreta y pasa a ser una parte integrante de esas reglas familiares.
b. La intimidad interpersonal como privacidad compartida.
c. Intimidad intrapersonal
c. La intimidad intrapersonal en el ámbito estricto de lo íntimo. Cada una se diferencia de las restantes por alguna de las causas siguientes: por los contenidos, por el escenario o por el ámbito en que se desarrolla y ejercita.
a. Intimidad interpersonal
Se refiere a ciertas normas y no pocas costumbres aceptadas por todos que marcan unos límites que se reserva la persona y a los cuales solo pueden acceder aquellos a quienes se les da una autorización o permiso. El escenario y los personajes tienen un carácter público. Se actúa de cara a alguien, aunque existen normas establecidas que tienen, igualmente, unos límites más o menos acordados. No todo puede verse ni todo puede ser visto por todos. El ámbito de lo público que puede contemplarse aquí queda reducido por la distancia de la relación interpersonal. En Aldeas Infantiles SOS, el respeto a la intimidad del niño es esencial. La intimidad interpersonal se expresa en la distancia que debemos mantener con respecto al otro. Suele determinarse por la distancia ideal la que marca el brazo que se alarga y puede llegar a tocar al otro. La que tengo con una persona con quien hablo en el trabajo, la que se mantiene al saludar a una persona.
El contenido de esta forma de intimidad lo da todo aquello que permanece oculto, oscuro y hasta desconocido para mí de mi mismo yo. Son esas capas que se construyen con mis propios secretos, deseos, pensamientos, sentimientos, afectos, preferencias y hostilidades sin olvidar el complejo mundo de vivencias inexplicables. Es mi agenda secreta, secreta hasta para mí mismo. Hay una intimidad propia del niño que debe ser salvaguardada: la intimidad y el aislamiento que precisa para desarrollar sus juegos de fantasía, su conquista de la realidad, su despliegue de potencialidades en las formas en que vayan presentándose a lo largo de la infancia. Nunca debe ser perturbado el mundo del juego infantil, sus elaboraciones de ensueño y fantasía, su modo de integrar los aprendizajes, su elección de modelos y objetos de identificación. En cualquier etapa del ser humano, el espacio físico es necesario para garantizar su vida privada. El descubrimiento de la propia intimidad necesita un territorio donde el sujeto pueda ensimismarse o pasmarse ante sí mismo y descubrirse en toda su profundidad. Ese espacio no debe ser traspasado por nadie que no tenga permiso.
La intimidad interpersonal, sin embargo, es un fenómeno que depende en gran medida de factores culturales y raciales. Cada pueblo tiene su distancia y hay que respetarla y mantenerla. El espacio propio es una defensa de posibles intrusiones de las que aparecen en la discusión de un negocio. Todo ello configura una distancia de guardia que viene marcada por objetos distanciadores que nunca se discuten.
b. Intimidad como privacidad compartida
El contenido de esta forma de intimidad consiste en que lo mío lo comparto con otro, bien sea por amistad, familiaridad o vínculo amoroso. Las confidencias, los secretos familiares o de pareja llevan a un tipo de comunicación en el que juega un papel destacado un lenguaje más 70
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IX La excelencia en el cuidado
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IX. La excelencia en el cuidado
1. El cuidado alternativo Aldeas Infantiles SOS es una organización solidaria donde se lleva a cabo una triple acción: la acogida, el cuidado y la educación. Cuidar a un ser humano vulnerable significa, por de pronto, estar con él, compartir sus penas y alegrías, sus angustias y expectativas, en definitiva, no abandonarle a la soledad. En un sentido más hondo, cuidar de alguien es dejarle ser, ayudarle a ser, preservar su identidad. Para dejarle ser, es fundamental no dejarle solo, no abandonarle a los peligros y a las dificultades que, fácilmente, podrían enajenarle y convertirle en quien no es. Dejar ser al otro no es lo mismo que dejarle a su suerte, no tiene nada que ver con la pasividad o con la indiferencia, sino más bien lo contrario, se relaciona con la vigilancia, con la discreta y atenta observación. En cierto sentido, cuidar es velar, pero no en el sentido fiscalizador, sino en el sentido de preocupación. Dejar que el otro sea no es ser indiferente a él, pues para el indiferente da igual que el otro sea o deje de ser, que exista o no exista, que esté bien o mal, que esté sano o enfermo; no le lleva ningún quebradero de cabeza la existencia ajena. Cuidar es, en su misma esencia, pre-ocuparse y ocuparse del otro y esta preocupación nada tiene que ver con la pasividad, sino con la activa dedicación. Cuidar a un ser humano es velar para que pueda ser y ello conlleva esfuerzo y dedicación, pues el mero estar aquí, el tener una entidad determinada, requiere la satisfacción de unas necesidades vitales que, si no se resuelven, difícilmente puede existirse humanamente. Dejar que el otro sea significa velar por su alimentación, por su temperatura, por sus constantes vitales, por su descanso, en definitiva, por su salud corporal y espiritual. Cuidar es velar y quien cuida auténticamente está atento a las necesidades ajenas, tiene la mirada puesta en el otro, para que pueda ser, para que pueda desarrollarse. Este cuidar es un velar continuo. El objetivo es que el niño alcance progresivamente cotas de autonomía en su existir personal. En el ejercicio óptimo del cuidar, el sujeto cuidado no se percata de la necesidad que tiene del otro para subsistir, porque su modo de actuar se desenvuelve con tal discreción que no se siente en deuda con nadie. Es fundamental ejercer los cuidados desde la discreción, desde la cautela, lo que supone introducir formas de ayuda y canales adecuados para cuidar al mismo cuidador. 74
Si cuidar es dejar que el otro sea, resulta fundamental reconocer la existencia del otro, tener la experiencia de que hay otros seres humanos en el mundo aparte de mi persona, otros seres humanos que tienen su derecho a ser, que tienen su derecho a existir humanamente y que ello solo es posible si se ejercen los cuidados necesarios. El reconocimiento del otro es la condición de posibilidad misma del cuidar. Todo ser humano requiere cuidados, pero cuanto más vulnerable sea su existencia, tanta más dedicación y atención requiere. Conservar el ser no es tarea fácil, implica esfuerzo, dedicación, atención y, ante todo, comprensión de las necesidades ajenas. El cuidar es fundamental para que un ser humano pueda desarrollarse, no de cualquier forma ni a cualquier precio, sino con una determinada calidad de existencia.
2. Cuidar es ayudar al otro a elegir quién desea ser Cuidar a otro ser humano es dejar que el otro sea él mismo. No consiste, simplemente, en dejar que sea, en tolerar que exista, sino en velar para que sea él mismo, para que pueda expresar su singularidad en el mundo. Cuidar de un niño vulnerable es ayudarle a ser él mismo y esto significa protegerle de formas de vida y de modos de existencia que puedan anular su identidad. El ejercicio de cuidar nada tiene que ver, a priori, con la tarea de cambiar o de transformar substancialmente a alguien. Cambiar a alguien no es cuidarle, porque el cuidado se desenvuelve respetando la singularidad ajena y no transformándola en otra cosa que no es. Desde esta perspectiva, el ejercicio de cuidar se relaciona directamente con la idea de la autenticidad. Ser auténtico significa ser uno mismo, expresar en el plano de la exterioridad cotidiana lo que uno es y lo que uno siente en su interior. Respetar la autenticidad del otro es el requisito fundamental para cuidarle. El otro es distinto de lo que uno piensa de él, pero cuidarle no significa convertirle en alguien similar al cuidador, sino en desarrollar y potenciar lo que él es. Cuidar de un niño es dejar que sea, no coartar su existencia, su libre modo de ser, pero no solo consiste en dejar que sea, sino en velar para que sea él mismo y precisamente por ello la educación tiene mucho de socrático, pues consiste en sacar a flote lo que uno es en su interior, dar forma a lo que está oculto. Cuando la educación se convierte en un proceso de proyección sistemática de los padres en el hijo, no se le educa, se le adoctrina.
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IX. La excelencia en el cuidado
Cuidar a un ser humano es, pues, respetar su autenticidad. Cuidar de alguien es velar por su autonomía moral y eso implica respetar su propia legalidad interna, el modo que tiene cada cual de comprender las cosas y los actos humanos. Cada ser humano tiene su mundo axiológico, su universo de sentido que ha confeccionado con múltiples materiales externos. Cuidarle significa preservar su integridad, ayudarle a ser auténticamente él mismo. Ser auténtico significa ser uno mismo y esto exige un alto grado de coherencia y de madurez. El ser uno mismo implica autoconocimiento y una continuidad lógica en el tiempo. El arte de cuidar tiene como finalidad ayudar al niño a ganar cotas de autonomía, de independencia moral, física y espiritual y, en el mejor de los casos, cotas de autenticidad.
3. Dejar que el otro sea lo que está llamado a ser El ser humano es un ser proyectivo, una realidad inacabada que tiende hacia horizontes futuros que solo puede realizar con el esfuerzo, el trabajo y la dedicación. El niño, por ejemplo, es niño ahora y aquí, porque alcanza la perfección del ser niño, pero es un hombre en potencia. El ser humano no está acabado desde que nace, es una tensión que se orienta hacia lo que no es ahora y aquí. El hombre no puede cumplir las decisiones de su libertad sino en su relación con el mundo y con los otros seres. Está llamado a desarrollar su aspiración fundamental, a ser más sí mismo en su acción en el mundo. A la ilimitada aspiración de su espíritu corresponden las ilimitadas posibilidades del mundo. Transformando el mundo se perfecciona a sí mismo, crece en autoconciencia y libertad, viene a ser más sí mismo. La tarea de transformar el mundo se le impone con la misma responsabilidad absoluta de hacerse a sí mismo; es una misión que le interpela en su libertad y no un mero resultado de su instinto de conservación. La perfección de la persona consiste, precisamente, en llegar a ser lo que está llamada a ser. Esto significa que es fundamental reconocer esta llamada, esta vocación existencial y, posteriormente, poner todos los medios necesarios, interiores y exteriores, para dar cuerpo a esta llamada, para convertirla en acto. Esta tarea de reconocimiento y de trabajo ulterior tiene mucho que ver con la praxis de los cuidados. El cuidar no solo es fundamental para que el ser humano pueda subsistir, 76
para que pueda ser auténticamente lo que es, sino para que pueda alcanzar cotas de perfección. Realizarse plenamente, alcanzar el horizonte que uno se ha propuesto no es tarea fácil e implica el ejercicio del cuidar. Cuidar de un niño es dejar que sea lo que está llamado a ser. En el plano educativo, esta fórmula es esencial y pone de relieve los falsos modos de comprender la acción educativa. No sirve planear un esquema previo para el educando, no sirve montarle un plan de vida y de profesión. Educarle es dejar que sea lo que está llamado a ser y este dejar que sea lo que está llamado a ser tampoco debe comprenderse en sentido pasivo, sino en sentido activo. El cuidador debe ayudar al niño a realizar este viaje interior, este recorrido por el propio mundo con el fin de aclararse a sí mismo.
4. Procurar por el otro Cuidar de un ser humano es procurar por él, es una acción constructiva cuyo fin es asegurar que tenga lo necesario e indispensable para poder ser, para que pueda ser él mismo, para que pueda alcanzar su perfección existencial. El procurar por es una actividad social que requiere la interacción personal, la relación de un ser humano con otro. El ser humano no es un individuo aislado en el conjunto del mundo, sino un ser radicalmente social y abierto, establece vínculos, crea sociedades y comunidades de vida. Cuidar a otro ser humano es una forma de interacción, un modo de ejercer la interpersonalidad del ser humano. La existencia de la persona no se agota en su conciencia y en su relación al mundo. En su misma estructura fundamental de espíritu encarnado, cada ser humano está llamado a la comunión interpersonal con los otros. La dimensión comunitaria de la existencia humana es tan primordial como su dimensión personal. El ser humano no puede avanzar hacia su creciente plenitud sino dándose a los demás y recibiendo de ellos. El yo y el tú en su mutua relación buscan la participación común en el nosotros. Cada ser humano representa para los demás una exigencia absoluta de respeto; no puede ser rebajado al nivel de lo útil para los intereses de los otros. El yo y el tú participan en el mismo valor absoluto de su ser personal, común y trascendente a todos. Cuidar es una forma de interacción interpersonal donde el otro es respetado en tanto que otro. El cuidador vela para que el otro sea auténticamente él mismo. Por ello cuidar, en la medida en que favorece al otro y vela por el otro, 77
IX. La excelencia en el cuidado
puede calificarse, con razón, como una forma de interrelación interpersonal de carácter moral. Cuidar a un ser humano no consiste en sustituirle, en anularle o en ocupar su lugar. Cada cual tiene su espacio natural y su lugar de desarrollo y el ejercicio de cuidar no puede significar jamás la reducción del otro a la nada, sino la promoción del otro, de su autonomía moral y, en último término, de su autenticidad.
sentido de la identidad, pero además también hay que cuidar el futuro de la organización. Es necesario anticipar los escenarios que se vislumbran y adoptar estrategias para enfrentarse sólidamente a ellos. Cuidar de la organización significa actualizarla y pensar estrategias para mejorar su calidad y competitividad. La memoria no debe convertirse en un obstáculo para enfrentarse a los retos de futuro sino todo lo contrario. Debe funcionar como una guía para orientar el rumbo de la organización hacia el futuro.
5. Cuidar de la organización Toda organización es una realidad vulnerable. Aldeas Infantiles SOS nace para responder a una necesidad y el sentido de su existencia es paliar esta necesidad. Una ONG de carácter social como Aldeas Infantiles SOS es la expresión de una finalidad, de una intención que toma forma gracias a la intervención de un grupo humano. En este sentido, puede definirse como la manifestación visible de la confianza en una sociedad más justa y pacífica. Por todo ello es esencial cuidar a la organización y protegerla de sus posibles debilidades tanto internas como externas. Si la organización es vulnerable, significa que debe ser cuidada, y de un modo especial el factor humano, porque es el alma de la organización, su fuerza motriz. Cuidar el factor humano significa velar por el desarrollo pleno de las facultades de los colaboradores, por el reconocimiento de su labor y por la formación permanente. También es indispensable velar al máximo para dar tiempo y sosiego al profesional con el fin de que pueda desarrollar su tarea laboral sin tensiones. Cuidar de la organización también significa velar por el conjunto de la misma, tanto en el sentido de la estrategia de futuro, como de las infraestructuras. Si Aldeas Infantiles SOS, como se ha dicho, es una red de personas implicadas en un mismo proyecto, cuidar de esta red y de los nudos de esta red es un deber para el mantenimiento y el desarrollo de la organización. Hay que cuidar a la organización para que no pierda su autonomía, sus fines fundacionales y esto significa que se debe cuidar la memoria para que los nuevos profesionales conecten con el espíritu y el fin de la misma. Se debe cuidar el pasado de la organización, su memoria, pues el conocimiento de la historia de la organización permite no sucumbir a errores ya conocidos. El cuidado de la historia es básico para no perder el 78
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X Criterios de acciรณn
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X. Criterios de acción
Toda organización, para su buen funcionamiento, requiere de unos criterios de gestión de recursos humanos y de recursos técnicos. Los criterios que tratamos de expresar son propios de la ética de las organizaciones y deben estar especialmente presentes en Aldeas Infantiles SOS. Al fin y al cabo, los criterios compartidos son útiles para iluminar situaciones difíciles que plantea la vida de cada día. Los criterios son puntos de partida compartidos, principios de análisis de la realidad que permiten una interpretación plural en cada caso. Estos criterios no solo tienen valor en la relación entre el profesional y el niño, sino también en el marco de las relaciones interprofesionales. Exponemos, a continuación, un cuadro de criterios éticos que se deben armonizar correctamente con los criterios personales de cada profesional y con las presiones de carácter social o económico que tenga la organización. Por lo tanto, no debe considerarse de un modo excluyente, sino más bien incluyente, es decir, en relación con otros criterios personales y sociales.
1. La no maleficencia Ante todo, no cometer mal: he aquí el criterio de no maleficencia. Cualquier programa o proyecto que se pretenda llevar a cabo en Aldeas Infantiles SOS debe evitar generar un mal al niño o al profesional. Esto significa que, antes de llevar a cabo cualquier proyecto, de la naturaleza que fuere, es necesario pensar qué consecuencias puede tener y, en el caso de que se detectaran posibles daños, es pertinente no llevarlo a cabo. La no maleficencia obliga a no hacer daño intencionalmente. Este principio está íntimamente relacionado con la máxima primum non nocere. El criterio de la no maleficencia obliga a no infligir daño y a no someter a riesgos a los demás. Se puede causar un daño o someter a otra persona a un riesgo sin malicia ni intencionalidad. En algunos casos, el profesional es casualmente responsable del daño. En el marco de la atención al niño, se debe respetar siempre su integridad física y moral y cualquier sistema o método educativo debe ubicarse en el marco de la no maleficencia.
2. La voluntad de bien La voluntad de bien, en Aldeas Infantiles SOS, se presupone, pero no por ello debe ser silenciada.
