Una cultura sin cultura La realidad de no reconocer lo que somos como cultura hace que el ser humano pueda estar en el mundo pero sin ser de él, es decir que el lenguaje como medio de interpretación del mundo se descontextualiza y no le permite ver lo que se tiene ni lo que se quiere en profundidad; es por esta razón que el ser humano en su cotidianidad relega a un segundo plano la búsqueda de la felicidad, pues si bien es cierto se despliega por otras razones materiales que no le permiten ver que lo que le hace feliz es el conocimiento de sí mismo.
La tecnologĂa debe ser vista como un medio que permita el acercamiento del mundo y la cultura para romper las fronteras no solo fĂsicas sino cognitivas. Crear mentes abiertas a los cambios y con la posibilidad de trascender y ser partĂcipe de su propio futuro.
Entonces vale la pena preguntarse si todo lo que rodea al ser humano pretende que éste sea feliz, perspicaz y sensato en la toma de decisiones con respeto al contexto socio-cultural inmediato, pues si bien es cierto que vivimos en una sociedad adherente a una serie de costumbres de tipo religioso, político, cultural y social, somos también subyugados al mismo, sin pretensiones más allá de lo que se vive en los diferentes campos o ciencias de la educación.
Finalmente somos nosotros la cultura, somos quienes hacemos cultura o simplemente somos aves migratorias en búsqueda de una verdad absoluta, omnisciente, que se flaquea ante la primera panorámica que el mundo de lo fácil de lo inverosímil nos ofrece, ahí que cada cual a su criterio vea si es lo correcto actuar como actúa o pretender actuar como lo hacen los demás ¡¡¡¡¡¡