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Crónicas de pseudo/nimma
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De Moleskine a Terras Gaudas Convocar concursos abiertos de diseño empieza a ser un “deporte de riesgo” para las compañías y las instituciones. Al menos en el extranjero, que aquí las cosas siempre son distintas. Y así nos luce el pelo. La empresa Moleskine se aventuró a convocar un concurso para renovar el logotipo de su blog moleskinerie.com, y lo hizo de la mano del portal Designboom, que habitualmente se presta a estos enjuagues. No se hizo esperar la airada reacción de diseñadores y blogueros, a quienes parece haber molestado tanto las condiciones como que sea precisamente Moleskine quien lo convoque. Encendidos tweets, posts y comentarios han inundado la red afeando la conducta a una marca que siempre cuidó como aspecto esencial el diseño de sus productos y su comunicación, y que muchos diseñadores tienen como algo propio. El mencionado blog corporativo y el perfil de facebook de la propia compañía se convierten en foro de debate y críticas –como casi siempre sucede, poca habilidad del community manager en la gestión de la crisis, sobretodo en los primeros momentos–, y en todo el mundo blogs y páginas web se hacen eco de la polémica. Lo cierto es que no ayudaba tampoco el hecho de que en las bases iniciales pretendieran quedarse con los derechos de todas las obras presentadas, reservándose además la opción de no utilizar el diseño ganador, pudiendo en su lugar usar alguno otro de los presentados. Los gestores online de la marca han tenido que contestar a mensajes como el de Todd: “A consecuencia de este concurso, ya no estoy interesado en comprar libretas Moleskine: no lo estáis haciendo bien, y no estáis respetando a vuestro cliente clave”. O el de Sharlene: “Es muy desagradable que una compañía con tanta lealtad para con los diseñadores, recurra al crowdsourcing para crear un logo, como haría cualquier otra compañía de medio pelo. Es deplorable. Estoy convencida de que conseguiréis magníficas propuestas y seréis capaces de seleccionar un fantástico logo, pero también sé positivamente que muchos diseñadores estarán satisfechos con
otras marcas de libretas como las fundadas por diseñadores como Field-Notes o Whitelines”. Por su parte, Rob Loukotka les espetaba: “Hola Moleskin: Una gran parte de vuestra popularidad procede de artistas y diseñadores. Solicitar un logotipo gratis va a generar un gran enfado entre esa comunidad. A partir de ahora miles de personas empezarán a comprar Field Notes en lugar de Moleskins. Os lo aseguro. No me importa lo más mínimo, que cada palo aguante su vela. Sin embargo, hay una gran movimiento en contra del trabajo no remunerado del que vosotros tal vez no tengáis ni idea, por lo que me da la impresión de que este concurso os va a estallar en la cara. Estáis avisados”. Cientos de comentarios como estos han tenido como resultado el que finalmente Moleskine haya rectificado, modificando las bases, en las que ahora puede leerse: “A consecuencia de los comentarios de los usuarios hemos actualizado las bases de nuestro concurso: No utilizaremos el logotipo ganador como logotipo del blog ni para cualquier otro uso comercial. Hemos hecho esta modificación porque está claro que el planteamiento del concurso roza cuestiones relacionadas con el crowdsourcing. No habíamos reparado en este aspecto que no ha sido premeditado. No es nuestra intención promover o apoyar el trabajo no remunerado en ninguna de sus formas. Con la intención de continuar celebrando el trabajo de los cientos de diseñadores con talento que han inscrito sus propuestas, estamos buscando fórmulas para mostrarlas de alguna manera especial”.
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Es una buena noticia. Porque la relevancia del concurso y el convocante suponen un importante avance en la normalización de nuestra actividad, al tiempo que actuará como aviso para navegantes a otras compañías. Y la demostración de que esta profesión es capaz de movilizarse y reivindicar el respeto de las marcas.
Terras Gaudas Desgraciadamente, todo esto contrasta con lo que en España acontece. En los mismos días en que todo esto ha sucedido, se celebraba el jurado del famoso concurso de carteles Francisco Mantecón, convocado por la bodega Terras Gaudas. Si en el mundo diseñadores anónimos eran capaces de organizarse y obligar a reconducir un concurso mal convocado, en nuestro país dos presidentes de asociaciones profesionales –que por cierto se posicionan públicamente en contra de los concursos abiertos–, y otros diseñadores de primera línea, algunos de ellos galardonados con el Premio Nacional de Diseño, prestaban su imagen como jurados para dar una validez que no tiene a este concurso-evento en el que más de 2.100 carteles compiten a mayor gloria del convocante. Sé que no es el único concurso así, pero es justo reclamarles a esos jurados, que deberían dar ejemplo y velar por la dignidad de esta profesión, que lo hagan, aunque para ello tengan que perderse una foto o lo que quiera que les hayan ofrecido. ß