Guerra Mundial Z

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¿Qué podía hacer?… No, pude haber hecho algo. [Maze suspira dormida. Darnell la acaricia suavemente.] Pude haber hecho algo.

SIBERIA, SAGRADO IMPERIO RUSO [La gente de estos tugurios vive en las condiciones más primitivas. No tienen electricidad ni agua corriente. Las chozas están agrupadas dentro de un muro construido con troncos de árboles. La más pequeña pertenece al padre Sergei Ryzhkov. Es un milagro que el viejo sacerdote siga siendo capaz de moverse. Su cojera revela una innumerable cantidad de heridas, de antes y durante la guerra. Su apretón de manos me permite notar que todos los huesos de su mano han estado rotos alguna vez. Y su intento de sonrisa muestra que los pocos dientes que no están negros y podridos, se cayeron hace ya mucho tiempo.]

Para poder entender por qué nos convertimos en un “estado religioso,” y cómo ese estado comenzó con un hombre como yo, tiene que entender la naturaleza de nuestra guerra contra los muertos vivientes. Al igual que en muchos otros conflictos, nuestro más grande aliado fue el general Invierno. El terrible frío, reforzado y alargado por el cielo oscuro de todo el planeta, nos dio el respiro necesario para preparar nuestra tierra para la liberación. A diferencia de los Estados Unidos, nosotros peleábamos una guerra en dos frentes distintos. Teníamos la barrera de los Urales en el occidente, y las hordas asiáticas en el sudeste. Liberia ya había sido estabilizada, por fin, pero estaba lejos de ser totalmente segura. Teníamos tantos refugiados de India y de China, tantos zombies congelados que se reanimaban cada primavera. Necesitábamos esos largos meses de invierno para reorganizar nuestras fuerzas, armar a nuestra población, para inventariar y repartir nuestras grandes reservas de equipo militar. No teníamos la misma industria de guerra que otros países. No teníamos un Departamento para el uso Estratégico de Recursos aquí en Rusia: no teníamos ninguna industria más allá de tratar de darle a nuestra población algo qué comer. Lo que sí teníamos era nuestro legado como un estado militar e industrial. Yo sé que en occidente se reían de nosotros por esa estrategia. “Iván el paranoico” —así era como nos decían— “construyendo tanques y bombas mientras su gente pide pan y mantequilla.” Sí, la Unión Soviética era retrógrada e ineficiente, y sí, eso quebró nuestra economía y la enterró bajo montañas de equipo militar, pero cuando la Madre Patria las necesito, esas mismas montañas fueron lo que salvó a Traducción: m_earendil

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