Los españoles representaban una décima parte de la
población y eran dueños de casi toda la propiedad y de las demás riquezas. Se distinguían entre europeos o gachupines y americanos o criollos. Los primeros, convencidos de que la Nueva España era una colonia dependiente de su matriz a la que debía corresponder con utilidades por la protección recibida. Los segundos, pensaban que, como sus ascendientes conquistaron el país, a ellos les pertenecía como propio; sin embargo, se quejaban de no poder ascender a altas dignidades ni gozas de empleos y prerrogativas suficientes; pagar impuestos excesivos y estar restringidos en sus actividades. Fueron los criollos mexicanos quienes, cautivados por la nueva filosofía y conmovidos por los ejemplos de la revolución francesa y la independencia norteamericana y ante los acontecimientos que en 1808 pusieron en crisis la metrópoli y el virreinato, se sintieron competentes para la independencia.
Los indios y las castas, se ocupaban de los servicios do-
mésticos, los trabajos agropecuarios y mineros, el pequeño comercio y los oficios. Los indios no tenían propiedad individual ni podían disponer del producto de sus tierras colectivas sin autorización de la Real Hacienda. Los miembros de las castas
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