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Se entiende por voluntad de bien esa aspiración que incluye todo tipo de acciones que pretendan beneficiar a otras personas. Se refiere a una acción realizada en beneficio de otros. Las reglas de la voluntad de bien se pueden expresar de este modo: a. Proteger y defender los derechos de otros. b. Prevenir que no suceda algún daño a otros. c. Suprimir las condiciones que puedan producir perjuicio a otros. d. Ayudar a las personas con discapacidad. e. Rescatar a las personas en peligro. Se puede distinguir entre la voluntad de bien general y la específica. La segunda se dirige a grupos específicos, como los niños, los amigos, los pacientes, mientras que la beneficencia general se dirige a todas las personas, más allá de estas relaciones especiales. El término riesgo se refiere a un posible perjuicio futuro, en el que el perjuicio se define como un revés a los intereses en la vida, en la salud y en el bienestar. El riesgo debe distinguirse de la incertidumbre, aunque ambos asumen una falta de conocimiento o capacidad de predicción de acontecimientos futuros. El riesgo se refiere a la probabilidad y magnitud de un obstáculo a los propios intereses. La incertidumbre, por el contrario, se refiere a la falta de conocimiento o a la capacidad de predicción debido a una evidencia insuficiente. El profesional de Aldeas Infantiles SOS debe ser beneficente, pero también benevolente. La benevolencia se parece a lo amistoso, pero no es ciertamente amistad, pues se da incluso hacia personas desconocidas y pasa inadvertida. Tampoco es afecto, porque no tiene la intensidad ni el deseo que acompaña al afecto. La benevolencia, como su nombre indica, es el deseo de bien para todos, la voluntad de bien referida a cualquier ser humano. La benevolencia es amistad inactiva, pues cuando es prolongada y alcanza familiaridad, se convierte en amistad, pero no en amistad que existe por interés o por placer, porque la benevolencia radica en estas cosas. La beneficencia no debe identificarse sin más con la benevolencia. Significa 83
X. Criterios de acción
hacer el bien al otro, tratar de hacerle un bien realmente y prácticamente a través de una determinada intervención. La benevolencia se mueve, en cambio, en el plano de la voluntad, del deseo, mientras que la beneficencia se mueve en el plano de la acción. No siempre lo que queremos hacer resulta como lo habíamos imaginado.
3. La autonomía del otro Se entiende por autonomía la regulación personal de uno mismo, sin interferencias externas que pretendan controlar y sin limitaciones personales, como, por ejemplo, una comprensión inadecuada, que impidan hacer una elección. Una persona autónoma actúa libremente de acuerdo con un plan elegido, de la misma manera que un gobierno independiente maneja sus territorios y establece sus políticas de acción. Sin embargo, una persona con déficit de autonomía, o es controlada por otros al menos en algún aspecto de su vida, o es incapaz de reflexionar y actuar en función de sus propios deseos y planes. Las personas institucionalizadas tienen, por lo general, menos autonomía. Ser autónomo no es lo mismo que ser respetado como agente autónomo. Respetar a un agente autónomo implica, como mínimo, asumir su derecho a tener opiniones propias, a elegir y a realizar acciones basadas tanto en sus valores como en sus creencias personales. Este respeto debe ser activo y no simplemente una actitud. Implica no solo la obligación de no intervenir en los asuntos de otras personas, sino también la de asegurar las condiciones necesarias para que su elección sea autónoma, mitigando los miedos y todas aquellas circunstancias que puedan dificultar o impedir la autonomía del acto. Se debe respetar la autonomía en un sentido relativo y corresponsable, es decir, que no pueda dañar ni a personas ni a la misma organización. El respeto, desde este punto de vista, supone permitir que las personas actúen autónomamente, mientras que no respetar la autonomía consiste en ignorar, contravenir o disminuir la autonomía de estas, negando la existencia de una mínima igualdad entre ellas. El criterio de respeto a la autonomía puede formularse negativamente: las acciones autónomas no deben ser controladas ni limitadas por otros. Esto significa que debemos respetar los puntos de vista y derechos del resto de las personas, siempre que sus ideas y acciones no supongan un grave perjuicio para otros. 84
La voluntariedad es clave para el desarrollo de la autonomía. La voluntariedad es la comprensión adecuada, la ausencia de compulsión psicológica y la carencia de limitaciones externas. Existen distintos procedimientos que pueden vulnerar esta voluntariedad de la persona: a. La persuasión consiste en convencer a alguien de algo mediante argumentos y razones. b. La manipulación consiste en conseguir que alguien haga lo que el manipulador quiere a través de medios que no son persuasivos ni coactivos. La idea de autonomía se relaciona estrechamente con la idea de competencia. Competencia significa la habilidad para realizar una tarea. Muchas personas no son competentes en un momento de sus vidas para hacer algo determinado, pero sí lo son en otro momento. El hecho de que una persona esté más o menos capacitada para realizar una determinada tarea depende del nivel de sus habilidades. El rango de habilidades es un todo continuo que va desde la maestría total, pasando por una serie de niveles intermedios, hasta la ineptitud total. Hay distintos niveles de incompetencia: a. Incapacidad para expresar o comunicar una preferencia o elección. b. Incapacidad para comprender una situación y sus consecuencias. c. Incapacidad para entender información relevante. d. Incapacidad para dar razones. e. Incapacidad para ofrecer una razón racional. f. Incapacidad para ofrecer razones de riesgo o beneficio. g. Incapacidad para tomar una decisión razonable.
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X. Criterios de acción
En Aldeas Infantiles SOS, el respeto a la autonomía debe aplicarse en cuatro ámbitos: a. Se debe respetar y potenciar la autonomía del niño. b. Se debe atender a la autonomía del profesional en el ejercicio de su intervención. c. Se debe respetar la autonomía de cada familia. d. Se debe respetar la individualidad de cada contexto.
4. La práctica de la justicia
El término integridad no se refiere exclusivamente a un término descriptivo. Se trata de un término prescriptivo, porque exige respeto y atención por parte de la persona que contempla la entidad íntegra. Lo que tiene integridad requiere ser tratado con respeto, pues se trata de algo intacto, que no puede tocarse a no ser que exista una razón de peso para que pueda ser tocado. La integridad incluye la totalidad fisiológica, psicológica y espiritual del individuo. Esto exige, por parte del profesional, una actitud de respeto, no solo con relación a la integridad fisiológica sino también a los otros niveles de integridad que posee el ser humano. El niño, en tanto que ser humano, es una realidad íntegra y esto significa que es una unidad intacta, una armonía global.
El término justicia se refiere a la distribución igual, equitativa y apropiada en la sociedad, determinada por normas justificadas que estructuran los términos de la cooperación social. También se utiliza para referirse a la distribución de todos los derechos civiles y políticos, tales como el derecho al voto y a la libertad de expresión. Los problemas de justicia distributiva surgen bajo condiciones de escasez y de competición.
En el debate en torno a la integridad, es fundamental darse cuenta de que el sentido de integridad corporal de un ser humano está muy relacionado con su fondo cultural y con su universo simbólico. Dicho con un ejemplo, el sentido de integridad corporal que tiene un ser humano de cultura islámica es distinto del sentido de integridad de un ser humano de cultura occidental, moderna y secularizada.
La justicia es el principio del orden y de la armonía que expresa solo la exigencia de que suceda lo que éticamente debe suceder. Podría comprenderse el valor de la justicia como el impulso natural que inclina a la voluntad a entregar a otro lo que en derecho le pertenece.
La integridad tiene dos sentidos en la ética de la organización. Uno se refiere a la integridad de la persona; el otro, a ser una persona de integridad. En el primer caso, la integridad es un derecho que corresponde a cada ser humano, sencillamente en virtud de ser humano. En el segundo caso, es una virtud, un hábito adquirido por la práctica constante de nuestra relación con los demás. La integridad pertenece a todas las personas como seres humanos, pero no todos son personas de integridad. La integridad de Aldeas Infantiles SOS depende, directamente, de la integridad de los agentes que intervienen en ella.
Justicia es, pues, ese orden en que puede existir el ser humano como persona, en que puede formar su juicio sobre sí mismo y sobre el mundo. Consiste en tener una convicción que nadie le pueda atacar; ser señor de su decisión y actuar conforme a su propio criterio. Justicia es esa ordenación de la existencia en que el ser humano puede obtener participación en el mundo y realizar una obra. La justicia es, en último término, un ejercicio de sabiduría práctica, una vía recta para actuar en circunstancias difíciles y, además, impredecibles, y de actuar a la vista de un determinado fin que es el bien de la persona particular enferma. La búsqueda de la mejor opción, la decisión correcta, no puede estar fundada solamente en un sistema de reglas, sino que requiere la recta razón, el juicio adecuado y ello implica virtud.
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5. El respeto a la integridad
Por integridad de la persona se entiende la correcta ordenación de las partes del todo; el equilibrio y la armonía entre las diversas dimensiones de la existencia humana necesarias para el buen funcionamiento de todo el organismo humano. La integridad de una persona se expresa en una relación equilibrada entre los elementos corporales, psicosociales e intelectuales de su vida, cuando ningún elemento está desproporcionado en relación con los demás. Desde esta perspectiva, la integridad es un asunto de existencia. Es un atributo de todos los seres humanos, en pleno uso de sus facultades o no, adultos o niños, conscientes o inconscientes. No admite grados, ni puede perderse. La integridad no es algo que tenemos, es parte de nuestro ser 87
X. Criterios de acción
como humanos. No puede transferirse a nadie. Violar nuestra integridad es violar todo nuestro ser como criaturas humanas.
el individuo y su interacción con las estructuras de tipo familiar, comunitario, social y global.
La integridad de la persona es una expresión que tiene una doble vertiente, antropológica y ética. Decir de la persona que tiene integridad significa afirmar que la integridad forma parte de sus atributos esenciales y ello quiere decir que se trata de una totalidad orgánica. Esto exige por parte del cuidador una actitud de respeto y de atención.
El niño que se acoge en Aldeas Infantiles SOS es un ser vulnerable, tanto en el sentido social, como cultural, económico y educativo. El ejercicio de cuidar tiene como horizonte de plenitud velar por su vulnerabilidad y ayudarle a conquistar cotas de autonomía personal en las distintas dimensiones de su ser. Para ello es fundamental ser receptivo a su llamada y tratar de acompañarle en el desarrollo de sus potencialidades que, por motivo de la enfermedad que padece, sufren una grave alteración.
Sin embargo, la expresión persona de integridad se trata de una expresión eminentemente ética que tiene mucho que ver con el modus faciendi de dicha persona, con su obrar y sus decisiones a lo largo de la vida. No toda persona, ni toda organización, puede calificarse moralmente de íntegra. La integridad moral requiere, ante todo, coherencia y transparencia entre el pensar y el obrar.
6. Velar por el otro vulnerable Ser vulnerable es ser finito, estar expuesto a la erosión, a la herida y al ultraje, a la enfermedad, al sufrimiento y a la muerte. Todo lo que está dentro de las coordenadas espaciotemporales es vulnerable, porque todo está sujeto al pasar del tiempo y a su inexorable erosión. La idea de la vulnerabilidad nos recuerda que tenemos que vivir con la mortalidad y que debemos cuidar al otro como sujeto frágil. La interpretación de la existencia humana, tanto en su dimensión interior como en su relación al mundo, no puede prescindir del acontecimiento final, inevitable e irrepetible, que se llama muerte. Es la muerte la que de modo concreto pone al hombre ante la pregunta última sobre sí mismo. Desde una perspectiva social y económica, la idea de vulnerabilidad no equivale simplemente a pobreza y a marginación, ya que las situaciones concretas de vulnerabilidad son consecuencia de un conjunto de aspectos relacionados con las estructuras sociales, económicas, políticas. Desde este enfoque, la vulnerabilidad podría ser considerada en sí misma como una medida de bienestar humano integrante de los riesgos medioambientales, económicos y políticos añadida a una amplia gama de circunstancias perjudiciales. Todas las personas son vulnerables, aunque su nivel de vulnerabilidad difiere según su estructura causal, su evolución y la gravedad o probabilidad de las consecuencias de una catástrofe. La vulnerabilidad está ligada a los efectos de un daño más que a su origen inicial. La vulnerabilidad está en relación con 88
7. Decálogo para un buen servicio He aquí un decálogo para establecer una buena relación entre el equipo y los niños en Aldeas Infantiles SOS: 1. Respetad a los niños y tratadlos como personas con iguales derechos. En la medida en que se desarrolle una relación basada en el respeto mutuo, se establece mayor confianza. 2. Tenéis que concentraros en el comportamiento positivo del niño, tomad nota de los esfuerzos, contribuciones y de cualquier acto de cooperación y hacedle saber vuestro reconocimiento. 3. Debéis aceptar al niño, dejando a un lado las expectativas irracionales. Esta aceptación ayuda al niño a sentirse a gusto consigo mismo y a lograr lo que se propone. 4. Desarrollad normas y expectativas razonables. Es muy importante la coherencia. Los niños aprenden más de lo que hacen los adultos que de lo que dicen. 5. Dad a conocer claramente vuestros valores y creencias, pero no tratéis de imponerlas sermoneando y obligando. Los valores se captan, no se enseñan. 6. Ayudad al niño a ser responsable dándole responsabilidad y esperando un comportamiento responsable. 7. Tened el coraje de ser imperfectos. Es necesario reconocer los propios límites y no exigir más de lo que se puede dar. Hay que estimular al niño a que tenga el coraje de ser imperfecto y a aprender a vivir con sus limitaciones. 89
X. Criterios de acción
8. Escuchad con cuidado lo que dice el niño. Tratad de comprender su vida emocional, no solamente lo que dice sino también cómo lo dice. 9. Tomad a los niños en serio. Interesaos por las cosas que son importantes para ellos. 10. Dad a los niños lo mejor de vosotros mismos.
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XI Clima y diรกlogo
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XI. Clima y diálogo
La persona es un ser relacional. En la medida en que entramos en contacto con los demás nos vamos consolidando como personas. Cuando logramos que ese contacto se convierta en encuentro es cuando estamos alcanzando la plenitud en nuestra dimensión relacional. De ahí la importancia del encuentro, de escuchar, de aceptar, de acoger, de saber canalizar los aspectos positivos y negativos que están presentes en toda persona que vive y se siente necesitada de los demás. La resolución de conflictos de valores en la estructura de una organización requiere de la práctica del diálogo, pero no hay posible diálogo si no hay un uso adecuado de la palabra y del silencio. El diálogo es una modalidad específica de la palabra. Es el medio más habitual para la comunicación de los saberes, solución de problemas, para la construcción de la propia identidad. Es un instrumento recíproco, porque al menos intervienen dos personas, que se comunican y activan la racionalidad, que se convierte en fuente de verdad. El diálogo solo existe cuando el silencio le acompaña y se aprovecha para ponerse en la situación de quien en ese momento hace uso de la palabra. El diálogo tiene una doble finalidad: el encuentro con el otro y el encuentro con la verdad. Para que el diálogo sea estimulador y contribuya al encuentro de la verdad requiere también de la vivienda envuelta de paz. El doble encuentro con el otro y con la verdad garantiza la salud mental, porque en el diálogo se descargan las personas de sus tensiones, se enriquecen con la alegría y con los éxitos de los demás, hallan gozo en el obsequio de mutua ternura y reponen sus fuerzas, que habían consumido en el trabajo y en la lucha.
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simpatía y la voluntad de hacerse cargo del otro.
1. Condiciones para un óptimo diálogo En múltiples ocasiones, el diálogo en la organización fracasa porque no se dan las condiciones óptimas para la realización del mismo. Desde Aldeas Infantiles SOS se considera que el diálogo debe ser el modo habitual de resolver los problemas y de construir los proyectos de futuro. Desde este punto de vista, deben preocupar las condiciones de un auténtico diálogo y se debe velar, al máximo, para que estas condiciones puedan darse. El respeto y la libertad son dos condiciones básicas de cualquier diálogo y ambas se manifiestan de tres formas: dejando libertad al interlocutor para que hable sin cortarle la conversación y dejando que termine de exponer su pensamiento, dejando libertad para que pueda expresarse a su antojo, sin que quien le escucha frunza el ceño, porque se secaría el intercambio. Hay que dejar la libertad para que quien hable tome conciencia de lo que realmente siente, lo que contribuye a que se conozca mejor a sí mismo. Es esencial que la persona exprese su situación, sus inquietudes, sus temores, sus miedos y que pueda sentir un eco de confianza y de serenidad, tanto en los momentos de alegría, como en las situaciones más difíciles. En el diálogo, es muy importante que el niño capte que sus manifestaciones no caen en saco roto, que son acogidas, consideradas, tenidas en cuenta. Está diciendo lo único que se siente capaz de decir en ese momento; incluso, es muy probable, que nos esté revelando su interior.
Hablar de diálogo es oponerse contundentemente a todo dogmatismo, pues en él se presupone la integridad y la dignidad del otro, de quien no es yo. El diálogo es una forma de comunicación existencial entre el yo y el tú. Equivale al respeto y a la comprensión, al contrario del pseudodiálogo donde las dos partes deciden no escuchar sino solo proferir palabras, entretenerse en la más banal de las charlas.
2. El diálogo interdisciplinar
En Aldeas Infantiles SOS reivindicamos el diálogo como forma de entendimiento en la organización. Se tiene que comprender como aquel espacio de donde podrá brotar la verdadera relación personal fruto de la participación, tanto por parte del interventor social como de la persona que tiene delante de él. Solo desde la práctica de la recepción y de la escucha es posible la articulación del diálogo. En el diálogo se presupone una cierta
La interdisciplinariedad contempla aquello que nos hace valorarla muy positivamente, la aportación común de varias ciencias, técnicas, profesiones o puntos de vista y esto para conseguir un objetivo común. Con el diálogo interdisciplinar se quiere superar el trabajo por disciplinas separadas, el conocimiento fragmentado y aislado del contexto. En Aldeas Infantiles SOS se valora el esfuerzo coordinador y cooperativo
El diálogo interdisciplinar en Aldeas Infantiles SOS es imprescindible. La atención integral del niño resulta óptima cuando un conjunto de personas competentes, en sus respectivos ámbitos, se concentran en la formación de dicho niño.
