Lo primero es que el modo Auto es más eficiente de lo que la gente se piensa. Si bien no lo uso casi nunca lo recomiendo cuando se quiere un resultado aceptable en según qué situaciones. Si no tienes tiempo o conocimiento para configurar la cámara, simplemente, dispara en automático. El problema llega cuando el automático no cumple con lo que quieres, cuando lo que crees que saldrá de una manera en la pantalla sale de otra. Conseguir que salga lo que se quiere en la pantalla es de lo más complicado. En esas ocasiones hay que usar el modo manual. Dicho esto, el modo Auto es un enorme aliado que si sabemos usarlo se le saca un buen partido y os voy a poner varios ejemplos:
El primero es: estáis en una sesión de fotos, trabajando en MANUAL, con unos parámetros de velocidad y diafragmas previamente seleccionados y que no os interesa cambiar para tener que volver a reajustar más tarde y, en un descanso, o que ocurre algo que no queréis dejar escapar, se le da vueltas a la ruletita hasta que se vislumbre AUTO y ¡voilà!..., te pones a disparar como un “condenao” y salen todas perfectas, da igual que haya o no haya luz, si se ha movido el sujeto o lo que sea. No va a ser la imagen con la mejor iluminación o con la que a ti te gustaría, pero sí que vas a poder obtener una imagen del momento que es o que más importa en ese instante. Cuando vuelvas al trabajo lo único que tendrás que hacer es volverle a dar vueltas a la ruleta y ponerla en M.
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