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colinas. Si su caballería -formada en densas líneas cerradas- era capaz de resistir el ataque frontal de los Jinetes hispanoceltas y númidas, la victoria sólo dependería entonces del arrollador ataque de sus leg¡ones. Aníbal sabía que para derrotar a los romanos debía aceptar el campo de batalla que ellos escogieran. Sus anteriores triunfos los había obtenido no sólo por su empleo de la caballería, sino también por su astucia al sorprender a sus enemigos. Ahora debía hacer frente a un adversario prevenido, bien desplegado y superior en número. El triunfo sólo podía llegar adoptando un dispositivo táct1co que permitiera a su infantería contener a la romana hasta que sus jinetes quebraran las líneas de la caballería de Varrón y Publio.
Revista Aun ·
la batalla se desarrolló como había previsto el General cartag¡nés y habían querido evitar los dos cónsules. las legiOneS hicieron retroceder a la infantería de Aníbal hasta casi derrotarla, pero sin romper su frente. Mtentras tanto, la caballería híspanocelta consgu1ó batir y dispersar el ala izquierda de los romanos para después ayudar a la númida a expulsar su ala derecha. las legiones romanas, todavía contenidas por los infantes hispanoceltas, se vieron atacadas en su retaguardia por la victoriosa caballería enemiga y en los flancos por la infantería pesada africana. Con 60.000 hombres e caudillo cartaginés había conseguido derrotar a cerca de 80.000 romanos y aliados, de los cuales casi todos perecieron en la batalla
o fueron hechos prisioneros. Cannas ha pasado a la historia como la batalla perfecta, tanto por su planteamiento y ejecución como por su resultado: el aniquilamiento del vencido. Después, Aníbal no marchó sobre Roma y el jefe de los núm1das -Maharbal- se lo crit1có con estas palabras· cSabes vencer pero no aprovechar tu victoria». En esta bata! a brilla en todo su esplendor su genio mdrtar que le hace figurar entre los grandes capitanes de la antigüedad.