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XI. Clima y diálogo
para comprender la responsabilidad de los resultados, pero el éxito del equipo interdisciplinar exige de sus componentes no tener la necesidad de conservar sus respectivos territorios. En la interdisciplinariedad todos los miembros se convierten en escalones interdependientes para maximizar el potencial de trabajo. Esto lo hace, también, más rentable en políticas económicas de coste limitado.
3. El clima de la organización
Con el diálogo interdisciplinar se pueden evitar solapamientos, repeticiones de actuaciones y, por lo tanto, se puede ser más eficaz funcionalmente, pero también se pueden evitar las consideraciones de que algunas profesiones son más importantes que otras. El diálogo interdisciplinar supone la transferencia de conocimientos y esta transferencia transforma cada una de las disciplinas, creándose, de este modo, un discurso nuevo.
El clima se ve constituido tanto por momentos que son portadores de alegría y felicidad como por los que suponen preocupación y dolor. A los acontecimientos gratos hay que darles su lugar: destacarlos y festejarlos. Por el contrario, cuando surgen problemas es importante descubrirlos, tratarlos, diagnosticarlos y darles una respuesta adecuada que tienda, en la medida de lo posible, a solucionarlos o bien a reducir sus potenciales efectos negativos.
Desde Aldeas Infantiles SOS, se considera que el trabajo interdisciplinar es el más eficaz por: a. El enfoque global de la atención al niño. b. El concurso de distintas disciplinas que exploran dimensiones también distintas del niño. c. La forma de intervención que aúna objetivos evita repeticiones inútiles y maximiza los esfuerzos de todos los componentes del equipo. Para llevar a buen término este diálogo interdisciplinar en Aldeas Infantiles SOS, se requiere una formación continuada que conste de los siguientes objetivos:
El clima es esencial en el buen desarrollo de una organización. Nos referimos a los estilos de interacción entre sus miembros, a la forma en que se enfrentan y resuelven los conflictos. Este ambiente es importantísimo porque deja huella tanto en el presente como en el futuro.
De ahí que sea tan importante aceptar en su real dimensión la presencia de un problema dado. Ni minimizarlo, ni magnificarlo. Saber que está ahí y que cuanto antes nos ocupemos de él, más posibilidades existen de encontrar una respuesta adecuada. La defensa de los derechos y la asunción de los deberes de los profesionales es esencial para mantener y avivar el clima de la organización. La satisfacción personal se obtiene al ver que los objetivos se están logrando; en suma, la serenidad inunda a la persona cuando se siente ubicada en su profesión, en su obra.
a. Adquirir habilidad para la comunicación. b. Desarrollar la cooperación desde la colaboración. c. Aprender técnicas de organización del trabajo, con la clarificación de los objetivos y las etapas para conseguirlos. d. Formación en dinámica de grupos. e. La gestión del equipo.
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XII Dilemas ĂŠticos en el cuidado A continuaciĂłn, tratamos de plantear de un modo sistemĂĄtico algunas tensiones inherentes al ejercicio del cuidar.
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XII. Dilemas éticos en el cuidado
1. La tensión entre focalización y distribución El ejercicio del cuidado requiere de recursos humanos y técnicos. Para cuidar a un ser humano se requiere tiempo, espacio y disposición anímica, pero además unos determinados requisitos de orden técnico o material que no dependen exclusivamente de la buena voluntad o del savoir faire del cuidador, sino de aspectos económicos, sociales y políticos. Una política responsable es una política que vela, desde sus máximos órganos competentes, para el desarrollo y la protección de los grupos vulnerables de la sociedad. El cuidado familiar pues, depende, aunque no de un modo determinista, de la esfera social, política y económica, y ello se debe considerar muy seriamente cuando se analizan los desafíos éticos del cuidado familiar. El cuidado de un niño requiere tiempo, atención y unos determinados elementos de carácter material y educativo. Un primer dilema ético que se plantea es la distribución equitativa del tiempo a cada niño. El ejercicio del cuidar es enormemente complejo y la distribución del afecto, de la atención, de los recursos y del tiempo es limitada. Ningún agente dispone de recursos ilimitados, ni de un tiempo indefinido para ejercer este cuidado. En su labor cotidiana debe resolver situaciones familiares de un modo inmediato y ello significa que no puede someterse constantemente a un cálculo de su tiempo y de la distribución del mismo. Para tratar de iluminar este dilema ético, resulta fundamental considerar el principio de justicia como punto de partida. La justicia distributiva consiste en dar a cada cual según sus necesidades y eso no significa dar a todos lo mismo. Se deben conjugar equilibradamente los derechos de todos los miembros y se debe alcanzar un equilibrio entre la asistencia personal y singular, por un lado, y los intereses mayoritarios, por otro lado. El ejercicio equilibrado de la justicia distributiva es algo que atañe directamente a los educadores, pero también afecta, en un plano administrativo, a los máximos dirigentes de la organización, en la medida en que tienen competencias para distribuir recursos humanos y técnicos en los distintos programas de Aldeas Infantiles SOS.
2. La tensión entre autonomía y heteronomía Una segunda tensión fácil de vislumbrar en el cuidado es la que se produce entre autonomía y heteronomía. El concepto de autonomía no es estático, 100
sino dinámico y narrativo. Ello significa que nadie es completamente autónomo ni absolutamente heterónomo, sino que el grado de autonomía depende de las circunstancias biográficas, de los poderes y los saberes de una persona. Uno de los dilemas éticos más difíciles de discernir en el cuidado consiste en calibrar el grado de autonomía psíquica, ética y social que tiene cada miembro de una familia y precisar los márgenes de su responsabilidad. Esta delimitación no es nada fácil y depende de factores ambientales. Por ello no puede ser analizada in abstracto sino a partir de la situación y de la actividad concreta. Se debería comprender la autonomía referida al acto y no al ser de la persona. Velar por la autonomía de la persona es fundamental en el ejercicio del cuidar y, además, es un deber profesional. El objetivo último de la educación es la autonomía del niño, su formación integral, su pleno desarrollo. El proteccionismo paternalista, el exceso de celo, la falsa tipificación marcada por prejuicios históricos, obstaculizan enormemente el desarrollo de la autonomía del niño.
3. La tensión entre exterioridad e interioridad El ser humano es una unidad integrada de exterioridad e interioridad y el ejercicio del cuidar requiere atención a las dos esferas de la condición humana: el adentro y el afuera. No basta con tener cuidado de la corporeidad, del equilibrio somático y velar por el bienestar físico de la persona, sino que se debe velar también por la dimensión interior, por sus pensamientos, sus sentimientos, sus recuerdos, sus anticipaciones, en el fondo, por lo invisible de ella. El cuidar requiere esta doble orientación, porque el ser humano no puede reducirse a mera exterioridad, tampoco a mera interioridad, sino que resulta ser un tenso equilibrio entre ambas dimensiones. El cuidado de la exterioridad y la atención a la corporeidad requiere unos determinados conocimientos de orden somático, fisiológico y médico, pero el cuidado de la interioridad resulta mucho más complejo que el otro, pues resulta muy difícil abordar su mundo interior y conocer lo que realmente piensa, siente o desea. El tercer dilema ético que se puede plantear es la cuestión del respeto a la intimidad del otro. El derecho a la intimidad es un derecho básico e ineludible y está contemplado en todos los códigos deontológicos de las profesiones 101
XII. Dilemas éticos en el cuidado
asistenciales. Todo ser humano tiene derecho a vivir su intimidad, a no ser vulnerado ni exhibido, a gozar de privacidad. Las barreras de lo privado e íntimo no son estáticas en la condición humana, pues el sentido de lo propio es muy distinto en un ser humano u otro y ello solo puede aclararse con el trato y el diálogo. En el niño, el sentido de lo propio, de lo íntimo, de lo que no puede ser exhibido puede permanecer en un estado de desconocimiento. A pesar de este desconocimiento, el respeto a la intimidad ajena es fundamental, máxime cuando se trata de un ser vulnerable que no tiene conciencia de la misma o que la tiene en un estado muy precario. No puede ser exhibido, ni expuesto como si de una cosa u objeto se tratara, pero es muy difícil delimitar lo que le pertenece a él y solo a él. Ayudarle a descubrir la virtud del pudor, que es la virtud de lo propio, de lo íntimo, y enseñarle a preservarse de las invasiones externas, significa cuidarle y velar por su autonomía y su integridad personal.
4. La corresponsabilidad en la toma de decisiones La cuestión de la toma de decisiones se relaciona con la autonomía. Cuando uno es un agente autónomo, está capacitado para tomar decisiones, mientras que cuando carece de dicha autonomía extrañamente puede participar responsablemente en un proceso de toma de decisiones. En la toma de decisiones familiares, el niño no puede quedar al margen y se le debe invitar a participar siempre en la medida de sus posibilidades y de su capacidad de comprensión. En el caso de que no pueda participar, el resto de los familiares deben pensar lo mejor para él desde el punto de vista integral. Esta labor de sustitución no resulta nada fácil, pues, en último término, el pensar de cada cual es libre y singular y decidir por el otro o ponerse en la cabeza del otro no resulta nada fácil. El desarrollo de la autonomía prestada conlleva varios problemas éticos, sobre todo cuando no hay unanimidad entre los miembros responsables de la familia. La delimitación del primus inter pares no es nada fácil, sobre todo cuando hay desacuerdo. En este caso, la capacidad argumentativa, la búsqueda de razones en pro del bien común, es el criterio más justo frente a actitudes que se imponen por poder.
5. El equilibrio entre el cuidado de sí y el cuidado del otro
tanto que persona, es vulnerable y para ejercer bien su labor necesita ser cuidado y atendido. La complementariedad entre el cuidado del otro y el cuidado de sí es básica para el desarrollo del cuidado del niño. En el ejercicio cotidiano del cuidar, ambas dimensiones no deben contemplarse como antitéticas, sino como necesarias y, además, complementarias. El cuidado de sí no debe interpretarse en sentido egocéntrico, sino como punto de partida de la responsabilidad, de la tolerancia y de la solidaridad. El cuidado de sí no significa el abandono del otro, sino que implica también el cuidado del otro, como el cuidado del otro implica, necesariamente, el cuidado de sí. Quien cuida de sí hasta el punto de saber exactamente cuáles son sus deberes como responsable de un hogar, llegará a tener con sus allegados la debida relación. En atención al niño vulnerable, el equilibrio entre el cuidado de sí y el cuidado del otro puede tambalearse fácilmente hacia el segundo. Cuando el cuidador deja de pensar en sí mismo y solo piensa en el otro y en su desarrollo, de un modo constante y continuado, llega a sufrir un grave desgaste personal y cuando esto ocurre ya no cuida adecuadamente. En definitiva, cuando se cuida de alguien, es fundamental responsabilizarse de él, velar por su autonomía, ayudarle a vivir su interioridad, singularizar la asistencia, pero ello solo puede articularse de un modo correcto, si el cuidador cuida de sí mismo y encuentra espacios para ello y esto debe comprenderse no como una concesión, sino como una necesidad humana.
6. La tensión entre intimidad e interdisciplinariedad Una de las tensiones más evidentes en el ejercicio de la práctica profesional en Aldeas Infantiles SOS radica en la confrontación entre la intimidad personal del niño y el trabajo interdisciplinar. Como se ha puesto de manifiesto en el capítulo dedicado a la intimidad, uno de los derechos fundamentales del niño es el respeto a su privacidad personal y a su espacio íntimo. La persona, para el desarrollo de su madurez, necesita de un ámbito de intimidad y la familia responde, por lo general, a esta necesidad. Sin embargo, el ejercicio interdisciplinar de la intervención puede dañar gravemente esta intimidad si no se maneja la información con debida cautela y prudencia.
El óptimo ejercicio del cuidado requiere el cuidado de sí. El cuidador, en 102
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XII. Dilemas éticos en el cuidado
Para poder atender y cuidar adecuadamente al niño es fundamental conocerle a fondo y establecer con él un puente de diálogo sincero y estable. Es esencial que el cuidador respete la confidencialidad y la intimidad del niño, pero también que comparta la información con el equipo para poder discernir la mejor intervención en cada caso. No se debe extralimitar en la información, sino solo comunicar lo realmente necesario para el bien del niño. El análisis de los límites entre lo que se debe comunicar y lo que no a los otros profesionales constituye un dilema ético que requiere tacto y discreción.
7. La contraposición entre motivación y desilusión Uno de los dilemas más visibles en Aldeas Infantiles SOS se produce en la contraposición entre la motivación profesional por un lado y la desilusión por otro lado. Para poder intervenir activamente en una organización se requiere motivación y confianza por parte de los responsables de la misma. Puede suceder que, en el decurso del tiempo, esa ilusión y motivación inicial sufran una pérdida de intensidad, sea por las dificultades reales que conlleva la tarea profesional o por problemas de orden relacional, social o económico. En cualquier caso, la desilusión, la sensación de fracaso e inclusive el desaliento no son extraños en las organizaciones. Frente a ello, es necesario reinventar la ilusión inicial y encontrar formas para motivar e incentivar a los profesionales que intervienen. La tensión entre motivación y desilusión no es ajena a Aldeas Infantiles SOS. Frente a este dilema, se debe preparar, con antelación, a los profesionales para que asuman esta posibilidad y para que puedan salir satisfactoriamente de este atolladero. Por ello, se requiere una gran dosis de imaginación y de proyección. La formulación de nuevos proyectos y el cambio de roles y de funciones de sus interventores pueden ser estrategias de motivación. No se debe olvidar la formación continuada de los miembros de la organización y tampoco la comunicación de la filosofía que alimenta la acción, pues muchas veces la desilusión responde a una pérdida de sentido de la propia acción y ello exige una renovada transmisión de la filosofía de fondo que mueve a los profesionales a actuar en una determinada dirección. Para poder combatir la desilusión se debe ejercer un cuidado del profesional y ello significa que la organización tiene que convertirse necesariamente en una estructura de acogida y de promoción personal en todos los sentidos. 104
8. El encuentro con la familia biológica Una de las situaciones dilemáticas que puede existir en la organización se puede producir cuando entran en relación la familia biológica del niño y la familia SOS o familia acogedora. La organización está al servicio del desarrollo y del cuidado del niño. Para ello, tiene que establecer una relación fluida, comunicativa y respetuosa con la familia biológica del niño. Algunas veces se plantea la relación en términos negativos, como si de una confrontación se tratara. La función de la organización consiste en atender a niños que por las razones que fueran no tienen la posibilidad de desarrollarse equilibradamente dentro de un entorno familiar. Los educadores y las familias acogedoras deben procurar elaborar una imagen adecuada de la familia biológica del niño y mostrar siempre una actitud de respeto hacia sus progenitores. Es evidente que entre la madre SOS o la familia acogedora y el niño se crea un vínculo afectivo muy profundo y muy sólido y además es bueno que sea así, pero el niño no pertenece ni a la madre SOS ni a la familia acogedora, ni tampoco a la biológica, sino que es un sujeto de derechos que debe desarrollar su vida de un modo responsable y maduro. El niño no es propiedad ni de sus padres, ni de la organización; es el sujeto de atención. Para tratar de solventar las tensiones que pueda generar este encuentro, es básico crear vínculos de afecto y de reconocimiento, desarrollar una práctica educativa no solo con el niño, sino también con la familia biológica, que debe ver en la organización un sustento y un apoyo fundamental para el desarrollo total de su hijo. Para ello es necesario crear un clima de apertura y de recepción, evitar posturas fiscalizadoras. Frente a estos dilemas planteados en la práctica de la vida cotidiana en Aldeas Infantiles SOS, es esencial formar a los profesionales para la resolución de los mismos. Esta resolución requiere: a. Capacidad y competencia profesional para comprender el problema. b. Reflexionar sobre la propia actitud ética y un mínimo de fundamentación racional de la misma. Esta metodología para la resolución de dilemas precisa un clima de diálogo que no excluye la confrontación.
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XIII La correlaciรณn entre valores y buenas prรกcticas
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XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
La traducción de los valores corporativos (audacia, confianza, compromiso y responsabilidad) en buenas prácticas exige una atenta mirada a las relaciones que se establecen tanto dentro de la organización como fuera de ella, con los distintos grupos de interés.
1. ¿A qué me puedo comprometer yo para mejorar y fortalecer la relación entre el profesional y el niño?
El cuidado de las relaciones es fundamental para el buen desarrollo de la misión y de la visión de una organización. Cuando existe una correcta relación entre los agentes implicados, la información fluye con agilidad, se cohesionan los equipos y el niño, nuestro principal destinatario, es el máximo beneficiario de tal situación.
La acogida del niño en una Aldea o en una familia de acogida es un momento clave. Es básico prepararla con esmero, informar a los otros niños de la entrada de un nuevo miembro en el hogar y celebrar su llegada. Informar al máximo de su biografía y de su trayectoria a quienes tienen la responsabilidad de cuidarle es determinante para poder conocer mejor su situación vital y su estado emocional y para articular las oportunas medidas de atención.
En esta tercera parte, reflexionamos sobre seis relaciones básicas en la vida de Aldeas Infantiles SOS:
3. La relación con las familias biológicas.
Cuidar el proceso de acogida es un signo de respeto y de estima, una expresión de la hospitalidad. Es esencial que el niño se encuentre bien en su nuevo hábitat, que pierda temores y que, progresivamente, no se sienta como un extraño, ni un intruso. El objetivo es que se sienta bien acogido, que sienta su nueva casa como su hogar. Por ello, el seguimiento del ingreso es fundamental, así como el análisis del proceso de adaptación.
