El lustroso patio
mechero de gas; le mostré el lugar en el que un buen día comencé a excavar, cuando advertí la naturaleza coralígena de las paredes, actividad suspendida ante el tamaño regaño de mi mamá; le dije acerca de mis primeros pasos en eso de coleccionar papeles viejos y estampillas, cuando en el gran escaparate del alto de la casa, me topé un día con bolsas de polvorientos papeles de la familia. ¡Y cómo olvidar el comedor, en el que los pequeños haciendo una ordenada fila, esperábamos el sobrecito del Nonno con el acostumbrado regalo! Antes de marcharme de aquella casa llena de tantos recuerdos para mí, volví a pensar algo que siempre me digo: ¡Caray, por qué dejamos de ser niños...! Pero mirando el 59