Juan Antonio Samaranch en el verano de 1999, en su finca de Santa Cristina de Aro (Girona)
OBITUARIO
SAMARANCH, Olímpico genio POR carlos martín, periodista y dircom del campeonato de europa de atletismo barcelona 2010 fotografía: pepe carbajo María Teresa, su hija, lo recordó en el funeral celebrado en el Palau de la Generalitat: Juan Antonio Samaranch tuvo dos familias: una, la más próxima, y otra la del deporte y los deportistas. A las dos les dedicó su tiempo, su amor y su cariño, y las dos han sabido corresponderle en el momento del adiós. Con la muerte del presidente de honor del Comité Olímpico Internacional se ha ido un icono del deporte, posiblemente el dirigente más importante que ha tenido el movimiento olímpico en más de un siglo de vida junto al barón de Coubertin.
“Me faltan por conocer dos o tres países y en algunas semanas quiero viajar a uno de esos, Bután. Ese sería un buen viaje para que pudieseis filmar”, nos dijo. Bután era lo suficiente remoto y desconocido para aceptar el reto. Pasaron las semanas y al presidente le surgió algo inesperado que trastocó sus planes y su agenda. Tenía que viajar a San José de Costa Rica para una reunión con dirigentes de aquella región y desde allí visitaría en poos días tres pequeños países del Caribe. Olvidamos Bután y aparecieron en el horizonte Martinica, Saint Kits y Nevits y Santa Lucía.
Los deportistas eran su pasión. Siempre que podía pasaba junto a ellos los mejores ratos. Fue el que mejor comprendió sus necesidades y fue quien no sólo les abrió las puertas de los Juegos Olímpicos, sino las del propio COl. Con Samaranch en el poder entraron a formar parte de comisiones de trabajo que antes ni siquiera existían. El dirigente español profesionalizó los Juegos Olímpicos, aprobando la aparición de nuevos deportes que le han dado a esa gran competición la universalidad absoluta y exhortando la igualdad de oportunidades para las mujeres y los hombres.
A punto de cumplir 80 años, Samaranch visitó sin pestañear todos esos países en un viaje relámpago que apenas duró cinco días. Y antes de regresar a Europa, aún tuvo tiempo de hacer un “stop-over” en México DF para reunirse con el presidente de la República de México. Por su capacidad de persuasión, por su visión panorámica de los acontecimientos y sus dotes diplomáticas, no ha habido en la historia reciente un dirigente deportivo más importante que Juan Antonio Samaranch, al que debemos considerar el gran dinamizador del movimiento olímpico por sus 21 años de estancia en Lausanne.
Cuando decidimos de común acuerdo realizar una película sobre su vida y el legado que dejaría cuando abandonara el cargo de presidente del COI, en 2001, nos pidió primero que viajáramos con él para ver de cerca cómo eran sus jornadas de diplomacia olímpica y para comprobar el tratamiento que recibía en cualquier visita internacional y después que no sólo tuviéramos en cuenta sus manifestaciones, sino que las contrastáramos con las de otros dirigentes olímpicos, con sus familiares más próximos y, por descontado, con deportistas.“Samaranch, olímpico genio” fue el título de la película, de 90 minutos, que TVE se aventuró a producir en el año 2000 para dejar constancia de la grandeza de su labor y de la importancia de este español universal en el terreno deportivo. Además de rodar junto a él en las ciudades que han permanecido ligadas a su trayectoria por una u otra razón, como Lausanne, Moscú, Atenas o Barcelona, se planteó acompañarle en un gran viaje en el que comprobaríamos la verdadera dimensión del personaje.
Gran admirador de la labor de los periodistas –él fue uno de los nuestros en sus comienzos, en los que trabajó como redactor de deportes en el desaparecido diario La Prensa, de Barcelona-, siempre trató con respeto a los medios de comunicación, creando alianzas productivas para los intereses del deporte con los magnates de la prensa. A Televisión Española le tenía un cariño especial. Tuvo muchos amigos en esa casa y recuerdo que cada vez que se nombraba a un nuevo director general le enviaba un telegrama de felicitación desde Suiza y a renglón seguido le pedía que se cuidara de la programación del Canal Internacional de TVE. Esa fue una de las pocas cosas que se le resistió a Samaranch en vida: no logró que nadie pusiera orden en esa cuestión y que los españoles residentes en el extranjero tuvieran un canal del que sentirse orgullosos.
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