LECTURITMOS

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Y yo hablando de Cesare Pavese Luis Manuel Pérez Boitel

a) Irreversibles los días − estos − pasan como galería indecibles, chinescos paisajes que de antemano delatan el sarmiento, paisaje perdido, sarmiento perdido, días estos para darse un tiro en la cabeza. Gino había despertado las primeras iniciales, también las primeras dádivas. trazaría un mapa en idénticas arenas. temo por Torremolinos, la soledad es un disparo a quema ropas, y Gino viene a espera de que sea yo la trasgresión de sus diecinueve años, de que mienta y descubra en su piel ciertos círculos, la huella de un tigre desconcertado por calles que no pertenecen a ninguna ciudad, daguerrotipo de morada, refugio, mundo pagano. es medianoche, afuera donde se divierte el animalejo oigo el astro que vuelve, su paso a ras de la corriente me consterna, en la tela minimalista del tiempo, lejos de Torremolinos, donde nadie pueda decir algo en su contra o en el supuesto caso darse un tiro en la cabeza. ¡Disparad! ¡Disparad sobre mí! ¡Eh! O si no, me rindo. - ¡Cobardes! - ¡Me mato! ¡Me arrojo a las patas de los caballos! b) Irreversibles los días – estos – son el aquelarre que pudiera figurar en una imagen de René Magritte, su estandarte exacto, incauta secuencia que sobrepasa el telúrico paisaje del muchacho que descubre en el beso la sabia del mundo, provenzal figura que deleita con solo acercarnos y ver que detrás de esa tela que el pintor a dispuesto sobre su cabeza hay también un hombre y una mujer, mejor dicho, un hombre y otro hombre, quizás sea, una mujer y otra mujer, y es que donde resulta una utopía el fetiche del beso Magritte ha dispuesto cierto límite, un arabesco, telúrico es el acto de complacencia que el pintor ofrece para el deleite del que fragua en cada rostro una simple tela para estos fantasmagóricos días que suceden donde hay un hombre y una mujer, mejor dicho, un hombre y otro hombre, quizás sea, una mujer y otra mujer, pero en este caso visto desde afuera, por los que nada ya tienen que perder, es decir, a favor siempre, de los que se van alejando. c) Irreversibles los días − estos − y más irreversibles las horas. horas que no llegan a ninguna parte. Étienne tenía parte de culpa y abrió una puerta, cortó las horas en varios pedacitos, su puerta (raro salvoconducto?). una puerta irreversible, un pedacito irreversible, también para el que está distante del ayer, en el supuesto ayer. disimulo las palabras. una hora pudiera ser algo diferente en el rostro de Étienne. irreversible rostro, alcantarillado este donde dejó las aguas pasar. eran las horas irreversibles de Étienne, un pedacito de Étienne, la arboladura de su mundo. la puerta de Étienne en otras horas, otra circunstancia. horas de una ausencia que llega hasta los huesos y es como el agua de un alcantarillado, un rostro desde el alcantarillado, un pedacito de alcantarillado, irreversibles aguas para Étienne en el supuesto ayer. después de un punto. subrayo un punto. Étienne cerró la puerta.4

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