4. La relación con las familias acogedoras.
Priorizar las necesidades de los niños
1. La relación entre el profesional y el niño. 2. La relación entre profesionales.
5. La relación con las empresas colaboradoras, los socios y los donantes. 6. La relación con las administraciones públicas. La buena marcha de Aldeas Infantiles SOS depende, en gran parte, de la calidad de estas relaciones. En este último capítulo, nos hacemos eco de la reflexión desarrollada por los profesionales de la organización a lo largo y a lo ancho del país, a través de las distintas Aldeas Infantiles SOS y programas.
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Cuidar el proceso de acogida
El niño tiene necesidades de distinto orden: físicas, emocionales, mentales, sociales y espirituales. Responder de un modo eficaz y equitativo a sus carencias constituye el principal objetivo de Aldeas Infantiles SOS. Para ello, el profesional debe estar especialmente atento, no solo a lo que él percibe en su relación cotidiana con el niño, sino también a lo que perciben los demás miembros del equipo. Sus necesidades son prioritarias dada su vulnerabilidad y fragilidad.
Preguntamos a los profesionales cómo se podrían fortalecer estos vínculos y qué compromisos podrían asumir a título individual para mejorar dichas relaciones y crear una red compacta y sólida, capaz de cohesionar a los distintos actores implicados en el desarrollo y en la educación integral de los niños.
El ejercicio de la correcta profesionalidad exige anteponer sus necesidades a las de cualquier otro actor de la organización. Dar cuenta de ello y proponer los medios y los programas adecuados para responder a dichas necesidades es tarea de toda la organización. Si el niño percibe que el profesional está atento a sus necesidades, será capaz de establecer un vínculo de confianza con él y sentirse amparado.
El resultado de tales aportaciones ha sido ordenado y estructurado en las siguientes páginas.
Mejorar la formación de los profesionales
Para atender correctamente al niño y a su familia biológica es necesario el constante compromiso para una mejor formación de los profesionales. Los escenarios se transforman rápidamente y emergen nuevas situaciones que exigen nuevas estrategias y metodologías. 109
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
El compromiso con la formación es esencial, pues está en juego mejorar la relación con el niño y con su entorno. Ello exige una activa atención a los procesos de innovación en educación social, a las nuevas propuestas pedagógicas. Cuántos más conocimientos y destrezas dominen los profesionales para abordar situaciones complejas, mejor serán sus intervenciones socioeducativas y el vínculo que se va a establecer con el niño y con su familia biológica. No podemos olvidar que el niño forma parte de un sistema familiar y no se le puede atender aislándole de tal sistema. Conocer, a fondo, las dinámicas internas de su sistema de vida y su naturaleza más íntima, permite un mejor abordaje de sus necesidades y de sus carencias.
Anticipar su rutina cotidiana
Para fortalecer el vínculo con el niño resulta clave anticiparle su rutina. El niño necesita estabilidad social, afectiva y emocional y también una repetición cotidiana de funciones y de tiempos. Eso le permite asumir buenos hábitos y poder centrarse en actividades de aprendizaje. En la medida en que tiene garantizado lo esencial y también sabe a qué atenerse en cada momento, puede crear, imaginar y concentrarse en operaciones intelectuales o manuales. La inestabilidad, en cambio, crea angustia, desazón y, en muchos casos, graves problemas de concentración en el proceso de aprendizaje. Los niños en situación de riesgo social han vivido circunstancias y situaciones muy precarias, cambios de entorno, de referentes y turbulencias de todo tipo. Crear un entorno estable, con figuras de referencia estables que garanticen una atención y un afecto incondicional, es básico para crear un vínculo sólido y restablecer la confianza entre el niño y el mundo de los adultos.
Hablar su lenguaje
La adaptación constituye un principio pedagógico elemental. El educador tiene que hablar el lenguaje del educando, situarse en su nivel y su mundo de significados para poder conectar con su universo personal y poder mostrarle otras realidades. Esta adaptación exige, por parte del educador, una gran capacidad de escucha, pues solo si escucha a fondo al niño puede entrever cuáles son sus deseos, sus temores y sus expectativas. En el proceso educativo es esencial situarse en el nivel del educando, pero no para quedarse donde él está. El objetivo es que el niño aprenda nuevos 110
términos, nuevas palabras, nuevos valores, que amplíe su visión de la realidad, que vuele muy alto, que pueda crecer en todos los sentidos, pero para ello, se tiene que partir de donde está.
Ser ejemplar
Se educa más con lo que se hace que con lo que se dice. El niño aprende por imitación. Si sus referentes tienen hábitos saludables, el niño aprende por ósmosis, repitiendo lo que hacen sus referentes. Ser ejemplar significa tratar de ser coherente con los valores nobles. El niño observa atentamente las formas de actuar del educador y está muy atento a la coherencia de su comportamiento. El educador goza de autoridad moral cuando es ejemplar, cuando su actuar se corresponde con su decir, cuando lo que exige a los otros se lo exige a sí mismo, cuando cumple con su palabra. Ser ejemplar no significa ser perfecto. El educador, como todo ser humano, puede equivocarse y errar en su quehacer; sin embargo, es ejemplar, cuando es capaz de solicitar perdón y de propiciar procesos de reconciliación. Muchos niños que se atienden en Aldeas Infantiles SOS han sufrido una relación con adultos que no han sido precisamente ejemplares. Esto crea en ellos desconfianza y desdén frente al adulto. Ello exige al profesional un atento cuidado a los mensajes que emite y una permanente búsqueda de la coherencia tanto en su vida personal como en la profesional.
No elaborarse expectativas infundadas
Cada niño tiene su abanico de necesidades y de posibilidades. El profesional fortalece el vínculo con el niño cuando es capaz de subrayar sus posibilidades reales, cuando acepta sus ritmos de aprendizaje y cuando no proyecta sus deseos y expectativas en él. Acompañarle en su proceso evolutivo significa estar a su lado, ayudarle a elaborar su proyecto de vida, pero ello exige al profesional no forjarse expectativas. El niño no es un depósito de sus deseos, ni el receptáculo de sus sueños rotos. Cuando el profesional se forja expectativas respecto a lo que el niño debe llegar a ser y el niño no las cumple, ya sea por incapacidad o porque tiene otro proyecto de vida, se produce una frustración y una crisis de autoestima en el niño. El papel del profesional consiste en estar a su lado, en ayudar al niño a perseguir sus sueños. Su función radica en acompañarle cuando estos horizontes se colman, y también cuando se frustran, pero no le corresponde a él delimitar las expectativas del niño. 111
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Identificar metas a corto plazo
Para fortalecer la relación entre el niño y el profesional, resulta importante identificar metas a corto plazo que el niño, progresivamente, pueda ir superando. El presente constituye el tiempo de la infancia, mientras que lo propio de la juventud es proyectar y anticipar futuros. Cuando se forjan grandes metas, pueden acaecer la frustración, la decepción y la consiguiente crisis de autoestima. El profesional debe acompañar al niño en sus pequeñas realizaciones y, a través de ellas, fortalecer su autoestima emocional. Los retos que se deben plantear tienen que estar a la medida de sus posibilidades. Cada niño tiene sus potencias y sus limitaciones. Es un error plantear retos de un modo uniforme. El profesional fortalece el vínculo cuando se acerca a cada niño individualmente y le ayuda a identificar sus metas a corto plazo, también a descartar horizontes lejanos que están por encima de sus posibilidades reales.
Mejorar la capacidad de escucha activa
Los profesionales consideran, de forma unánime, que un modo de fortalecer la relación con el niño radica en la práctica de la escucha activa. La escucha activa es un acto intencional que consiste en ser receptivo al niño, tanto a lo que emite de un modo verbal, como a lo que comunica de un modo gestual. Cuando el niño se siente escuchado, siente que es respetado, que es un interlocutor válido y ello fortalece el vínculo de confianza con su referente adulto. La escucha activa permite entrever aspectos de su vida emocional y mental, también sus necesidades y carencias que no siempre es capaz de formular verbalmente, ya sea por limitación lingüística o por sentido del pudor. Para practicar la escucha activa resulta imprescindible dar tiempo al niño, desprenderse de prejuicios y de tópicos y vaciarse mentalmente.
Conocer su historia de vida
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determinada por las vicisitudes y las peripecias que se han vivido o sufrido en el pasado. El profesional que tiene conocimiento de ello puede actuar con más tacto y sensibilidad, pero éste no debe olvidar nunca que el niño es un proyecto abierto y que su futuro no está escrito. El futuro es un campo de posibilidades y el pasado un depósito de aprendizajes que el niño puede aprovechar para proyectar su devenir.
Amabilidad y firmeza
Ambas virtudes son esenciales para fortalecer el vínculo entre el profesional y el niño. El trato amable crea proximidad y confianza entre ambos polos de la relación, pero la firmeza es el aval de la coherencia y del respeto a las normas acordadas. Ser firme no significa ser inflexible. Evoca una correcta lógica entre el actuar y el pensar. El niño entiende que el profesional es digno de confianza cuando es firme, cuando no altera sus convicciones ni sus promesas según le convenga. La firmeza no está reñida con la amabilidad. Todo lo contrario. Es su perfecto complemento. El niño retará al profesional e intentará persuadirle de que cambie de parecer, pero si el profesional es firme en sus promesas y en sus convicciones, el niño asumirá los límites y el marco normativo que le ha sido dado.
Respetar la singularidad de cada niño y su creatividad
Cada niño es un ser único e irrepetible, una persona con su singularidad y su potencial. El buen trato es necesariamente personalizado, tiene en consideración las particularidades de cada ser humano. Cuando el niño se percata de que es tratado de un modo singular y no uniforme, cuando el profesional se adapta a sus circunstancias y a sus carencias, el vínculo entre el niño y él se fortalece.
Conocer la biografía del niño, su historia de vida, es clave para poder componerse una imagen mental del mismo y hacerse una idea de su situación presente. Su realidad actual, con sus fortalezas y debilidades, es la resultante de un proceso que no siempre se conoce en su totalidad.
La creatividad es lo que capacita al niño para elaborar construcciones con su imaginación y debe ser estimulada al máximo nivel, de tal modo que pueda expresar, a través de sus acciones y producciones, su mundo interior, su universo de pensamientos y de emociones.
La historia permite adentrarse en los vericuetos de su existencia y tomar en consideración aspectos que extrañamente aparecen en los informes. La identidad personal es una construcción narrativa que está absolutamente
Dominar las tecnologías de la información y la comunicación
El dominio de las tecnologías de la información y de la comunicación constituye 113
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
una exigencia básica en el siglo XXI. Las generaciones emergentes son muy hábiles en el manejo y en la utilización de estas tecnologías y ello exige al profesional un esfuerzo para poder conectar con su mundo y su lenguaje. El buen uso de estas tecnologías permite desarrollar la creatividad y la inteligencia del niño, también hace posible la comunicación en el plano digital y el desarrollo de la competencia digital que es imprescindible para su futuro profesional. El profesional debe ayudar al niño a discernir un correcto uso de estas tecnologías, evitando en todo momento sucumbir a la tecnoadicción y a la incomunicación presencial. Las tecnologías de la información y de la comunicación tienen que fortalecer el nexo entre ambos polos de la relación, facilitar la accesibilidad y la comunicación, pero, en ningún caso, generar la disgregación o el aislamiento. Correctamente utilizadas, estas tecnologías pueden catalizar el sentido de pertenencia a la organización y la cohesión interna tanto en las Aldeas Infantiles SOS como en el resto de los programas.
Entrever las capacidades del niño y reconocerlas
Con frecuencia, el niño no es consciente de sus capacidades, ni de sus potencias latentes. Al profesional se le supone la capacidad para identificar estas posibilidades más allá de las apariencias. Corresponde a él identificarlas y reconocerlas. Esto exige una atenta mirada a su personalidad, a su modo de actuar y a sus producciones. Muchos niños en situación de riesgo social sufren una grave crisis de autoestima, no se perciben a sí mismos como seres de posibilidades. El profesional fortalece el vínculo con el niño cuando es capaz de hacerle ver sus potenciales y reconocer sus valías. Este reconocimiento no tiene que ir en detrimento del reconocimiento de las carencias o limitaciones que el niño presenta en determinadas áreas de su vida.
Mejorar su autoestima
La confianza en uno mismo es clave para la mejora personal. El profesional fortalece el vínculo con el niño cuando mejora su autoestima, la percepción que tiene de sí mismo y, especialmente, cuando activa en él un espíritu de superación. Muchas personas que pertenecen a grupos vulnerables padecen una profunda crisis de autoestima. No se sienten capaces de rehacer sus vidas y se sienten impotentes frente a la realidad. Las frustraciones del pasado dejan rastro en la vida emocional y mental, como también son perjudiciales las humillaciones y los desprecios.
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El profesional tiene que activar la autoestima en el niño, la correcta valoración de sí mismo y la confianza en sus propias capacidades y potencias. El respeto al propio cuerpo, a la propia intimidad y a la palabra dada son determinantes para recuperar la estima perdida y el sentido de integridad.
Disponibilidad más allá del contexto laboral
La disponibilidad constituye un valor decisivo en la vida personal y profesional. Ser disponible significa estar a disposición del otro, ofrecerle ayuda y apoyo en cualquier momento, más allá de lo que se le exige estrictamente en el ámbito profesional. Los niños se percatan del profesional que está disponible y es accesible. Lo valoran, lo aprecian y se lo reconocen. Lo mismo ocurre en una organización. Se valora al que tiene la disponibilidad para ayudar y contribuir en el buen desarrollo de la misma. Si el profesional está disponible más allá del contexto laboral, el niño sabe que puede contar con él. Estar a disposición del niño significa ser accesible, de tal modo que cuando el niño tenga una preocupación, una consulta o sufra alguna angustia, pueda recurrir al profesional. Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación facilitan el nexo con el niño, pero no debe olvidarse que el profesional también tiene derecho al descanso, a gozar de su tiempo personal y familiar. Ello es necesario para que pueda aportar todo su talento y fuerza vital a la organización.
Conocer los intereses del niño y conectar con los mismos
Para fortalecer el nexo con el niño, es bueno que el profesional conozca sus intereses, lo que es valioso y prioritario para él. Esto requiere escucha y receptividad, pero también exige buscar estrategias para que estos se puedan encauzar. Cada niño tiene sus intereses, gustos y apetencias. Es evidente que no siempre es posible dar respuesta positiva a ello, pero el profesional buscará, en la medida de lo posible, satisfacer estas necesidades y conectar con sus intereses reales. Para ello es clave potenciar mecanismos de participación y tratar al niño como un interlocutor válido y no como el simple receptáculo de los intereses y prioridades del profesional que le cuida.
No emitir juicios de valor
No corresponde al profesional emitir juicios de valor sobre la situación del 115
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
niño o de su familia biológica. Su cometido consiste en ayudar, atender, cuidar, consolar, acompañar y educar. No está ahí para juzgar. Aun así, en el caso de que deba emitir un juicio negativo sobre su conducta o sobre una reacción concreta, tiene que hacerlo desde la discreción y el respeto a su dignidad. Poner límites y corregir forma parte de la tarea de educar, como lo es también reconocer y ensanchar la mente del niño.
Infantiles SOS o en los programas de la organización carecen del afecto que requieren, necesitan ser escuchados y queridos.
No emitir juicios de valor contribuye a fortalecer el nexo con el niño. Si el profesional debe emitir un juicio positivo de lo que ha hecho, es bueno que lo haga públicamente para que, de este modo, obtenga un reconocimiento público y crezca su autoestima.
El afecto jamás puede ser un pretexto para discriminar y, menos aún, para vulnerar el derecho a la intimidad que todo ser humano posee.
Generar espacios no formales de comunicación e interacción
Con frecuencia, los espacios no formales constituyen entornos privilegiados para la educación y para la transmisión de valores. El deporte, el teatro o una excursión son, por ejemplo, actividades que rompen con la rutina habitual y permiten abrir nuevas vías de interacción y de comunicación entre todos los miembros de los programas de la organización. Para fortalecer el vínculo entre el profesional y el niño resulta muy imaginativo generar espacios y tiempos no formales de comunicación, ámbitos que no están intencionalmente programados, pero que acaban siendo útiles para conocer mejor las capacidades del niño y, también, sus intereses y deseos.
Trabajar desde sus fortalezas
La mirada nunca es neutral y juega un papel decisivo en la tarea educativa. En ocasiones, el profesional solo es capaz de identificar las carencias del niño, sus limitaciones y sus debilidades. Sin embargo, solo es posible ayudarle a crecer y a mejorar su autoestima si se trabaja desde sus fortalezas. Ello supone, previamente, un trabajo de identificación y, posteriormente, un ejercicio de creatividad para situar al niño en el entorno adecuado para que pueda activar sus potencias y crecer en autoestima. Para discernir correctamente estas fortalezas, el trabajo en equipo es fundamental, pues permite conectar distintas miradas sobre el mismo niño y aclarar, con más agudeza, sus fortalezas.
Responder al afecto que comunica el niño
Todo niño desea ser amado y es capaz de amar y de expresar su afecto. El profesional de Aldeas Infantiles SOS se siente llamado a comunicar afecto al niño, a querer su pleno desarrollo. Muchos niños atendidos en las Aldeas 116
El profesional es, con frecuencia, el destinatario del afecto de los niños. Forma parte de su tarea corresponder a este afecto, expresar correctamente el afecto que siente por el niño.
Otorgar responsabilidades acordes a su edad y situación Empoderar al niño significa otorgarle responsabilidades en virtud de su capacidad y de su desarrollo emocional y cognitivo. Su plena autonomía constituye el objetivo último de la organización.
