ACEPTACIÓN DE LA DISCAPACIDAD
LIC. LILIANA P. ORTIZ LOZANO Aguascalientes
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Gerardito
Cuando uno planea su vida, jamás entra dentro de esos planes vivir “pérdidas”, uno imagina una vida llena de triunfos, de una familia feliz, de éxitos, quizá si con algunos problemas pero nunca, jamás, con pérdidas tan dolorosas que cambian por completo el panorama, o la fotografía que te habías hecho en tu mente. Pero pasa, y nunca se está preparado para vivirlo, un día despiertas y descubres que eres madre de un hijo con discapacidad y con mil problemas de salud, un día despiertas y te das cuenta que tendrás que decirle adiós a los partidos de futbol, a los festivales, a escucharlo cantar, te das cuenta que tienes en tus manos un ser frágil, increíblemente frágil y el pánico es inevitable, que tu casa se convertirá en una extensión de hospital, que en vez de ir a clases de estimulación temprana con tus amigas y sus bebes “normales”, tendrás que visitar uno y mil centros de rehabilitación en donde se te partirá en mil pedazos el corazón cuando te digan todo lo que ese hermoso bebe no podrá hacer jamás, y te descubres a ti misma igual de frágil, de sola, de asustada y de dolida.
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Es un duelo, y en este duelo se viven diferentes etapas: la negación, la ira, la negociación, la depresión, para llegar a la aceptación finalmente en donde uno encuentra la paz necesaria para entonces poder comenzar a “vivir” esta vida diferente. Cada etapa se vive de manera distinta, tiene distintos tiempos según la persona, y habrá quienes desgraciadamente jamás lleguen a la aceptación y vivan eternamente en una negación creyendo que su hijo, su esposo, su madre o quien sea que haya adquirido una discapacidad, se curará mágicamente. Y entonces al hablar de aceptación se habla de LIBERTAD, porque cuando aceptas tu realidad comienzas a ver y a oír y a conocer cosas que jamás habrías encontrado si hubiera sido de otra manera tu vida, y entonces ese hijo que no camina te enseña a recorrer el mundo entero en busca de respuestas, de una cura, de una mejor calidad de vida, ese hijo que no habla te enseña a alzar la voz a favor de sus derechos y de los demás que como él viven una discapacidad, ese hijo que parece que no te entiende te muestra de maneras tan increíbles que tu amor y cuidado lo hacen feliz y no necesita nada más, ese hijo que llego en-
vuelto en caos, en miedo, en dolor hace que aflore la mejor parte de ti, esa parte que ni siquiera sabias que existía y que te convierte a su vez en su voz, sus piernas, su manos, su vida entera. La resignación es distinta, pues en ella no cabe el inmenso amor y orgullo de caminar empujando una silla de ruedas y que la gente te vea, en la resignación se sobrevive, no se vive, y entonces tanto para la persona con discapacidad como para su familia esto se vuelve una carga difícil de sobrellevar y se pierde la magia de aprender desde cero. “Amar significa ver al otro justo como lo pensó Dios”, y a partir de ahí aceptar es el amor mas grande, porque aunque duela tanto, es un dolor que transforma, y ese dolor se transmuta en una ofrenda de vida para el mundo. La discapacidad es un tema que a nadie le gusta, pero si por un momento se regalan la oportunidad de vivirla de cerca, aprenderán que es solo una maravillosa oportunidad de sacar lo mejor de nosotros mismos.
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