Somos Guaicaipuro (Edición Nº 20)

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del 26 de agosto al 1 de septiembre de 2016 – AÑO 1 / N° 20

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Lo que pasa dentro de la cola ■ Fernando Giuliani, Iraida Vargas y Mario Sanoja participaron en la Cátedra Guaicaipuro Mayrin Moreno Macías SOMOS GUAICAIPURO

Los vientos que soplaron en la plaza Danilo Anderson fueron de reflexión. La edición N° 22 de la Cátedra Guaicaipuro tuvo como invitados a los esposos y antropólogos Mario Sanoja e Iraida Vargas, y también al psicólogo Fernando Giuliani para conversar sobre “el origen de la escasez, las colas como instrumento de dominación”. Ese fue el orden en que se sentaron, de izquierda a derecha. Llegué cuando Fernando Giuliani decía que la irracionalidad que experimentamos por el amor y la pasión es sabrosa, pero la que se vive en una cola está combinada con sentimientos destructivos. “Asocian la cola con la pobreza, con el fracaso chavista y se preguntan qué gobierno puede ser tan necio que deja que esto ocurra. También dicen que ese gobierno necio nos quiere llevar a la Cuba comunista”. Cuenta que en la cola también se genera un efecto temible: el efecto de la propulsión y la propaganda, salimos con la carga de “¡esa cola!”, y estando fuera se sigue hablando de lo que se vivió en la cola. Otro efecto que generan las colas es la frustración. “No puedo ir al cine porque tengo que hacer cola”. Actúa como un tizón bajo el calor. Comenta que la vida cotidiana se nos volvió un enredo. “Nos inocularon la lealtad a los productos. Si no es ese producto, no funciona”. Un problema serio La profesora Iraida recuerda el eslogan de la Maizina y Fernando dice: sí, parece inocente el mensaje. Se pregunta: “¿Qué hacemos con todo esto?” y se contesta: “Hay que romperle el espinazo a las colas. Plantearnos que tenemos un problema serio, que podemos ayudar a organizar y que no sean los propios comerciantes y repensarnos”. Cuenta que unas de sus salidas a no hacer cola para comprar desodorante, por ejemplo, ha sido el uso de productos artesanales. “Por esta gracia algo deben perder. Nos han dado un golpe tremendo. La conciencia y la organización nos deben ayudar”, dice el psicólogo.

Herencia colonial Los carros que suben por la Bolívar bajan los vidrios porque lo que se escucha es pura dinamita. Iraida Vargas expresa que la Cátedra Guaicaipuro ya es un referente nacional y que por allí han pasado, como ponentes, “gente con una enorme capacidad de comprensión de la realidad”. Al inicio sus palabras versaron sobre recuerdos del presidente Chávez. De cuando acuñó la palabra “escuálido” para referirse a los opositores y de su capacidad para generar símbolos a partir de la realidad. “El pueblo de Los Teques vive las colas”, dice. Comenta que la Historia se mide. La que es manipulada por el poder y la real: la Historia es la vida cotidiana. Chile, Brasil, India, África, Venezuela, Bolivia, Ecuador son países que tienden a una misma vida cotidiana. “Somos neocolonia. Seguimos en nuestras conciencias gravitando elementos afianzados en la memoria. Desde 1830 nos han dicho que somos un pueblo indisciplinado. El indio era flojo, el negro africano, un negro hediondo”, comenta mientras pasa un joropero por la plaza. Agrega que a partir de Pérez Jiménez se generó una vida cotidiana que ahora la están perturbando. En la lista para el mercado se colocaba comprar “Ariel baja espuma”. Cuando ibas a buscar el producto, te decían que había baja espuma 1 y 2. ¿Cuál quiere? Comprar te daba una seguridad tremenda y la seguridad se dilucida en vida cotidiana. “Lo rutinario hace que la población no se sienta amenazada, pero cuando a los imperios no les conviene una revolución, alteran esa vida cotidiana. Sucedió en Chile… Cuando se quiere cambiar un sistema, se agrede esa vida cotidiana”, dice. ¿Instrumento u objetivo? Los rostros son sacudidos por la brisa. Nadie se mueve de las sillas. Escuchan atentamente. Iraida Vargas insiste en que a este pueblo lo siguen calificando de ignorante como en 1830. La frase “éra-

Según Vargas, se han transformado los lazos sociales que crean cohesión social en algo negativo. Foto cipdeg guevara

Habla la gente

Eleazar “Prowy” Jiménez

Juanita González

José Rafael Baute

Uno cada jueves espera esta Cátedra. Me hizo reflexionar. En el carrito que iba, el chófer se quejaba de la situación del país y la señora le dice que cuando estaba Chávez todo estaba bien. Somos miles, pero 100 son conscientes. ¿Cómo avanzamos con esos 900?

Nosotros podemos generar posibilidades para derrotar la guerra económica. Educando y fortaleciendo nuestra conciencia. Nos inmovilizan hasta en nuestras organizaciones de lucha. Yo no quiero ir a hacer cola, yo quiero ir a acabar con esas colas.

No tenemos el control de la distribución. Propongo un plan nacional anticola. Apropiarnos de la distribución de alimentos básicos y crear rutas de abastecimiento en bodegas y establecimientos, sin negarles su ganancia. A ellos les interesa es producir y ganar.

mos felices pero no lo sabíamos” es parte de eso. Lee un fragmento de un texto de Gabriel García Márquez: “¿Cómo se asfixia un pueblo sin tirar un cañonazo?” y continúa: “La cola es el instrumento, no el objetivo. El objetivo es lo que pasa dentro de la cola”. Se han transformado los lazos sociales que crean cohesión social en algo negativo. Dice que las más afectadas por las colas son las mujeres, porque son ellas quienes garantizan la reproducción del núcleo social, la comida, la ropa lavada. Es la garante del hogar y por eso lo primero que desaparecen son las toallas sanitarias y los productos de limpieza.

A organizarse En la plaza retumba un “sólo el pueblo salva al pueblo” de Iraida, y seguido: “Debemos ser fuertes en conciencia y organización. Hay que darle un para’o a las colas. Maduro tiene su comida en Miraflores porque es el presidente. El pueblo es el que sufre. Debemos estimular y llevar los problemas a la conciencia crítica. Somos responsables en la corresponsabilidad. El pueblo no puede esperar que le den. La oligarquía era la que decidía en la colonia la vida cotidiana. Ese tiempo pasó”. Y cerró: “Eso es culpa nuestra porque nos hemos dejado ningunear”.

Sin excusas Un señor toma el micrófono y en una subida de volumen dice que cuando decide cambiar la harina por plátano o por yuca, le suben los precios. Él no se explica “por qué sucede esto en el mercadito de Guaicaipuro”, un mercado en el que el Gobierno ha invertido y facilitado recursos a quienes venden allí. Ella le exhorta a organizarse. “No podemos excusarnos en ministros, y menos en los corruptos, porque no deberían existir. Hay que demostrar que es real esa denuncia. ¿Aquí hay una organización de tequeños contra la guerra económica?...” ■

músico

Docente

Supervisor de obras


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