Para ello, no basta con ofrecerle un espacio cálido, un entorno de afecto incondicional, es necesario, simultáneamente, estimular sus capacidades y darle ocasiones para que intente desarrollar, por sus propios medios, sus propósitos y objetivos. Empoderar es un modo real y eficaz de estimular el potencial del niño, de activar su autonomía. Es muy probable que, en una primera instancia, el niño no sea capaz de desarrollar correctamente la responsabilidad que se le ha asignado, pero el hecho de intentarlo, de esforzarse con sus propios recursos para hallar una solución y concluirla, constituye ya un aprendizaje muy valioso.
Ser veraz en la comunicación
La veracidad constituye el fundamento de la confianza. El vínculo entre el profesional y el niño se fortalece cuando el profesional le comunica la verdad, por difícil que ésta sea de digerir. El niño tiene derecho a conocer su historia, sus orígenes, su situación real y sus perspectivas de futuro. El profesional tiene acceso a información confidencial que afecta directamente al niño y a sus seres más cercanos. En ocasiones, el niño emite preguntas al profesional que no son fáciles de responder, pero éste no puede sucumbir, en ningún caso, a la mentira piadosa. El profesional debe ser veraz en su relación con el niño, pero debe ser también sensible y tener tacto en la transmisión de las verdades difíciles de soportar. Para ello, es básico gestionar los tiempos oportunamente y preparar al niño emocionalmente para la recepción de determinados mensajes. Lo que sostiene el pacto de confianza entre el niño y el profesional es el compromiso activo con la verdad. 117
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Potenciar procesos de reconciliación con el niño
Dadas las dificultades que presentan algunos niños atendidos en los distintos programas de la organización, es posible que puedan tener lugar prácticas por parte del niño, tanto en el orden verbal como físico, que puedan herir al profesional. Muchos niños reproducen patrones de violencia que han visto activarse con normalidad en sus respectivas familias o en las calles. El profesional no puede ni debe tolerar ninguna forma de violencia en la organización, tampoco la que procede del niño. Buscará mecanismos para prevenir estas actitudes y en el caso de que se hayan producido se asegurará de no guardar rencor e intentará potenciar procesos de reconciliación con el niño, con el objetivo de mantener la confianza y el vínculo comunicativo con él.
Solicitar el perdón del niño por una mala praxis
El niño puede equivocarse en el desarrollo de sus quehaceres, pero también el profesional puede actuar de un modo inadecuado. Errare humanum est. La actividad profesional no está extensa de tensiones emocionales. Por consiguiente, es fácil sucumbir al error o a la mala praxis. El profesional debe prevenir tales situaciones y actuar desde la serenidad y la correcta gestión de las emociones tóxicas. Aun así, en el caso de que actúe inadecuadamente, resulta fundamental que solicite el perdón al niño y se arrepienta de lo cometido. Esta toma de postura es ejemplar y educativa y confiere autoridad al profesional cuando exige al niño que sea capaz de reconocer sus errores y de solicitar el perdón.
Difundir y dar a conocer los derechos de los niños
Para fortalecer el vínculo entre el profesional y el niño, resulta básica la tarea de empoderarle. Potenciar su autonomía constituye el fin de la práctica educativa. En eso consiste empoderarle: darle posibilidades, poderes para que actúe, para que arriesgue, para que se equivoque y aprenda de sus errores. El niño debe aprender, gradualmente, cuáles son sus derechos, pero también, sus obligaciones como ciudadano. En la medida en que conozca mejor sus derechos, también será capaz de defender su dignidad y reivindicar el respeto que merece.
escrupulosamente respetados, sino que deben ser objeto de difusión e irradiación dentro y fuera de la organización. Esta defensa activa de los derechos del niño se debe traducir en todo tipo de iniciativas culturales y educativas, pues esta función divulgativa mejora la sociedad.
Ayudarle a hacer realidad su proyecto de vida
Todo ser humano tiene derecho a hacer de su vida un proyecto personal, a decidir su destino, a determinarse a sí mismo. El niño no es una propiedad de sus padres, tampoco del Estado y, menos aún, de la organización que lo acoge y vela por él. El niño es un sujeto de derechos y puede hacer de su vida un proyecto personal, pero, para ello, requiere de la ayuda, del sustento y de la colaboración de los adultos, de las instituciones, de los profesionales. Solitariamente, no puede encauzar sus sueños, pero si está acompañado y cuidado, puede, progresivamente, convertir sus metas en hechos. Cuando existe un proyecto, una razón para vivir y para luchar, existe una motivación que activa la inteligencia. El peor obstáculo es la apatía, la indiferencia y la pasividad. El profesional fortalece el vínculo con el niño cuando es capaz de ayudarle a descifrar su proyecto de vida, a poner nombre a sus aspiraciones y a canalizarlas progresivamente. Algunos niños experimentan muchas dificultades para hacer realidad sus sueños, dada su situación de exclusión y de extrema vulnerabilidad económica, social y psicológica. El profesional debe ayudar al niño a recuperar su autoestima y a fortalecer su sentido de la tenacidad.
Permitir estancias de largo recorrido
Para fortalecer el sentido de pertenencia y el nexo con el profesional, es básico que el niño pueda estar un largo período de tiempo en los programas. Si su presencia es volátil, es muy difícil crear un vínculo de confianza. Esta presencia de largo recorrido no depende del niño, ni tampoco del profesional, sino de factores variables que son ajenos a sus voluntades. Desde el modelo de cuidado alternativo que propone Aldeas Infantiles SOS, se pretende ofrecer una comunidad cálida y estable, rutinas seguras y entornos firmes que permitan al niño ganar confianza y bienestar emocional. Ello exige combatir el síndrome del niño golondrina, el desplazamiento del niño de un entorno a otro, o de una familia a otra, evitando así el traumático proceso de las despedidas y los duelos subsiguientes.
En Aldeas Infantiles SOS, los derechos de los niños no solo deben ser 118
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XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Cuidar el ritual de despedida
En la vida humana, los rituales juegan un papel relevante. Cuando un niño deja la Aldea Infantil SOS o a su familia acogedora es fundamental ritualizar el proceso con todos los elementos simbólicos necesarios. Se trata de un trance para ese niño. Empieza una nueva vida en otro lugar y con otras personas. El ritual sirve, justamente, para dotar de significado el trance. Para ello, cuenta la implicación de toda la familia, pero también de todos los hogares SOS. El niño que se marcha de la organización debe guardar un recuerdo inestimable de su estancia en Aldeas Infantiles SOS y debe poder manifestar sus emociones y sentimientos en el momento de abandonarla. También los niños que se quedan y los educadores deben poder expresarle sus sentimientos y su gratitud. Un buen ritual de despedida fortalece el vínculo del niño con la organización y abre la puerta a futuros reencuentros.
2. ¿A qué me puedo comprometer yo para mejorar y fortalecer el vínculo profesional-profesional? Identificar objetivos comunes
Para fortalecer el vínculo entre los profesionales que operan en Aldeas Infantiles SOS es esencial identificar objetivos comunes y horizontes compartidos. Cuando todos los profesionales trabajan por el mismo fin, se fortalece el vínculo, porque comparten una visión más allá de los enfoques y de las perspectivas de análisis. La diversidad funcional no tiene que entrar en contradicción con compartir la misma visión, misión y valores corporativos. Es esencial integrar a las nuevas incorporaciones en la misma visión, lo que requiere de pedagogía y persuasión. La visión compartida crea cultura institucional y sentido de pertenencia. Cuando ésta se da, el profesional se siente parte integrante de un navío que se orienta al mismo fin, lo cual multiplica los esfuerzos realizados y simplifica los procesos de comunicación y de entendimiento.
Dar la información justa y necesaria
Para fortalecer el vínculo entre los profesionales, es muy relevante una adecuada gestión de la información. La comunicación entre los profesionales debe ser fluida y siempre tiene que ir orientada a mejorar la vida del niño y la calidad de su existencia. 120
Las informaciones que afectan a la intimidad del niño o a la privacidad de su familia biológica se deben preservar confidencialmente. También en la redacción de los informes se dará la información justa y necesaria, fundada en hechos y no en suposiciones u opiniones. Los profesionales deben compartir informaciones entre ellos para poder realizar mejor su labor, pero siempre preservando el secreto profesional que es la raíz de la confianza con el niño y de su credibilidad.
Interesarse por el bienestar del otro
El interés por el otro profesional, por su salud y por su bienestar integral mejora la cohesión del equipo y, en último término, la calidad del cuidado y del acompañamiento que se dispensa al niño. El bienestar del niño es la principal preocupación del profesional, pero para poder conseguir este objetivo, resulta indispensable que éste se sienta acompañado especialmente en los momentos difíciles de su actividad. El interés por el bienestar ajeno se demuestra en los pequeños gestos y movimientos cotidianos. Uno se esfuerza para hacerle más fácil su labor. Este interés mejora el clima emocional de trabajo y la consecuencia final es que fluye mejor la comunicación y el proceso de toma de decisiones que no siempre es fácil en contextos de vulnerabilidad y de riesgo social.
Trabajar de un modo sistemático y ordenado
En el trabajo en equipo, el hecho de disponer de un método, de unos protocolos de acción, debidamente pautados y consensuados, en definitiva, de un modelo de intervención, de seguimiento y de evaluación propios, ayuda a ganar eficacia en la intervención, y también hace crecer los niveles de eficiencia y de seguridad. Más allá del talento individual de cada profesional y de su modo singular de actuar y de interaccionar, es bueno que exista, entre los profesionales, un modo de operar que sea sistemático y ordenado, que existan unos procedimientos pautados. Aun así, también se espera del profesional que tenga la suficiente ductilidad y agilidad para poder adaptarse a entornos nuevos y a situaciones inesperadas que requieran de una solución urgente que no ha sido planificada a priori.
Tener una comunicación asertiva
La asertividad es una habilidad social que permite a la persona comunicar su punto de vista desde un equilibrio entre un estilo agresivo y un estilo pasivo de comunicación. Como tal, la asertividad es una cualidad o comportamiento 121
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
que poseen ciertos individuos a la hora de comunicar y de defender sus propios derechos e ideas, respetando a los demás. La palabra asertividad tiene su origen en el latín assertus. La asertividad en psicología incentiva el entrenamiento asertivo para poder expresar de forma correcta y respetuosa las propias ideas, comunicándonos de verdad. Una persona sin asertividad se vuelve ineficaz socialmente porque no logra comunicar lo que quiere adecuadamente.
Se espera de un profesional de Aldeas Infantiles SOS que sepa solicitar ayuda a los demás profesionales cuando experimente una situación de gran complejidad y de incertidumbre. La grandeza del trabajo en equipo consiste, precisamente, en sumar perspectivas, en compartir visiones del problema para poder abordarlo de un modo cauto y adecuado.
El profesional asertivo es aquel que sabe que puede estar equivocado, pero mantiene la calma y conversa con los otros sobre sus puntos de vista para poder llegar a un mejor entendimiento y solucionar los problemas.
En ocasiones, una mala comprensión de la profesionalidad conduce a la cerrazón y al hermetismo. Solicitar ayuda no significa poner en peligro la profesionalidad, sino todo lo contrario. Significa reconocer los propios límites y, simultáneamente, reconocer el valor de los demás para poder hallar soluciones creativas a los problemas cotidianos.
Ser un ejemplo para los demás en el trabajo
Ofrecer siempre ayuda al colega
El principal factor educativo consiste en la ejemplaridad. Ser ejemplar significa ser coherente o, dicho de otro modo, que en la vida profesional haya una correspondencia entre el discurso y la acción. Es deseable que el profesional aspire a ser ejemplar para los demás, pues solo quien es ejemplar puede exigir coherencia a sus colegas a la hora de afrontar las situaciones laborales. La ejemplaridad no se demuestra en el decir, sino en el obrar, en el modo de intervenir y de resolver las cuestiones de la vida cotidiana. La ejemplaridad no debe confundirse, jamás, con la perfección. Tanto la vida de la organización como la actividad profesional están llenas de imperfecciones. Un profesional es ejemplar cuando lucha contra sus limitaciones, cuando reconoce sus errores y trata de enmendarlos, cuando actúa con equidad y con independencia.
Cuidar de sí mismo
El buen desarrollo de la actividad profesional exige el cuidado de uno mismo. Las denominadas profesiones de ayuda conllevan un gran desgaste mental, emocional y físico. Debido a ello, resulta básico e imprescindible desarrollar estrategias de autocuidado, de tal modo que uno pueda prevenir sus situaciones de desgaste y anticipar los recursos que va a necesitar para enfrentarse a ellas. El profesional de una Aldea Infantil SOS o de cualquier otro programa de la organización, tiene como misión principal cuidar de niños en situación de fragilidad. Solo podrá desarrollar con éxito su labor si tiene cuidado de sí mismo, si halla los tiempos y los espacios adecuados para alimentarse física y espiritualmente. 122
No tener miedo a solicitar ayuda
Ofrecer ayuda a los demás profesionales es un modo de fortalecer el equipo y el sentido de pertenencia a la organización. Ofrecer ayudar no significa injerirse en la tarea del otro, ni fiscalizar su modo de trabajar. Para el buen funcionamiento de la organización, cada profesional debe conocer, a fondo, su campo competencial y no inmiscuirse en tareas ajenas. Ofrecer ayuda consiste en ponerse a su servicio, a su disposición para poder afrontar mejor las situaciones complejas. Facilitar el trabajo del otro, ofrecer los propios recursos para mejorar la calidad de atención son actitudes que deben promoverse y desarrollarse en el conjunto de la organización. Eso exige crear programas interregionales y mecanismos para transmitirse mutuamente las experiencias de éxito.
Crear pretextos para conocerse mutuamente
Del mismo modo que en la relación con el niño es fundamental hallar situaciones informales para interaccionar y conocerle mejor, también ocurre lo mismo entre profesionales. En ocasiones, los profesionales desarrollan rutinariamente sus funciones habituales, pero raramente se conocen más allá de su rol específico en el marco de la organización. La creación de pretextos, como puede ser una excursión, una jornada, un viaje, una actividad deportiva, es útil para conocerse mejor mutuamente y descubrir habilidades y destrezas escondidas del otro profesional, así como aspectos de su personalidad que, por lo general, pasan desapercibidos.
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XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Poder explicitar las diferencias y las dificultades que se viven
El disenso forma parte de la vida en comunidad y del trabajo en equipo. No siempre existe unanimidad respecto al modo de abordar una situación o resolver un conflicto con el niño o con su familia biológica. La pluralidad no es ajena a la vida de la organización, sino la inmediata consecuencia de la diversidad de personas y de perfiles profesionales interactuando en el mismo ámbito.
Reinventarse como profesional es combatir la tendencia a la repetición y a la reiteración de lo mismo. Es un modo de luchar contra el conformismo y contra la mediocridad profesional.
Para fortalecer la relación entre profesionales, es básico crear espacios y tiempos, ocasiones para poder explicitar estas diferencias de criterio y también las dificultades que se sufren a la hora de abordar el trabajo.
En la relación entre profesionales existen tensiones, incomprensiones y, en ocasiones, se cometen errores que tienen consecuencias negativas no solo para el niño, sino para el conjunto de la organización y también para su reputación. En Aldeas Infantiles SOS se trabaja esencialmente en equipo y esto exige a los profesionales capacidad para identificar sus errores, también para solicitar el perdón y rectificar.
En ocasiones, no existirá una solución clara, ni siquiera una posible solución a corta distancia, pero el mero hecho de poder comunicarlo y compartirlo es ya, en sí mismo, una acción liberadora que mejora el clima de la organización y el bienestar emocional del profesional.
Respetar la singularidad y creatividad de cada profesional
Para fortalecer el vínculo entre profesionales se debe asegurar, como exigencia básica, el respeto a la singularidad y a la creatividad de cada cual. La organización necesita del talento y de la personalidad de cada profesional, pues ello enriquece el conjunto y permite multiplicar la creatividad y la innovación en la organización. Se debe encontrar el equilibrio entre el respeto a los protocolos establecidos y a la creatividad personal. Fácilmente se tiende a sucumbir a uno de los dos extremos, o bien se uniformiza el trabajo y se prescinde de la singularidad o bien se hace hincapié en la originalidad de cada profesional y se crea, por consiguiente, una sensación de caos y de desconcierto. El término medio, el lugar de la virtud, exige esta labor de equilibrio y de armonía entre las exigencias del protocolo y la libertad y creatividad de la intervención profesional.
Comprometerse a innovar, mejorar, reinventarse
La excelencia de una organización está íntimamente vinculada a la innovación. Innovar en el campo social y educativo constituye una exigencia de Aldeas Infantiles SOS. Para ofrecer el mejor servicio a los niños y a las familias acogedoras que atendemos, resulta imprescindible formarse y conocer los últimos desarrollos en materia educativa y social. 124
Un buen profesional se compromete activamente con la innovación, ensaya nuevas hipótesis y busca nuevos modelos de intervención.
Saber solicitar perdón y ejercitarlo
La solicitud del perdón exige humildad y consciencia de la mala praxis; pero la concesión del mismo solo es posible si se da la generosidad y la solidaridad. Generar procesos de reconciliación es fundamental para el bien del niño y de la organización, pues, de lo contrario, se crea un clima emocional adverso, saturado de rencor y de resentimiento, que intoxica gravemente el proceso de educación y de cuidado.
