Guerra Mundial Z

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lo que sentía, y no tenía miedo de repetirlo fuerte y claro. Esa es una de las razones por las que era el candidato más lógico para el puesto de copiloto. Éramos un gran equipo; él era la luz, yo era el calor. Diferentes partidos, diferentes personalidades, y, no nos digamos mentiras, también diferente color de piel. Yo sé que yo no era el favorito. Yo sé a quién prefería mi partido. Pero Norteamérica no estaba lista para llegar tan lejos, tan estúpido, ignorante, y humillantemente Neolítico como suena. Preferían tener a un VP gritón y radical, en vez de otra de “esos.” Así que no me sorprendió que me nominaran. Me sorprendió todo lo demás. ¿Habla de las elecciones? ¿Elecciones? Honolulu era un manicomio; soldados, congresistas, refugiados, todos tropezándose entre sí mientras buscaban algo qué comer, o un lugar para dormir, o tratando de saber qué diablos estaba pasando. Y eso era un paraíso comparado con el continente. La Línea de las Rocosas apenas se estaba formando; todo al occidente de ella era una gran zona de guerra. ¿Por qué molestarse con unas elecciones cuando el Congreso podía votar por una extensión de poderes debido a la emergencia? El fiscal general lo intentó cuando fue alcalde de Nueva York, y estuvo a punto de lograrlo. Le expliqué al presidente que no teníamos ni la energía ni los recursos para hacer otra cosa que no fuera luchar por nuestra supervivencia. ¿Y él que dijo? Bueno, sólo digamos que me convenció de lo contrario. ¿Podría ser más específico? Podría, pero no quiero cambiar sus palabras. Estas viejas neuronas no disparan tan bien como antes. Inténtelo, por favor. ¿Lo verificará con sus archivos? Se lo prometo. Bueno… estábamos en una oficina provisional, la “suite presidencial” de un hotel. Él había acabado de tomar el juramento de posesión en el Air Force Two. El jefe anterior descansaba, sedado, en la habitación de al lado. Desde todas las ventanas se podía observar el caos en la calle, los barcos en el mar alineándose para atracar, los aviones aterrizando cada treinta segundos, y un equipo de tierra haciéndolos a un lado para abrir espacio a los que venían detrás. Yo los señalé, gritando y gesticulando con esa pasión que me hizo tan famoso. “¡Necesitamos un gobierno estable, y rápido!” decía yo. “Las elecciones son geniales en teoría, pero ahora no tenemos tiempo para perseguir grandes ideales.” El presidente estaba tranquilo, mucho más tranquilo que yo. Quizá por todo ese entrenamiento militar… me dijo, “Este es justamente el momento para perseguir grandes Traducción: m_earendil

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