ESTE D&205AERA el comienzo de un nuevo cap&237tulo..Lady Annabelle DiSalvo sonre&237amientras caminaba por la atestada acera de Bellacitta, la capital de Mirraccino. Aunque el d&237ano hab&237aempezado como ella esperaba, ten&237agrandes esperanzas para la tarde.Con unos minutos libres antes de su gran reuni&243n planeaba pasarse por el despacho de la princesa Zoe. Se hab&237anhecho buenas amigas desde que Zoe y el pr&237ncip heredero hab&237anreconciliado su matrimonio. Annabelle admiraba el modo en que Zoe insist&237aen ser una princesa moderna y continuaba con su negocio de dise&241ode interiores, aunque su horario ten&237aque reducirse dr&225sticmente para poder cumplir con sus obligaciones reales adem&225sde ser esposa y madre. Si Zoe pod&237ahacerlo funcionar, Annabelle tambi&233n S&243loten&237aque liberarse de la excesiva seguridad de su padre.No fue hasta entonces cuando Annabelle record&243el correo electr&243nicoque Zoe le hab&237aenviado. Zoe hab&237aabandonado la ciudad con su marido en un largo viaje diplom&225tico Y con el otro pr&237ncip en Am&233rica de visita con la familia de su esposa, el palacio iba a estar muy tranquilo.Alguien la golpe&243en el hombro. Annabelle luch&243por no caerse. Mientras agitaba los brazos, le arrancaron la correa del bolso del hombro. Una vez recuperado el equilibrio, su mano apret&243la correa.De ninguna manera se iba a escapar con su bolso, en cuyo fondo estaban las &250ltims palabras de su madre escritas en un diario. Por primera vez, Annabelle se arrepinti&243de haber obligado a Berto a caminar al menos diez pasos detr&225sde ella. Todo iba demasiado r&225pidopara que &233lpudiera ayudarla.Sabiendo que el destino del diario estaba en juego, se aferr&243con todas sus fuerzas. Pero el chico bajo y larguirucho con una gorra de b&233isbo negra se mov&237ar&225pido Su impulso pr&225cticmente le arranc&243el brazo de cuajo.El dolor le recorri&243el brazo. La intensa molestia hizo que sus dedos se soltaran instintivamente. Y entonces desaparecieron: el bolso, el diario y el ladr&243n&171161Eh &161Para187 Annabelle se agarr&243el hombro dolorido.&171191Est&225sbien pregunt&243Berto.&171No No lo estoy. &161Porfavor, coge mi bolso R&225pido187.El hombre dud&243 Sab&237aque sus instrucciones eran quedarse con ella pasara lo que pasara, pero esto era diferente. Ese ladr&243nten&237asu &250ltimconexi&243ncon su madre. Sin perder un momento m&225smientras el culpable escapaba, Annabelle se puso en marcha con Berto pis&225ndol los talones.&171161Lady Annabelle, det&233ngas&187grit&243Berto.No puede ser. No pod&237a No iba a permitir que le robaran otra parte de su pasado. El agujero en su coraz&243ncausado por la muerte de su madre segu&237aah&237 Hab&237acicatrizado a su alrededor, pero en las ocasiones en que la