El libro negro de las marcas

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K. Werner, H. Weiss

El libro negro de las marcas

equivalente a 5,10 euros por día. Pero ni siquiera eso se respetaba en la Kader Toy Factory: los dueños pagaban sólo 2,50 euros. A veces obligaban a los empleados a trabajar 19 horas seguidas. Por cada hora extra, los trabajadores recibían un plus de 0,90 euro.

Economía global, moral regional Los muertos y los inválidos de por vida, tantos los de la Kader Toy Factory como los de la Zhili Toy Factory, son víctimas de un proceso global. Los dueños de las firmas mencionadas viven de los encargos de las compañías internacionales, cuyo interés es producir mercaderías de marca al menor costo posible. Esto aumenta sus ganancias, ajusta los salarios y disminuye las medidas de seguridad en las plantas de producción. Los últimos orejones del tarro son las personas que fabrican todas esas mercaderías deslumbrantes que compramos en los negocios. Las empresas invierten allí donde la producción es más barata. Esto puede observarse con gran claridad en la industria del juguete. En los últimos veinte años hubo un enorme flujo de inversiones desde un continente hacia otro. Hace 35 años, Estados Unidos era el mayor productor de juguetes. Más tarde, en los años setenta, las compañías norteamericanas radicaron su producción en los denominados "tigres asiáticos": Hong Kong, Taiwan, Corea del Sur.

Un paraíso para las empresas Cuando en esos países comenzaron a subir lentamente los salarios y se formaron los sindicatos, la caravana inversionista se trasladó hacia Tailandia, Indonesia, Malasia y Filipinas. Y, sobre todo, hacia China. Porque, para las multinacionales, China es un paraíso. Hay un orden político estable, los sindicatos están prohibidos, las imposiciones gubernamentales son mínimas, las autoridades se dejan sobornar y el costo de vida es muy bajo. No es de extrañar que, en la actualidad, alrededor de un tercio de los juguetes se fabrique en China. Desde hace algunos años, las empresas invierten también en Vietnam. Allí las condiciones reinantes son muy similares a las de China. El mercado del juguete es gigantesco. Cuantos menos niños nacen en los países industrializados, más dinero se gasta en sus juguetes. En Alemania, por caso, el gasto anual en este rubro es de unos 178-204 euros per cápita.5

Walt Disney Dentro del negocio de los juguetes y los sueños infantiles, la Walt Disney Company es un pez bien gordo. A mediados de 1998, la compañía terminó una película nueva, Mulan, que apuntaba al público chino. Este film de dibujos animados trata de una leyenda china muy famosa en la que una mujer de nombre Muían se disfraza de hombre, ingresa en el ejército y lucha hasta alcanzar una gran victoria para su país.6 La compañía Disney quería utilizar el film como un vehículo para captar el mercado cinematográfico chino. Pero al principio no todo salió como estaba planeado. Como la Walt Disney Company también había patrocinado la película Siete años en el Tíbet, y el gobierno chino la había desaprobado por considerarla una crítica a su política de ocupación en dicha región, la exhibición de Muían en China fue desautorizada. 5 6

Material de la Central Obrera Alemana DGB, número 53, "Toys", Dusseldorf 1998 http://www.cleanclothes.org/companies/disney00-02-29.htm

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