Ser dúctil y flexible
La ductilidad es un valor esencial en el mundo de las organizaciones sociales. El profesional de Aldeas Infantiles SOS se halla trabajando en contextos de gran incertidumbre y se enfrenta a situaciones de gran complejidad que le exigen una gran ductilidad y flexibilidad, pues a menudo observa que no puede aplicar mecánicamente los protocolos estudiados, ni los modelos preestablecidos, sino que se ve obligado a ser creativo y a adaptarse a entornos muy variables. Frente a la consciencia pétrea y estática que aplica indistintamente lo que ha aprendido sin considerar los contextos, se espera del profesional de Aldeas Infantiles SOS que tenga una consciencia líquida, que fluya bien y se adapte a las nuevas situaciones, por complejas que sean, tratando de sacar lo mejor de cada niño.
Reconocer el trabajo ajeno y agradecerlo
Todo ser humano necesita estima y reconocimiento para poder crecer y desarrollarse. El profesional del campo social y educativo lo sabe muy bien cuando piensa en el niño que atiende, pero no siempre aplica este principio cuando piensa en los demás profesionales. 125
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Reconocer el trabajo de los demás profesionales y expresar la gratitud por una labor bien realizada cohesiona el equipo y hace crecer el sentido de pertenencia institucional. Esta tarea es especialmente importante en los líderes de equipos, de programas o de unidades de atención. Del mismo modo que, en ocasiones, es preciso cuestionar ciertas formas de trabajar y de interactuar, también es necesario, cuando corresponda, reconocer y agradecer. Muchas veces el profesional de Aldeas Infantiles SOS, tanto del ámbito social, como de la gestión, desarrolla actividades que están más allá de sus obligaciones puramente contractuales. En tales situaciones, es más relevante todavía el reconocimiento de la labor realizada y la gratitud pública.
Fomentar la resiliencia frente a las contrariedades
La resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua, es la capacidad humana para asumir, con flexibilidad, situaciones límite y sobreponerse a ellas. Gracias a esta cualidad, somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas y, además, salir fortalecidos de ellas. La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial. Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios. Fomentar la resiliencia en los profesionales de Aldeas Infantiles SOS es un buen modo de prepararlos para las dificultades que puedan surgir en su tarea laboral.
Aplicar la regla de oro: Tratar al otro como deseas ser tratado
Una última idea para fortalecer el vínculo entre profesionales: aplicar la regla de oro. Esta consiste en tratar al otro como uno desea ser tratado, aunque 126
también se puede formular en negativo: no hacer al otro lo que uno no desea para sí mismo. Solo es posible aplicar esta ley si uno es capaz de ponerse en la piel del otro y de visualizar su situación. Cuando un profesional interactúa con otro debería hacerse la siguiente pregunta: Lo que voy a hacer o a dejar de hacer al otro, ¿me gustaría que me lo hicieran a mí? La regla de oro no solo se debe aplicar entre profesionales, sino también en la relación con el niño y su familia biológica.
3. ¿A qué me puedo comprometer yo para mejorar y fortalecer el vínculo entre profesional y familias biológicas? Los profesionales de Aldeas Infantiles SOS no pueden, ni deben, ser indiferentes a las familias biológicas. El niño no es un ser aislado; forma parte de un sistema familiar y solo se le puede comprender adecuadamente y ayudar eficazmente si se entiende su circunstancia y se trabaja el vínculo y el apego con su propia familia biológica. Se debe evitar, ante todo, cualquier conflicto y tratar de resolver las hipotéticas tensiones con la familia biológica buscando siempre el interés más elevado del niño, su bienestar físico, social, psíquico y espiritual.
Pedagogía y tacto
Si se observa que la relación del niño con la familia biológica no es lo deseable que debería ser, que en ella no se garantiza una buena alimentación o una correcta transmisión de hábitos, se debe buscar la manera de hacer pedagogía con las familias, de enseñarles a tratar correctamente a los menores. Esta labor pedagógica es fundamental para que el niño se sienta bien acogido y eso significa que se deben buscar pretextos para poder encontrarse con las familias biológicas y potenciar su nivel educativo y los buenos hábitos.
Compartir la responsabilidad con las familias biológicas
El niño tiene necesidad de conocer sus orígenes y de vincularse a sus allegados. La organización facilitará tales contactos y no será un obstáculo para ello. Solo si se detectan indicios de delito, se deberá informar 127
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
puntualmente a la administración de justicia, pues el principio de no maleficencia debe regular la acción.
biológica. En la relación con las familias biológicas, debe ser capaz de discernir las buenas de las malas prácticas.
El niño forma parte de un sistema familiar, con lo cual su bienestar integral depende de la correcta relación con sus padres y sus hermanos biológicos. Desde este punto de vista, la principal preocupación de los profesionales es garantizar la máxima calidad de vida al niño y ello exige una correcta relación con la familia biológica.
La escucha activa
Empatía y fluidez en el trato
Más allá de la desconfianza y suspicacia que la familia biológica pueda sentir respecto al papel y el rol de la organización, los profesionales deben esforzarse para generar empatía y fluidez comunicativa de tal modo que perciban que la organización está al servicio del niño y de su bienestar integral. Debe quedar muy claro a las familias biológicas que la organización no tiene como misión suplantar o sustituir a los padres biológicos. Su objetivo es ayudar a la reconstrucción del sistema familiar originario siempre y cuando sea posible y activar la plena autonomía de la familia biológica. Para ello, es clave que el profesional pueda entrever las fortalezas de la familia biológica y desarrollar sus competencias parentales. Se observa que la relación con las familias biológicas es muy distinta en los Centros Abiertos o Centros de Día respecto a las Aldeas Infantiles SOS. En el primer caso, las familias acuden voluntariamente y hallan en los centros un apoyo y un respiro; mientras que, en el segundo caso, las familias han perdido temporalmente o definitivamente la tutela de sus hijos y la organización tiene la responsabilidad de la guarda que la misma administración le otorga temporalmente.
No emitir juicios de valor
El propósito de Aldeas Infantiles SOS en lo que respecta a las familias biológicas es muy claro: fortalecer el vínculo con ellas y desarrollar sus habilidades parentales para cuidar adecuadamente al niño. El profesional debe elaborar informes cuando sea solicitado y tiene que exponer del modo más objetivo e imparcial que pueda la evolución del niño y su relación con la familia biológica. En tal tarea debe abstenerse de emitir juicios de valor, especialmente definitivos, y limitarse a la descripción de hechos. El profesional es autónomo en esta misión y no tiene que verse afectado por los intereses de la familia 128
Para fortalecer el vínculo con la familia biológica, el profesional tiene que practicar la escucha activa, presentarse a sí mismo desde la humildad, no juzgar los actos de los demás y contener sus emociones. También debe reconocer el conocimiento que tiene la familia biológica en lo que se refiere al niño y contar con sus aportaciones en el cuidado del mismo. Es muy posible que la familia biológica sufra una grave crisis de autoestima como consecuencia de la retirada de la tutela y la guarda de sus hijos. El profesional debe ser un foco de esperanza y no un motivo de envidia o de rencor por parte de la familia. Su tarea no consiste en juzgar, menos en fiscalizar. Su función radica en ayudar y reconstruir el entorno familiar originario. Hay niños que idealizan a su familia biológica. Este proceso preocupa a los profesionales de la organización, pues temen que el choque con la realidad sea muy lesivo emocionalmente para él. Frente a esta situación, el profesional no está legitimado para criticar a los padres biológicos, pero tampoco debe contribuir a mitificar a la familia biológica. Debe preparar al niño para asumir su realidad y la de su familia. Cuando el profesional verifica que la estancia del niño con su familia biológica es lesiva para él o que vulnera algunos de sus derechos, no puede sucumbir a la falta de omisión. Tiene que defender los intereses y derechos del niño por los canales oportunos y, simultáneamente, hacer pedagogía a la familia de las habilidades y destrezas parentales.
Respetar sus tiempos y adaptarse a sus necesidades
Cada familia es un sistema de vida, un entorno afectivo, un organismo vivo que tiene sus ritmos y sus necesidades. El niño que se atiende en Aldeas Infantiles SOS no es una propiedad de la organización, tampoco lo es de su familia biológica. Es un ser que requiere de cuidados. No es un ente aislado en el mundo; forma parte de un entorno familiar con sus respectivas necesidades y capacidades. El trabajo profesional, aunque esté focalizado en el niño, no puede dejar de considerar el influjo de la familia biológica, pues ésta afecta de un modo determinante en la estabilidad emocional y el bienestar del niño. Por ello, la organización se compromete a acoger y a ayudar a las familias biológicas y a 129
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
fortalecer sus vínculos con el niño y a hacerlo con la debida atención y respeto a sus ritmos y necesidades, partiendo del supuesto de que cada familia es única y no puede uniformizarse el modelo de atención a las familias biológicas.
Partir de lo común y de lo que une
En ocasiones se vislumbra un abismo entre los modos de proceder de la familia biológica y los criterios de acompañamiento de los profesionales. Para el bien del niño y para garantizar su correcto desarrollo, es imprescindible que ambos agentes, tanto la familia biológica como los profesionales, hallen ámbitos de intersección y puntos de encuentro. Esto exige que los profesionales investiguen los puntos de encuentro que mantienen con la familia, los mínimos requisitos compartidos que hay entre ambos polos para fortalecer el vínculo entre los tres implicados: el niño, la familia biológica y la organización. Partir de lo común y de lo que une es un modo de cohesionar el triángulo.
Crear confianza en la familia
La desconfianza es un mal que, a menudo, acecha a las familias biológicas. En ocasiones ellas mismas no confían en su potencial por razones históricas, por una suma de fracasos y de decepciones. Sin embargo, el profesional debe confiar en la familia y mostrar esta confianza, para empoderarla y para que pueda cambiar la lógica del pasado y rehacerse plenamente. La confianza, tal como se ha dicho, es un valor corporativo de Aldeas Infantiles SOS y, por lo tanto, tiene que estar omnipresente en la organización y, particularmente, en la relación con el niño y su familia biológica. Mantener esta confianza viva significa no sucumbir jamás al nihilismo, al no hay nada que hacer.
Comunicar esperanza
El peligro del desencanto es frecuente en entornos social y económicamente vulnerables. El círculo de la pobreza es muy poderoso y hermético, de tal modo que salir de él requiere de confianza y de audacia. En ocasiones, el niño pierde la esperanza de recuperar a su familia biológica. En otras, los padres biológicos se sienten incapaces de reconstruir el hogar familiar, porque existen numerosas dificultades. Frente a ello, el profesional está llamado a comunicar esperanza, a trasladar a los familiares un mensaje de esperanza. En algunos casos, la recuperación del hijo o de la hija es posible, pero no es inmediata y requiere del aprendizaje y del desarrollo de sus habilidades parentales. 130
Para conseguir este fin, resulta pedagógico dar a conocer ejemplos de éxito, de progenitores que han recuperado la custodia de sus hijos después de hacer las paces con la justicia y de rehacerse integralmente. Aldeas Infantiles SOS está en el mundo para cooperar con estas familias y lograr que el niño tenga un hogar estable y seguro, donde crecer adecuadamente.
Trabajar la autoestima de la familia
Muchas familias biológicas sufren una grave crisis de autoestima. Desconocen sus capacidades y potencialidades y solo son capaces de ver los errores cometidos y las malas prácticas acaecidas en el pasado, que han dado como resultado la pérdida de la custodia de sus respectivos hijos. Muchas familias biológicas se sienten impotentes, incapaces de cambiar, de mejorar, de normalizar sus vidas y de garantizar un hogar adecuado, seguro y estable. Frente a esta situación, el profesional de Aldeas Infantiles SOS está llamado a trabajar la autoestima de la familia y a estimular el respeto hacia sí misma y el reconocimiento de sus capacidades.
Visualizar distintas alternativas
En el proceso de toma de decisiones que afecten al niño, es esencial que el profesional haga partícipe a la familia biológica en la medida de sus posibilidades. Para tomar la decisión correcta, es imprescindible visualizar todas las alternativas posibles, lo cual requiere de un ejercicio de imaginación y de concentración. La familia biológica no siempre está en condiciones de participar en esta toma de decisiones, pero si cabe una mínima posibilidad, es básico contar con ella, pues, al fin y al cabo, se están tomando decisiones que afectan a su hijo. Hacer participar a la familia biológica es considerarla como un interlocutor válido, como un sujeto de derechos y reconocer su dignidad. Ello exige a la familia ser corresponsable y actuar en conformidad con la decisión tomada.
Vencer tópicos y prejuicios
Ningún profesional está libre de prejuicios. A la hora de abordar la relación con la familia biológica, se espera de él que no sucumba a los prejuicios que pueda tener sobre ella, que sea capaz de atenderla sin elaborar juicios anticipados. Los tópicos acostumbran a ser una simplificación de la realidad y, no solo 131
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
eso, sino que, en ocasiones, ocultan la misma realidad. Al profesional no le está permitido juzgar a la familia biológica, ni someter a valoración su historia y sus vicisitudes. Su compromiso profesional le exige atender al niño y, por consiguiente, facilitar una buena relación con su familia biológica. Los juicios solo son rectos cuando se articulan a posteriori, pero esta misión no corresponde al profesional de Aldeas Infantiles SOS, sino a la institución de la justicia. Lo que corresponde al profesional es atender a la familia y conocer su realidad, por compleja y difícil que sea, para servir mejor al niño.
No comparar procesos
Cada proceso de integración y de acogida es único, como cada familia y cada niño, y no deben someterse a un análisis comparativo. Eso exige, por parte del profesional, realizar su acción de un modo personalizado, sin homologar situaciones ni contextos. El conocimiento de lo ocurrido en otros contextos y con otras familias es aleccionador y aporta información muy valiosa, pero, en ningún caso, valida una aplicación uniforme de los procesos. La comparación es, además, una práctica injusta, porque las realidades son distintas. Cada niño necesita su tiempo de aprendizaje y cada familia requiere de una determinada intervención. Comparar procesos puede ser muy lesivo para las familias con más dificultades y para los niños más lentos en el aprendizaje, puede generar crisis de autoestima, sentimiento de impotencia y frustración tanto en el niño como en su familia biológica.
Sumar saberes y perspectivas. No excluir nada por principio
La familia biológica es portadora de saberes y conocimientos que el profesional desconoce, pero que pueden serle de gran utilidad para atender correctamente al niño que está bajo su guarda. Es bueno que se establezca un buen clima de comunicación entre ambos polos, pues ello permite sumar saberes y perspectivas. No se debe excluir ninguna práctica por principio, siempre y cuando pueda beneficiar al niño. El profesional debe, pues, adoptar una actitud de humildad y de receptividad y jamás sucumbir a la arrogancia o a la superioridad. La familia biológica puede informar de prioridades, preferencias y gustos del niño, informaciones que pueden facilitar la buena aclimatación del niño en la organización.
Ser veraces en la comunicación de la información
La veracidad en la información es la base de la confianza. La familia biológica 132
tiene derecho a conocer la verdad de su situación y la de su hijo biológico. El profesional tiene la obligación de informar de un modo claro e inteligible, sin ocultar o adulterar la información. Aun así, debe, igualmente, ser respetuoso con la intimidad del niño y preservar aquella información que considere estrictamente privada. Comunicar malas noticias no es un ejercicio agradable, pero, cuando procede hacerlo, es absolutamente necesario realizarlo para ganarse la confianza de la familia biológica. Se debe evitar, en cualquier caso, generar falsas expectativas.
Practicar el sentido del humor
El sentido del humor es un perfecto lubricante en situaciones de complejidad social y de vulnerabilidad. Cuando el profesional es capaz de ponerse en la piel de la familia biológica e introducir algunos elementos de comicidad, ayuda a la distensión en el trato. La narración de situaciones de vulnerabilidad que él mismo haya sufrido en el pasado y que pueda contemplar con cierta distancia temporal, ayuda a enfrentarse a las realidades del presente y a abordarlas desde una perspectiva más amplia. El humor sano, el que no hiere ni humilla al otro, tiene como objetivo el reírse juntos, desdramatizar las situaciones para poder enfrentarse a ellas con nuevo ímpetu.
Acompañar en los momentos difíciles
Todas las familias pasan por momentos difíciles, por situaciones de gran complejidad que activan emociones muy tóxicas como la rabia, la ira, la indignación o, incluso, la desesperación. Las familias biológicas viven situaciones de esta naturaleza ya sea por razones económicas, sociales o de salud. El profesional de Aldeas Infantiles SOS debe estar atento a tales circunstancias para poder acompañar a dichas familias cómo mejor sepa. Acompañar significa estar a su lado, sin emitir ningún juicio de valor y participar de su sufrimiento y de su indignación. Este acompañamiento en los momentos difíciles fortalece y solidifica el vínculo entre la familia biológica y el profesional.
Ayudar en la cobertura de las necesidades básicas
La misión central de Aldeas Infantiles SOS es el bienestar del niño, pero el niño forma parte de un sistema familiar. Si en tal entorno hay carencias básicas, ello influye negativamente en su calidad de vida. 133
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
El profesional debe estar atento a este hecho y ayudar a las familias biológicas que lo necesiten en la cobertura de sus necesidades básicas como la alimentación, la vivienda o la ropa. Puede ser que la familia biológica revele esta necesidad directamente, pero puede, también, que trate de ocultarla por pudor o vergüenza. El profesional debe respetar, en todo momento, la intimidad, pero ser proactivo en la resolución de tales necesidades.
Entrenar la tolerancia a la frustración
En el vínculo con las familias biológicas, el profesional debe desarrollar una tarea nada fácil. Todos los padres tienen un conjunto de expectativas con respecto a sus hijos. En ocasiones, estas expectativas están por debajo de las posibilidades reales del niño, mientras que, en otras, son excesivas dada su naturaleza.
