Revista 90+10 #27

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Con la imagen de un maniquí, la silueta de una persona del sexo masculino, una tijera o en el peor -o el más ilustrativo- de los casos, un gran signo de interrogación. Así se acompañan sus biografías, que se incluyen en los más acreditados libros sobre la moda. A él, Martin Margiela, el diseñador belga más famoso del mundo, que alguna vez perteneció al grupo de los “Seis de Amberes”, se lo conoce más por su nombre y por el camino que viene transitando en la moda desde 1988 cuando fundó su Maison, que por su apariencia. De hecho, la razón por la que es necesario reemplazar su foto con “algo”, es porque nunca aparece en público: ni en desfiles, ni en eventos. Tampoco concede entrevistas en persona y alguna que otra vez ha optado por presentar sus colecciones en formato de video. Su reticencia es notable en un mundo como el de la moda, donde la imagen lo es todo. Utiliza este anonimato personal para demostrar que una doctrina de diseño contundente vale más que una figura mediática, y que el consumidor debe reaccionar ante la ropa misma y no ante el estímulo de los medios. Y hasta ahora, no le ha ido nada mal: hoy, 22 años más tarde, los ejemplos más extremos de su doctrina cuelgan en las salas de los museos de la moda que se encargan de dar cuenta de su historia (el Musée de la Mode et du Textile, el Metropolitan Museum of Art, The Victoria and Albert Museum, Kyoto Costume Institute). ¿Más datos? Tiene 18 tiendas en 12 países alrededor del mundo

(el grupo Diesel compró la mayoría de la firma en el 2002), y es uno de los principales representantes de la vanguardia en la moda internacional. DECONTRUCTIVISTAS DE LA MODA Margiela es, ni más ni menos, que un gran diseñador con un mensaje claro. Es uno de los decontructivistas de la moda y lo ha puesto de manifiesto, tal vez con más ímpetu, en su línea 0 Artisanal Haute Couture, la más extrema de todas, donde se practica cirugía plástica con todo tipo de prendas de una manera tan onírica y libre, que los resultados asombran hasta a los mismos integrantes de la Maison. Sin embargo, al hablar de la firma, es más acertado cambiar la primera persona del singular por la del plural. Porque si bien la idea original nació en la mente del diseñador, la marca se construyó en equipo. Y probablemente, Maison Martin Margiela no hubiera tenido el mismo significado en la moda de hoy en día, si no fuera por ese grupo de mentes creativas que lo acompaña: sólo 71 personas trabajan en la sede parisina. Son ellos los que, ahora que Margiela dio un paso al costado en el diseño, se encargan de llevar adelante la firma. Pero su espíritu sobrevuela las 13 colecciones que MMM hilvana cada temporada: cinco dedicadas a la mujer (1, 4, 11, 22 y 6) y cuatro al hombre (10, 11, 14 y 22), entre indumentaria, acceso-


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