¿Somos una sociedad racista? No lo sé. Lo que sí creo es que se empeñan hasta la desmesura en que lo seamos. Nuestros dirigentes han creado una escuela de pensamiento, que podríamos denominar “Falacismo”. Su premisa, decirnos unas cosas y poner en práctica las contrarias; iniciaron el camino las religiones y ahora esa filosofía ha llegado al campo de la política. No habrá un discurso público donde no se digan empalagosas palabras de fraternidad, respeto, pluralidad… Pero suenan huecas. No puede ser de otra manera; si les importan un carajo las penurias que estamos sufriendo sus compatriotas y que ellos han provocado, qué no será de quien venga de afuera. Sólo hace falta tener un poco de empatía para comprender el sufrimiento que estarán soportando en sus lugares de origen quienes se deciden a embarcarse en odiseas de incierto y arriesgado final. La inmigración al fin no se reduce a un problema de legalidad, esconde la vergüenza de tragedias humanitarias sin resolver. Los pluralistas de biblioteca se afanan en pregonar respeto, para luego desplegar toda sus redes de malas artes. Acusan de ladrones a quienes dicen se han comido unas migas de pan del mostrador, cuando han saqueado ellos la panadería. Nos amenazan de un tiempo
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apocalíptico por venir cuando nos empujan con desdén al siglo XIX. Todo lo hacen por nuestro bien, dicen. Y lo dicen sin muestra de sonrojo. Los inmigrantes son la causa, al parecer, de habernos quedado sin trabajo y haber desplomado los salarios, no las políticas ultraliberales que han desmantelado nuestro tejido productivo. El racismo no es solo la exacerbación de un sentimiento hacia un grupo étnico, esconde en lo más profundo la negación de lo distinto y lo contrario; la inadmisión de todo aquello que no nos gusta o interesa. Las palabras se juzgan en el momento de escucharlas, por eso nos hablan con lengua de serpiente. Es más efectiva la educación subliminal, aquella que se va dosificando como un veneno al objeto de cumplir su cometido sin pasar apercibido. Recomiendo a nuestros dirigentes que no dejen de ver la entrega “En el feudo de los narcos mexicanos”, de la serie de documentales “En tierra hostil” de Antena3. No solo pueden llegar a comprender las causas que obligan a emigrar a las personas, si afinan y leen entre líneas acabarán comprendiendo los motivos que llevan a los ciudadanos de a pie a tomar ciertas decisiones; esas decisiones que con tanta vehemencia luego critican.