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Aida Luz Port
ifol
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Trabajaron en muchas ideas, fueron construyendo el libro poco a poco y Teodoro estaba muy emocionado; sintió que podía jugar en ese libro con todo lo que había aprendido. Le gustaban todas las facetas de las artes gráficas y decantarse por una le resultaba complicado así que pensó en algo que reuniera todo y, a la vez, sirviera para expresar ideas, para llegar a la gente de una manera sencilla. Automáticamente pensó en camisetas. “Claro, tengo que hacer camisetas en las que poner en juego todo lo aprendido y que a través de hermosos diseños pueda intentar concienciar a las personas de algunos temas” le dijo Teodoro a Doña Portifol como si de una iluminación o conspiración divina del momento se hubiera tratado. “No, Teodoro!! No puedes convertirte en el chico de las camisetas!” exclamó Aida-Luz. En ese momento, con ese comentario, a Teodoro se le hizo la pupila de su ojo un poco más grande “Me encantaría ser el chico de las camisetas!” le respondió y ambos rieron conjuntamente. Empezaron a trabajar en ese tema pero Aida-Luz siempre le recordó que ese era el primer paso y que después debería evolucionar hacia otra cosa. Pensó en muchos diseños, en muchos mensajes, en colores, en política, en la Naturaleza… Todo confluyó para que ese primer paso tuviera lugar pero para poder dar a conocer sus camisetas necesitaba pensar en varias cosas: a quién dirigirlas y organizarlo una página web pensar en una marca. Después de esto, Teodoro quería ampliar su público para que todo el mundo, sin importar la edad, la religión, las fronteras o los colores de piel pudieran “manifestarse” a través de sus camisetas en todos los rincones de planeta. Eso es todo por ahora.