Jésus Rafael Soto y el arte como emoción y conocimiento

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viaje loco, pues siempre tuve la intención de irme a Europa. Buscaba en los periódicos cómo irme, y supe que por barco sería muy romántico. Había uno que salía de Stockton, que pasaba por Acapulco, atravesaba el canal, se iba a Sudáfrica, y llegaba hasta el punto final, era un barco italiano, el punto final era Génova. En aquella época costaba $222.00 dlls. Y el recorrido era de 22 días. Entonces hablé por teléfono a un amigo que tenía Pedro Rodríguez que estaba en Stockton, le pedí que indagara, y efectivamente me dio la fecha y todo para salir; un mes antes fui a visitar algunos amigos que tenía, un loco como Javier de la Torre, que me pidió que pasara por Vallarta, y lo visitara antes de salir de viaje, pero al ir a visitarlo me sorprendió su casa. La vida que había en esa casa, la locura que existía ahí, todas las cosas, que tocaba y veía eran diferentes y extraordinarias. Había un acantilado a orillas del río Cuali, entonces nos mudábamos de ropa y llegábamos al mar. Había sólo sirvientes hombres, no había mayores muebles, aparte de un ropero y sillas, y las cosas esenciales. La casa estaba en las faldas de un cerro, en un pedregal en donde estaban armados los sillones con cojines, las bancas, los muros, eran de tabique, y había botellas colgando. La forma que predominaba ahí, el símbolo de la casa era el falo, el dedo, la figa, por donde quiera había eso, y atiborrado de alcohol y marihuana, que en aquella época se fumaba mucho. Ahí había de todo, toda clase de personas se reunían en esa casa. Cuando llegué a la casa de Javier, todo mundo me recibió amablemente, me dijeron que tenían órdenes de atenderme lo mejor que se pudiera. Lo primero que hicieron fue guardar mis maletas, y me trajeron una chilaba, me desnuda29


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