Abril de 1938

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E. Diez Canedo

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la escritora doña Pilar Valderrama de M. de Romarate; como el “Teatro Mínimo” de la poetisa señorita Josefina de la Torre, en Las Palmas (Canarias). Pero también en los teatros públicos, y singularmente de 1917 a 1925, el de Eslava, bajo la dirección de don Gregori0 Martínez Sierra que dió los primeros impulsos de arte, en un sentido decorativo, a la escenografía, buscando la colaboración de artistas como Manuel Fontanals, como el uruguayo Barradas, el italiano Mignoni o el alemán Burmann, y alternando con traducciones de importancia la obra original de. escritores españoles. Luego el Teatro Reina Victoria, gobernado por Josefina Díaz y Santiago Artigas, persistió en aquella obra. Más adelante Margarita Xirgu, en el Español, le dió amplitud y elevación manifiestas. E n estos o en otros escenarios se proclamaron nombres nuevos, como el de Manuel Abril (nacido en 1884), autor de “La princesa que se chupaba el dedo” (I927), de “Se desea un huésped’’ (1927); el de Tomás Borrás, que ha preferido a sus primeras poéticas evocaciones, las esquisiteces de la Ópera de cámara, dando libros a diferentes compositores y cultivando, por otra parte, el teatro comercial; el de Eusebio de Gorbea con “Los que no perdonan” (1928), enérgica acción de padres e hijos en que éstos no saben disculpar en aquellos lo mismo que los padres excusan en la vida del hijo; el de Claudio de la Torre, autor de la COmedia irónica “Un héroe contemporáneo” (1926), de “Tic-tac” (I930), escenificación de un momento del sueño, muy moderna de traza y de imagen. Paulino Masip, en “ L a Frontera” (1932) define los límites de sensibilidad que apartan a los seres ; Valentín Andrés Alvarez, es autor de la mejor farsa cómica de tono nuevo con ‘‘¡Tararí!” (I929), en que un caso semejante al que Poe presenta en “The System of Dr. Tarr and Professor Father”, se convierte en manantial de observaciones cómicas con un fondo de sátira social; Eduardo Ugarte y José López Rubio, han dado, con una sola obra, “De la noche a la mañana” (1929), un caso de duplicidad entre el hombre y su conciencia. P. Sánchez de Neira y F. Ximénez de Sandoval; Manuel Díaz González; Julio Bravo han dado a las tablas o al libro comedias de interés. Alejandro Casona ha obtenido éxitos recientísimos con “La Sirena Varada” (1934) y “Otra vez el diablo” (1935), primeras realidades de una rica promesa, confirmadas pronto, gracias al éxito triunfal de “Nuestra Natacha”.

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