La frustración no es una experiencia extraña en el proceso de educar. Con frecuencia constatamos que lo que transmitimos a los niños no se verifica, posteriormente, en sus modos de actuar. Esta experiencia es muy común, no solo en las aldeas, sino en cualquier programa o área educativa. Muchos padres se lamentan de este fenómeno, pero también lo hacen maestros y profesores en los centros de educación formal.
Forma parte de la tarea del profesional ajustar y orientar las expectativas que las familias biológicas tienen con respecto a sus hijos. Esta labor obedece a un noble fin, el de aceptar al hijo tal y como es y no someterle a una presión excesiva a partir de unas expectativas parentales que jamás podrá llevar a cabo.
La frustración se relaciona directamente con las expectativas. Solo se puede frustrar quien tiene expectativas y constata cómo éstas, a pesar de la dedicación y del esfuerzo, no se han realizado. Los profesionales de Aldeas Infantiles SOS deben entrenarse a sí mismos y a las familias biológicas a tolerar esta frustración, lo cual exige un trabajo de autocontrol en el campo de las expectativas.
Poner límites no es fácil, pero es imprescindible en la práctica educativa. La absoluta permisividad tiene graves consecuencias en el proceso formativo de una persona, pero el férreo control, también.
Realizar programas de competencias parentales
Para fortalecer el vínculo entre los profesionales y las familias biológicas es oportuno ofrecer a estas familias programas para mejorar y fortalecer sus competencias parentales. La paternidad, como la maternidad, es un aprendizaje y nadie nace con esta sabiduría a su disposición. En ocasiones, los modelos de referencia vividos en casa presentan graves deficiencias y, por lo tanto, la imitación de los mismos es contraproducente. Los profesionales de Aldeas Infantiles SOS están llamados a realizar este servicio a las familias biológicas que lo necesiten, pues ello va a beneficiar al niño y a cohesionar el vínculo entre él y sus padres biológicos.
Dotar de un mapa de recursos públicos y privados
Muchas familias biológicas padecen situaciones de grave vulnerabilidad económica, social, psicológica y cultural. El profesional que interacciona con ellas está llamado a orientarlas y a dotarles de un mapa de los recursos públicos y privados para poder mejorar su calidad de vida y su situación laboral y social. Son familias que, con frecuencia, no tienen acceso a esta información o presentan graves problemas de interpretación. 134
Ajustar y orientar las expectativas de la familia respecto a sus hijos
Enseñar a poner límites al niño
El niño debe darse cuenta de que forma parte de una comunidad, que existen derechos que deben ser respetados y que su acción en el mundo afecta a los demás. El ejercicio de poner límites no tiene como fin censurar sus capacidades ni coartar sus posibilidades, sino garantizar su socialización y una correcta relación con los otros. Cuando los límites se borran del horizonte, es fácil sucumbir a la arbitrariedad o al despotismo.
4. ¿A qué me puedo comprometer yo para mejorar y fortalecer el vínculo con las familias acogedoras? El desarrollo del acogimiento, ya sea familiar o profesional, altera significativamente el modelo tradicional de Aldeas Infantiles SOS, un modelo que, a lo largo de la historia, se ha transformado progresivamente e integrado en la sociedad con el fin de atender integralmente al niño vulnerable. Es esencial afrontar el nuevo paradigma con actitud positiva, desde la experiencia, la audacia y la creatividad, desde la plena consciencia de los recursos que posee la organización, su saber hacer en el campo del cuidado a los niños más vulnerables de la sociedad. Los criterios éticos que deben regular la práctica del acogimiento son siete:
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XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
El principio de no maleficencia. La familia acogedora tiene el deber de no causar ningún mal al niño que acoge. Ello exige un control de calidad, una inspección periódica y un seguimiento regular del desarrollo integral del niño acogido. El principio de beneficencia. La familia acogedora tiene el deber moral de causar un bien al niño de acogida, lo cual significa que tiene que velar para su desarrollo integral (físico, psíquico, social y espiritual). Ello exige, por parte de la administración, un correcto discernimiento de la idoneidad de la familia acogedora y un seguimiento del modo en que se acoge al menor. El principio de veracidad. Se exige a la familia acogedora que comunique al niño la verdad de su situación, su origen, la relación de acogida que existe entre él y la familia. Esta comunicación se debe articular en el momento en que el niño pueda comprender tal información y se debe velar para que pueda asumirla emocionalmente. No es pertinente ocultar información ni crear falsas expectativas en el niño que pudieran generarle una posterior frustración. El principio de autonomía. La familia acogedora tiene plena libertad a la hora de practicar la acogida. No está obligada a hacerlo, pero tiene que asumir las consecuencias que derivan de tal acto. También es fundamental discernir el grado de competencia que tiene la potencial familia acogedora para comprender y asumir las consecuencias de tal decisión. Es necesario evitar, en la medida de lo posible, el acogimiento truncado, pues es sumamente perjudicial para el niño y para la misma familia acogedora. También el niño, a una determinada edad (consideramos a los 16 años), debe poder expresar su opinión y formular su decisión de ser o no acogido, pues el niño posee la capacidad para ser copartícipe en tal decisión y no ser un agente meramente pasivo. El principio de equidad. Cualquier familia, si cumple los requisitos de idoneidad, puede ser familia acogedora. No se puede discriminar a ninguna por razones sexuales, religiosas, sociales, económicas o lingüísticas, porque ello significa poner en crisis el principio de equidad o de igualdad de oportunidades. Solo si existen razones técnicas para descartar la idoneidad, se puede discriminar negativamente, pero jamás por razones apriorísticas. El principio de intimidad. Corresponde a la familia acogedora el deber de preservar, con esmero, la intimidad del niño acogido. También la administración debe respetar el clima de intimidad de la propia familia, mientras tal clima no sea un pretexto para vulnerar el principio de no maleficencia o el de beneficencia. 136
El niño tiene derecho a la intimidad y no es propiedad de ningún ser humano, ni de su familia biológica, ni de la familia acogedora. El principio de integridad. En la medida de lo posible, la familia acogedora va a respectar al niño y su circunstancia familiar, social y cultural, de tal modo que la acogida no represente una ruptura de sus vínculos ni de sus relaciones afectivas más íntimas. Si el niño tiene hermanos biológicos, es fundamental que sean acogidos en la misma familia. Si es completamente inviable, se debe facilitar la relación y la afectividad entre ellos. Los actores implicados en el proceso de acogida son siete: el niño, cuyo bien es el interés general de todo el proceso; la familia acogedora; la Administración, que debe identificar los criterios de idoneidad, velar para que el acogimiento sea digno, controlar y garantizar los derechos fundamentales del niño acogido; Aldeas Infantiles SOS, que asume tareas de apoyo, de formación, de selección y de acompañamiento a las familias acogedoras; la comunidad escolar, que tiene como misión integrar a cualquier niño y potenciar su proceso de aprendizaje; las instituciones sanitarias; y, finalmente, las asociaciones de familias acogedoras, que deben garantizar los derechos de los niños, pero también de las familias que acogen.
Ayuda al proceso adaptativo
Las familias denominadas acogedoras desarrollan la noble función de acoger a un niño en situación de riesgo social con el fin de ofrecerle un entorno afectivo óptimo para su pleno desarrollo. Este objetivo coincide plenamente con la misión histórica de Aldeas Infantiles SOS. Por eso, los profesionales pueden ayudar al proceso adaptativo del niño en la familia de acogida si aportan su experiencia y sus conocimientos. El proceso adaptativo conlleva muchas dificultades que dependen de una constelación de factores. Cada niño es un universo y es difícil anticipar cómo va a encajar en un nuevo sistema. Por lo general, la familia acogedora desconoce estas dificultades de adaptación y ello produce situaciones de impotencia y de frustración. Es esencial que el profesional de Aldeas Infantiles SOS pueda dar herramientas para facilitar este proceso adaptativo.
Elaborar un protocolo de paso de un programa a otro
Todo niño necesita estabilidad emocional para poder crecer adecuadamente. Los repentinos cambios de entorno y de figuras de referencia no son beneficiosos para él. Siente desconcierto, no sabe a qué atenerse. Cuando se debe producir una transición de un programa a otro, es fundamental elaborar un protocolo de paso. 137
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Esto significa que se debe preparar al niño con anterioridad, contar con su participación y su decisión en el caso de que tenga capacidad para tomarla. También se debe preparar el entorno de acogida y a las nuevas figuras de referencia.
Ampliar los canales de comunicación con las familias acogedoras
Para fortalecer el nexo entre la organización y las familias acogedoras es clave ampliar los canales de comunicación entre ambos polos. La familia acogedora se encuentra con situaciones imprevistas y necesita de apoyo para desarrollar su función de acogida. Es bueno que el profesional muestre disponibilidad a ayudar, pero además que sea accesible. Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación pueden ayudar a ampliar estos canales habituales de comunicación y a ganar accesibilidad, siempre y cuando se respete la confidencialidad de la familia acogedora y la intimidad del menor.
Dar seguridad a los procesos pedagógicos
La tarea de educar a un niño acogido plantea grandes desafíos de orden pedagógico. En ocasiones, la familia de acogida se encuentra con niños que padecen traumas y heridas emocionales del pasado que no han sido sanadas. Corresponde a los profesionales de Aldeas Infantiles SOS dar seguridad a los procesos pedagógicos, trasvasar la experiencia educativa que han acumulado a lo largo de los años y enseñar a la familia de acogida cómo debe enfrentarse a tales situaciones.
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y familias acogedoras debe ser la norma habitual en los programas.
Acompañar en los episodios de impotencia
La impotencia es una experiencia humana que emana de la condición vulnerable. En distintos episodios de la vida, uno experimenta impotencia, siente que no puede superar las dificultades, que la realidad le supera y que no puede someterla bajo control. También en el proceso educativo asoma la cabeza esta experiencia. La familia de acogida se siente incapaz de corregir ciertas actitudes, de neutralizar conductas violentas y agresivas, de enderezar lo que se ha torcido. Los profesionales de Aldeas Infantiles SOS experimentan, en ocasiones, esta impotencia, pero, en la medida en que actúan en equipo y se ayudan mutuamente, pueden sobrellevar mejor este tipo de situaciones. En la relación con las familias acogedoras, es esencial que estén atentos a estos episodios de impotencia y que les faciliten herramientas para sobrellevar tales situaciones.
Respetar las emociones de la familia acogedora
La familia acogedora vive situaciones de gran complejidad. Ello activa un universo de emociones que no siempre puede expresar de manera sincera y directa. Liberar las emociones tóxicas es fundamental para el bienestar de toda la unidad, pero ello no es fácil. El profesional, en el trato con las familias, debe respetar estas emociones y facilitar su liberación. El mero acto de escucha ya tiene una dimensión curativa.
No existe una claridad meridiana en todos los procesos, pero existen procedimientos que han sido validados con el tiempo y que pueden ayudar a las familias de acogida a actuar con seguridad.
La sensación de rabia, de pena, de indignación, de desesperación y de ingratitud son emociones que emergen en determinadas situaciones de acogida y que deben ser liberadas de un modo correcto, sin perjudicar al niño acogido, pues muy frecuentemente él es la principal víctima.
Promover la participación entre iguales
Integrar a la familia biológica en el equipo
Para fortalecer el vínculo entre las familias acogedoras y los profesionales de Aldeas Infantiles SOS, es esencial que se creen foros de participación con un carácter simétrico. La simetría consiste en una relación de respeto y de atención entre familias y profesionales.
Todo niño acogido tiene, por lo general, una familia biológica. Es esencial que, en la medida de lo posible, el niño pueda comunicarse con ésta y establecer lazos afectivos. La familia acogedora no es propietaria del niño, como tampoco lo es la biológica, pero su función es provisional y temporal, mientras que la familia biológica es la unidad progenitora del niño.
En eso consiste promover la participación entre iguales. La familia acogedora debe ser tratada como un interlocutor válido y como un cómplice en el proceso formativo del niño. La confianza y la complicidad entre profesionales
La organización puede mediar entre ambas familias y hacer posible que exista una buena comunicación entre ellas. Es bueno integrar a la familia 139
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
biológica en el equipo y hacerla partícipe, si es posible, en el proceso de toma de decisiones que afecta a su hijo. La familia biológica no debe contemplar a la familia acogedora como un rival, pues su finalidad es el bien del niño y su promoción. A la familia acogedora le tiene que interesar el restablecimiento de la familia biológica para que ésta pueda desarrollar las funciones parentales que le corresponden, aunque ello suponga el fin del acogimiento familiar.
Informar a la familia y prepararla para la separación
Para fortalecer el vínculo entre el profesional y la familia acogedora es esencial informarla y prepararla para la separación del niño acogido. La acogida es, por definición, temporal. Ésta puede ser más larga o más breve en el tiempo, pero siempre es temporal. Es bueno que el profesional ayude a la familia a vivir equilibradamente la separación del niño acogido. El apego emocional que se ha establecido con él, a lo largo del tiempo, dificulta tal proceso. Aun así, tanto para el bien del niño como para el de la familia acogedora, es clave que la transición de éste a su nuevo entorno no sea traumática y transcurra con la máxima serenidad.
Veracidad en la comunicación. Evitar falsas expectativas
En la relación con la familia acogedora, el profesional debe ser veraz en la comunicación y evitar falsas expectativas. La familia acogedora elabora unas expectativas con respeto al niño, pero, en ocasiones, no se ciñen a la realidad. El profesional que trata al niño en el programa puede aportar una información que la familia acogedora desconoce, pero que puede ser determinante para configurarse una imagen real del niño en acogida. Es bueno que el profesional sea veraz y claro, pero también que aporte soluciones a los problemas que observa y pueda alentar a las familias acogedoras en el desarrollo de su misión.
Acompañar en el proceso de despedida del niño acogido
La despedida, como la salutación, son rituales que juegan un papel decisivo en las comunidades humanas. Constituyen un signo de respeto y de atención. Saludar a un ser humano cuando entra en una comunidad y despedirse dignamente de él cuando se separa de ella son pequeñas ceremonias que humanizan a la sociedad. Saludar a alguien que entra por primera vez es un modo de mostrarle que cuenta, que significa algo, que no es una cosa ni un 140
objeto. Despedirle, cuando se separa, es una manera de expresarle respeto. Los profesionales deben acompañar a las familias acogedoras a la hora de elaborar este proceso de despedida y sobre todo de generar un buen recuerdo de esta etapa, tanto en el niño como en la familia de acogida.
Elaboración del duelo posterior El duelo es el proceso que se produce después de una pérdida. Cuando el niño acogido tiene que separarse de su familia de acogida, se produce una pérdida que afecta emocionalmente tanto al niño, como a la familia. Si esta acogida ha sido prolongada en el tiempo, el apego emocional es mucho más intenso, con lo cual, la pérdida del vínculo se vive con más gravedad. El profesional no puede ser indiferente a esta situación. Debe acompañar a la familia de acogida en tal episodio y ayudarla progresivamente a asumir la nueva situación y a reinventarse de nuevo fijando nuevos horizontes en su vida.
5. ¿A qué me puedo comprometer yo para mejorar y fortalecer el vínculo con los socios, padrinos y empresas colaboradoras? La captación de recursos es fundamental para el pleno desarrollo de la organización y para cumplir estrictamente con su misión: el bienestar del niño en todas sus dimensiones. Ello solo es posible si se dispone de los recursos tangibles e intangibles que tal cuidado requiere. En contextos de crisis estructural, la captación de recursos se plantea como una tarea enormemente problemática porque, por un lado, existen más necesidades sociales que nunca, pero, por otro, disminuye el número de donantes y de benefactores. La consecuencia final es que las organizaciones no gubernamentales padecen verdaderos problemas para poder recaudar fondos y tienen que repensar a fondo sus estrategias para ser lo más efectivas posibles. Las situaciones de crisis económicas y financieras obligan a elaborar una serie de criterios éticos de la captación de recursos con el fin de identificar los mínimos éticos exigibles a la hora de recaudar fondos para el bien del usuario. Es necesario no perder de vista los criterios éticos que se tienen que preservar y actuar coherentemente con los valores de la visión de la organización. 141
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
El fin de la captación nunca debe perderse de vista: el interés supremo del niño y su bienestar integral. La organización tiene el derecho de admitir a los donantes y a las posibles empresas benefactoras. Es lógico que opte por aquéllas que son afines a los valores de la organización y que sean sensibles y responsables. También es necesario que no se acepte capital de empresas que entran directamente en conflicto con los valores y la filosofía de Aldeas Infantiles SOS. Los agentes que se dedican a la captación de recursos tienen derecho a recibir incentivos económicos y al reconocimiento por su labor, porque es justo que cada cual sea reconocido por su actividad y por los beneficios que alcanza a través de ella. El trato homogéneo es injusto cuando las dedicaciones son cualitativamente distintas entre los distintos agentes. Se tiene que preservar la confidencialidad de los donantes y del capital que donan a la organización. Los otros donantes no tienen derecho a conocer tal donación, pues ello es confidencial y privado. La organización debe mantener una relación bilateral con cada uno de ellos evitando tanto la generalización como el agravio comparativo. La publicidad de la organización, también en contextos de crisis, debe ser transparente y respetuosa con la realidad de los niños y evitar formas de marketing agresivas. La relación con otras organizaciones del sector estará presidida, en todo momento, por el espíritu de mutua confianza y de cooperación, por la voluntad de consenso y de llegar a acuerdos. La legítima búsqueda de recursos no tiene que ser un impedimento para tales relaciones. La organización tiene derecho a rehusar alguna donación en especies si se considera innecesaria o inadecuada por el tipo de servicios que presta, pero debe derivar tal recurso, en la medida de lo posible, a otra organización que lo precisara.
