Periódico edición 484 diciembre 2008

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Opinión

Carta al presidente

Álvaro Uribe Vélez Señor Presidente: Soy un soldado de la Reserva Activa del Ejército Nacional preocupado por la suerte de mi país, que a pesar de mi procedencia campesina, corrí con la fortuna de recibir una buena formación en valores y principios, en educación académica y militar y de poder expresar mis opiniones en el periódico de mi Asociación. Además no tuve, ni tengo ni aspiro a tener alguna influencia política como para lagartearme un cargo público. Por estos motivos me tomo la libertad de escribirle, aunque me anticipo a creer que son mínimas las posibilidades de que Usted lea esta carta. He sido uribista desde su primera campaña presidencial y estuve de acuerdo en que para Colombia era muy importante su reelección. El argumento de que cuatro años eran insuficientes para culminar la difícil tarea que Usted se impuso era cierto y convincente. Así mismo, creo que Usted saldrá adelante si decide lanzarse a la aventura de una segunda reelección, porque su alta popularidad ante un pueblo hastiado de violencia es tan grande que, a menos que ocurran cosas impredecibles antes de los próximos comicios electorales, tendrá suficiente respaldo para volver a ganar. Pero no se trata de eso, el caso es que una segunda reelección es negativa en sí misma e inconveniente tanto para Usted como para el país. Se necesitaría empezar por hacer otra reforma a la Constitución Política, con el desgaste de gobernabilidad, el costo financiero, la heredada politiquería, la oferta y pago de favores que eso implica. En segundo lugar, mermaría su capacidad de trabajo, porque Usted, con su lema de trabajar, trabajar y trabajar, acostumbrado a ser un triunfador, tendría que dedicar mucho tiempo a la nueva campaña en contravía de dar solución a los múltiples problemas del país. En tercer lugar, aunque podrían enumerarse muchos más, porque Usted le está diciendo al pueblo colombiano que, entre cuarenta y cuatro millones de habitantes, la única solución es su continuidad en el poder, lo cual es una ofensa. Si uno se remonta a la historia, encuentra varios casos en que los gobernantes quisieron perpetuarse en el poder, algunas veces con méritos para hacerlo, y, sin embargo terminaron mal. El más famoso es posiblemente el de Napoleón Bonaparte, quien después

Mayor RODRIGO ROJAS SUÁREZ*

de ser el adalid contra la monarquía que consideraba funesta para Francia, en presencia del complaciente papa Pio VII, se coronó a sí mismo emperador, porque se había vuelto tan ególatra que consideró que nadie era digno de colocarle la corona. En América Latina, para nombrar unos pocos, recordamos los casos de Trujillo, en República Dominicana; Batista, en Cuba; Pérez Jiménez, en Venezuela; Somoza, en Nicaragua; Noriega, en Panamá; Perón, en Argentina. Hoy son más recordados por haber sido derrocados que por haber gobernado bien a sus respectivos países. Tampoco nos olvidemos del folclórico y omnipotente Hugo Chávez, a quien tanto criticamos, que lleva diez años como presidente de Venezuela y está buscando la manera de volverse vitalicio, no queriendo siquiera pensar en que algún día él también caerá de la incierta nube desde la que hoy se considera dueño de su país. Señor Presidente: No se deje adular por cantos de sirenas, Usted no es la excepción a la regla. Puede caer en la tentación que le da el poder de considerarse imprescindible con todas sus inexorables consecuencias. Todavía no es tarde para que le hable a los colombianos con claridad, despeje el camino y al decir “no más”, tápele la boca a sus opositores gratuitos. Usted ha hecho un buen gobierno. Termínelo bien como lo empezó, dedíquese a gobernar el corto tiempo que le queda y apoye a un sucesor que dé continuidad a su ejemplar gestión. Los colombianos reconocemos su trabajo, lo recordaremos y le estaremos eternamente agradecidos. P.D. Los integrantes de la Fuerza Pública, en actividad y en retiro, confiamos en que antes de terminar el presente año, Usted, señor Presidente, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de Colombia, haga realidad su compromiso de realizar el segundo Consejo Comunal donde en forma definitiva nos fije de una vez por todas, el pago de la deuda heredada desde el presidente César Gaviria Trujillo sobre derechos legalmente adquiridos por Ley 4ª de 1992: Prima de actualización, nivelación salarial de teniente coronel hacia abajo, IPC inferior a los índices de inflación de 10 años y prima de actividad igual al 50% del personal en actividad. Esperamos que su compromiso no sea inferior a nuestros sacrificios que realizamos por la Patria. *rodrigorojass@hotmail.com


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