Taller para adultos en duelo

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Veamos detenidamente cómo es el camino de la oportunidad. Comienza con la tragedia: aquel ruido infernal, los gritos, el barro, el correr, el olor, la muerte, las lesiones en el cuerpo y el pánico. Pasa un tiempo y ya no está en el sitio ni en el momento de la tragedia. Has perdido tanto que te duele reconocerlo. No crees que esto te haya pasado a tí. Dudas. Crees que sólo fue una pesadilla. Crees que tus muertos no están muertos y que en cualquier momento regresarán. No sientes nada, ni tristeza ni dolor. Nada! Solo una indiferencia. Estás en el punto de la INCREDULIDAD. Tu cuerpo y tu mente son sabios. Saben que necesitas ese tiempo para prepararte para el largo camino de la oportunidad. Tu incredulidad es normal, natural y necesaria para tu recuperación; no vivirla es peligroso. Pasa otro tiempo y es necesario seguir caminando por la vida. Te das cuenta de que no fue una pesadilla; todo pasó de verdad. Has perdido a tu gente, lo has perdido casi todo. Tu cuerpo está resentido y es normal que esté así. Son muchas las piedras y el polvo en el camino. Tienes problemas: físicos, estás cansado, te duele la cabeza o las piernas o es estómago, sientes hasta indigestión, no puedes dormir bien, tienes palpitaciones y hasta te falta el aire. Estás muy nervioso, desasosegado. Nada te interesa. No hay orden en tu vida. La rutina que antes llevabas se ha perdido con tantas otras cosas. Ahora, todo es distinto. A veces tienes hasta ideas raras, oyes las voces de tus muertos, los ves. Recuerdas que te has quedado sin lo que más querías y no tienes ganas de vivir. A veces quieres morir. Estás bravo, de mal genio y te sientes descontrolado. A ratos estás muy triste y lloras mucho. A ratos sientes mucha rabia con la vida, con los que murieron, con la naturaleza, con el gobierno, con todo el mundo y con Dios. Y es muy normal y natural que sientas eso. Son otras piedras en el camino. Si no las pasas, no vas a llegar al pavimento. Todas las personas que han estudiado lo que pasa en las crisis, nos dicen que debemos pasar por estas malos momentos si de verdad queremos recuperarnos y rehacer la vida. También sientes miedo, miedo a todo: a un futuro incierto, a otra tragedia, a lo que pasará. También puedes estar sintiéndote culpable: por no hacer eso o aquello, por haber actuado de aquella manera y no de esa, etc. Todo eso es normal, natural y necesario. Pasados unos meses, todas esas reacciones habrán comenzado a disminuir. Cada día vas a encontrar menos piedras en el camino. Estarás entrando en el pavimento del camino de la oportunidad. Como ya no tienes que gastar tus energías en saltar piedras y tratar de ver a través del polvo de los sentimientos y dolores, tendrás tiempo para pensar serenamente y reflexionar en lo que vas a hacer con tu vida. Planearás actividades, empezarás una nueva vida en colaboración con otras personas. Estarás creciendo como persona. Estarás madurando. De vez en cuando vendrá algún recuerdo triste, un sentimiento tormentoso, pero pasarás pronto a la luz que llegó a tu valle oscuro. Habrás encontrado los triunfos que lleva el comino de la oportunidad. Ahora veamos como es el camino del peligro. Comienza igual que el de la oportunidad, con la tragedia, el mismo ruido infernal, los mismos gritos, el correr de la gente. Pasado un tiempo la misma incredulidad. Después ya sabes que todo fue cierto, tu cuerpo se resiente, tu alma sufre. Te asustas con eso. Son muchas las piedras, los huecos y el polvo. No quieres pasar por ellos. De pronto aparece un camino que no parece tan destapado y difícil. Estás tan cansado de sufrir


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