Practicar la transparencia en la información y en el uso de recursos
La transparencia debe ser el criterio ético fundamental en la captación de recursos. El donante debe saber con qué fin se va a utilizar el capital que generosamente dona y la organización debe explicar, con precisión y todo tipo de detalles, lo que va a hacer con tal recurso. A través de las relaciones públicas se presenta una imagen real de la organización, con sus fortalezas y sus debilidades, de tal modo que 142
el hipotético donante se elabore una visión realista y adecuada de la organización y no se genere falsas expectativas.
Dar a conocer la filosofía de la organización y mostrar cómo se lleva a cabo
Forma parte de las exigencias de Aldeas Infantiles SOS presentar nítidamente su modelo de acción, su visión, su misión y sus valores corporativos a las empresas colaboradoras, a los patronos y socios y, simultáneamente, el modo de articulación de su filosofía a través de distintos programas aprobados. Los donantes tienen pleno derecho a auditar el uso y el manejo que hace la organización del capital que donan a Aldeas Infantiles SOS. Este compromiso con la transparencia y con la auditoría es el único modo de generar confianza a los donantes y fidelizar su generosa ayuda.
Invitarles a participar en los programas
Un modo de fortalecer el vínculo entre la organización y las empresas colaboradoras, los socios y los patronos, consiste en invitarles a participar en los programas. Participar significa tomar parte activa en su desarrollo y en su gestión. Aldeas Infantiles SOS debe ofrecer a las organizaciones ser copartícipes en los programas. La participación es un modo de colaboración solidaria que, para muchas empresas, es una forma de articular su responsabilidad social corporativa y mejorar el entorno social.
Cuidar la imagen que se proyecta
En la sociedad de la imagen, las organizaciones se preocupan progresivamente por su presencia en las redes sociales, en los medios de comunicación social, en definitiva, en la esfera mediática. Cuidar la imagen significa presentar, con veracidad, lo que se lleva a cabo, los costes y los beneficios de cada programa y dar a conocer, con realismo, los logros alcanzados. La preocupación por la imagen y por la reputación jamás puede ser una excusa para falsear, inventar o engañar a la ciudadanía elaborando una imagen ficticia de la organización. La transparencia fortalece el vínculo con el donante, pero la veracidad es clave a la hora de proyectar una imagen adecuada de la organización que se atenga a los hechos concretos.
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XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Trabajar competentemente
La competencia es el fundamento de la confianza. Cuando uno trabaja competentemente, se gana la confianza de sus clientes y los fideliza. La incompetencia, en cambio, rompe la confianza entre profesional y usuario y, finalmente, el vínculo social. Para fortalecer el vínculo con los donantes, es esencial que estos comprueben la competencia de los profesionales que operan en Aldeas Infantiles SOS. Esta competencia se demuestra cotidianamente tanto en el proceso de toma de decisiones como en su ejecución. Trabajar competentemente es una exigencia transversal que precisa, permanentemente, de un deseo de formarse y de mejorar profesionalmente, así como de una constante lucha contra cualquier tentación de abandono o dejadez.
Utilizar correcta y eficazmente los recursos recibidos
El uso correcto y eficaz de los fondos recibidos es esencial para fortalecer el vínculo entre Aldeas Infantiles SOS y los donantes. Es decisivo que las empresas colaboradoras tengan la certeza de que los fondos se emplean eficazmente. Cuando hablamos de eficacia nos referimos a un valor clave no solo en el ámbito mercantil, sino también en el social. El valor eficacia evoca la exigencia de dedicar el capital a tareas relacionadas con la visión de la organización y, además, expresa la necesidad de ser pragmático y garantizar resultados.
Crear espacios, jornadas de interacción con ellos
Para fortalecer el nexo entre los donantes y la organización es esencial hallar pretextos para que ambos se encuentren y hagan, periódicamente, alguna actividad conjuntamente. Eso exige creatividad e imaginación, pues, por lo común, estos dos mundos se desarrollan en ámbitos distintos de tal modo que, si no se crea un espacio de intersección, como pueden ser unas jornadas de puertas abiertas o cualquier otro tipo de evento, raramente interactúan y se reúnen. Es bueno que el donante conozca in situ el programa o la Aldea Infantil SOS correspondiente, pues, de este modo, se forja una idea más exacta de lo que se pretende hacer con la aportación que la empresa o el particular dona al conjunto de la organización.
Mostrar un catálogo de programas de ayuda
En ocasiones, el donante desea vincularse con la organización y aportar recursos para que desarrolle su misión, pero no sabe exactamente cómo encauzar tal propósito. Es bueno que se le pueda presentar un catálogo de programas de ayuda, para que la empresa colaboradora decida en cual le resulta más conveniente colaborar.
En el campo social, no siempre es fácil garantizar resultados inmediatos, pues tanto los niños como los contextos en los que se hallan presentan gran complejidad. En ocasiones, la inversión de tiempo y de recursos no tiene efectos inmediatos. Aun así, la eficacia debe estar omnipresente a la hora de decidir el inicio de un programa y, por supuesto, su continuidad en el tiempo.
Cada programa presenta un coste, unos fines y un desarrollo temporal. Para fortalecer el vínculo con las empresas es decisivo que éstas puedan hallar el programa que sea más afín a sus intereses y a su campo de producción.
Actualizar la información en las redes sociales
El cumplimiento de los objetivos programados es un ingrediente decisivo en el vínculo de confianza entre los donantes y la organización. Terminar los programas cuando corresponda, evaluarlos críticamente y por equipos independientes y mostrar los logros conseguidos mediante ellos es básico para fortalecer el nexo con la empresa colaboradora.
La visibilidad es un factor determinante en la sociedad del siglo XXI. Cualquier organización, del signo que sea, que pretenda desarrollar un servicio, debe hacerse visible en las redes sociales y ofrecer, de un modo claro y siempre actualizado, el servicio que ofrece. La imagen corporativa no se debe confundir con la organización, pero si la organización no es visible o bien su imagen externa no se corresponde con lo que realmente es su visión, su misión y sus valores, puede causar desconfianza o, incluso, indignación. 144
Eso exige a Aldeas Infantiles SOS no solo estar presente en la esfera digital, sino actualizar la información en las redes sociales en lo que se refiere a sus programas, innovaciones y transformaciones internas.
Cumplir con los objetivos programados
El cumplimiento de los objetivos programados exige un minucioso diseño del desarrollo del programa, pero además una correcta identificación de los objetivos. Estos no deben ser abstractos, ni etéreos, pues, en tal caso, será imposible verificar si se han cumplido.
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XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Trabajar la fidelidad
Recaudar fondos para la organización no es tarea fácil y, menos aún, en contextos de crisis estructural. Sumar un nuevo donante exige trabajo, dedicación y pericia, pero también lo exige garantizar su fidelidad en el tiempo. Para fidelizar al donante, es clave mantenerle informado de las distintas actividades que desarrolla la organización, pero, además, se le deben comunicar los nuevos programas que se pongan en funcionamiento para que pueda elegir implicarse en nuevos retos.
No se puede exigir al profesional que, en su entorno social, familiar y de ocio, sea un embajador de la organización, pero en la medida en que espontáneamente da a conocer los programas que se están desarrollando y la mejora social que aporta la organización en distintos lugares de la geografía española, se convierte en un embajador que ayuda, por un lado, a fidelizar a los donantes, pero, por otro, activa nuevas donaciones en el futuro.
Vivir auténticamente los valores corporativos
Vincularse a instituciones de reconocido prestigio
La competencia es un ingrediente básico de la confianza, pero también la coherencia. Cuando la empresa colaboradora constata que la organización que ayuda es coherente con sus valores corporativos, con su misión y su visión, preserva y aumenta su confianza en ella, pero si observa o tiene indicios de que los valores corporativos (confianza, audacia, compromiso o responsabilidad) no son vividos coherentemente en la vida de la organización, se fractura la confianza. Eso exige por parte de la organización una permanente labor de irradiación de los valores corporativos hacia adentro y una actualización de los mismos. También requiere formar a los nuevos profesionales que se incorporan a ella para que comprendan la cultura de la organización y puedan alinearse con su visión y misión.
Practicar la cultura de la gratitud
Es un deber moral agradecer el don recibido, ya sea material o inmaterial. Aldeas Infantiles SOS puede desarrollar su actividad en distintas zonas del país gracias a los recursos que recibe de las empresas colaboradoras, de los socios, de los patronos y de las distintas administraciones. La gratitud es básica para fortalecer el vínculo con los donantes. Es bueno que el donante tenga la sensación de que su ayuda es decisiva y, por lo tanto, su aportación tiene que ser objeto de agradecimiento. Esta cultura de la gratitud no debe entenderse como pura cortesía institucional, sino como un ejercicio de sinceridad y de respeto.
Ser embajadores de la organización
Los profesionales que operan en Aldeas Infantiles SOS en cualquiera de sus 146
áreas o programas fortalecen el vínculo con los donantes en la medida en que se conviertan en embajadores de la organización allí donde acudan.
La vinculación es necesaria para desarrollar competentemente la visión, la misión y los valores corporativos, pues ninguna organización puede desarrollar solitariamente sus fines. Sin embargo, cualquier organización debe discernir, con rigor y competencia, el tipo de vínculos que establece con su entorno y, sobre todo, con quien coopera. Aldeas Infantiles SOS, en la medida en que se vincule a instituciones de reconocido prestigio, tanto del ámbito mercantil, como académico y social, mejorará, todavía más, su reputación social. A la hora de establecer este tipo de convenios se debe evaluar, en todo momento, la afinidad que existe entre ambas organizaciones en el campo de los valores corporativos, pues no interesa asociar la marca Aldeas Infantiles SOS con organizaciones que se sitúan a las antípodas de su visión, misión y valores corporativos y que podrían erosionar su reputación.
Dar a conocer los logros personales y profesionales de los jóvenes emancipados
Un buen modo de fortalecer el vínculo con los donantes consiste en dar a conocer los logros personales y profesionales de los jóvenes emancipados de Aldeas Infantiles SOS. El éxito de cualquier niño o joven atendido en la organización es un motivo de satisfacción y de orgullo para todos, para su familia biológica, para Aldeas Infantiles SOS y, naturalmente, para él mismo. Es bueno que los donantes conozcan estas historias de éxito, porque eso avala su confianza en la organización. En el ámbito social existen historias de éxito que no siempre son conocidas, pero que son un estímulo para cualquier niño y joven. Son una forma de avalar que existe la posibilidad de romper el círculo endogámico de la pobreza y de la exclusión. Dar visibilidad a estas historias, salvaguardando el derecho a 147
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
la intimidad de cada persona, es un modo de crear confianza y de ganar autoestima colectiva, especialmente en las situaciones de impotencia.
6. ¿A qué me puedo comprometer yo para mejorar y fortalecer la relación con las administraciones? Cumplir los protocolos establecidos
Para fortalecer el vínculo de confianza con las administraciones es fundamental que los profesionales de Aldeas Infantiles SOS cumplan, escrupulosamente, los protocolos establecidos. Las administraciones delegan el cuidado de los niños a la organización, lo cual exige, por parte de Aldeas Infantiles SOS, corresponder a esta confianza desde la profesionalidad y la competencia en el trabajo. La Administración determina unos protocolos de acción que toda organización que opera en el sector de la infancia en situación de riesgo social debe cumplir escrupulosamente. Aldeas Infantiles SOS se responsabiliza de formar a sus profesionales en el conocimiento de dichos protocolos para que se lleven a cabo fielmente.
Establecer relaciones cordiales con los profesionales de la Administración
Cumplir los requisitos en las inspecciones
Como corresponde a toda entidad social, Aldeas Infantiles SOS está sujeta a inspecciones periódicas por parte de los poderes públicos. No solo debe cumplir con los requisitos de las inspecciones, sino facilitar estos procesos a la Administración y someterse periódicamente a auditorías independientes para poder validar la calidad de su modelo. Es bueno que los profesionales de Aldeas Infantiles SOS puedan ayudar, también, a la Administración a identificar nuevos escenarios y situaciones, así como nuevas oportunidades para la mejora de la calidad de vida de los menores.
Mantener la neutralidad política y religiosa
Aldeas Infantiles SOS es, por estatutos, una entidad social, de carácter internacional, que se mantiene en una escrupulosa neutralidad política y que apuesta por una visión ecuménica. La libertad de creencias y de opciones políticas es un derecho fundamental de todo profesional que Aldeas Infantiles SOS respeta. No se discriminará a ningún profesional por motivos relacionados con el ejercicio de este derecho.
La relación entre los profesionales de la Administración y los de Aldeas Infantiles SOS debe ser fluida y cordial, porque ello agiliza el proceso de toma de decisiones y, en último término, el bienestar del niño. El modelo de Aldeas Infantiles SOS es un modelo validado en gran número de países del mundo desde hace más de setenta años. Es básico dar a conocer a la Administración este modelo y desde él establecer líneas de cooperación. La relación de cordialidad con los técnicos de la Administración se consigue desde el respeto mutuo y evitando cualquier trato asimétrico.
Esta independencia desde el punto de vista político y religioso permite a Aldeas Infantiles SOS cooperar con cualquier tipo de administración y con cualquier confesión con el fin de mejorar la calidad de vida de los niños en situación de riesgo social. En las distintas áreas del mundo, la organización coopera con poderes políticos y grupos religiosos de distinto cariz y tradición. Su buen hacer es lo que avala la organización y lo que le otorga una reputación independiente de los avatares políticos y religiosos.
Dar cobertura a las nuevas políticas y demandas existentes
Para fortalecer el vínculo entre organización y administraciones, es esencial que los profesionales de Aldeas Infantiles SOS sean competentes, tanto desde el punto de vista técnico, como ético. La competencia, como se ha dicho, es la raíz de la confianza.
La realidad social es dinámica. Cambian los escenarios y las situaciones. Emergen nuevas necesidades que requieren de nuevas respuestas. La Administración está llamada a responder a los nuevos desafíos sociales y dar cobertura a nuevas políticas y demandas existentes. Aldeas Infantiles SOS debe estar atenta a los nuevos contextos y 148
circunstancias y facilitar la implementación de nuevas políticas sociales en cooperación con los poderes públicos. Sin renunciar a su modelo y a sus valores corporativos, está llamada a dar cobertura a las nuevas políticas y demandas existentes desde la flexibilidad y la eficacia.
Ser competentes en las tareas profesionales
Si la Administración constata que los profesionales de Aldeas Infantiles SOS son competentes a la hora de resolver problemas graves y situaciones complejas, la organización se gana progresivamente la confianza y la 149
XIII. La correlación entre valores y buenas prácticas
Administración cede niños que están bajo su tutela jurídica para que Aldeas Infantiles SOS desarrolle la guarda y la acogida residencial.
Conocer los distintos canales de comunicación
Para fortalecer el vínculo con la Administración, es básico que los profesionales de Aldeas Infantiles SOS conozcan los distintos canales de comunicación y que los utilicen adecuadamente para obtener información y, simultáneamente, para transmitir las eventualidades y las situaciones que se vivan en la organización. Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación permiten un tipo de fluidez comunicativa entre los técnicos de la Administración y los profesionales de Aldeas Infantiles SOS que agilizan los procesos de toma de decisión y la ejecución de ciertas políticas.
Practicar la transparencia
El valor de la transparencia ha experimentado un gran crecimiento en los últimos lustros. Los ciudadanos reivindican instituciones transparentes, especialmente las que se gestionan con recursos públicos. Aldeas Infantiles SOS apuesta decididamente por la cultura de la transparencia y, a través de su portal, da a conocer información que afecta a su vida interna: roles, fuentes de financiación, costes de programas y resultado de los mismos. Esta cultura de la transparencia no solo es relevante en la relación con las empresas colaboradoras, con los socios y con los patronos, también lo es con la Administración. La transparencia es un factor generador de confianza que permite a la Administración tener un conocimiento real de la vida interna de la organización.
Medir el impacto que tienen los programas
Los programas están diseñados para mejorar la calidad de vida de los niños en situación de riesgo social y la de sus familias. Todo programa conlleva una financiación, requiere de un desarrollo en el tiempo y se espera de él unos determinados resultados. Aldeas Infantiles SOS está llamada a medir el impacto que tienen los programas para poder verificar, con veracidad y transparencia, los resultados que se han alcanzado durante su desarrollo. Esta información debe estar a disposición de la Administración.
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Aldeas Infantiles SOS es una organización de ayuda a la infancia, internacional, privada, sin ánimo de lucro, interconfesional e independiente de toda orientación política, fundada en 1949 en Imst (Austria) y con presencia en 135 países. Su misión es atender a niños y jóvenes que se encuentran en situación de vulnerabilidad, impulsando su desarrollo y autonomía, mediante el acogimiento en entornos familiares protectores y el fortalecimiento de sus redes familiares, sociales y comunitarias. Su marco de actuación es la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Presente en España desde 1967, donde S.M. el Rey don Felipe de Borbón ostenta su Presidencia de Honor, la organización no ha dejado de adaptarse para dar respuesta a las necesidades cambiantes del contexto social. Junto a los programas de acogimiento que se desarrollan, se continúa con el compromiso creciente en el ámbito preventivo y con el acompañamiento a los jóvenes hasta su plena integración en la sociedad. El trabajo de Aldeas Infantiles SOS ha sido reconocido con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2016.
Audacia Emprendemos acciones
Compromiso Cumplimos nuestras promesas
Confianza Creemos en cada persona
Responsabilidad Somos socios que transmiten confianza